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“Usted también podrá disfrutar de ella” de Ana Diosdado

Exposición sobre la cara oculta del periodismo, la avaricia y la crueldad con que entroniza y defenestra a las personas de las que se sirve para pautar la actualidad e influir en la opinión pública. Personajes oscuros, entrelazados en una historia sobre las esperanzas personales y los sueños profesionales, que va y viene en el tiempo para indagar en cuanto la condiciona hasta sorprender con su redondo final.

Si Ana Diosdado siguiera entre nosotros hubiera visto como lo que su imaginación fraguó en 1973 continúa vigente. Le hubiera bastado incluir en la trama de esta obra la inmediatez del poder de las redes sociales, y sustituir los teléfonos de sobremesa por los móviles inteligentes y las máquinas de escribir por portátiles conectados a internet, para plasmar una de tantas historias que unen escándalos empresariales, cortinas de humo, ciudadanos anónimos cosificados y profesionales de la información entregados al más vacuo y especulativo entretenimiento. No llevamos las manos a la cabeza cuando nos cuentan la historia del juguete roto al que todos acusamos equivocadamente de ser malvado y atroz, pero no reflexionamos sobre cómo nos manipularon para que lanzáramos nuestra ira en la dirección equivocada.

Al igual que en su ópera prima, Olvida los tambores (1970), Diosdado evidencia en este texto su capacidad para viajar fluidamente entre lugares y momentos sobre el escenario, así como para analizar los resortes de la sociedad de su tiempo yendo más allá de lo que se ve en primera instancia. En las notas iniciales señala que el atrezo ha de ser mínimo, lo justo para que se deduzca el entorno en el que sitúa a los personajes y no influir en la impresión que nos hemos de crear sobre ellos. Así, y sin más transiciones que las que marquen la iluminación y la ambientación sonora, nos lleva de un domicilio particular a una redacción periodística, a un piso en una comunidad de vecinos, incluido el ascensor que articula su escalera y hasta a una discoteca y el despacho de un forense.  

En el apartado más intelectual, denuncia la intención oscura con que se construyen y difunden algunas de las imágenes y conceptos que conforman nuestro imaginario social. Una realidad, la de la manipulación -ya sea por intereses políticos o empresariales- y sus efectos sobre las personas -lo que hoy denominamos polarización y cultura de la cancelación- que integra plenamente en la escenografía, en los diálogos y en los acontecimientos que determinan el devenir de sus protagonistas. Impacta antes incluso de que se inicie la función, con el telón que oculta la caja escénica reproduciendo, como si se tratara de una gran lona tapando las obras de cualquier edificio emblemático, la imagen promocional de una colonia.

Una chica desnuda sobre la que cae, estratégicamente, una lluvia de pétalos. Una evocación de sensualidad y sexualidad, en un momento aún de dictadura, tras la que encontraremos una realidad triste y el temor de un futuro oscuro. Un gancho visual tras el que Diosdado monta después un drama totalmente creíble. Ojalá algún productor se atreva nuevamente con él, ya sea en su versión original, ya sea adaptándolo a cómo funcionan hoy en día los medios de comunicación y el ecosistema de la información, con un reparto tan imponente como el de su estreno el 20 de septiembre de 1973 en el Teatro Infanta Beatriz de Madrid. Nada más y nada menos que Fernando Guillén, Mercedes Sampietro, Emilio Gutiérrez Caba y María José Goyanes.  

Usted también podrá disfrutar de ella, Ana Diosdado, 1973 (2015), Fundación SGAE.

10 ensayos de 2022

Arte, periodismo de opinión y de guerra, análisis social desde un punto de vista tecnológico y político. Humanismo, historia y filosofía. Aproximaciones divulgativas y críticas. Visiones novedosas, reportajes apasionados y acercamientos interesantes. Títulos con los que conocer y profundizar, reflexionar y tomar conciencia de realidades y prismas quizás nunca antes contemplados.

“Otra historia del arte” de El Barroquista. Aproximación a la disciplina que combina la claridad de ideas con la explicación didáctica. Ensayo en el que su autor desmonta algunos de sus mitos a la par que da a conocer los principios por los que considera se ha de regir. Una propuesta de diálogo a partir del cambio de impresiones y de la suma de puntos de vista, sin intención alguna de asombrar o imponerse con su acervo académico.

“Arte (in)útil” de Daniel Gasol. Bajo el subtítulo “Sobre cómo el capitalismo desactiva la cultura”, este ensayo expone cómo el funcionamiento del triángulo que conforman instituciones, medios de comunicación y arte es contraproducente para nuestra sociedad. En lugar de estar al servicio de la expresión, la estética y el pensamiento crítico, la creación y la creatividad han sido canibalizadas por el mecanismo de la oferta y la demanda, el espectáculo mediático y la manipulación política.

«La desfachatez intelectual» de Ignacio Sánchez-Cuenca. Hay escritores y ensayistas a los que admiramos por su capacidad para imaginar ficciones e hilar pensamientos originales y diferentes que nos embaucan tanto por su habilidad en el manejo del lenguaje como por la originalidad de sus propuestas. Prestigio que, sin embargo, ensombrecen con sus análisis de la actualidad llenos de subjetividades, sin ánimo de debate y generalidades alejadas de cualquier exhaustividad analítica y validez científica.

“Amor América” de Maruja Torres. Desde Puerto Montt, en el sur de Chile, hasta Laredo en EE.UU., observando cómo queda México al otro lado del Río Grande. Diez semanas de un viaje que nació con intención de ser en tren, pero obligado por múltiples obstáculos a servirse también de métodos alternativos. Una combinación de reportaje periodístico y diario personal con el que su autora demuestra su saber hacer y autenticidad observando, analizando, recordando y relacionando.

“Guerras de ayer y de hoy” de Mikel Ayestaran y Ramón Lobo. Conversación entre dos periodistas dedicados a contar lo que sucede desde allí donde tiene lugar. Guerras, conflictos y entornos profesionales relatados de manera diferente, pero analizados, vividos y recordados de un modo semejante. Crítica, análisis e impresiones sobre los lugares y el tablero geopolítico en el que han trabajado, así como sobre su vocación.

“Privacidad es poder” de Carissa Véliz. Hemos asumido con tanta naturalidad la perpetua interconexión en la que vivimos que no nos damos cuenta de que esta tiene un coste, estar continuamente monitorizados y permitir que haya quien nos conozca de maneras que ni nosotros mismos somos capaces de concebir. Este ensayo nos cuenta la génesis del capitalismo de la vigilancia, el nivel que ha alcanzado y las posibles maneras de ponerle coto regulatorio, empresarial y social.

“Los rotos. Las costuras abiertas de la clase obrera” de Antonio Maestre. Ensayo que explica los frentes en los que se manifiesta actualmente la opresión del capitalismo sobre quienes trabajan bajo sus parámetros. Texto dirigido a quienes ya se sienten parte del proletariado, para que tomen conciencia de su situación, pero también a aquellos que no entienden por qué parte de sus miembros le han dado la espalda a sus circunstancias y abrazado opciones políticas contrarias a sus intereses.

“El infinito en un junco” de Irene Vallejo. Ensayo académico sobre el origen de la escritura y la consolidación de su soporte material, los libros. Confesión y testimonio personal sobre el papel que estos han desempeñado a lo largo de la vida de su autora. Y reflexión sobre cómo hemos conformado nuestra identidad cultural. La importancia y lo azaroso de los nombres, títulos y acontecimientos que están tras ella, y el poder de entendimiento, compresión y unión que generan.

«Historias de mujeres» de Rosa Montero. Dieciséis semblanzas que aúnan datos biográficos y análisis del contexto combinando el reportaje periodístico y el ensayo breve. Vidas, personalidades y acontecimientos narrados de manera literaria, con intención de hacer cercanas y comprensibles a quienes fueron ninguneadas o simplificadas. Una inteligente reivindicación del derecho a la igualdad sin caer en mitificaciones ni dogmas.

“El gobierno de las emociones” de Victoria Camps. Llevar una vida equilibrada exige una correcta combinación de razón y emoción. Formula diferente para cada persona según su nivel de autoconocimiento, el contexto y el propósito de cada momento. Aun así, tiene que haber un marco común que favorezca la comunicación personal y la convivencia social. Un contexto de conciencia y correcto ejercicio emocional que fomentar y mantener desde la educación, la justicia y la política.

“Europa soy yo” de Anna Bosch y Pablo R. Suanzes

Nos definimos como europeos, pero no acertamos a definir qué supone. Este diálogo entre periodistas se propone dar respuesta a esta cuestión, así como a otras como el rol de los nacionalismos y los populismos en la política actual del viejo continente. Conversación entre dos profesionales experimentados que también ponen en común sus puntos de vista sobre los pilares de la práctica y el objetivo a conseguir por el cuarto poder.

Llego a Europa soy yo semanas después del buen sabor de boca que me dejó Guerras de ayer y hoy, la primera publicación de Voces 5W, serie de la Revista 5W que se propone acercarnos las claves del mundo actual a través del análisis y la reflexión de aquellos a quienes conocemos por ser habituales de nuestras pantallas, emisoras o diarios de referencia. Volúmenes en los que las palabras de sus protagonistas tienen un valor diferente porque no están condicionadas por las premuras de tiempo, las limitaciones de espacio que les exigen los formatos en los que trabajan y los superiores que intentan influir sobre los temas que tratan y el enfoque con que lo hacen.

Su carta de presentación es su subjetividad, acervo resultado de cuanto han vivido y trabajado a lo largo de los años preguntando sobre el terreno, reuniéndose en despachos y acudiendo allí donde consideraban que estaba el personaje, el dato o el acontecimiento que debía ser conocido para, posteriormente, ser contextualizado y transmitido. Un bagaje entre el que está el arte de la retórica, la capacidad de sintetizar y la habilidad de relacionar para dar una explicación con la que entender cuáles son los factores que han dado pie a la concreción de nuestro presente y su posible evolución.

De la transcripción del diálogo entre Anna Bosch y Pablo R. Suanzes me quedo con su definición de qué es la Unión Europea. Algo que está más allá de sus límites geográficos, su estructura administrativa o sus reglas políticas. El elemento fundamental y central somos nosotros, sus ciudadanos. Personas que, sobre nuestra nacionalidad, sentimos tener algo en común con cualquier otro individuo que forma parte de este club.

Un conjunto concebido con la convicción de que, en la colaboración y la búsqueda de sinergias está la fuerza, pero también con retos, riesgos y debilidades actuales muy fuertes como resultado de los diferentes pasados con que cada uno de nosotros ha llegado a este conjunto. Los miembros originarios del club, los que llegamos desde el sur sintiendo orgullo de nuestra membresía y los que lo hicieron desde el este dejando atrás el lastre de la Guerra Fría. Un referente de libertades para todos, pero también un marco en el que ha habido que afrontar retos que muchos no esperaban, como fue hace una década el de la inmigración causada por los conflictos de Oriente Medio.

Y aunque hace tres años de la publicación de Europa soy yo, la solidez del juicio de Anna y Pablo queda patente en lo que comentan sobre el devenir que preveían del desconcierto que estaba ya provocando el Brexit en Reino Unido y el amenazante papel jugado por Putin desde Rusia. Países vecinos muy marcados en su proceder por la nostalgia de su pasado imperial. Sus hipótesis han acabado por hacerse realidad por estar fundamentadas en lo que consideran los principios del periodismo y del buen corresponsal. Una profesión que no consiste solo en trabajar la pieza que vemos, escuchamos o leemos, sino en comprender cuanto hay tras la realidad que esta muestra.

Misión nada fácil, para la que nunca hay un camino trazado y que exige una combinación de intuición, disposición y dedicación, cuidando el detalle, pero también teniendo una visión amplia en la que es muy importante tener conocimientos sobre historia, sociología o economía. Y como culmen, la heterogeneidad de los que estamos de este lado. Desde los que buscan ampliar lo que ya saben con nuevos enfoques y razones que esperan conseguir a través de sus cabeceras y firmas habituales, a los que únicamente quieren tener unas nociones básicas, pero claras, de por dónde va el mundo en el que vivimos.

Europa soy yo, Anna Bosch y Pablo R. Suanzes, 2019, Revista 5W.

“Guerras de ayer y de hoy” de Mikel Ayestaran y Ramón Lobo

Conversación entre dos periodistas dedicados a contar lo que sucede desde allí donde tiene lugar. Guerras, conflictos y entornos profesionales relatados de manera diferente, pero analizados, vividos y recordados de un modo semejante. Crítica, análisis e impresiones sobre los lugares y el tablero geopolítico en el que han trabajado, así como sobre su vocación.

Hace veinte años comenzaba muchas jornadas haciéndome con el periódico del día y no lo dejaba hasta haber hojeado todas y cada una de sus páginas. Hoy lo hago repasando la edición online a la que estoy suscrito y mi timeline de Twitter. El ritual ha perdido romanticismo, pero es cierto que considero haber ganado amplitud de puntos de vista gracias a cuentas como las de Ramón Lobo, Mikel Ayestaran y Revista 5W. Al primero le escucho también los fines de semana en la radio y de este medio, recomiendo especialmente sus podcasts. Muestras de lo que Lobo y Ayestaran describen en el último capítulo de esta publicación, el ecosistema de la información ha cambiado, pero sigue habiendo necesidad de conocer y profesionales muy capaces y deseosos de hacerlo posible.

Previamente ponen en común y contrastan la experiencia de Ramón como enviado especial de El País desde principios de los 90 hasta su salida hace pocos años, y la de Mikel como freelance desde que decidiera dejar la comodidad de la redacción de El Diario Vasco en 2005. Trayectorias amplias, cada uno con su particular bagaje y visión, que les permiten opinar con criterio sobre aquello de lo que han informado y vivido en lugares tan convulsos como Siria, Gaza, Líbano, Bosnia o Sierra Leona.

La lectura de lo que ambos cuentan en Guerras de ayer y hoy exige pausa y atención. Está planteado, muy inteligentemente, como una conversación, pero podría pasar perfectamente como la transcripción de una clase magistral a dos voces en la que se exponen las coordenadas en las que realizan su labor los periodistas que informan desde zonas en conflicto. En primer lugar, el conocimiento sobre el contexto político y social, asunto sobre el que suele haber una gran distancia entre la realidad local y lo que nuestra oficialidad nos cuenta a los que vivimos a miles de kilómetros de allí. De ahí que después veamos cómo fracasa la supuesta democratización de Afganistán o el fin del terror en Irak.

A continuación, la demanda que gobernantes, empresas editoriales y público tenemos de actualidad continua y novedad disruptiva, hasta casi eliminar el espacio y los recursos para el seguimiento y el análisis. Esto lleva a que las coberturas sean cada vez más breves y menos profundas en su tratamiento, convirtiéndolas incluso, en una mera sucesión de imágenes y de frases casi iguales en todos los medios, escasamente basadas en el trabajo sobre el terreno y en la consideración de fuentes de información verdaderamente locales. Acaban por convertirse en un entretenimiento, hábilmente orquestado por las estrategias de comunicación de estados y organismos internacionales, que ocultan el verdadero alcance de muchas barbaries.

Por último, y la parte con la que más he disfrutado, es aquella en la que Lobo y Ayestaran muestran su manera de hacer y ser. De dónde nace su motivación informativa, el modo en que la han ido vehiculando con el paso de los años, la experiencia acumulada y los cambios tecnológicos, las personas en las que confían cuando trabajan en zonas de conflicto, prestando especial atención a la figura del fixer, y cómo digieren la intensidad e intimidad de esa experiencia cuando vuelven a casa.

Guerras de ayer y de hoy, Mikel Ayestaran y Ramón Lobo, 2017, Revista 5W.

“Amor América” de Maruja Torres

Desde Puerto Montt, en el sur de Chile, hasta Laredo en EE.UU., observando cómo queda México al otro lado del Río Grande. Diez semanas de un viaje que nació con intención de ser en tren, pero obligado por múltiples obstáculos a servirse también de métodos alternativos. Una combinación de reportaje periodístico y diario personal con el que su autora demuestra su saber hacer y autenticidad observando, analizando, recordando y relacionando.

Los casi 30 años que han pasado desde la publicación de Amor América le han sentado muy bien. Como si se tratara de un buen vino, ha ganado sabor y hondura. Su relato impresiona, se fija en la memoria. No solo en esa que recuerda datos, sino en aquella otra más importante formada por las vivencias, en la que se gesta quién eres. Donde permanecen los referentes que te acompañan, motivan e inspiran. Maruja Torres es una todo terreno, y no solo por la ruta que siguió y la manera casi mochilera en que realizó muchas de sus etapas, sino por la mirada empática con lo local y la intuición sosegada con que lo interpreta que transmiten estas páginas, resultado de las muchas notas que tomó en multitud de cuadernos mientras atravesaba Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Guatemala y México.

Quien pocos años después escribiera Mujer en guerra enhebra con diligencia la subjetividad personal con la objetividad periodística. En ningún momento deja de facilitar datos y de ofrecer información, dejando claro cuánto de ello es resultado de la observación y qué proviene de fuentes -unas espontáneas, otras buscadas por ella-, confeccionando así un fresco sobre cómo se vive y se sobrevive en esta parte del mundo unida por su pasado español, pero al tiempo deslavazada por las múltiples formas con que la codicia colonialista la ha saqueado a lo largo de los últimos siglos.

El leit motiv de desplazarse en tren cuando le es posible le da a su experiencia una autenticidad que solidifica los múltiples pequeños relatos que acopla sobre él. Desde el origen y situación actual de las muchas líneas por las que transita a las dificultades e imposibilidades técnicas que la obligan a buscar itinerarios y medios de transporte alternativos. Lo que le revela la inmensidad de los paisajes que atraviesa y el urbanismo de las ciudades en las que hace escala. Y lo que le transmiten -ya sea de viva voz, ya sea por sus actos- las muchas personas de todo tipo y condición con que se encuentra y entabla contacto directo. Apariciones y compañías que hacen humano su relato, y que le dan pie a Maruja -unas veces con incisiva ironía, otras con una divertida acidez- a mostrarse a sí misma, a integrar en lo que está construyendo sus recuerdos y experiencias pasadas en el continente como medio con el que constatar y contrastar aquello de lo que está siendo testigo en este momento.

Amor América es un referente de lo que supone ser periodista, tanto por su manera de mostrar lo que no vemos o no queremos ver, como por las anécdotas y episodios personales que comparte. Los trucos con que consiguió salvar los obstáculos a la libertad de expresión e información de los soldados de Pinochet o de los terroristas de Sendero Luminoso. Los métodos que utilizaba para hacer llegar a Madrid sus crónicas en los tiempos en que no existía internet. O cuanto vio, sintió y tuvo que digerir trabajando en primera línea tras el desastre natural causado por la erupción del volcán Nevado del Ruiz (Colombia, 1985) o durante la invasión estadounidense de Panamá en 1989.

Al tiempo, es un ejemplo perfecto de literatura de viajes. Su lectura da ganas de ahora, décadas después y a la manera en que Ryszard Kapuscinski volvió sobre los pasos de Heródoto, ir tras los suyos para comprobar cuánto puede haber cambiado -y cuánto sigue igual- de lo que Torres expone sobre ese continente tan grande y diverso, a la par que desconocido e ignorado.

Amor América, Maruja Torres, 1993, Editorial DeBolsillo (Punto de Lectura).

«La desfachatez intelectual» de Ignacio Sánchez-Cuenca

Hay escritores y ensayistas a los que admiramos por su capacidad para imaginar ficciones e hilar pensamientos originales y diferentes que nos embaucan tanto por su habilidad en el manejo del lenguaje como por la originalidad de sus propuestas. Prestigio que, sin embargo, ensombrecen con sus análisis de la actualidad llenos de subjetividades, sin ánimo de debate y generalidades alejadas de cualquier exhaustividad analítica y validez científica.  

Lo malo de ser una figura reconocida es que te lo creas y te aproveches de ello. Ser bueno en unas facetas no implica necesariamente serlo en otras, aunque la herramienta de trabajo sea la misma, como puede ser el don de la escritura. Proceder con las oportunidades que te surjan como consecuencia de una recepción positiva de tu creatividad, si sabes que no estás preparado para ello o no le dedicas la preparación que necesitarías denota falta de ética. El resultado es que valiéndose de su prestigio -y del altavoz que les dan los medios de comunicación que recurren a ellos- Sánchez-Cuenca expone cómo hay autores que se construyen tribunas desde las que opinan y sentencian, en lugar de analizar y proponer.

Desde su punto de vista, la seriedad de muchas de las afirmaciones de estos acerca de la situación política, económica y social que tratan, requerirían datos contrastados que sostuvieran sus afirmaciones. No hacerlo les lleva a lugares comunes que estilizan convenientemente con su prosa, maquillaje tras el que se alberga si no la falsedad y la pontificación, sí el desajuste con la realidad y la creación de una marca personal sin mayor fin que el rédito pecuniario y el alimento del ego. Algo que expone con multitud de ejemplos en torno a tres temas muy habituales en las páginas de opinión de la prensa escrita y en las tertulias radiofónicas y televisivas de nuestro país, el nacionalismo, el terrorismo y la crisis económica.

Decir si se está de acuerdo o no con Sánchez-Cuenca requeriría leerse al completo las 150 referencias bibliográficas y hemerográficas en que sustenta su exposición, pero el ejercicio de síntesis y análisis que realiza de ellas hace pensar que su visión sobre el asunto está bien documentada y como tal, ha de ser tenida en cuenta. Por motivos como separar con pulcritud la faceta escritora y ensayística de los autores citados de la criticada, aquella cuando su trabajo es concebido, fundamentalmente, como contenido mediático. Por la claridad con que contrasta lo que los citados enuncian, señalando factores no considerados (como el contexto europeo y global del que formamos parte) que desmontan sus tesis, así como la posible banalidad y arbitrariedad (en su simplificación interpretativa del lenguaje y del entramado institucional y normativo) de los argumentos en los que se basan.

Discursos generalmente poco o nada elaborados, que toman de aquí y allá, que se retroalimentan y repiten, como si fuera una competencia por ver quién es el autor más brillante en lo prosaico y fino y sagaz en lo hiperbólico. Exposiciones pesimistas y catastrofistas, que señalan riesgos, advierten de peligros y auguran rupturas de nuestra sociedad y nuestro sistema político que nunca se han visto materializadas.  

Precisamente este es uno de los aspectos más interesantes de La desfachatez intelectual, su exposición de cómo este enfoque no corresponde tan solo a la etapa anterior a su publicación, en 2016, sino que viene dándose desde décadas previas. Un bucle de ensimismamiento que lleva a Fernando Savater, Félix de Azúa, Arturo Pérez Reverte, Javier Marías y a otros a actuar como si fueran hombres de la generación del 98, cuya honda e importante opinión fuera necesaria en todas las facetas de la vida pública, y sin atisbo de que tengan en cuenta cómo el paso del tiempo y la revolución tecnológica han cambiado nuestro espíritu crítico, así como el acceso a la información y nuestro consumo y uso de la misma.

La desfachatez intelectual, Ignacio Sánchez-Cuenca, 2016, Editorial Catarata.

«El club del café sueco» de Nuria Calle

Auto ficción en la que su autora combina su experiencia como expatriada que llega a una cultura diferente y la imaginación para darle a sus vivencias una trama paralela propia de novela negra. Novela trazada con un ojo periodístico certero en su mirada y expresión, y bien estructurada en su propuesta de intriga y misterio.

Conocí a Nuria Calle muchos años atrás y aunque hace tiempo que no nos vemos, la magia de las redes sociales hace que, a pesar de no tener contacto directo, no nos perdamos la pista. Expongo esto porque la primera sensación que me ha dejado la lectura de El club del café sueco, su primera novela, es que Nuria sigue siendo Nuria. Su vida ha cambiado, se ha casado, tiene dos niñas y vive ahora a muchos kilómetros del Madrid en el que nos hicimos compañeros de clase primero, amigos después. Sin embargo, y por lo que leo, su manera de relacionarse, de observar y de interpretar lo que ocurre a su alrededor sigue siendo honesta, prudente e inteligente. Una aproximación a lo que le rodea que plasma sobre el papel con la misma coherencia, lo que hace que su lectura sea no solo amena y entretenida, sino también enriquecedora y hasta formativa.

Es evidente el filtro periodista con el que capta, ordena y transmite, lo que resulta determinante para que su escritura sea fluida. Un caudal continuo de información en el que se entrelazan las vivencias más personales, en las que es fundamental el registro emocional, con su mirada como expatriada sobre Gotemburgo -ciudad en la que tiene lugar la acción de esta novela-, y la experiencia de descubrimientos, contrastes y análisis a que esto le da pie.

La parte familiar, en la que los suyos se verán más o menos reflejados, está bien planteada y desarrollada, tanto en sus partes descriptivas como dialogadas, lo que demuestra que Nuria puede lanzarse a otros formatos de escritura que vayan más allá de la noticia, el reportaje o la entrevista. Pero, sin duda alguna, su valor está cuando sale de sí misma y trabaja a partir de la experiencia, las impresiones y las sensaciones que vive, como si se tratara de una página en blanco, en primera persona. Base sobre la que acopla con total naturalidad su propuesta detectivesca de averiguar qué sucedió con una antigua residente de su calle, desaparecida en extrañas circunstancias siete años antes de su llegada a esa ciudad de veranos frescos e inviernos bajo cero.

En esta suerte de tres pilares narrativos, la historia hogareña se percibe como el perímetro de seguridad desde el que se propone como escritora de ficción y en el que ancla los otros dos. De un lado la curiosidad, el deseo de conocer y entender los estándares, valores y razones por los que funciona como lo hace la comunidad y la ciudad en la que ahora reside. Mas sin negar que lo hace desde su condición de española y de adulta que busca, sobre todo, comprender para convivir, dejarse impregnar e influir, pero sin abjurar ni caer en la exaltación de lo propio. Por último, y no menos importante, la capacidad para elaborar una historia propia de una novela negra totalmente convincente, llena de matices y zonas umbrías, así como giros sorprendentes, que enganchan y provocan la necesidad de seguir leyendo para saber qué sucedió y qué ocurrirá.  

El club del café sueco, Nuria Calle, 2021, Autopublicado.

10 ensayos de 2021

Reflexión, análisis y testimonio. Sobre el modo en que vivimos hoy en día, los procesos creativos de algunos autores y la conformación del panorama político y social. Premios Nobel, autores consagrados e historiadores reconocidos por todos. Títulos recientes y clásicos del pensamiento.

“La sociedad de la transparencia” de Byung-Chul Han. ¿Somos conscientes de lo que implica este principio de actuación tanto en la esfera pública como en la privada? ¿Estamos dispuestos a asumirlo? ¿Cuáles son sus beneficios y sus riesgos?  ¿Debe tener unos límites? ¿Hemos alcanzado ya ese estadio y no somos conscientes de ello? Este breve, claro y bien expuesto ensayo disecciona nuestro actual modelo de sociedad intentando dar respuesta a estas y a otras interrogantes que debiéramos plantearnos cada día.

“Cultura, culturas y Constitución” de Jesús Prieto de Pedro. Sea como nombre o como adjetivo, en singular o en plural, este término aparece hasta catorce veces en la redacción de nuestra Carta Magna. ¿Qué significado tiene y qué hay tras cada una de esas menciones? ¿Qué papel ocupa en la Ley Fundamental de nuestro Estado de Derecho? Este bien fundamentado ensayo jurídico ayuda a entenderlo gracias a la claridad expositiva y relacional de su análisis.

“Voces de Chernóbil” de Svetlana Alexévich. El previo, el durante y las terribles consecuencias de lo que sucedió aquella madrugada del 26 de abril de 1986 ha sido analizado desde múltiples puntos de vista. Pero la mayoría de esos informes no han considerado a los millares de personas anónimas que vivían en la zona afectada, a los que trabajaron sin descanso para mitigar los efectos de la explosión. Individuos, familias y vecinos engañados, manipulados y amenazados por un sistema ideológico, político y militar que decidió que no existían.

«De qué hablo cuando hablo de correr» de Haruki Murakami. “Escritor (y corredor)” es lo que le gustaría a Murakami que dijera su epitafio cuando llegue el momento de yacer bajo él. Le definiría muy bien. Su talento para la literatura está más que demostrado en sus muchos títulos, sus logros en la segunda dedicación quedan reflejados en este. Un excelente ejercicio de reflexión en el que expone cómo escritura y deporte marcan tanto su personalidad como su biografía, dándole a ambas sentido y coherencia.

“¿Qué es la política?” de Hannah Arendt. Pregunta de tan amplio enfoque como de difícil respuesta, pero siempre presente. Por eso no está de más volver a las reflexiones y planteamientos de esta famosa pensadora, redactadas a mediados del s. XX tras el horror que había vivido el mundo como resultado de la megalomanía de unos pocos, el totalitarismo del que se valieron para imponer sus ideales y la destrucción generada por las aplicaciones bélicas del desarrollo tecnológico.

“Identidad” de Francis Fukuyama. Polarización, populismo, extremismo y nacionalismo son algunos de los términos habituales que escuchamos desde hace tiempo cuando observamos la actualidad política. Sobre todo si nos adentramos en las coordenadas mediáticas y digitales que parecen haberse convertido en el ágora de lo público en detrimento de los lugares tradicionales. Tras todo ello, la necesidad de reivindicarse ensalzando una identidad más frentista que definitoria con fines dudosamente democráticos.

“El ocaso de la democracia” de Anne Applebaum. La Historia no es una narración lineal como habíamos creído. Es más, puede incluso repetirse como parece que estamos viviendo. ¿Qué ha hecho que después del horror bélico de décadas atrás volvamos a escuchar discursos similares a los que precedieron a aquel desastre? Este ensayo acude a la psicología, a la constatación de la complacencia institucional y a las evidencias de manipulación orquestada para darnos respuesta.

“Guerra y paz en el siglo XXI” de Eric Hobsbawm. Nueve breves ensayos y transcripciones de conferencias datados entre los años 2000 y 2006 en los que este historiador explica cómo la transformación que el mundo inició en 1989 con la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la URSS no estaba dando lugar a los resultados esperados. Una mirada atrás que demuestra -constatando lo sucedido desde entonces- que hay pensadores que son capaces de dilucidar, argumentar y exponer hacia dónde vamos.

“La muerte del artista” de William Deresiewicz. Los escritores, músicos, pintores y cineastas también tienen que llegar a final de mes. Pero las circunstancias actuales no se lo ponen nada fácil. La mayor parte de la sociedad da por hecho el casi todo gratis que han traído internet, las redes sociales y la piratería. Los estudios universitarios adolecen de estar coordinados con la realidad que se encontrarán los que decidan formarse en este sistema. Y qué decir del coste de la vida en las ciudades en que bulle la escena artística.

«Algo va mal» de Tony Judt. Han pasado diez años desde que leyéramos por primera vez este análisis de la realidad social, política y económica del mundo occidental. Un diagnóstico certero de la desigualdad generada por tres décadas de un imperante y arrollador neoliberalismo y una silente y desorientada socialdemocracia. Una redacción inteligente, profunda y argumentada que advirtió sobre lo que estaba ocurriendo y dio en el blanco con sus posibles consecuencias.

10 novelas de 2021

Dos títulos a los que volví más de veinte años después de haberlos leído por primera vez. Otro más al que recurrí para conocer uno de los referentes del imaginario de un pintor. Cuatro lecturas compartidas con amigos y sobre las que compartimos impresiones de lo más dispar. Uno del que había oído mucho y bueno. Y dos más que leí recomendados por quienes me los prestaron y acertaron de pleno.

«Venus Bonaparte» de Terenci Moix. Una biografía que combina la magnanimidad de las múltiples facetas de la historia (política, arte, religión…) con lo más mundano (el poder, el amor, el sexo…) de los seres humanos. Un trabajo equilibrado entre los datos reales, basados en la documentación, y la libertad creativa de un escritor dotado de una extraordinaria capacidad expresiva. Una narrativa fluida que ahonda, analiza, describe y explica y unos diálogos ingeniosos y procaces, llenos de respuestas y sentencias brillantes.

«A sangre y fuego» de Manuel Chaves Nogales. Once episodios basados en otras tantas situaciones reales que demuestran que la violencia engendra violencia y que la Guerra Civil fue más que un conflicto bélico entre nacionales y republicanos. Los relatos escritos por este periodista en los primeros meses de 1937 son una joya narrativa que dejan claro que esta fue una guerra total en la que en muchas ocasiones los posicionamientos ideológicos fueron una disculpa para arrasar con todo aquel que no pensara igual.

«El lápiz del carpintero» de Manuel Rivas. Una narración que, además de los hechos, abarca las emociones de sus protagonistas y sus preguntas y respuestas planteándose el por qué y el para qué de lo que está ocurriendo. Un viaje hasta la Galicia violentada en el verano de 1936 por el alzamiento nacional y embrutecida por lo que derivó en una salvaje Guerra Civil y una despiadada dictadura.

«Drácula» de Bram Stoker. Novela de terror, romántica, de aventuras, acción e intriga sin descanso. Perfectamente estructurada a partir de entradas de diarios y cartas, redactadas por varios de sus personajes, con los que ofrece un relato de lo más imaginativo sobre la lucha del bien contra el mal. El inicio de un mito que sigue funcionando y a cuya novela creadora la pátina del tiempo la hace aún más extraordinaria.

“Alicia en el país de las maravillas” y «Alicia a través del espejo», de Lewis Carroll. No es la obra infantil que la leyenda dice que es. Todo lo contrario. Su protagonista de siete años nos introduce en un mundo en el que no sirven las convenciones retóricas y conceptuales con que los adultos pensamos y nos expresamos. Una primera parte más lúdica y narrativa y una segunda más intelectual que pone a prueba nuestras habilidades para comprender las situaciones en las que la lógica hace de las suyas.  

«Feria» de Ana Iris Simón. Narración entre la autobiografía, el fresco costumbrista y la mirada crítica sobre las coordenadas de nuestro tiempo desde la visión de una joven de treinta años educada para creer que cuando llegara a los treinta tendría el mundo a sus pies. Un texto que, jugando a la autenticidad de lo espontáneo, bordea el artificio de lo naif, pero que plasma muy bien la inmaterialidad que conforma nuestra identidad social, familiar y personal.

“A su imagen” de Jérôme Ferrari. La historia, el sentido, el poder y la función social del fotoperiodismo como hilo conductor de una vida y como medio con el que sintetizar la historia de una comunidad. Una escritura honda que combina equilibradamente puntos de vista y planos temporales, que descifra con precisión lo silente y revela la realidad de los vínculos entre la visceralidad y la racionalidad de la naturaleza humana.

«La ridícula idea de no volver a verte» de Rosa Montero. Lo que se inicia como una edición comentada de los diarios personales de Marie Curie se convierte en un relato en el que, a partir de sus claves más íntimas, su autora reflexiona sobre las emociones, las relaciones y los vínculos que le dan sentido a nuestra vida. Una prosa tranquila, precisa en su forma y sensible en su fondo que llega hondo, instalándose en nuestro interior y dando pie a un proceso transformador tras el que no volveremos a ser los mismos.

“Lo prohibido” de Benito Pérez Galdós. Las memorias de José María Bueno de Guzmán van de 1880 a 1884. Cuatro años de un fresco de la alta sociedad madrileña, de apariencias y despropósitos, dimes y diretes y tejemanejes sociales, políticos y económicos de los supuestamente adinerados y poderosos. Una superficie de lujo, buen gusto y saber estar que oculta una buena dosis de soberbia, corrupción, injusticia y perversión.

“Segunda casa” de Rachel Cusk. Una novela introvertida más que íntima, en la que lo desconocido tiene mayor peso que lo explícito. Ambientada en un lugar hipnótico en el que la incomunicación resulta ser la atmósfera en la que tiene lugar su contrario. Una prosa intensa con la que su protagonista se abre, expone y descompone en su intento por explicarse, entenderse y vincularse.

10 películas de 2021

Cintas vistas a través de plataformas en streaming y otras en salas. Españolas, europeas y norteamericanas. Documentales y ficción al uso. Superhéroes que cierran etapa, mirada directa al fenómeno del terrorismo y personajes únicos en su fragilidad. Y un musical fantástico.

«Fragmentos de una mujer». El memorable trabajo de Vanessa Kirby hace que estemos ante una película que engancha sin saber muy bien qué está ocurriendo. Aunque visualmente peque de simbolismos y silencios demasiado estéticos, la dirección de Kornél Mundruczó resuelve con rigor un asunto tan delicado, íntimo y sensible como debe ser el tránsito de la ilusión de la maternidad al infinito dolor por lo que se truncó apenas se materializó.

«Collective». Doble candidata a los Oscar en las categorías de documental y mejor película en habla no inglesa, esta cinta rumana expone cómo los tentáculos de la podredumbre política inactivan los resortes y anulan los propósitos de un Estado de derecho. Una investigación periodística muy bien hilada y narrada que nos muestra el necesario papel del cuarto poder.

«Maixabel». Silencio absoluto en la sala al final de la película. Todo el público sobrecogido por la verdad, respeto e intimidad de lo que se les ha contado. Por la naturalidad con que su relato se construye desde lo más hondo de sus protagonistas y la delicadeza con que se mantiene en lo humano, sin caer en juicios ni dogmatismos. Un guión excelente, unas interpretaciones sublimes y una dirección inteligente y sobria.

«Sin tiempo para morir». La nueva entrega del agente 007 no defrauda. No ofrece nada nuevo, pero imprime aún más velocidad y ritmo a su nueva misión para mantenernos pegados a la pantalla. Guiños a antiguas aventuras y a la geopolítica actual en un guión que va de giro en giro hasta una recta final en que se relaja y llegan las sorpresas con las que se cierra la etapa del magnético Daniel Craig al frente de la saga.

«Quién lo impide». Documental riguroso en el que sus protagonistas marcan con sus intereses, forma de ser y preguntas los argumentos, ritmos y tonos del muy particular retrato adolescente que conforman. Jóvenes que no solo se exponen ante la cámara, sino que juegan también a ser ellos mismos ante ella haciendo que su relato sea tan auténtico y real, sencillo y complejo, como sus propias vidas.

«Traidores». Un documental que se retrotrae en el tiempo de la mano de sus protagonistas para transmitirnos no solo el recuerdo de su vivencia, sino también el análisis de lo transcurrido desde entonces, así como la explicación de su propia evolución. Reflexiones a cámara salpicadas por la experiencia de su realizador en un ejercicio con el que cerrar su propio círculo biográfico.

«tick, tick… Boom!» Nunca dejes de luchar por tu sueño. Sentencia que el creador de Rent debió escuchar una y mil veces a lo largo de su vida. Pero esta fue cruel con él. Le mató cuando tenía 35 años, el día antes del estreno de la producción que hizo que el mundo se fijara en él. Lin-Manuel Miranda le rinde tributo contándonos quién y cómo era a la par que expone cómo fraguó su anterior musical, obra hasta ahora desconocida para casi todos nosotros.

«La hija». Manuel Martín Cuenca demuestra una vez más que lo suyo es el manejo del tiempo. Recurso que con su sola presencia y extensión moldea atmósferas, personajes y acontecimientos. Elemento rotundo que con acierto y disciplina marca el ritmo del montaje, la progresión del guión y el tono de las interpretaciones. El resultado somos los espectadores pegados a la butaca intrigados, sorprendidos y angustiados por el buen hacer cinematográfico al que asistimos.

«El poder del perro». Jane Campion vuelve a demostrar que lo suyo es la interacción entre personajes de expresión agreste e interior hermético con paisajes que marcan su forma de ser a la par que les reflejan. Una cinta técnicamente perfecta y de una sobriedad narrativa tan árida que su enigma está en encontrar qué hay de invisible en su transparencia. Como centro y colofón de todo ello, las extraordinarias interpretaciones de todos sus actores.

«Fue la mano de Dios». Sorrentino se auto traslada al Nápoles de los años 80 para construir primero una égloga de la familia y una disección de la soledad después. Con un tono prudente, yendo de las atmósferas a los personajes, primando lo sensorial y emocional sobre lo narrativo. Lo cotidiano combinado con lo nuclear, lo que damos por sentado derrumbado por lo inesperado en una película alegre y derrochona, pero también tierna y dramática.