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“Al rojo vivo. Un diálogo sobre la izquierda de hoy” de Almudena Grandes y Gaspar Llamazares

El punto de partida es la debacle electoral de Izquierda Unida en las generales de 2008. El propósito, darle una razón programática a las personas que aspiraban a una sociedad en la que prime la igualdad, la fraternidad y el laicismo, y que el objetivo como país, antes que ser más productivos, sea progresar de manera sostenible. El resultado, una larga conversación y como epílogo dos ensayos breves de ella y varias exposiciones del programa político de él.

El 9 de marzo de 2008 las urnas fueron claras con IU, recibió la mitad de votos que cuatro años antes. Algo menos de un millón que, por cómo funciona nuestra ley electoral, solo le aportaron dos escaños. Frente a ellos, partidos con menos papeletas obtuvieron una representación más amplia en el Congreso de los Diputados. Al rojo vivo se propone analizar qué ocurrió sin olvidar algo siempre necesario, y no muy habitual en política, la autocrítica. Y para ello cuenta con dos voces muy pertinentes. De un lado una novelista, apreciada por su rigor histórico, y militante comprometida, pero sin deberes ni lealtades con nadie de la organización, y del otro su máximo representante y responsable, la persona en la que sus afiliados y simpatizantes buscaban liderazgo y criterio.

Los tres lustros transcurridos desde entonces hacen muy interesante el análisis que Almudena y Gaspar ofrecían de la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y sus previsiones del devenir de la segunda. De manera paralela, los motivos que, según ellos, explicaban la devenida irrelevancia de sus siglas y la difícil coyuntura en que esto les colocaba.

Respecto a lo primero, y aun reconociendo que no alcanzaron las cotas que les hubiera gustado conseguir, se congratulan de haber sido el motor de los avances sociales de los años anteriores con leyes como las de dependencia, memoria histórica o matrimonio igualitario. Sin su presión, según su versión, y por la falta de ambición del PSOE, el resultado final hubiera sido una colección de versiones muy descafeinadas de las mismas. Algo que, acertadamente, atisbaron sucedería después en su aplicación al coincidir la insuficiente definición de cómo materializarlas, con una brutal crisis económica cuya existencia el gobierno socialista se empecinaba en negar una y otra vez. Escaparate socialdemócrata, ejecución neoliberal, esa era su conclusión.

Lo innegable es que se había dado un paso adelante en el reconocimiento explícito de determinadas realidades, fundamentales para integrar en nuestra sociedad tanto pasado y presente como a quienes más y menos tienen. Por este motivo criticaban cómo las medidas que estaba tomando la Unión Europea, en materia laboral o de inmigración, iban en contra de la identidad y la razón de ser del proyecto europeo, y reivindicaban -ligándolo con el presente- el papel que tuvo la II República en los asuntos que verdaderamente construyen una nación. Fundamentalmente, el diseño de un sistema educativo que llegue a todas las clases y la vertebración de infraestructuras y servicios sociales que articulen tanto al territorio como a sus habitantes.

Cuestiones tras las que están los valores que constituyen la esencia democrática y democratizadora del republicanismo, y que abogaban por ensalzar y divulgar para hacer frente no solo al griterío de la bancada de la derecha, sino también para actualizar el papel que las organizaciones políticas de izquierda han de cumplir en las sociedades actuales, muy diferentes a las que les vieron nacer. Algo en lo que, coinciden, se han quedado atrás al no saber interpretar como la globalización capitalista y la generalización de la sociedad de consumo ha cambiado tanto nuestros hábitos cotidianos como nuestras demandas individuales, familiares y colectivas. Un buen ejemplo de ello era la dirección nacional de Izquierda Unida, con facciones enfrentadas entre sí, y alejada del día a día de la ciudadanía, al contrario de como sí hacían muchas de sus direcciones regionales y locales.

Lo interesante, llegado este punto, es la visión de Almudena Grandes, proponiendo una refundación -ya sea del partido o de las personas que lo conforman- que, más que la definición de una estructura orgánica eficaz y eficiente, tuviera como objetivo concretar en qué aspectos de nuestra organización política y social quiere influir y centrar en ello sus esfuerzos. Sabiendo cuáles son los obstáculos -el diseño de la ley electoral- y los elementos en contra -los medios de comunicación-, y actuando de manera decidida, diferente e innovadora para salvar tales dificultades.

Una lectura entretenida, fluida por su carácter de conversación transcrita. Aspecto en el que ambos participantes presentan diferencias. Mientras la retórica de ella es análoga a su escritura, rica y expresiva, a la par que comprensible al oído y armoniosa al intelecto, la de él, siendo comprensible y argumentada, tiene más de explicativa y de la presumible necesidad de ser coherente con los argumentarios preparados con anterioridad. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, la lectura de Al rojo vivo podría suponer una excusa perfecta para analizar cómo hemos evolucionado y chequear en qué, cuánto y cómo acertaron y erraron Almudena y Gaspar sobre hacia donde iba el panorama nacional y europeo, y si Izquierda Unida supo adaptarse a dichas circunstancias y ejercer un papel activo en pro y beneficio de nuestra sociedad.

Al rojo vivo. Un diálogo sobre la izquierda de hoy, Almudena Grandes y Gaspar Llamazares, 2008, Antonio Machado Libros.

10 novelas de 2021

Dos títulos a los que volví más de veinte años después de haberlos leído por primera vez. Otro más al que recurrí para conocer uno de los referentes del imaginario de un pintor. Cuatro lecturas compartidas con amigos y sobre las que compartimos impresiones de lo más dispar. Uno del que había oído mucho y bueno. Y dos más que leí recomendados por quienes me los prestaron y acertaron de pleno.

«Venus Bonaparte» de Terenci Moix. Una biografía que combina la magnanimidad de las múltiples facetas de la historia (política, arte, religión…) con lo más mundano (el poder, el amor, el sexo…) de los seres humanos. Un trabajo equilibrado entre los datos reales, basados en la documentación, y la libertad creativa de un escritor dotado de una extraordinaria capacidad expresiva. Una narrativa fluida que ahonda, analiza, describe y explica y unos diálogos ingeniosos y procaces, llenos de respuestas y sentencias brillantes.

«A sangre y fuego» de Manuel Chaves Nogales. Once episodios basados en otras tantas situaciones reales que demuestran que la violencia engendra violencia y que la Guerra Civil fue más que un conflicto bélico entre nacionales y republicanos. Los relatos escritos por este periodista en los primeros meses de 1937 son una joya narrativa que dejan claro que esta fue una guerra total en la que en muchas ocasiones los posicionamientos ideológicos fueron una disculpa para arrasar con todo aquel que no pensara igual.

«El lápiz del carpintero» de Manuel Rivas. Una narración que, además de los hechos, abarca las emociones de sus protagonistas y sus preguntas y respuestas planteándose el por qué y el para qué de lo que está ocurriendo. Un viaje hasta la Galicia violentada en el verano de 1936 por el alzamiento nacional y embrutecida por lo que derivó en una salvaje Guerra Civil y una despiadada dictadura.

«Drácula» de Bram Stoker. Novela de terror, romántica, de aventuras, acción e intriga sin descanso. Perfectamente estructurada a partir de entradas de diarios y cartas, redactadas por varios de sus personajes, con los que ofrece un relato de lo más imaginativo sobre la lucha del bien contra el mal. El inicio de un mito que sigue funcionando y a cuya novela creadora la pátina del tiempo la hace aún más extraordinaria.

“Alicia en el país de las maravillas” y «Alicia a través del espejo», de Lewis Carroll. No es la obra infantil que la leyenda dice que es. Todo lo contrario. Su protagonista de siete años nos introduce en un mundo en el que no sirven las convenciones retóricas y conceptuales con que los adultos pensamos y nos expresamos. Una primera parte más lúdica y narrativa y una segunda más intelectual que pone a prueba nuestras habilidades para comprender las situaciones en las que la lógica hace de las suyas.  

«Feria» de Ana Iris Simón. Narración entre la autobiografía, el fresco costumbrista y la mirada crítica sobre las coordenadas de nuestro tiempo desde la visión de una joven de treinta años educada para creer que cuando llegara a los treinta tendría el mundo a sus pies. Un texto que, jugando a la autenticidad de lo espontáneo, bordea el artificio de lo naif, pero que plasma muy bien la inmaterialidad que conforma nuestra identidad social, familiar y personal.

“A su imagen” de Jérôme Ferrari. La historia, el sentido, el poder y la función social del fotoperiodismo como hilo conductor de una vida y como medio con el que sintetizar la historia de una comunidad. Una escritura honda que combina equilibradamente puntos de vista y planos temporales, que descifra con precisión lo silente y revela la realidad de los vínculos entre la visceralidad y la racionalidad de la naturaleza humana.

«La ridícula idea de no volver a verte» de Rosa Montero. Lo que se inicia como una edición comentada de los diarios personales de Marie Curie se convierte en un relato en el que, a partir de sus claves más íntimas, su autora reflexiona sobre las emociones, las relaciones y los vínculos que le dan sentido a nuestra vida. Una prosa tranquila, precisa en su forma y sensible en su fondo que llega hondo, instalándose en nuestro interior y dando pie a un proceso transformador tras el que no volveremos a ser los mismos.

“Lo prohibido” de Benito Pérez Galdós. Las memorias de José María Bueno de Guzmán van de 1880 a 1884. Cuatro años de un fresco de la alta sociedad madrileña, de apariencias y despropósitos, dimes y diretes y tejemanejes sociales, políticos y económicos de los supuestamente adinerados y poderosos. Una superficie de lujo, buen gusto y saber estar que oculta una buena dosis de soberbia, corrupción, injusticia y perversión.

“Segunda casa” de Rachel Cusk. Una novela introvertida más que íntima, en la que lo desconocido tiene mayor peso que lo explícito. Ambientada en un lugar hipnótico en el que la incomunicación resulta ser la atmósfera en la que tiene lugar su contrario. Una prosa intensa con la que su protagonista se abre, expone y descompone en su intento por explicarse, entenderse y vincularse.

“A sangre y fuego” de Manuel Chaves Nogales

Once episodios basados en otras tantas situaciones reales que demuestran que la violencia engendra violencia y que la Guerra Civil fue más que un conflicto bélico entre nacionales y republicanos. Los relatos escritos por este periodista en los primeros meses de 1937 son una joya narrativa que dejan claro que esta fue una guerra total en la que en muchas ocasiones los posicionamientos ideológicos fueron una disculpa para arrasar con todo aquel que no pensara igual.

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El trabajo en la redacción de un medio de comunicación da acceso a múltiples fuentes de información sobre un suceso o acontecimiento. El buen profesional de la materia, bajo el prisma de la ética y la objetividad periodística, toma buena nota de lo que escucha y ve y a través de ello ahonda en lo que está ocurriendo para intentar comprender qué sucede realmente bajo esa superficie y cuáles son los motores que lo provocan. En este sentido y desde su puesto como director desde 1931 del diario Ahora, Manuel Chaves no solo fue testigo privilegiado de la tensión in crescendo que se fue generando entre las distintas facciones políticas durante la II República hasta el levantamiento del 18 de julio de 1936, sino también de las divergencias a partir de esa fecha en la respuesta de los movimientos de izquierda –socialistas, comunistas, anarquistas,…- tanto a la hora de organizar su bando como de combatir al enemigo.

Chaves escribió estos relatos pocos meses después del inicio del fratricidio, cuando llegó a París en el inicio de su particular exilio. En ellos se puede leer a partes iguales la precisión del informador y su imperiosa necesidad como ciudadano de un país que se resquebrajaba de contarle al mundo la debacle humana que estaba teniendo lugar en España. Dejando claro que la Guerra Civil no fue un conflicto que pretendiera sustituir un régimen político por otro, sino una contienda en la que cada bando no se propuso rendir a su adversario, sino destruirlo hasta arrasarlo completamente, sin diferenciar a los combatientes y los objetivos militares de la población civil y sus lugares de residencia y modos de ganarse la vida.

El destino quiso que Manuel estuviera en el Madrid republicano cuando comenzó lo que entonces no se sabía que acabaría siendo el prólogo de la II Guerra Mundial, por lo que los testimonios particulares que nos ofrece son los que le llegaron, o de los que fue testigo, de ese lado. Crónicas cuyos protagonistas y tramas no son los de los libros de historia ni los episodios, tácticas o estrategias explicadas en estos, sino aquellos ciudadanos anónimos que se ofrecieron espontáneamente para armarse y acudir al frente, quedaron al frente de la intendencia en la capital, asistían a los heridos o, sencillamente, fueron víctimas inocentes de los ataques y los bombardeos.

Un maremágnum de voluntariosos, más impulsados por la utopía –cuando no por el odio y el ánimo de revancha-, faltos de organización y de un mando único que aunara sus energías con el propósito de defender el sistema democrático frente a los que luchaban con el apoyo de las tropas alemanas e italianas en su contra. Sin embargo, el caos era tal que la violencia engendró otras violencias como la crueldad que algunos de los llamados rojos volcaron contra todo aquel de cuya fidelidad a la causa dudaban.

A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España aporta un diferente y muy necesario punto de vista sobre un tiempo que no es únicamente un pasado sobre el que aplicar una lectura académica. Lo que Manuel Chaves Nogales logra en este título es poner el foco sobre el drama humano que tuvo lugar en nuestro país de 1936 a 1939, prolongado durante 40 años más de dictadura. Algo que hoy en día se sigue rehuyendo, lo que hace aún más fundamental este título, además de por sus excelentes valores literarios (la precisión de su prosa, la riqueza de su vocabulario, la tensión de su ritmo, la fina construcción de sus tramas, el retrato de sus personajes,…).

A sangre y fuego, Manuel Chaves Nogales, 2017, Libros del Asteroide.

10 ensayos de 2020

La autobiografía de una gran pintora y de un cineasta, un repaso a las maneras de relacionarse cuando la sociedad te impide ser libre, análisis de un tiempo histórico de lo más convulso, discursos de un Premio Nobel, reflexiones sobre la autenticidad, la dualidad urbanidad/ruralidad de nuestro país y la masculinidad…

“De puertas adentro” de Amalia Avia. La biografía de esta gran mujer de la pintura realista española de la segunda mitad del siglo XX transcurrió entre el Toledo rural y la urbanidad de Madrid. El primero fue el escenario de episodios familiares durante la etapa más oscura de la reciente historia española, la Guerra Civil y la dictadura. La capital es el lugar en el que desplegó su faceta creativa y la convirtió en el hilo conductor de sus relaciones artísticas, profesionales y sociales.

“Cruising. Historia íntima de un pasatiempo radical” de Alex Espinoza. Desde tiempos inmemoriales la mayor parte de la sociedad ha impedido a los homosexuales vivir su sexualidad con la naturalidad y libertad que procede. Sin embargo, no hay obstáculo insalvable y muchos hombres encontraron la manera de vehicular su deseo corporal y la necesidad afectiva a través de esta práctica tan antigua como actual.  

“Pensar el siglo XX” de Tony Judt. Un ensayo en formato entrevista en el que su autor recuerda su trayectoria personal y profesional durante la segunda mitad del siglo, a la par que repasa en un riguroso y referenciado análisis de las causas que motivaron y las consecuencias que provocaron los acontecimientos más importantes de este tiempo tan convulso.

“La maleta de mi padre” de Orhan Pamuk. El día que recibió el Premio Nobel de Literatura, este autor turco dedicó su intervención a contar cómo su padre le transmitió la vivencia de la escritura y el poder de la literatura, haciendo de él el autor que, tras treinta años de carrera y siete títulos publicados, recibía este preciado galardón en 2006. Un discurso que esta publicación complementa con otros dos de ese mismo año en que explica su relación con el proceso de creación y de lectura.

“El naufragio de las civilizaciones” de Amin Maalouf. Un análisis del estado actual de la humanidad basado en la experiencia personal, profesional e intelectual de su autor. Aunando las vivencias familiares que le llevaron del Líbano a Francia, los acontecimientos de los que ha sido testigo como periodista por todo el mundo árabe, y sus reflexiones como escritor.

“A propósito de nada” de Woody Allen. Tiene razón el neoyorquino cuando dice que lo más interesante de su vida son las personas que han pasado por ella. Pero también es cierto que con la aparición y aportación de todas ellas ha creado un corpus literario y cinematográfica fundamental en nuestro imaginario cultural de las últimas décadas. Un legado que repasa hilvanándolo con su propia versión de determinados episodios personales.

“Lo real y su doble” de Clément Rosset. ¿Cuánta realidad somos capaces de tolerar? ¿Por qué? ¿De qué mecanismos nos valemos para convivir con la ficción que incluimos en nuestras vidas? ¿Qué papel tiene esta ilusión? ¿Cómo se relaciona la verdad en la que habitamos con el espejismo por el que también transitamos?

“La España vacía” de Sergio del Molino. No es solo una descripción de la inmensidad del territorio nacional actualmente despoblado o apenas urbanizado, “Viaje por un país que nunca fue” es también un análisis de los antecedentes de esta situación. De la manera que lo han vivido sus residentes y cómo se les ha tratado desde los centros de poder, y retratado en medios como el cine o la literatura.

“Un hombre de verdad” de Thomas Page McBee. Reflexión sobre qué implica ser un hombre, cómo se ejerce la masculinidad y el modo en que es percibida en nuestro modelo de sociedad. Un ensayo escrito por alguien que no consiguió que su cuerpo fuera fiel a su identidad de género hasta los treinta años y se topa entonces con unos roles, suposiciones y respuestas que no conocía, esperaba o había experimentado antes.

“La caída de Constantinopla 1453” de Steven Runciman. Sobre cómo se fraguó, desarrolló y concluyó la última batalla del imperio bizantino. Los antecedentes políticos, religiosos y militares que tanto desde el lado cristiano como del otomano dieron pie al inicio de una nueva época en el tablero geopolítico de nuestra civilización.

"Un pueblo traicionado" de Paul Preston

Casi siglo y medio de historia de España siguiendo el hilo conductor de la corrupción, la incompetencia política y la división social causada por estas. Desde la Restauración borbónica de Alfonso XII hasta la llegada a la Presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez pasando por monarcas y dictadores, guerras civiles y coloniales. Un relato de los excesos, tejemanejes y aprovechamientos de gobernantes de uno y otro signo ideológico a costa de la estabilidad, el progreso y el desarrollo tanto de su nación como de sus compatriotas.

Si echamos la vista atrás parece que no ha habido una etapa tranquila en la historia de nuestro país. Hemos tenido períodos con un balance positivo y hasta muy notable incluso, pero siempre con episodios, tramas y personajes de lo más oscuro en la balanza. Y no solo de acólitos al poder o aprovechados de las circunstancias, sino desde los mismos puestos de representación estatal y gubernamental.

Reyes, presidentes, ministros, diputados y empresarios que se han valido de las coyunturas de cada instante (monarquía borbónica, república y dictaduras) para lograr un usufructo personal de su relación con las distintas fuerzas sociales (políticas, militares, empresariales, financieras, eclesiásticas…) de cada momento. Primando siempre sus objetivos, obsesiones y propósitos sobre los intereses y las necesidades de aquellos a los que se supone gobernaban, representaban o servían, o debían, al menos, respetar.

Hay mucho de tópico en este tema, pero también una realidad que no se puede negar, y es que el último siglo y medio español ha sido de lo más convulso. Un tiempo que comenzó con el fin de la tercera y última guerra carlista y al que le siguieron décadas de conflicto entre las fuerzas del orden y los incipientes, y posteriormente consolidados, movimientos obreros de distinto signo (socialistas, comunistas, anarquistas), tanto en las ciudades que se industrializaban (Madrid, Barcelona, Bilbao, Oviedo…) como en aquellas bastas áreas interiores que seguían dedicadas a la explotación de la tierra (Extremadura, Castilla, Andalucía…). Al tiempo, perdíamos las colonias de Cuba y Filipinas en 1898, y más tarde llegarían los desastres de Marruecos en los que perdieron la vida miles de soldados.

Mientras tanto, la titularidad del Gobierno se basaba en la continua alternancia de liberales y conservadores, cada uno con su correspondiente camarilla de puestos de confianza y financiadores -industriales y terratenientes- a los que se les devolvía el favor con normas e impuestos que favorecían sus negocios, u obviando su no cumplimiento de lo establecido por la legalidad vigente. Eso sin dejar de lado la continua simbiosis entre el estamento político y el militar, tanto en la formación de equipos de gobierno y designación de representantes como en la toma de decisiones, desembocando en períodos como la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) o la deriva total en este sentido que supusieron la Guerra Civil y el franquismo posterior, décadas en las que la corrupción no fue la trastienda del sistema sino su primera y máxima regla.

Egoísmos, intervencionismo e incompetencias que acabaron con esperanzas como la de la II República, enturbiaron los sacrificios y logros de la llamada Transición y han lastrado, hasta ahora, la reputación, las posibilidades y las potencialidades de nuestra actual democracia parlamentaria. Así es como finaliza (por ahora, veremos lo que nos depara el futuro) este ensayo que comienza como un muy buen ejercicio de síntesis, deriva posteriormente en un alarde de conocimiento y ordenación de datos, y concluye como un completo compendio de titulares, sumarios judiciales y sentencias conocidas a través de los medios de comunicación en los últimos decenios.

Un pueblo traicionado. España de 1874 a nuestros días: corrupción, incompetencia política y división social, Paul Preston, 2019, Editorial Debate.

«De puertas adentro» de Amalia Avia

La biografía de esta gran mujer de la pintura realista española de la segunda mitad del siglo XX transcurrió entre el Toledo rural y la urbanidad de Madrid. El primero fue el escenario de episodios familiares durante la etapa más oscura de la reciente historia española, la Guerra Civil y la dictadura, narrados con un estilo que resulta análogo a la intimidad, cotidianidad y detalle que transmiten sus óleos. La capital es el lugar en el que desplegó su faceta creativa y la convirtió en su modo de ganarse la vida y en el hilo conductor de sus relaciones artísticas, profesionales y sociales.

Amalia nació en Santa Cruz de la Zarza, provincia de Toledo, en 1930. Falleció en Madrid 81 años después, en 2011. Fechas en las que vivió muy brevemente la II República, la guerra fratricida, el régimen de Franco, la transición y la consolidación democrática de España. Etapas que la dejaron marcada de distintas maneras, tal y como ella explica en estas memorias que más que un ensayo, son un recuerdo de todo lo vivido, dando por hecho de que en ello puede haber tanto de realidad como de reconstrucción de su memoria.

Sus páginas están divididas en dos grandes bloques. Una primera parte en la que elabora un sensible relato sobre cómo se vio transformada su vida con los trágicos acontecimientos de 1936. El asesinato de su padre por los defensores del régimen republicano trastocó el equilibrio de su familia e hizo que su madre se encerrara en su piso de Madrid con sus cinco hijos esperando a que acabara la contienda. La victoria del bando nacional, que recibieron con alegría, solo trajo consigo regresión y represión generando una sociedad oprimida, silenciosa y de formas ultra católicas bajo las que se crio en su pueblo natal.

Una época difícil que Avia narra transmitiendo con suma viveza las experiencias que tuvo a lo largo de este tiempo que comenzó siendo una niña educada en casa para posteriormente convertirse en una alumna interna en Madrid y ver cómo el transcurrir de los años la convertía en una joven alejada del casi único papel que la dictadura les permitía a las de su sexo, servir a los padres hasta hacerlo a un hombre que previamente se hubiera convertido en su esposo. Sin embargo, ella no siguió este guión y tras dejar definitivamente Santa Cruz, se convirtió en una mujer atípica para su tiempo, soltera, con coche y asistiendo a clases de dibujo en el Estudio Peña a la par que cuidaba de su madre.

Comenzó entonces a relacionarse con caballetes, lienzos y óleos, así como con otros compañeros dando inicio a una nueva vida en la que no solo sería feliz pintando, sino también sintiéndose plena a través de las amistades que fue haciendo (Antonio López, Julio López Hernández, Esperanza Parada,…), de la familia que formó junto al también pintor Lucio Muñoz y de los vínculos profesionales que adquirió con galerías como Biosca, Juana Mordó o Leandro Navarro.

Esta parte de De puertas adentro resulta ser menos literaria y más una crónica de episodios que van desde la década de los 50 hasta el final del siglo. Una colección de momentos y anécdotas en las que se combinan viajes (a Italia, Francia o Alemania), experiencias únicas como la residencia en Aránzazu mientras Lucio Muñoz realizaba el mural de su retablo, personas a las que conoció (Camilo José Cela, Felipe González,…) o el progresivo éxito que fueron teniendo sus exposiciones al tiempo que la sociedad española pasó de reivindicar sus necesidades a reconstruir la democracia y modernizar posteriormente el país.

De puertas adentro, Amalia Avia, 2004, Editorial Taurus.

«Mientras dure la guerra», ejercicio de memoria histórica

Amenábar construye un relato sobrio y muy planteado sobre la peculiar manera de ser y las múltiples aristas del pensamiento de Miguel de Unamuno. A la par muestra los primeros efectos del alzamiento nacional y relata los movimientos dados por Francisco Franco en el verano de 1936 para erigirse como Caudillo de España por la Gracia de Dios. Un guión excelente, una dirección acorde y unos actores espléndidos en una película que no se casa con nadie.

Probablemente el rostro, los ademanes y la manera de expresarse de Miguel de Unamuno serán para muchos, a partir de ahora, los de Karra Elejalde en esta cinta. Su trabajo es excelente, y no solo por la caracterización y verbalización de lo que el guión le marca, sino por el tono que le da a cuanto vemos de él. Cada una de sus miradas, gestos y movimientos transmite convincentemente la manera de ser, pensar y actuar de un intelectual cuyo afán fue siempre dar con las claves para que todo individuo consiguiera una plenitud libre de ataduras sobrenaturales y lograra convivir, crecer y desarrollarse en una sociedad justa y equitativa.

Ese es el primer logro de Amenábar en Mientras dure la guerra. El segundo es adentrarse en una historia y unos personajes que siempre levantan ampollas para contarnos cómo -en manos de los historiadores queda el saber cuánto tiene de verdad, de síntesis y de ficción lo que vemos en la pantalla- lo que se inició como un levantamiento militar en contra de la II República aquel verano de 1936 acabó derivando en una contienda fratricida que duraría casi tres años.

Y como es habitual en su filmografía, lo hace recurriendo a los modos narrativos del cine clásico. Una presentación en la que expone cómo es la vida de Don Miguel en Salamanca -centrado en lo académico y alejado, por decepción, de los presupuestos republicanos- mientras los nacionales se hacen con el gobierno de su ciudad. Un nudo en el que muestra lo que pretenden el fascismo como régimen -sometimiento absoluto de la población al dictado militar y ultracatólico- y el general Franco como cabecilla de los sublevados -ser el único líder y a perpetuidad del nuevo régimen-, a la par que el conflicto filosófico, ideológico y humano que vive en su fuero interno el Rector al constatar la barbarie que está ocurriendo.

Y un desenlace que nos lleva a aquel 12 de octubre cuando en el paraninfo de la Universidad, y durante la celebración de la recién instaurada Fiesta de la Raza, Unamuno dijo ante todos los presentes -entre ellos el general Millán Astray y la esposa del generalísimo, doña Carmen Polo- aquello de Venceréis, pero no convenceréis.

Cada secuencia tiene un claro objetivo, transmitir el mensaje, los acontecimientos y los datos que le corresponden, prorrogando lo expuesto anteriormente y sentando las bases para lo que ha de venir a continuación. Sin caricaturas ni exacerbaciones, sin recurrir a alardes creativos, giros ingeniosos o trucos técnicos -más allá de una lograda ambientación en términos de fotografía, dirección artística, vestuario…-, cuanto vemos está supeditado a la historia, al guión. Amenábar no busca imprimir ningún tipo de sello personal ni hacer juicio moral alguno (su punto de vista recuerda al del periodista de la época, Manuel Chaves Nogales y su A sangre y fuego). Su posicionamiento y logro es dejar que los hechos hablen por sí mismos.

«La herida perpetua» de Almudena Grandes

Selección de 167 columnas de las muchas que en los lunes de los últimos diez años su autora ha publicado en la contraportada de El país. Reflexiones, pensamientos y comentarios de una mujer “republicana, de izquierdas y anticlerical” sobre la actualidad política y social de nuestro país. Textos cortos, con mensajes claros, escritos con un lenguaje sencillo, que suenan casi como monólogos dramáticos, unas veces llenos de esperanza e ilusión, otras de ironía y sarcasmo.

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Aunque Almudena Grandes continua acudiendo a su cita de los lunes con los lectores de El país, La herida perpetua cubre el período que va desde enero de 2008 hasta junio de 2018. Desde aquel entonces en que se hablaba de una crisis financiera que el gobierno de Zapatero decidió ignorar hasta que Pedro Sánchez se convirtió en el primer presidente que llegaba al cargo mediante una moción de censura. Una vez a la semana y sin pelos en la lengua -con la única limitación del espacio asignado- Grandes escribe su columna de opinión sobre aquello que considera.

Muchos han sido los temas, los personajes y las situaciones que ha tratado, pero tal y como advierte en su introducción, un lector avezado -Juan Díaz Delgado, editor de este volumen- le hizo ver que sus textos formaban un conjunto que no solo exponía los males que nos afectan, sino también su visión de las causas endémicas tras ellos. Dejando claros sus principios y sus valores, pero sin caer en el dogma ni en el fanatismo, la autora de los Episodios de una guerra interminable no se queda en el campo de las ideas, las palabras o los discursos, sino que baja al terreno de lo real y lo tangible, lo demostrado y lo demostrable. Su argumentario se basa en el porcentaje de parados, en el índice de precios al consumo, en las inversiones en sanidad o en la ratio de alumnos por profesor.

Por eso critica a aquellos que se excusan en las vacuidades, los eufemismos y las huidas hacia delante para no solo no ofrecer soluciones, sino anclarse soberbiamente en los errores y pretender hacer de ellos la bandera que nos identifique, excluyendo como castigo a los que no se sometan. Se hace eco de lo que nos preocupa y nos hastía -la calidad de los servicios públicos, el bajo nivel del debate parlamentario, el uso partidista de la justicia, los derechos por consolidar, alcanzar o volver a defender- dirigiéndose tanto a uno y otro lado del espectro ideológico -Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Susana Díaz, Alfredo Pérez Rubalcaba o Artur Mas- como apelando a las buenas prácticas que serían deseables por parte de nuestras instituciones -los partidos políticos, las administraciones públicas, la Iglesia, los medios de comunicación- para crear, vivir y crecer en una sociedad abierta, diversa, respetuosa, tolerante, integradora, solidaria y equitativa.

Sueños y pesadillas que no son nuevos, que tal y como demuestran sus citas, referencias y asociaciones vienen de largo, o son cíclicas, o consecuencia de asuntos pasados no resueltos.  De una democracia con pudores, de una izquierda más pendiente de los flecos de sus teorías que de la práctica y de una derecha centrada eficazmente en los logros manteniéndose fiel a unos principios simples. De una transición que se empeñó en mirar únicamente hacia adelante, de cuatro décadas de dictadura cruel, de una guerra fratricida en la que venció el horror, la brutalidad y el salvajismo. De un tiempo anterior en que lo encarnizado primó sobre el diálogo, la imposición sobre lo negociado y la negación del otro sobre el entendimiento.

Pero aun así, la autora de Los besos en el pan -la novela publicada en 2015 que podría interpretarse como una ficción de la realidad de La herida perpetua– considera que hay espacio, tiempo, energía y ánimo para la esperanza, la voluntad y el el optimismo.  De que hay algo que a pesar de todo hace que sigamos funcionando como país y como sociedad. En nuestra mano está preservarlo y elevarlo para no dejar que nadie nos lo secuestre o arrebate nunca más y sacarle el máximo partido a eso que somos y formamos juntos por encima de los intereses políticos y económicos de unos pocos.

La herida perpetua, Almudena Grandes, 2019, Tusquets Editores.

10 novelas de 2018

Títulos publicados tanto a lo largo de los últimos meses como en años anteriores. Autores españoles y residentes en EE.UU. Recuerdos de la infancia, frescos históricos, crónicas sobre el amor y el desamor y denuncias de la injusticia y la desigualdad.

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«V y V. Violación y venganza» de Pilar Bellver. Con la estructura y el desarrollo tranquilo y de amplio alcance de los clásicos de la literatura del XIX a los que hace referencia, uniéndole una profunda exposición de sus personajes protagonistas a través de unos diálogos –conversados, redactados a mano o tecleados como e-mail- escritos de manera maestra. La historia de dos hermanas de apellido noble a lo largo de un tiempo –desde la pequeña España de los 80 hasta el mundo global del s. XXI- bajo el eterno freno y la pesada sombra del siempre omnipresente yugo invisible del heteropatriarcado.

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«Sol poniente» de Antonio Fontana. Volver la mirada a la Málaga de cuando se era niño para dejar aflorar los recuerdos de aquellos años en que se forjó nuestra identidad. Un ejercicio de intimidad en el que las palabras son el medio para llegar a las sensaciones que se quedaron grabadas en la piel, las verdaderas protagonistas de esta delicada novela. Un relato auténtico, que desprende nostalgia con simpatía y buen humor pero sin añoranzas sentimentales, celebrando que somos el resultado de quienes fuimos y de cuanto nos aconteció.

SolPoniente

«Las tres bodas de Manolita» de Almudena Grandes. Con su habitual saber hacer literario, Grandes desarrolla una serie de tramas en las que los acontecimientos históricos se combinan a la perfección con los dramas personales de sus protagonistas. El tercer episodio de su saga sobre el conflicto interminable que fue la Guerra Civil es una novela que nos permite conocer cómo era la vida de aquellos que intentaron mantener la ilusión a pesar de haber sido derrotados por el fascismo y continuar torturados por el franquismo.

LasTresBodasDeManolita

“El invitado amargo” de Vicente Molina Foix y Luis Cremades. El recuerdo del amor vivido visto con la perspectiva de las tres décadas transcurridas desde entonces. Del ímpetu, el desconocimiento y la experimentación de los que se inician como adultos al reposo, la retirada y el balance de los ya instalados en la madurez. Un intercambio folletinesco con dos voces narradoras, capítulos escritos por separado que enfrentan y complementan dos puntos de vista sobre un enamoramiento difuso y una relación que nunca terminó de cuajar pero que tampoco llegó a disolverse.

ElInvitadoAmargo

“Llámame por tu nombre” de André Aciman. Una lograda expresión del deseo y la pasión a los diecisiete años. Una narración obsesiva que quiere entender lo que está sucediendo, anárquica en su búsqueda de palabras con las que expresarse, desesperada por convertirlas en hechos que hagan que las emociones individuales se conviertan en sensaciones compartidas. Una historia guiada por el latido del corazón y el impulso de la libido de sus protagonistas.

LlamamePorTuNombre

“Un incendio invisible” de Sara Mesa. La bancarrota y hecatombe de Detroit le inspiran a Sara Mesa una historia sobre una ciudad apocalíptica en la que no quedan más que personas abandonadas o sin lugar al que ir. Una urbe en la que todo lo que conforma nuestro modelo de bienestar alcanza tal nivel de degradación que peligra hasta la convivencia y el carácter humano de las personas. Una inteligente y sugerente ficción que juega con logrado acierto a exponer, sin enjuiciar, la deriva moral de lo que está relatando.

UnIncendioInvisible

“Lecciones de abstinencia” de Tom Perrotta. A caballo entre la sátira y un despiadado realismo, esta novela muestra el control que el fundamentalismo religioso pretende tener de todo individuo convirtiendo su vida privada -el sexo, el consumo o los hábitos lúdicos- en un continuo campo de batalla. Un sarcástico retrato de la clase media estadounidense y de la decadencia de su modelo de sociedad, de su falta de cohesión, de sus endebles valores y de su falta de rumbo.

LeccionesDeAbstinencia

“Middlesex” de Jeffrey Eugenides. Varias buenas novelas en una única y genial. Un muy bien guiado recorrido por el mundo global que va de los conflictos entre Turquía y Grecia tras la I Guerra Mundial al Berlín posterior a la reunificación alemana pasando por el EE.UU. acogedor de miles de refugiados en los años 30 hasta la extensión del movimiento hippie en los 70. Dentro de él una saga familiar que aúna a la perfección lo antropológico y lo sociológico con lo vivencial y lo emocional. Y también un relato valiente, pedagógico, sensible y acertado sobre la verdad y la realidad de la intersexualidad.

Middlesex

“Honrarás a tu padre” de Gay Talese. Excelente crónica publicada en 1971, entre la ficción literaria y la objetividad periodística, sobre la evolución de la Mafia en la ciudad de Nueva York –y sus ramificaciones en otras partes de EE.UU.- en la que las influencias y las luchas de poder se combinan con la vida personal y familiar de Bill Bonanno. Un sobresaliente retrato de las raíces, las motivaciones y los fines de aquellos que hacían de la ilegalidad –cuando no, la criminalidad- las coordenadas en las que desarrollaban sus trayectorias vitales.

HonrarasATuPadre

“Haz memoria” de Gema Nieto. La historia de tres generaciones de mujeres que es también la no contada de muchas familias de nuestro país. De un tiempo aun convulso que pide volver a él para calmar los asuntos pendientes, para darle luz a aquellos pasajes vividos a escondidas y después condenados al olvido. Una sentencia de negación que anuló el futuro de los que sobrevivieron y lastró a sus descendientes.

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“El milagro del Prado” de José Calvo Poyato

¿Hizo lo correcto el Gobierno de la República durante la Guerra Civil trasladando centenares de obras del Museo del Prado desde Madrid a Valencia? Está claro que fue una contienda brutal en la que la capital sufrió desde el primer momento un asedio sin consideración alguna por la población civil, pero según el autor esa situación no debió ser nunca justificación para someter a las grandes creaciones de la historia de nuestra pintura a una multitud de riesgos que pudieron haber acabado con ellas.

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La fratricida contienda que condenó a España a un retroceso atroz durante varias décadas no surgió de un día para otro, sino que se gestó en un clima de inestabilidad social y política que los distintos gobiernos de la II República no fueron capaces de controlar. Una época turbulenta que hizo del patrimonio histórico y artístico un medio a través del cual demostrar el rechazo al contrario. Algo muy evidente en las zonas que hoy identificaríamos como de izquierdas y en las que se destruyeron inmuebles de la Iglesia y se incautaron propiedades de apellidos nobles con innumerables piezas de incalculable valor en su interior.

En ese clima de ignorancia y desconocimiento popular del valor cultural e identitario del patrimonio tuvo lugar el alzamiento militar del 18 de julio de 1936. Tras unas primeras semanas de incertidumbre y con el fin de evitar nuevos vandalismos, las autoridades del país pusieron en marcha campañas divulgativas que animaban a la población a considerar las obras de arte como algo suyo y, por tanto, a defenderlo. De esta manera, todo lo relacionado con este campo se convertía no solo en un elemento propagandístico de la República, sino en un frente de batalla más contra el bando nacional.

Esa es la situación que José Calvo presenta como previa al tema central de su ensayo y que liga el traslado de los lienzos y tablas de Velázquez, Rubens, El Greco o Goya –tanto del Museo del Prado como de otras instituciones- a una decisión única y exclusivamente política del Gobierno cuando éste se trasladó de Madrid a Valencia en los primeros días de noviembre de 1936. Un tema ya tratado ampliamente por otros historiadores y sobre el que él incide dando voz a los críticos con la operación que apostaron desde el primer momento por salvaguardar las obras en los sótanos del edificio como medida más efectiva para preservar tanto su integridad física como para garantizar su correcta conservación.

Personalidades de reputado rigor técnico, como el entonces subdirector del Prado –Sánchez Cantón, director de facto ya que ese título lo ostentaba un Picasso residente en París- señalaron en todo momento los riesgos que para la integridad de las obras suponía no solo un viaje de 350 kilómetros, sino hacerlo en las condiciones que la premura gubernamental exigía. Al delicado estado de muchas de ellas –propio de objetos tan delicados creados siglos atrás- se unía su precario o nulo embalaje, lo inadecuado de los vehículos de transporte, el estado de las carreteras, la amenaza de los bombardeos o la incertidumbre del devenir de la guerra.

Una decisión con grandes zonas de sombra según Calvo, tal y como demuestra lo que ocurrió con los fondos numismáticos del Museo Arqueológico Nacional. Trasladados a México en un barco del que nunca ha quedado claro quien se hizo cargo a su llegada y de cuya carga de extraordinaria importancia jamás volvió a saberse. Un oscuro episodio que se une a otros como el que el último convoy que salió del Paseo del Prado no fue a la ciudad del Turia, sino a Cartagena, cuando Barcelona era ya la nueva sede de la República; que en 1938 la responsabilidad sobre las obras pasara a ser del Ministerio de Hacienda o el uso también como polvorín militar de las localizaciones elegidas para guardarlas cuando fueron trasladadas a la provincia de Girona en su camino hacia el exilio.