El día a día cien años atrás en una pequeña isla irlandesa, donde la vida es sencilla y cualquier cambio puede causar un terremoto personal y social. Paisajes sobrecogedores y una escenografía inmersiva. Personajes diáfanos perfectamente interpretados. Y una trama original y diferente centrada en las motivaciones, misterios y propósitos de la conducta humana.
Aristóteles señalaba que “el hombre es un ser social por naturaleza”. Esencia que Pádraic siente en peligro el día que Colm le retira su palabra. Quien hasta el 30 de marzo de 1923 había sido su mejor amigo, deja de hablarle y mirarle a la cara, se sienta alejado de él en el pub al que siempre iban juntos. La justificación es doble. Ya no le gusta, se aburre con él y quiere dedicar su tiempo, energía y atención a la música con el ánimo de perdurar el día que fallezca. La claridad y solidez de su decisión es semejante a la estupefacción e incredulidad de la reacción de su vecino. El día a día sigue transcurriendo con la misma monotonía, pero le es imposible sentir la paz, equilibrio y plenitud que hasta entonces le proporcionaba el entorno en el que vive.
Almas en pena de Inisherin es transparente en su sencillez. No plantea cuestiones existenciales, parte de marcos etnográficos ni su trama gira en torno a la observación psicológica o el análisis social. No hay más que lo que se ve. Y esa es su grandeza, transmitir plenitud sin necesidad de artificios técnicos o dobles lecturas argumentales. El individuo en comunión con el resto de la vida, con el fluir de las estaciones y su influjo en la tierra que habita y trabaja, así como con los animales que le acompañan. Una observación similar a la que Martin McDonagh ya realizara enTres anuncios en las afueras (2017), destacando con la fotografía de Ben Davis la intimidad de sus interiores, el costumbrismo de su orografía y la epifanía de su luz, y con la banda sonora de Carter Burwel la autenticidad del pulso interior que late en todo ello.
La complejidad, tensión e intriga llega con cuanto tiene que ver con los códigos comunicativos y la razón de ser de los nexos entre las personas. El guión de McDonagh conjuga el realismo y la fantasía, lo establecido y lo espiritual, lo material y lo fantasmal referenciando como en la otra orilla transcurre una guerra, evidenciando el papel vertebrador de la religión y la autoridad, e incluyendo caracteres que remiten a lo ancestral. Y combinando y contrastando con todo ello, el muy peculiar conflicto, entre los personajes encarnados soberbiamente por Colin Farrel y Brendan Gleeson, con una evolución impredecible que sostiene muy eficazmente el desarrollo de la historia.
Dos universos emocionales genuinos en los que confluyen lo entrañable y lo reservado, lo obvio de lo público y compartido y lo inexpugnable de lo íntimo y privado. Dos seres con interrogantes que ni ellos mismos saben resolver, pero con certezas que les guían. Dos tipos peculiares que no son metáfora ni símbolo de nadie más, pero que se complementan perfectamente tanto visualmente con los elementos con los que comparten plano, como emocionalmente con el modo en que se vive, piensa, siente y actúa en Inisherin.
Renovarse o morir. Lo vivido en los últimos quince meses no ha sido un paréntesis tras cuyo aparente próximo cierre volver al punto en el que estábamos en marzo de 2020. Las transformaciones y adaptaciones a que estas entidades fundamentales de nuestro tiempo se han visto abocadas como consecuencia de esta disrupción les obliga a replantearse su rol en un futuro ya en construcción.
Este 18 de mayo el ICOM (Consejo Internacional de Museos) propone celebrar el Día Internacional de los Museos bajo el lema El futuro de los museos: recuperar y reimaginar invitándonos a crear, imaginar y compartir nuevas prácticas de (co)creación de valor, nuevos modelos de negocio para las instituciones culturales y soluciones innovadoras para los retos sociales, económicos y medioambientales del presente. Algo que sin duda alguna pasa por trabajar de manera aún más prioritaria en tres áreas que ya lo eran: sostenibilidad, digitalización y transparencia.
Como punto de partida, y base de lo que no debemos olvidar en ningún momento, ¿qué es un museo? Según la definición acordada por el ICOM en 2007, una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo.
Sostenibilidad
Funciones que cruzadas con las bases (económica, social y medioambiental) de la sostenibilidad nos dicen que, sin duda alguna, el valor de un museo está en su segunda dimensión, la social. Por supuesto que es necesario que su cuenta de resultados acabe el 31 de diciembre con signo positivo, y que sea probable que requiera para ello de apoyo público (vía Ministerio, Consejerías o Ayuntamientos) o privado (buscando más la filantropía que el patrocinio para no correr el riesgo de convertirse en una herramienta de imagen de su financiador) con que compensar lo que no ha sido capaz de alcanzar con sus propios recursos (humanos y técnicos) y medios (venta de entradas, alquiler de espacios, patrocinio de actividades, derechos de imagen, edición de publicaciones…).
Pero si se cuantifica y transmite públicamente el valor generado, así como el modo en que obtienen y dedican las cifras de su presupuesto, ese déficit numérico seguro que será ampliamente comprendido por la mayoría del público. Para ello el museo ha de dar a conocer su papel en el aquí y ahora de nuestra sociedad; qué genera en los visitantes, usuarios y destinatarios de su labor; o cuántos y qué variables caracterizan a los que se benefician intelectual y económicamente de él.
Desde la catalogación y preservación de los fondos que atesora en sus almacenes y muestra en sus salas -legado que nos permite entender quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí-, la labor educativa que realiza complementando los contenidos curriculares de las distintas etapas de la educación formal, la investigadora que puede desarrollar tanto en colaboración con el mundo universitario y académico como con el empresarial, o los negocios aledaños que son visitados como consecuencia del imán turístico y vecinal que son muchos de ellos.
Objetivos complementarios de otros que exigen considerar la diversidad de condiciones e intereses de los muchos colectivos de nuestra ciudadanía, desde aquellos con capacidades (físicas, sensoriales, psicológicas o intelectuales) diferentes, como los excluidos por cualquier condicionante (raza, sexo, religión…) y para los que todo museo puede ser un lugar de encuentro y diálogo tanto con otras personas como con historias que les muestren y les hagan sentir que son parte necesaria y fundamental de la comunidad que formamos entre todos.
Unas puertas que deben abrirse, o hacerlo aún más, a nuevas ideas y propuestas creativas con las que confrontar, complementar, hacer crecer y hasta corregir, si fuera necesario, las narrativas que han acogido hasta ahora. Discursos en los que seguro tienen cabida contenidos y lecturas medioambientales con las que acercar el peso que esta dimensión de la sostenibilidad tiene en el día a día de nuestras vidas y lo necesario que es su cuidado para que los que nos sucedan puedan disfrutar del mundo en el que vivimos de igual, o incluso mejor, manera en que lo hacemos nosotros.
Digitalización
Si hubo una práctica en auge tanto durante las semanas de confinamiento como desde entonces, esta ha sido la de la digitalización. Ya sabíamos que el futuro nos llevaba hacia ahí, pero éste llegó mucho antes de lo esperado y nos ha pillado sin estar preparados y ahora corremos para saber qué tenemos que hacer para ser verdaderamente digitales y cómo maximizar sus posibilidades.
Tenemos claro que la digitalización nos permite llegar a nuevos públicos, fundamentalmente a los alejados geográficamente, ofrecer más a los ya existentes y atraer a otros que, pudiendo, no se habían acercado hasta ahora a los museos próximos a ellos. Pero no debemos olvidar que la virtualidad de una pantalla no podrá sustituir en ningún caso a la vivencia de la experiencia física, a las emociones del encuentro personal. Asimismo, que, como toda innovación, su implementación debe hacerse cuidando no dejar a nadie atrás, lo que exige poner el foco en la alfabetización digital de los no familiarizados con esta manera de relacionarnos cada vez más habitual y preponderante.
Transparencia
Y todo ello pasa por una continua comunicación que tenga como máxima tanto la de mostrarse como la de dejarse interrogar. No solo publicitar los datos y opiniones que el museo considera que dan fe de su trabajo, sino también facilitar de manera abierta, honesta y completa la información solicitada por sus diferentes grupos de interés (prestando especial atención a sus propios empleados). Una labor que va más allá de disponer de una página web completa, ser activo en redes sociales y atender las llamadas de los periodistas con el objetivo ya señalado, “dar a conocer su papel en el aquí y ahora de nuestra sociedad”.
Un diálogo entendido como pieza clave de su modelo de gestión y de ser y estar en el ecosistema social y político en el que está circunscrito, pero que, a su vez, bien dirigido y analizado, puede convertirse en guía de su actuación e influir, convenientemente, en el crecimiento y consolidación de su reputación, así como en la continua evolución de su identidad y misión. Una tarea nada fácil, y en la que toda colaboración sectorial siempre es positiva, pero que cada museo ha de trabajar por sí mismo para situarse y permanecer en ese punto entre el aquí y allí, el antes y el después en el que entregarse a la labor de recuperar, imaginar y reimaginar tanto su futuro como el de la sociedad de la que forma parte.
Hemos doblegado la curva, la desescalada será asimétrica y gradual, ya podemos salir a la calle y hay que pensar en reactivar la economía. Pensamos en cómo será nuestra vida tras la pandemia del coronavirus y, por el momento, las respuestas tienen mucho más de elucubración que de certeza. Quizás mirar atrás, a las vivencias y reflexiones serias, duras y dolorosas pero también banales, escapistas y costumbristas de este último mes y medio, encontremos algunas de las claves que nos permitan -tanto a nivel individual como colectivo- reinventarnos y liberarnos de la incertidumbre.
10/03. Se suspenden las clases. A partir de mañana, #teletrabajo y #quédateencasa si puedes.
11/03. No está de más volver a leer La peste de Albert Camus.
12/03. Efectos del cambio climático, coronavirus… por mucho que nos empeñemos, la naturaleza tiene su propio ritmo y se impone a nuestro de deseo de control y de poder sobre ella.
13/03. Aplausos a las ocho, #GraciasSanitarios.
14/03. Lo del «estado de alarma» va camino de ser «estado de alarma en diferido».
15/03. La globalización no es solo viajar a donde quieras y que lo que tienes sea fabricado en el tercer mundo para que te resulte más barato. La globalización es también que otros lleguen hasta donde vives tú y que los males del tercer mundo también te afecten a ti.
16/03. Medios de comunicación: ¿qué tal sustituir el «Urgente» por «Última hora»?
17/03. Cada vez que miro a la calle desde el balcón me siento como James Stewart en La ventana indiscreta.
18/03. El mensaje de Felipe VI hubiera valido el sábado o el domingo (pero estaba en otras cosas). Ha llegado tarde y con una retórica vacía.
19/03. ¿Cuánto € nos hemos ahorrado con los recortes en sanidad pública realizados desde hace diez años? ¿Cuál será el sobrecoste ocasionado por la pandemia? Los que propugnaban su privatización seguro que no querrán responder a la segunda cuestión.
20/03. Cuando todo esto pase, habrá tortas para coger hora en la peluquería.
21/03. #DíaMundialDeLaPoesía, excusa perfecta para volver a Roma, peligro para caminantes con los versos, los sonetos y las canciones de Rafael Alberti.
22/03. El padre de Jorge, uno de los casi 400 fallecidos de hoy. Ingresó el viernes, en solo dos días el virus le venció.
23/03. El primo Filiberto, uno de los 2.696 fallecidos hasta hoy. No pudieron enterrarle hasta nueve días después.
24/03. Triste noticia, se nos va Terrence McNally, uno de los mejores dramaturgos.
25/03. El hermano de Reme, 66 años, uno de los 738 fallecidos de hoy.
26/03. Hay más gente haciendo directos en instagram que seguidores viéndoles.
28/03. El padre de Juan, uno de los 27 fallecidos en menos de un mes en la residencia de ancianos de Ciempozuelos en la que vivía. No pudo acompañarle ninguno de sus tres hijos.
29/03. Toda crisis tiene momentos en que parece que más que hacia la solución se va hacia el desastre, #Resiliencia.
30/03. Si después de las vacaciones es cuando más parejas rompen, ya verás tú tras el confinamiento. El algoritmo de las apps de ligue va a echar humo.
31/03. ¿Qué nos está salvando, aliviando, esperanzando, entreteniendo y motivando a muchos? El cine, los libros, el teatro, la música, las exposiciones on line… La cultura.
01/04. #DíaDelLibroLGTB, excusa perfecta para volver a recomendar Nos acechan todavía de Ramón Martínez, un ensayo con el que entender los retos, dificultades y agentes que hacen frente en la actualidad al movimiento LGTBI.
02/04. Tenemos que cuidar la salud para que la economía vuelva a ser lo primero, dice el Ministro de Sanidad. ERROR. La prioridad debemos ser siempre las personas. ¿Cómo? A través de los pilares del llamado estado del bienestar (sanidad, educación, cultura, derechos laborales…). Quizás el ERROR está en haber depredado esas áreas de actuación política supeditándolas a la economía bajo términos como gasto, coste, productividad u oferta y demanda.
03/04. ¿Por qué gritan algunos periodistas en las conexiones en directo?
04/04. A lo mejor la deslocalización industrial dando por hecho que el grifo del made in Asia se abriría cada vez que quisiéramos no fue tan buena idea.
05/04. No había usado chándal tantos días seguidos desde que estudiaba la EGB.
06/04. En estos días de incertidumbre, hay una imagen que viene una y otra vez a mi cabeza, la del Perro semihundido que Goya pintara allá por 1820 y que se puede ver en el Museo Nacional del Prado.
07/04. Los ERTEs no parecen afectar a los diseñadores, redactores y distribuidores de bulos y fake news.
09/04. La nevera vacía y Mercadona cerrado, en un acto de subversión voy a comprar a Supersol. Llueve, luzco un chándal rojo y el único impermeable que tengo es verde, parezco la bandera de Portugal.
10/04. El Gobierno se da por enterado del #apagóncultural, ahora falta lo importante, que lleguen los hechos.
11/04. Entre la fatal comunicación y argumentación de unos y la inquina y el griterío de los otros, #AsíNo.
12/04. ¿Se podría hacer un recopilatorio de los bulos y fakes que cada medio de comunicación ha inventado y/o ayudado a difundir?
13/04. #DíaInternacionalDelBeso, ¿cómo besarse evitando el contacto físico?
15/04. #DiaMundialDelArte, jornada perfecta para recordar y reivindicar una vez más a #KeithHaring, un creador fresco, ingenioso y comprometido que dio imagen y estilo a los años 80.
16/04. He bajado a tirar la basura y me he sentido como un inocente que, tras actuar en defensa propia, intentaba no ser pillado en el momento en que se deshacía de las pruebas incriminatorias.
17/04. Escucho decir a un tertuliano en un programa de televisión: «sobre ese tema no puedo opinar, no tengo criterio«.
18/04. Dejar salir a los niños a la calle durante el confinamiento, ¿debate psicopedagógico o excusa para el enfrentamiento político?
19/04. Por qué cada vez que aparece un político de la oposición ya sabemos, antes de que abra la boca, qué va a decir y en qué tono. Porque solo se quejan de la acción del Gobierno sin aportar propuesta o medida alguna.
20/04. ¿Volverán a poner en duda que la tierra es redonda gritando que es plana? ¿Negarán la evolución de las especies afirmando que tienen pruebas de que llegaron en el arca de Noé? #TodoEsPosible.
21/04. Que los promotores y defensores de la ley mordaza pongan ahora el grito en el cielo porque la Guardia Civil investigue el uso delictivo y malintencionado que se pueda hacer de las RR.SS.
22/04. Espero que la pandemia haga ver lo importante que es realizar una correcta comunicación por parte de AAPP, partidos políticos, empresas e instituciones; que no se puede improvisar y exige contar con profesionales expertos en la materia.
23/04. #DíaDelLibro, jornada en la que recordar que los libros nos acompañan, guían, entretienen y descubren realidades, experiencias y puntos de vista haciendo que nuestras vidas sean más gratas y completas, más felices incluso.
24/04. Me fascinan la burbuja de egofantasía y el vacío existencial que transmiten los influencers.
25/04. Los titulares de la mayoría de los periódicos y los tuits de todos los políticos estaban ya escritos antes de la comparecencia del Presidente del Gobierno.
27/04. La salida de los niños a la calle, ¿ayuda para sobrellevar el confinamiento o inicio de la desescalada? Pensaba que era lo primero, pero parece que la mayoría se lo ha tomado como lo segundo.
28/04. Decían que el Estado no era quién para indicarles cómo educar a sus hijos y ahora, si alguien no respeta la distancia social, acusan al Estado de no haberles explicado correctamente cómo se hace, #CriticarPorCriticar.
29/04. 45 días seguidos comiendo pizza, método Díaz Ayuso para mantenerte sano y en forma.
30/04. La vida por fases y horarios, #LaNuevaNormalidad (26.771 fallecidos hasta hoy).
¿En qué consiste el arte y la práctica de las relaciones públicas? ¿Cuáles son sus objetivos y qué ayudan a conseguir? ¿Qué papel tienen en el mundo 24/7, multidisciplinar y digital actual? ¿Qué habilidades debe tener y qué principios seguir un profesional de la materia para estar siempre al día?
Sandra Stahl no pretende dar una lección magistral ni ensalzar mediante un extenso tratado su profesión. Su propuesta es recordar a sus colegas los pilares de su dedicación y ofrecer, a la par, una guía con la que los neófitos se introduzcan en la materia que sirve, igualmente, para que la entiendan los ajenos a ella.
Lo primero es tener claro que lo que antes llamábamos comunicación hoy es relaciones públicas porque los grupos de interés a los que hemos de llegar no solo son más amplios, sino más heterogéneos, abarcando un amplio abanico de puntos de vista, intereses y motivaciones. Esto implica que los límites con otras áreas de trabajo como marketing, publicidad, relaciones instituciones o comunicación interna no son líneas rojas y hay que actuar, al menos, de manera coordinada, sino integrada.
La base de las RR.PP. es conocer a quien nos dirigimos y presentarle nuestra oferta desde su prisma, que sepa quiénes somos, qué podemos hacer por él, qué mejorar, solucionar o hacerle descubrir a través de nuestros productos y servicios, cómo le hemos de hacer sentir. Toda investigación es poca para ponernos en el lugar de nuestro público objetivo, motivo por el que debemos prestar especial atención a las posibilidades que nos ofrece la tecnología (big data, data mining) para conocerle. Punto importante es tener claro que nuestro objetivo no es vender, promocionar o persuadir, sino convencer informando, consolidando o consiguiendo que cambie una opinión, un discurso o un comportamiento.
Un aspecto básico es la creatividad. Es la base para innovar, evolucionar y crecer. Para diferenciarse y ser competitivos. Lo que hoy funciona (gráfica, textual, experimentalmente…) mañana ya no, con lo que no hay que dejar de conocer, mirar, preguntar, observar y analizar. Y no solo en el campo de la comunicación y las relaciones públicas, nunca se sabe de dónde puede venir una idea. Pero eso sí, la creatividad no lo es todo, solo es válida si apoya el propósito final, establecer una relación de confianza con esa persona que tiene que sentirse escuchada comprobando cómo nuestro mensaje incluye, también, sus propuestas.
Leer continuamente y escribir bien son los cimientos de esta profesión. No hay otra manera de aprender y seguir expresándonos correctamente, con lo que debemos practicarlas continuamente, sin descanso. Y aunque sea un consejo muy manido, ¡salir de la zona de confort! En el no con que respondemos en muchas ocasiones puede estar la clave para entrar en coordenadas diferentes a aquellas en las que nos solemos mover y dar así con la manera de ampliar nuestros horizontes. Añádase a esto que la perfección técnica está sobrevalorada, es ideal que salga bien todo lo que hemos planificado, pero más importante aún es que causemos la impresión que deseamos.
Vivimos en un entorno cambiante, en el que, una vez que es pública, la información fluye sin límites geográficos ni temporales, lo que nos exige una atención y flexibilidad permanente. Por este motivo debemos comunicar y relacionarnos en tiempo real, pero sin dejarnos llevar por la velocidad de esa vorágine (especialmente en las redes sociales) y partiendo siempre de los objetivos estratégicos que nos hemos marcado. Así como del conocimiento que tenemos de aquellos a los que nos dirigimos que nos permite estar preparados para actuar y en coordinación con el resto de áreas de la organización en la que trabajemos (desarrollo de negocio, legal, RR.HH., financiero…).
The Art and Craft of PR, Sandra Stahl, 2018, Lid Publishing.
113 términos cotidianos del país del sol naciente, sin traducción directa al español, explicados de manera sencilla y cercana. Un modo diferente, por la sensibilidad y la claridad expositiva de Alex Pler, de acercarnos a través del lenguaje -y de las imágenes que acompañan muchas de las definiciones- a una cultura tan aparentemente diferente a la nuestra.
Además de un medio con el que crear belleza (literatura) o con el que articular la convivencia (legislación), una lengua es un medio con el que expresarnos y entendernos con aquellos que también la hablan. Pero además del idioma, también compartimos experiencias y sensaciones similares marcadas por circunstancias tan dispares como el entorno geográfico en el que vivimos, las coordenadas culturales en las que hemos sido educados o los principios que han marcado la estructuración y desarrollo de la sociedad de la que formamos parte. Esto tiene su reflejo en el lenguaje, dando pie a vocablos que expresan realidades, vivencias o emociones que son tan únicas -y por tanto, de uso limitado- como el lugar en el que se experimentan o las personas que las viven, ya sea por los valores por los que se rigen como por la peculiaridad de su sensibilidad.
Más allá de argumentaciones antropológicas, filológicas o históricas, lo que Alex Pler ha editado no es un diccionario al uso, sino algo más parecido a un recopilatorio poético. Pero en lugar de haikus (que sería lo esperado de Japón), él ha reunido palabras que no se refieren a cuestiones estrictamente japonesas (como podría ser la gastronomía) sino más universales, relativas al diálogo con el entorno (la naturaleza, la urbanidad) o la convivencia (la familia, el trabajo). Y precisamente esto es lo sorprendente de su propuesta y el valor de Hanakotoba, el hacernos pensar por qué en la cultura nipona han llegado a elaborar conceptos para cuestiones tan concretas como nakama (más que un amigo, alguien cercano a quien consideramos de la familia), etéreas como shibui (el conjunto de los placeres sencillos de la vida adulta) o místicas como kachofugetsu (la belleza única de todos los elementos de la naturaleza y la inspiración artística que nos brindan).
Más allá del orden alfabético, no hay ningún otro hilo conductor de este pequeño diccionario que condicione su lectura. Se puede comenzar por la primera página a la manera tradicional, o por la que se abra sin más dejándose llevar por el espíritu de comunión con lo que nos rodea por el que parece estar inspirado. Una impresión conseguida en buena medida por el cuidado diseño y maquetación de sus páginas, así como por la selección de fotografías que incluyen la mayor parte de ellas. Todas ellas seleccionadas por Alex, algunas incluso realizadas por él durante sus viajes a este país que tanto le inspira y de lo que ya ha dado fe en sus anteriores títulos (La noche nos alumbrará, El mar llegaba hasta aquí e, incluso, en El amor desordenado).
No sé si existe en japonés una palabra que exprese la huella que de manera discreta, pero imperecedera, te deja un libro tras su lectura. Si la hubiera, sería perfectamente aplicable a Hanakotoba.
Un viaje spanglish en coche de dos jóvenes que recorren Estados Unidos partiendo desde México para llegar a Canadá. Un trayecto por esa América anodina, salvaje y vacía que con su silencio obliga a la búsqueda y al diálogo interior. Un relato directo y sin rodeos sobre la identidad, el deseo, la comunicación con el otro, la necesidad de poner palabras a lo que no se nombra y de hacer tangible la abstracción del futuro.
Cuando tienes veinte años el mundo no está a tus pies como nos suelen decir, lo que ocurre es que cuentas con la energía, las ganas, la falta de compromisos y el desconocimiento suficiente para moverte sobre él sin dejarte atrapar por las múltiples formalidades y protocolos que suele exigir hacerse un hueco en él. Si además tienes una familia que te soporta en lo material, dándote casa, estudios y posibilidades para tu vida social, se te coloca esta etiqueta sin que nadie te explique qué supone exactamente.
Aparentemente, Demetrio y Andy son dos jóvenes que vistos desde fuera podrían pasar por esa clase de personas libres de preocupaciones y sin mayor obligación que cumplir el guión que les asignaron sus mayores cuando nacieron. Formarse y conseguir un buen empleo. Casarse heterosexualmente. Reproducirse y dar pie a que el ciclo se siga repitiendo.
Pero antes de que el primero consolide el segundo paso, le pide a su mejor amigo hacer un viaje como última oportunidad teórica de poder hacer algo por impulso, al margen de reglas civiles y deberes familiares aún por conocer. Hacia las luces del norte se inicia en ese mundo de hábitos establecidos por el american way of life que va más allá de la frontera que marca el Río Grande. Pero una vez que se alejan de esas coordenadas, Andy –narrador en primera persona- se va quitando las capas de pudor, formalidad y vergüenza con las que se ha ido cubriendo a medida que se hacía adulto para revelarnos quién es y cómo se siente en su relación con el mundo familiar y social en el que vive.
Así es como a lo largo de una atractiva narración de kilómetros de rodaje por paisajes infinitos, y paradas en ciudades cortadas por el mismo patrón con la intención de llegar hasta Calgary para ver la aurora boreal, toma forma la exposición de su homosexualidad. Algo que no iría más allá de no ser por el deseo y la turbación que su amigo Demetrio le ha causado desde que las hormonas se colocaron en el puesto de gobierno que tienen en toda persona desde su adolescencia.
Una tensión en la que la honestidad, la cercanía corporal, el calor ambiental, la indefinición de la noche y el imán de la piel harán de las suyas generando una atmósfera de atracción, carnalidad, morbo y deseo. Una vivencia en la que Angel Valenzuela nos implica con un estilo sobrio y coloquial que va más allá de lo erótico, pero sin eludir lo físico ni lo sexual ni endulzar las consecuencias de las reacciones químicas y los comportamientos humanos –unos marcados por la razón, otros por la emoción- que nos relata con acertada precisión. Ese es el verdadero viaje de Hacia las luces del norte y el motivo por el que me apetece leer más de este autor para así también volver a disfrutar con cómo combina el español con el inglés en su escritura.
Periodismo de investigación; mujeres que tienen que encontrar la manera de estar juntas, de escapar, de encontrar a quienes les falta o de sobrevivir sin más; el deseo de vengarse, la necesidad de huir y el impulso irrefrenable de manipular la realidad; ser capaces de dialogar y de entendernos, de comprender por qué nos amamos,…
Spotlight. Tom McCarthy realizó una gran película en la que lo cinematográfico se mantiene en la sombra para dejar todo el protagonismo a lo que verdaderamente le corresponde, al proceso de construcción de una noticia a partir de un pequeño dato, demostrando cuál es la función social del periodismo y por qué se le considera el cuarto poder.
Carol. Bella adaptación de la novela de Patricia Highsmith con la que Todd Haynes vuelve a ahondar en los prejuicios y la crueldad de la sociedad americana de los años 50 en una visión complementaria a la que ya ofreció en Lejos del cielo. Sin excesos ni remilgos en el relato de esta combinación de drama y road movie en la que la unión entre Cate Blanchett y Rooney Mara echa chispas desde el momento cero.
La habitación. No hay actores, hay personajes. No hay guión, hay diálogos y acción. No hay dirección, hay una historia real que sucede ante nuestros ojos. Todo en esta película respira honestidad, compromiso y verdad. Una gran película sobre lo difícil y lo enriquecedora que es la vida en cualquier circunstancia.
Julieta. Entra en el corazón y bajo la piel poco a poco, de manera suave, sin prisa, pero sin pausa. Cuando te quieres dar cuenta te tiene atrapado, inmerso en un personalísimo periplo hacia lo profundo en el que solo eres capaz de mirar hacia adelante para trasladarte hasta donde tenga pensado llevarte Almodóvar.
La puerta abierta. Una historia sin trampa ni cartón. Un guión desnudo, sin excesos, censuras ni adornos. Una dirección honesta y transparente, fiel a sus personajes y sus vivencias. Carmen Machi espectacular, Terele Pávez soberbia y Asier Etxeandía fantástico. Una película que dejará huella tanto en sus espectadores como, probablemente, en los balances de lo mejor visto en nuestras pantallas a lo largo de este año.
Tarde para la ira. Rabia y sangre fría como motivación de una historia que se plasma en la pantalla de la misma manera. Contada desde dentro, desde el dolor visceral y el pensamiento calculador que hace que todo esté perfectamente estudiado y medido, pero con los nervios y la tensión de saber que no hay oportunidad de reescritura, que todo ha de salir perfectamente a la primera. Así, además de con un impresionante Antonio de la Torre encarnando a su protagonista, es como le ha salido su estreno tras la cámara a Raúl Arévalo.
Un monstruo viene a verme. Un cuento sencillo que en pantalla resulta ser una gran historia. La puesta en escena es asombrosa, los personajes son pura emoción y están interpretados con tanta fuerza que es imposible no dejarse llevar por ellos a ese mundo de realidad y fantasía paralela que nos muestran. Detrás de las cámaras Bayona resulta ser, una vez más, un director que domina el relato audiovisual como aquellos que han hecho del cine el séptimo arte.
Elle. Paul Verhoeven en estado de gracia, utilizando el sexo como medio con el que darnos a conocer a su protagonista en una serie de tramas tan bien compenetradas en su conjunto como finamente desarrolladas de manera individual. Por su parte, Isabelle Huppert lo es todo, madre, esposa, hija, víctima, mantis religiosa, manipuladora, seductora, fría, entregada,… Director y actriz dan forma a un relato que tiene mucho de retorcido y de siniestro, pero que de su mano da como resultado una historia tan hipnótica y delirante como posible y verosímil.
La llegada. Ciencia-ficción en estado puro, enfocada en el encuentro y el intento de diálogo entre la especie humana y otra llegada de no se sabe dónde ni con qué intención. Libre de artificios, de ruido y efectos especiales centrados en el truco del montaje y el impacto visual. Una historia que articula brillantemente su recorrido en torno a aquello que nos hace seres inteligentes, en la capacidad del diálogo y en el uso del lenguaje como medio para comunicarnos y hacernos entender.
Animales nocturnos. Tom Ford ha escrito y dirigido una película redonda. Yendo mucho más allá de lo que admiradores y detractores señalaron del esteticismo que tenía cada plano de “Un hombre soltero”. En esta ocasión la historia nos agarra por la boca del estómago y no nos deja casi ni respirar. Impactante por lo que cuenta, memorable por las interpretaciones de Jake Gyllenhall y Amy Adams, y asombrosa por la manera en que están relacionadas y encadenadas sus distintas líneas narrativas.
Ciencia-ficción en estado puro, enfocada en el encuentro y el intento de diálogo entre la especie humana y otra llegada de no se sabe dónde ni con qué intención. Libre de artificios, de ruido y efectos especiales centrados en el truco del montaje y el impacto visual. Una historia que articula brillantemente su recorrido en torno a aquello que nos hace seres inteligentes, en la capacidad del diálogo y en el uso del lenguaje como medio para comunicarnos y hacernos entender.
Si algo impactante tenía Sicario –el anterior título de Denis Villeneuve- fue su capacidad de contarnos todos los elementos que suponen la vivencia policial de la lucha contra el narcotráfico sin necesidad de situarnos constantemente en esos pocos momentos que son en realidad los de las operaciones especiales de captura de capos y de grandes alijos. En esta ocasión, Villeneuve se coloca de una manera aún más íntima en esa posición como narrador para trasladarnos ahí donde está lo realmente importante, en el contacto con lo desconocido y en el esfuerzo y búsqueda interior no solo por comprender, sino por establecer una relación de comprensión y ofrecimiento esperando una respuesta recíproca.
Una actitud en la que los espectadores confluimos con la protagonista, con su libertad de prejuicios y actitud positiva de no dar nada por supuesto y de entender que el progreso comienza por superar uno mismo las barreras del desconocimiento y de lograr lo que hasta entonces haya sido incapaz de conseguir. Algo que transmite con gran naturalidad la narrativa de esta película, no hay nada excesivo en ella. La llegada no es una cinta sobre la irrupción de lo alienígena en nuestras vidas o la amenaza ante una fuerza que tiene como objetivo someternos. No, es sobre nuestra reacción ante lo desconocido, de ser capaces de elegir la opción adecuada en ese choque de fuerzas encontradas que son el miedo, la prudencia y la valentía de arriesgarse.
Eso es el motor en torno al cual gira todo durante las dos horas de proyección y la pieza original sobre la que se acopla perfectamente cuanto sucede y vemos. Desde la estética oriental de los signos del método de escritura de los llegados del más allá a las composiciones llenas de luz que hacen de la pantalla un lienzo en el que se trazan imágenes de un perfecto equilibrio, o los planos que traen a la memoria el recuerdo de la odisea del espacio de Stanley Kubrick y las secuencias de intercambio que nos llevan hasta aquellas notas entre musicales y telegráficas de los Encuentros en la tercera fase de Spielberg.
Un discurrir en el que Amy Adams se integra magistralmente con cuanto acontece, es su inicio y su continuidad, quien le da dimensión trascendental y lo hace a la par profundamente humano. No es lo que dice, cómo mira y cómo se mueve, es mucho más, es lo que su presencia física transmite, la energía con que llena la pantalla y hace salir de ella todo lo que pasa por su cabeza y su corazón de mujer, de investigadora, de científica, de madre,… Una interpretación tan completa y poliédrica como perfecta en un film que seguro estará en los listados de lo mejor de este 2016 que en apenas un mes comenzaremos a ver y a comentar.
Propuestas varias, unas más académicas, otras más innovadoras, sobre el papel de la pintura en el panorama artístico actual de la mano de la Colección Fundación Barrié en CentroCentro.
Atrás se quedaron los tiempos en que la pintura se definía académicamente como una de las bellas artes y por estilos según el momento histórico como medio para reflejar los valores espirituales (religiosos), los protagonistas del poder (personajes de la corte y de la iglesia) y el mundo en el que se vivía (paisajes, bodegones y escenas cotidianas). Entrado el siglo XX la pintura dejó de lado las normas y se planteó como un medio de expresión personal, alejado de cánones y públicos concretos, abriendo su público y sus influencias a un espectro casi universal en el mundo occidental de la mano del marketing y los medios de comunicación.
Llegados a 2015, ¿qué es la pintura hoy? ¿Sigue siendo una disciplina artística? ¿Un medio de expresión, de comunicación o de decoración? ¿Una técnica que forma parte de otras artes como la fotografía, la arquitectura, el vídeo o la escultura?
Preguntas a la que intenta responder esta muestra formada por una acertada selección de 31 obras (la mayoría de ellas fechadas en el s. XXI) de la colección de pintura contemporánea internacional de la Fundación Pedro Barrié formada con algunos de los autores actuales más significativos. Estos son algunos de ellos.
Angela de la Cruz (A Coruña, España, 1965)
Atrás quedan los tiempos en que se llegó a la pintura plana sobre el lienzo con Mark Rothko o Yves Klein y ahora se juega escultóricamente con este soporte haciendo que el óleo se traslade al espacio que se presupone exclusivo de su espectador.
Herbert Brandl (Graz, Austria, 1959)
La fuerza romántica y la expresividad emocional de los paisajes del s. XVIII de Friedrich están tras esta obra que recoge también la visceralidad de la pincelada expresionista hasta hacernos dejar de ser testigos del monte e introducirnos dentro de él como componentes de su tierra.
Shinique Smith (Baltimore, EE.UU., 1971)
Del lenguaje del cómic, la ilustración y los patrones geométricos utilizados para ambientar espacios arquitectónicos surge esta obra que narra algo indefinido a través de su recopilatorio de elementos abstractos y figurativos entre golpes de color y espacios aparentemente solo bocetados.
Günther Förg (Füssen, Alemania, 1952)
Toques de la abstracción americana a la manera de Esteban Vicente en el uso del color con una composición en la que se pueden detectar ecos fotográficos como los reflejos y los destellos.
José Pedro Croft (Oporto, Portugal, 1957)
El arte povera y el ready made aportando los materiales y el camino para conseguir este resultado a partir de hierro y esmalte aplicado sobre el muro. Entre los espacios conseguidos, color para darle tridimensionalidad y perspectiva al trabajo.
Imi Knoebel (Dessau, Alemania, 1940)
Creación constructivista en una técnica mixta con la madera como elemento ajeno a la pintura, utilizando esta como soporte y como elemento que da volumen para con la aplicación del color plano en grandes pinceladas, provocar una profunda sensación plástica.
Gil Heitor Cortesao (Lisboa, Portugal, 1967)
Un espacio entre retro, vintage años 60 y futurista con ese gran vano de luz de líneas curvas iluminando una enorme sala de personajes anónimos aislados análogos a los de Edward Hopper. Todo ello con un enfoque gran angular como si fuera visto a través de una cámara fotográfica.
Carlos Irijalba (Pamplona, España, 1979)
La pintura es una imagen fija a partir de elementos como la luz y la composición. La serie es una obsesión de muchos artistas en torno a un elemento. El videoarte aúna uno y otro concepto creando series de 25 imágenes por segundo sumándoles el movimiento y su capacidad de dar vida a aquello incluido en el encuadre de la cámara.
Colección de Pintura Contemporánea de la Fundación Pedro Barrié, hasta el 26 de abril en CentroCentro Cibeles (Madrid).
Texto, dirección y actores perfectamente engranados entre sí en un montaje que demuestra que uniendo buenas piezas, el todo conseguido es aún más que la suma de ellas.
«Pasó y puede volver a pasar: es lo fundamental de lo que he de decir«, palabras del escritor italiano y judío Primo Levi que resumen bien lo que es el nazismo. Porque es, sí, en presente. No es un tiempo concreto de nuestra historia con un inicio y un final. No, es una posibilidad de comportamiento del ser humano que se ha dado desde siempre, hace apenas unas décadas con esa denominación, y para el debate quedan las formas parecidas en que pueda haberse producido después (los gulag rusos, los jemeres rojos en Camboya, la limpieza ética de Serbia en Bosnia y el genocidio de Ruanda en los 90, los talibanes en Afganistán, el mal llamado estado islámico actual,…). Pasado, presente y… futuro. ¿Volverá a ocurrir? ¿Puede suceder? Y sobre todo, ¿es posible evitarlo?
Cuestión parecida le planteó un día en clase un alumno a su profesor y este se puso manos a la obra para sin responderle directamente, demostrarle que sí, que cada persona lleva dentro de sí el germen del totalitarismo, de la bipolaridad hombre y animal. Lo que fue un hecho real en EE.UU. en 1967, ya trasladado al cine, toma ahora vida en las tablas del Teatro Valle-Inclán de la mano de ocho actores que transforman el escenario en algo más cercano a una prueba psicosociológico que en un rato de entretenimiento, que también y de alto nivel, para sus espectadores.
Tanto el texto (Ignacio García) como la dirección (Marc Montserrat) avanzan perfectamente coordinados a un ritmo que, sin prisa pero sin pausa, nos cuenta de manera clara todas las fases de este alegórico experimento. De una clase convencional de historia se pasa a las prácticas que su profesor va estableciendo para dominar a sus alumnos. Del control del cuerpo se pasa a rígidos protocolos de comunicación interpersonal para homogeneizar al grupo y hacer creer a sus miembros que son seres diferentes, únicos. Una vez conseguida esta unidad, el líder atomiza al grupo sembrando la desconfianza para evitar que la colectividad crezca al margen de él y fortalecer de esta manera su papel como referente, él es el guía espiritual. La tensión aumenta a medida que se suceden las secuencias, se fuerza cada vez más la situación, los siete adolescentes alinean psicóticamente su comportamiento al tiempo que se alienan del resto de la sociedad al sentirse superiores a ella. Cuando se consume el oxígeno, todo estalla, salta por los aires, y después de casi dos horas y media de representación esta llega a su final con los espectadores aplaudiendo y en pie ante lo que han presenciado.
Si un motivo claro hay del estupor vivido es la extraordinaria sintonía entre las interpretaciones de los ocho actores. Cada uno de ellos muy correcto en su papel, pero formando algo más todos juntos, esa masa que poco a poco va tomando cuerpo y creciendo hasta convertirse en un monstruo, el grupo. Al frente de ellos Xavi Mira como el profesor convencido de estar siendo pedagogo, y detrás de él, a pesar de jugar a ser piezas de un puzle, cada actor hace de su alumno un personaje completo y protagonista por sí mismo con referencias a su vida familiar, sus inquietudes adolescentes o sus expectativas ante la vida. Siete nombres (Javier Ballesteros, David Carrillo, Jimmy Castro, Carolina Herrera, Ignacio Jiménez, Helena Lanza y Alba Rivas) que tienen ya tras de sí una trayectoria, y con lo visto en “La ola” queda claro que también un gran potencial que esperemos siga dando frutos de tan buen resultado como en esta ocasión.