El punto de partida es la debacle electoral de Izquierda Unida en las generales de 2008. El propósito, darle una razón programática a las personas que aspiraban a una sociedad en la que prime la igualdad, la fraternidad y el laicismo, y que el objetivo como país, antes que ser más productivos, sea progresar de manera sostenible. El resultado, una larga conversación y como epílogo dos ensayos breves de ella y varias exposiciones del programa político de él.

El 9 de marzo de 2008 las urnas fueron claras con IU, recibió la mitad de votos que cuatro años antes. Algo menos de un millón que, por cómo funciona nuestra ley electoral, solo le aportaron dos escaños. Frente a ellos, partidos con menos papeletas obtuvieron una representación más amplia en el Congreso de los Diputados. Al rojo vivo se propone analizar qué ocurrió sin olvidar algo siempre necesario, y no muy habitual en política, la autocrítica. Y para ello cuenta con dos voces muy pertinentes. De un lado una novelista, apreciada por su rigor histórico, y militante comprometida, pero sin deberes ni lealtades con nadie de la organización, y del otro su máximo representante y responsable, la persona en la que sus afiliados y simpatizantes buscaban liderazgo y criterio.
Los tres lustros transcurridos desde entonces hacen muy interesante el análisis que Almudena y Gaspar ofrecían de la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y sus previsiones del devenir de la segunda. De manera paralela, los motivos que, según ellos, explicaban la devenida irrelevancia de sus siglas y la difícil coyuntura en que esto les colocaba.
Respecto a lo primero, y aun reconociendo que no alcanzaron las cotas que les hubiera gustado conseguir, se congratulan de haber sido el motor de los avances sociales de los años anteriores con leyes como las de dependencia, memoria histórica o matrimonio igualitario. Sin su presión, según su versión, y por la falta de ambición del PSOE, el resultado final hubiera sido una colección de versiones muy descafeinadas de las mismas. Algo que, acertadamente, atisbaron sucedería después en su aplicación al coincidir la insuficiente definición de cómo materializarlas, con una brutal crisis económica cuya existencia el gobierno socialista se empecinaba en negar una y otra vez. Escaparate socialdemócrata, ejecución neoliberal, esa era su conclusión.
Lo innegable es que se había dado un paso adelante en el reconocimiento explícito de determinadas realidades, fundamentales para integrar en nuestra sociedad tanto pasado y presente como a quienes más y menos tienen. Por este motivo criticaban cómo las medidas que estaba tomando la Unión Europea, en materia laboral o de inmigración, iban en contra de la identidad y la razón de ser del proyecto europeo, y reivindicaban -ligándolo con el presente- el papel que tuvo la II República en los asuntos que verdaderamente construyen una nación. Fundamentalmente, el diseño de un sistema educativo que llegue a todas las clases y la vertebración de infraestructuras y servicios sociales que articulen tanto al territorio como a sus habitantes.
Cuestiones tras las que están los valores que constituyen la esencia democrática y democratizadora del republicanismo, y que abogaban por ensalzar y divulgar para hacer frente no solo al griterío de la bancada de la derecha, sino también para actualizar el papel que las organizaciones políticas de izquierda han de cumplir en las sociedades actuales, muy diferentes a las que les vieron nacer. Algo en lo que, coinciden, se han quedado atrás al no saber interpretar como la globalización capitalista y la generalización de la sociedad de consumo ha cambiado tanto nuestros hábitos cotidianos como nuestras demandas individuales, familiares y colectivas. Un buen ejemplo de ello era la dirección nacional de Izquierda Unida, con facciones enfrentadas entre sí, y alejada del día a día de la ciudadanía, al contrario de como sí hacían muchas de sus direcciones regionales y locales.
Lo interesante, llegado este punto, es la visión de Almudena Grandes, proponiendo una refundación -ya sea del partido o de las personas que lo conforman- que, más que la definición de una estructura orgánica eficaz y eficiente, tuviera como objetivo concretar en qué aspectos de nuestra organización política y social quiere influir y centrar en ello sus esfuerzos. Sabiendo cuáles son los obstáculos -el diseño de la ley electoral- y los elementos en contra -los medios de comunicación-, y actuando de manera decidida, diferente e innovadora para salvar tales dificultades.
Una lectura entretenida, fluida por su carácter de conversación transcrita. Aspecto en el que ambos participantes presentan diferencias. Mientras la retórica de ella es análoga a su escritura, rica y expresiva, a la par que comprensible al oído y armoniosa al intelecto, la de él, siendo comprensible y argumentada, tiene más de explicativa y de la presumible necesidad de ser coherente con los argumentarios preparados con anterioridad. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, la lectura de Al rojo vivo podría suponer una excusa perfecta para analizar cómo hemos evolucionado y chequear en qué, cuánto y cómo acertaron y erraron Almudena y Gaspar sobre hacia donde iba el panorama nacional y europeo, y si Izquierda Unida supo adaptarse a dichas circunstancias y ejercer un papel activo en pro y beneficio de nuestra sociedad.
Al rojo vivo. Un diálogo sobre la izquierda de hoy, Almudena Grandes y Gaspar Llamazares, 2008, Antonio Machado Libros.