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“Europa soy yo” de Anna Bosch y Pablo R. Suanzes

Nos definimos como europeos, pero no acertamos a definir qué supone. Este diálogo entre periodistas se propone dar respuesta a esta cuestión, así como a otras como el rol de los nacionalismos y los populismos en la política actual del viejo continente. Conversación entre dos profesionales experimentados que también ponen en común sus puntos de vista sobre los pilares de la práctica y el objetivo a conseguir por el cuarto poder.

Llego a Europa soy yo semanas después del buen sabor de boca que me dejó Guerras de ayer y hoy, la primera publicación de Voces 5W, serie de la Revista 5W que se propone acercarnos las claves del mundo actual a través del análisis y la reflexión de aquellos a quienes conocemos por ser habituales de nuestras pantallas, emisoras o diarios de referencia. Volúmenes en los que las palabras de sus protagonistas tienen un valor diferente porque no están condicionadas por las premuras de tiempo, las limitaciones de espacio que les exigen los formatos en los que trabajan y los superiores que intentan influir sobre los temas que tratan y el enfoque con que lo hacen.

Su carta de presentación es su subjetividad, acervo resultado de cuanto han vivido y trabajado a lo largo de los años preguntando sobre el terreno, reuniéndose en despachos y acudiendo allí donde consideraban que estaba el personaje, el dato o el acontecimiento que debía ser conocido para, posteriormente, ser contextualizado y transmitido. Un bagaje entre el que está el arte de la retórica, la capacidad de sintetizar y la habilidad de relacionar para dar una explicación con la que entender cuáles son los factores que han dado pie a la concreción de nuestro presente y su posible evolución.

De la transcripción del diálogo entre Anna Bosch y Pablo R. Suanzes me quedo con su definición de qué es la Unión Europea. Algo que está más allá de sus límites geográficos, su estructura administrativa o sus reglas políticas. El elemento fundamental y central somos nosotros, sus ciudadanos. Personas que, sobre nuestra nacionalidad, sentimos tener algo en común con cualquier otro individuo que forma parte de este club.

Un conjunto concebido con la convicción de que, en la colaboración y la búsqueda de sinergias está la fuerza, pero también con retos, riesgos y debilidades actuales muy fuertes como resultado de los diferentes pasados con que cada uno de nosotros ha llegado a este conjunto. Los miembros originarios del club, los que llegamos desde el sur sintiendo orgullo de nuestra membresía y los que lo hicieron desde el este dejando atrás el lastre de la Guerra Fría. Un referente de libertades para todos, pero también un marco en el que ha habido que afrontar retos que muchos no esperaban, como fue hace una década el de la inmigración causada por los conflictos de Oriente Medio.

Y aunque hace tres años de la publicación de Europa soy yo, la solidez del juicio de Anna y Pablo queda patente en lo que comentan sobre el devenir que preveían del desconcierto que estaba ya provocando el Brexit en Reino Unido y el amenazante papel jugado por Putin desde Rusia. Países vecinos muy marcados en su proceder por la nostalgia de su pasado imperial. Sus hipótesis han acabado por hacerse realidad por estar fundamentadas en lo que consideran los principios del periodismo y del buen corresponsal. Una profesión que no consiste solo en trabajar la pieza que vemos, escuchamos o leemos, sino en comprender cuanto hay tras la realidad que esta muestra.

Misión nada fácil, para la que nunca hay un camino trazado y que exige una combinación de intuición, disposición y dedicación, cuidando el detalle, pero también teniendo una visión amplia en la que es muy importante tener conocimientos sobre historia, sociología o economía. Y como culmen, la heterogeneidad de los que estamos de este lado. Desde los que buscan ampliar lo que ya saben con nuevos enfoques y razones que esperan conseguir a través de sus cabeceras y firmas habituales, a los que únicamente quieren tener unas nociones básicas, pero claras, de por dónde va el mundo en el que vivimos.

Europa soy yo, Anna Bosch y Pablo R. Suanzes, 2019, Revista 5W.

10 ensayos de 2021

Reflexión, análisis y testimonio. Sobre el modo en que vivimos hoy en día, los procesos creativos de algunos autores y la conformación del panorama político y social. Premios Nobel, autores consagrados e historiadores reconocidos por todos. Títulos recientes y clásicos del pensamiento.

“La sociedad de la transparencia” de Byung-Chul Han. ¿Somos conscientes de lo que implica este principio de actuación tanto en la esfera pública como en la privada? ¿Estamos dispuestos a asumirlo? ¿Cuáles son sus beneficios y sus riesgos?  ¿Debe tener unos límites? ¿Hemos alcanzado ya ese estadio y no somos conscientes de ello? Este breve, claro y bien expuesto ensayo disecciona nuestro actual modelo de sociedad intentando dar respuesta a estas y a otras interrogantes que debiéramos plantearnos cada día.

“Cultura, culturas y Constitución” de Jesús Prieto de Pedro. Sea como nombre o como adjetivo, en singular o en plural, este término aparece hasta catorce veces en la redacción de nuestra Carta Magna. ¿Qué significado tiene y qué hay tras cada una de esas menciones? ¿Qué papel ocupa en la Ley Fundamental de nuestro Estado de Derecho? Este bien fundamentado ensayo jurídico ayuda a entenderlo gracias a la claridad expositiva y relacional de su análisis.

“Voces de Chernóbil” de Svetlana Alexévich. El previo, el durante y las terribles consecuencias de lo que sucedió aquella madrugada del 26 de abril de 1986 ha sido analizado desde múltiples puntos de vista. Pero la mayoría de esos informes no han considerado a los millares de personas anónimas que vivían en la zona afectada, a los que trabajaron sin descanso para mitigar los efectos de la explosión. Individuos, familias y vecinos engañados, manipulados y amenazados por un sistema ideológico, político y militar que decidió que no existían.

«De qué hablo cuando hablo de correr» de Haruki Murakami. “Escritor (y corredor)” es lo que le gustaría a Murakami que dijera su epitafio cuando llegue el momento de yacer bajo él. Le definiría muy bien. Su talento para la literatura está más que demostrado en sus muchos títulos, sus logros en la segunda dedicación quedan reflejados en este. Un excelente ejercicio de reflexión en el que expone cómo escritura y deporte marcan tanto su personalidad como su biografía, dándole a ambas sentido y coherencia.

“¿Qué es la política?” de Hannah Arendt. Pregunta de tan amplio enfoque como de difícil respuesta, pero siempre presente. Por eso no está de más volver a las reflexiones y planteamientos de esta famosa pensadora, redactadas a mediados del s. XX tras el horror que había vivido el mundo como resultado de la megalomanía de unos pocos, el totalitarismo del que se valieron para imponer sus ideales y la destrucción generada por las aplicaciones bélicas del desarrollo tecnológico.

“Identidad” de Francis Fukuyama. Polarización, populismo, extremismo y nacionalismo son algunos de los términos habituales que escuchamos desde hace tiempo cuando observamos la actualidad política. Sobre todo si nos adentramos en las coordenadas mediáticas y digitales que parecen haberse convertido en el ágora de lo público en detrimento de los lugares tradicionales. Tras todo ello, la necesidad de reivindicarse ensalzando una identidad más frentista que definitoria con fines dudosamente democráticos.

“El ocaso de la democracia” de Anne Applebaum. La Historia no es una narración lineal como habíamos creído. Es más, puede incluso repetirse como parece que estamos viviendo. ¿Qué ha hecho que después del horror bélico de décadas atrás volvamos a escuchar discursos similares a los que precedieron a aquel desastre? Este ensayo acude a la psicología, a la constatación de la complacencia institucional y a las evidencias de manipulación orquestada para darnos respuesta.

“Guerra y paz en el siglo XXI” de Eric Hobsbawm. Nueve breves ensayos y transcripciones de conferencias datados entre los años 2000 y 2006 en los que este historiador explica cómo la transformación que el mundo inició en 1989 con la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la URSS no estaba dando lugar a los resultados esperados. Una mirada atrás que demuestra -constatando lo sucedido desde entonces- que hay pensadores que son capaces de dilucidar, argumentar y exponer hacia dónde vamos.

“La muerte del artista” de William Deresiewicz. Los escritores, músicos, pintores y cineastas también tienen que llegar a final de mes. Pero las circunstancias actuales no se lo ponen nada fácil. La mayor parte de la sociedad da por hecho el casi todo gratis que han traído internet, las redes sociales y la piratería. Los estudios universitarios adolecen de estar coordinados con la realidad que se encontrarán los que decidan formarse en este sistema. Y qué decir del coste de la vida en las ciudades en que bulle la escena artística.

«Algo va mal» de Tony Judt. Han pasado diez años desde que leyéramos por primera vez este análisis de la realidad social, política y económica del mundo occidental. Un diagnóstico certero de la desigualdad generada por tres décadas de un imperante y arrollador neoliberalismo y una silente y desorientada socialdemocracia. Una redacción inteligente, profunda y argumentada que advirtió sobre lo que estaba ocurriendo y dio en el blanco con sus posibles consecuencias.

“Voces de Chernóbil” de Svetlana Alexévich

El previo, el durante y las terribles consecuencias de lo que sucedió aquella madrugada del 26 de abril de 1986 ha sido analizado desde múltiples puntos de vista. Pero la mayoría de esos informes no han considerado a los millares de personas anónimas que vivían en la zona afectada, a los que trabajaron sin descanso para mitigar los efectos de la explosión. Individuos, familias y vecinos engañados, manipulados y amenazados por un sistema ideológico, político y militar que decidió que no existían.

Impresionan los más de treinta monólogos y los coros incluidos en Voces de Chernóbil, una selección de las más de quinientas entrevistas que esta autora bielorrusa, Premio Nobel de Literatura de 2015, publicó originalmente en 1997. Su lectura transmite la objetividad de un trabajo periodístico que se ha propuesto dar a conocer una realidad nunca antes mostrada, la combinación entre empatía y asertividad con que recoge las vivencias y la emocionalidad de los entrevistados, y el rigor con que los testimonios orales deben haber sido editados para convertirlos en el texto que llega a nuestras manos.

Svetlana está presente en todo este proceso, pero sin hacerse protagonista, ejerciendo como canal de comunicación, como punto de contacto, como transmisora de una información que demanda ser compartida y conocida. Por la necesidad vital de sus emisores de liberar aquello que les ha oprimido, desconcertado y dolido durante tanto tiempo. Y por un mundo que ha de aprender de los errores cometidos y tomar nota de que en esta aventura que es la vida humana y el planeta Tierra estamos todos juntos, que esto va más allá de las fronteras, los gobiernos y las alianzas internacionales que, irremediablemente, acaban por limitar, restringir, confrontar, dividir y separar.  

Bomberos que acudieron a apagar el incendio inicial y murieron a las pocas semanas por los efectos de la radiación, militares obligados a trabajar en zonas altamente contaminadas sin ningún tipo de protección, población civil evacuada con poco más que lo puesto sin saber a dónde iban, aldeas abandonadas y otras vueltas a ser habitadas por sus antiguos vecinos, niños que nacen enfermos y sienten que el hospital es su verdadero hogar… Lo que leemos -contado por los que lo vivieron en primera persona, por sus familias o por los que intentaron alertar en vano de lo que estaba ocurriendo- es tan intenso, tan humanamente al límite que puede generar una sensación de distopía, casi de ciencia-ficción, para ser capaces de digerir un relato tan apabullante.

Sin embargo, su estilo está anclado a la tierra, a las personas que manifiestan lo que leemos. Trasciende el arquetipo de la entrevista periodística para -entre lágrimas, añoranzas, reflexiones de todo tipo y tragos de vodka- resultar profundamente realista, evocando incluso a los grandes maestros de este género como Tolstoi o Dostoievsky. La crudeza e intensidad que transmiten es tal que sugieren ser interpretados en un escenario, dejando epatados a cuantos ocuparan el patio de butacas.

 A su vez, el resultado es un ensayo-análisis de la identidad de un parte de los muchos átomos que han conformado el pueblo ruso desde el imperio zarista hasta la actual Rusia pasando por la desintegración de la URSS, punto de inflexión de la historia del mundo moderno simbolizada para muchos en este accidente nuclear. Así es como Voces de Chernóbil se convierte en el summum de lo que es el periodismo, un medio de conocer la realidad a través de lo que sienten, opinan y viven sus verdaderos protagonistas.

Voces de Chernóbil, Svetlana Alexévich, 2015 (1997), DeBolsillo.

10 ensayos de 2020

La autobiografía de una gran pintora y de un cineasta, un repaso a las maneras de relacionarse cuando la sociedad te impide ser libre, análisis de un tiempo histórico de lo más convulso, discursos de un Premio Nobel, reflexiones sobre la autenticidad, la dualidad urbanidad/ruralidad de nuestro país y la masculinidad…

“De puertas adentro” de Amalia Avia. La biografía de esta gran mujer de la pintura realista española de la segunda mitad del siglo XX transcurrió entre el Toledo rural y la urbanidad de Madrid. El primero fue el escenario de episodios familiares durante la etapa más oscura de la reciente historia española, la Guerra Civil y la dictadura. La capital es el lugar en el que desplegó su faceta creativa y la convirtió en el hilo conductor de sus relaciones artísticas, profesionales y sociales.

“Cruising. Historia íntima de un pasatiempo radical” de Alex Espinoza. Desde tiempos inmemoriales la mayor parte de la sociedad ha impedido a los homosexuales vivir su sexualidad con la naturalidad y libertad que procede. Sin embargo, no hay obstáculo insalvable y muchos hombres encontraron la manera de vehicular su deseo corporal y la necesidad afectiva a través de esta práctica tan antigua como actual.  

“Pensar el siglo XX” de Tony Judt. Un ensayo en formato entrevista en el que su autor recuerda su trayectoria personal y profesional durante la segunda mitad del siglo, a la par que repasa en un riguroso y referenciado análisis de las causas que motivaron y las consecuencias que provocaron los acontecimientos más importantes de este tiempo tan convulso.

“La maleta de mi padre” de Orhan Pamuk. El día que recibió el Premio Nobel de Literatura, este autor turco dedicó su intervención a contar cómo su padre le transmitió la vivencia de la escritura y el poder de la literatura, haciendo de él el autor que, tras treinta años de carrera y siete títulos publicados, recibía este preciado galardón en 2006. Un discurso que esta publicación complementa con otros dos de ese mismo año en que explica su relación con el proceso de creación y de lectura.

“El naufragio de las civilizaciones” de Amin Maalouf. Un análisis del estado actual de la humanidad basado en la experiencia personal, profesional e intelectual de su autor. Aunando las vivencias familiares que le llevaron del Líbano a Francia, los acontecimientos de los que ha sido testigo como periodista por todo el mundo árabe, y sus reflexiones como escritor.

“A propósito de nada” de Woody Allen. Tiene razón el neoyorquino cuando dice que lo más interesante de su vida son las personas que han pasado por ella. Pero también es cierto que con la aparición y aportación de todas ellas ha creado un corpus literario y cinematográfica fundamental en nuestro imaginario cultural de las últimas décadas. Un legado que repasa hilvanándolo con su propia versión de determinados episodios personales.

“Lo real y su doble” de Clément Rosset. ¿Cuánta realidad somos capaces de tolerar? ¿Por qué? ¿De qué mecanismos nos valemos para convivir con la ficción que incluimos en nuestras vidas? ¿Qué papel tiene esta ilusión? ¿Cómo se relaciona la verdad en la que habitamos con el espejismo por el que también transitamos?

“La España vacía” de Sergio del Molino. No es solo una descripción de la inmensidad del territorio nacional actualmente despoblado o apenas urbanizado, “Viaje por un país que nunca fue” es también un análisis de los antecedentes de esta situación. De la manera que lo han vivido sus residentes y cómo se les ha tratado desde los centros de poder, y retratado en medios como el cine o la literatura.

“Un hombre de verdad” de Thomas Page McBee. Reflexión sobre qué implica ser un hombre, cómo se ejerce la masculinidad y el modo en que es percibida en nuestro modelo de sociedad. Un ensayo escrito por alguien que no consiguió que su cuerpo fuera fiel a su identidad de género hasta los treinta años y se topa entonces con unos roles, suposiciones y respuestas que no conocía, esperaba o había experimentado antes.

“La caída de Constantinopla 1453” de Steven Runciman. Sobre cómo se fraguó, desarrolló y concluyó la última batalla del imperio bizantino. Los antecedentes políticos, religiosos y militares que tanto desde el lado cristiano como del otomano dieron pie al inicio de una nueva época en el tablero geopolítico de nuestra civilización.

«Las tres hermanas» de Antón Chéjov

Un retrato claro y crítico de la burguesía rusa de principios del siglo XX a través de un reducido círculo de personajes en una localización incierta. Un costumbrismo que alberga el drama de la insatisfacción y la incapacidad de disfrutar de los que tienen oportunidades y medios para llevarlas a cabo. Coordenadas en las que la falta de voluntad para encontrarle sentido al momento presente se esconde en la utopía de la felicidad futura.

Cuatro hermanos ya sin padres. La novia del chico, el marido de una de las tres del título, una de las personas de servicio de la residencia familiar, un médico y una serie de militares de distinto rango de la brigada establecida en la ciudad sin nombre en la que residen. Personas con una vida social y dedicaciones laborales sujetas a rutinas que conducen a la monotonía y de ahí al aburrimiento y al hartazgo en un lugar sin mayor aliciente que el entorno natural que les rodea.

La motivación a la que se agarran las protagonistas de esta obra estrenada en 1901 es volver a Moscú, la urbe en la que nacieron y se criaron hasta que, hace ya once años y por exigencias del ascenso a brigada de su progenitor, llegaron a este emplazamiento del que solo piensan en marchar. Mientras esperan a que se den las circunstancias que lo permitan -a priori, el trabajo de su hermano-, viven su día a día relacionándose con lo más granado de la escasa sociedad local, en su mayor parte hombres que exhiben galones, ejercen profesiones como la medicina y ostentan títulos nobiliarios.

Supuestos caballeros que se relacionan con ellas a través del halago, el cortejo y la propuesta de promesas que, en ocasiones, conducen al compromiso. Y que entre ellos debaten y filosofan sobre lo etéreo y lo mundano, el sentido del trabajo, el encuentro de la felicidad y la plenipotencia del amor, pero sin llegar a ninguna parte, más por placer retórico que por buscar un punto de encuentro. Entre medias, el paso del tiempo -jugando entre acto y acto con el efecto simbólico de las estaciones – y su efecto desmoralizante sobre Olga, Masha e Irina. Moscú sigue a una distancia insalvable. La primera trabaja hasta la extenuación en la escuela local, primero como maestra y después como directora. La segunda, infelizmente casada con un colega de su hermana, pero dejándose querer por quien ahora tiene la máxima responsabilidad militar. Y la última, la más joven, la más ilusa y soñadora, que ni busca ni sabe ni siente lo que es el amor.

La capacidad como retratista y analista de Chéjov logra que, a pesar de la aparente simpleza de todos estos dramas individuales, queden entrelazados y supeditados a las exigencias de costumbrismo, cotidianidad y formalidad. En una sociedad que critica por su conformismo e inmovilismo (si el Imperio no está luchando no sabe hacia dónde orientar sus esfuerzos y voluntades) y su clasismo (el materialismo como lacra para la empatía y la convivencia), así como por sus vicios (la corrupción política, el alcohol, el juego) y no saber adaptar sus anhelos vitales a la realidad (noviazgos que se derrumban cuando se convierten en marido y mujer y se convierten en parejas que funcionan por separado).

Las tres hermanas, Anton Chéjov, 1901, Alianza Editorial.

«El naufragio de las civilizaciones» de Amin Maalouf

Un análisis del estado actual de la humanidad basado en la experiencia personal, profesional e intelectual de su autor. Aunando las vivencias familiares que le llevaron del Líbano a Francia, los acontecimientos de los que ha sido testigo como periodista por todo el mundo árabe, y sus reflexiones como escritor. Un texto que destaca todo lo bueno que hemos conseguido a nivel global, pero advierte de las tendencias nacionalistas y totalitarias que nos lastran desde finales del pasado siglo.

El naufragio de las civilizaciones es un relato cronológico en el que Amin Maalouf relaciona fechas, lugares y personajes públicos, expone cómo sus intuiciones se transforman en hipótesis y estas en ideas que contrasta, confronta y complementa. Sin establecer causas fijas ni sentenciar consecuencias, pero dando forma a un argumentario sólido con el que explica cómo hemos pasado de un panorama geopolítico a principios de los 50 en el que parecíamos ir, sino hacia la cohesión colectiva, sí al menos hacia la convivencia tras la II Guerra Mundial, a un cúmulo de naciones y colectivos de toda índole -religiosa, social, política- enfrentados en una feroz y salvaje carrera por el control individual, el dominio ideológico y el poder económico.  

Su punto de partida es el origen egipcio de su familia materna y cómo lo perdieron todo con el cambio de monarquía a república en Egipto, como sistema de gobierno, en 1952. Un acontecimiento al que se sumaron las tensiones, luchas y presiones internas entre unos grupos y otros, tanto en cada uno de los nuevos estados árabes -antiguas colonias inglesas y francesas, hasta con un pasado otomano previo- como entre sí, y entre ellos con Israel (especialmente tras la Guerra de los Seis Días en 1967) que derivó en una exaltación identitaria ligada a la religión. Lo que habían sido territorios de creatividad, diálogo y convivencia entre distintas creencias y orígenes étnicos, mutaron en casos como su Líbano natal, en escenarios de combate que acabaron con toda posibilidad de desarrollar una vida plena.  

Un proceso al que se sumaron otros como la guerra fría entre EE.UU. y la URSS por la hegemonía mundial, ejecutado por ambos más a golpe de intervencionismo que de alianzas, pero en el caso de los soviéticos transformando los ideales del comunismo en una senda de decadencia moral, económica y social para los países en que ejercían su influencia. Pero si hay un año que Maalouf destaca especialmente en su análisis es el de 1979, denominándolo el de las revoluciones conservadoras, en el que las casualidades y las causalidades convergieron para hacer llegar al poder al Ayatolá Jomeini en Irán y a Margaret Thatcher en el Reino Unido, a quien seguiría meses después Ronald Reagan en EE.UU. La confrontación total con el mundo occidental y la exaltación radical del primero, y el desprestigio que hicieron los segundos del papel del Estado como garante de la igualdad de todos los ciudadanos en pro del individualismo y la competitividad económica, supuso el definitivo punto de inflexión que nos ha llevado hasta donde estamos hoy.

A partir de ahí, la historia de nuestras últimas décadas no va pasando de un capítulo a otro, sino que parece ir cuesta abajo, cogiendo velocidad y sin pulsar el pedal del freno, sirviéndose incluso de los espectaculares desarrollos tecnológicos, científicos y técnicos que hemos alcanzado. La caída del muro de Berlín, la desintegración de la URSS, el surgimiento del terrorismo islamista, los movimientos independentistas y populistas, el Brexit, el control de las redes de telecomunicaciones, el cambio climático, las aspiraciones de las nuevas grandes potencias (Rusia, China)… Amin no es pesimista, pero ve riesgos y advierte de que debemos hacer algo si no queremos que, aunque nuestro estilo de vida siga bajo coordenadas de modernidad y tecnificación, esté más ligado a sistemas en los que tengamos que protegernos de la represión institucional que en los que poder desarrollarnos libre y plenamente.

Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones, 2019, Alianza Editorial.

“Pensar el siglo XX” de Tony Judt

Un ensayo en formato entrevista en el que su autor recuerda su trayectoria personal y profesional durante la segunda mitad del siglo, a la par que repasa en un riguroso y referenciado análisis de las causas que motivaron y las consecuencias que provocaron los acontecimientos más importantes de este tiempo tan convulso.

PensarElSigloXX

Es curioso echar la vista atrás y comprobar cómo lo que hoy nos resulta importante o significativo no nos lo parecía cuando estaba ocurriendo, o cómo se han dejado por el camino puntos de vista que quizás nos darían respuestas más útiles que los prismas que utilizamos actualmente. Valga como ejemplo el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Lo que hoy estamos convencidos que fue el elemento catalizador para acabar con el régimen nazi y el culmen de su barbarie, resultó ser un argumento casi inexistente en la decisión del Reino Unido, Estados Unidos y Rusia para luchar contra Hitler. O el uso de las etiquetas comunismo y capitalismo para definir la confrontación de bloques ideológicos durante varias décadas, cada uno con unos planteamientos políticos, económicos y sociales diferentes, cuando lo que se movía tras ello era el proceso de construcción de dos diseños de modelos de Estado (más o menos intervencionistas, servicios públicos, fiscalidad…).

Pensar el siglo XX es el resultado transcrito de una serie de conversaciones entre Tony Judt y Timothy Snyder, que toman siempre como hilo conductor la introducción biográfica que Tony realiza de sí mismo. De esta manera, y a partir de sus recuerdos personales y de sus pasos en el mundo académico de la investigación y la divulgación histórica, entra en cuestiones como su visión como hijo de inmigrantes judíos en el Londres de los años 50, el desarrollo y papel de las ideas socialistas (las de Marx, las que propulsaron la Revolución Rusa y el supuesto ideario posterior de Lenin o Stalin) en la evolución del mundo occidental, o las acciones del movimiento sionista para consolidar el Estado de Israel.

Asuntos en los que no solo expone sus conocimientos y relaciona sus fuentes, sino que vierte también su opinión. Basada incluso en su propia experiencia, como las temporadas que pasó en un kibutz durante los años 60 y sintió que aquello no tenía más propósito que el de adoctrinar. En su recorrido profesional se ha formado y trabajado en París, Oxford, Cambridge, Nueva York, Chicago o Berkley, un periplo que le ha impulsado a buscar siempre nuevos puntos de vista y referencias en los temas de estudio, como el papel determinante de la geografía a la hora de analizar el desarrollo del socialismo en la Provenza francesa a finales del siglo XIX, o el de contar con determinados servicios públicos (ej. sanidad o educación) a la hora de hacer que los ciudadanos se sientan o no miembros de una comunidad.

Tony Judt también reflexiona sobre el papel y la necesidad de la Historia, disciplina que considera en el campo de las Humanidades y no el de las ciencias sociales. Defiende afrontarla a partir de una base -una sucesión de acontecimientos- sobre la que, una vez conocidos, proyectar un espíritu crítico multidisciplinar (sociología, filosofía, economía…) que generalmente nos revela que no hay una única verdad, sino varias, ya que el propósito no es enjuiciar, sino entender las causas y las consecuencias de las decisiones, las renuncias, los conflictos y las palabras pronunciadas.

El formato entrevista hace que Pensar el siglo XX sea ágil en su forma, aunque en algunos de sus capítulos se haga denso por la cantidad de menciones (a personas, títulos, fechas y lugares) que incluye. Pero precisamente eso es lo que lo hace grande y lo convierte en un título al que volver para conocer y entender no solo nuestro pasado, sino también nuestro presente y servirnos de él para proyectarnos en el futuro.

Pensar el siglo XX, Tony Judt (con Timothy Snyder), 2012, Editorial Taurus.

“Cruising. Historia íntima de un pasatiempo radical” de Alex Espinoza

Desde tiempos inmemoriales la mayor parte de la sociedad ha impedido a los homosexuales vivir su sexualidad con la naturalidad y libertad que procede. Sin embargo, no hay obstáculo insalvable y muchos hombres encontraron la manera de vehicular su deseo corporal y la necesidad afectiva a través de esta práctica tan antigua como actual.  

El 8 de abril de 1998 la mayoría de los medios de comunicación del mundo occidental comentaban a bombo y platillo que el cantante George Michael había sido detenido en Los Ángeles por mantener sexo con otro hombre en unos lavabos públicos. Un hecho que podría haber acabado con su figura, pero que el londinense convirtió en una oportunidad de empoderamiento personal -ni pidió perdón ni admitió sentir vergüenza alguna por lo que estaba haciendo- e inspiración artística (la canción y el videoclip Outside fueron uno de los grandes hitos de su carrera).

Para muchos, aquel fue un punto de inflexión que les hizo tomar conciencia sobre lo que era el cruising, por qué se practicaba y por qué, llegado ese momento, la comunidad homosexual podía hacer de ello un elemento de orgullo e identidad de lo que se ha denominado cultura gay.

El punto de partida es bien conocido, el sexo es un impulso vital y el hetero patriarcado que nos gobierna desde siempre lo ha utilizado como herramienta de poder. El hombre es más que la mujer y es él quien desea, posee y utiliza. Un programa de gobierno que considera inconcebible que eso ocurra entre dos hombres, tildando a los que así sienten y actúan como médicamente enfermos, moralmente degenerados y jurídicamente ilegales. Frente a esto, muchos no tuvieron más opción que la de dar rienda suelta a sus impulsos a escondidas, de manera rápida y anónima.

Eso es lo que nos cuenta Alex Espinoza en un trabajo de investigación (con un punto de activismo y otro de antropología) que va desde los tiempos de los egipcios, los griegos y los romanos -mucho queda aún por saber de aquellas civilizaciones-, pasando por las molly houses del Londres y el jardín de la Tullerías del París del XVIII hasta la actualidad. A un hoy en el que la práctica del cruising parece haber sido arrinconada por las apps, pero en el que sigue habiendo muchos países (como Rusia o Uganda) en que continúa siendo la única opción para mantener relaciones tanto afectivas como sexuales, aunque implique jugarse la vida.

Tal y como relata Espinoza, exponiendo su propia experiencia, hasta la llegada de internet, el cruising -accidental o buscado- fue para muchos hombres no solo una forma de experiencia sexual, sino también de socialización con alguien con los mismos impulsos afectivo-sexuales. Eran tiempos donde la sociedad y la familia -bajo el maltrato de las políticas conservadoras, la manipulación de la iglesia y el sensacionalismo mediático- hacían muy difícil admitirse y manifestarse por miedo a verse aislado, desamparado y repudiado. Sin embargo, los instintos siempre encuentran la manera de esquivar las amenazas y aunque no fuera en las circunstancias adecuadas, muchos consiguieron en un parque, en unos lavabos, en un parking o en cualquier otro sitio público obtener y dar placer físico, con la consiguiente vivencia emocional que esto puede llegar a provocar.  

De la misma manera que el armario ya no es el sitio para la homosexualidad, tampoco lo es la negación y la ocultación para el cruising. Esta historia íntima es una buena manera de aprender en qué consiste esta actividad, ampliar conocimientos sobre la misma o, incluso, recordar las experiencias tenidas.

Cruising. Historia íntima de un pasatiempo radical, Alex Espinoza, 2020, Editorial Dos Bigotes.

10 textos teatrales de 2019

Títulos clásicos y actuales, títulos que ya forman parte de la historia de la literatura y primeras ediciones, originales en inglés, español, noruego y ruso, libretos que he visto representadas y otros que espero llegar a ver interpretados sobre un escenario.

«¿Quién teme a Virginia Woolf?» de Edward Albee. Amor, alcohol, inteligencia, egoísmo y un cinismo sin fin en una obra que disecciona tanto lo que une a los matrimonios aparentemente consolidados como a los aún jóvenes. Una crueldad animal y sin límites que elimina pudores y valores racionales en las relaciones cruzadas que se establecen entre sus cuatro personajes. Un texto que cuenta como pocas veces hemos leído cómo puede ser ese terreno que escondemos bajo las etiquetas de privacidad e intimidad.

«Un enemigo del pueblo» de Henrik Ibsen. “El hombre más fuerte es el que está más solo”, ¿cierto o no? Lo que en el siglo XIX escandinavo se redactaba como sentencia, hoy daría pie a un encendido debate. Leída en las coordenadas de democracia representativa y de libertad de prensa y expresión en las que habitamos desde hace décadas, la obra escrita por Ibsen sobre el enfrentamiento de un hombre con la sociedad en la que vive tiene muchos matices que siguen siendo actuales. Una vigencia que junto a su extraordinaria estructura, ritmo, personajes y diálogos hace de este texto una obra maestra que releer una y otra vez.

“La gaviota” de Antón Chéjov. El inconformismo vital, amoroso, creativo y artístico personificado en una serie de personajes con relaciones destinadas –por imperativo biológico, laboral o afectivo- a ser duraderas, pero que nunca les satisfacen plenamente. Cuatro actos en los que la perfecta exposición y desarrollo de este drama existencial se articulan con una fina y suave ironía que tiene mucho de crítica social y de reflexión sobre la superficialidad de la burguesía de su tiempo.

«La zapatera prodigiosa» de Federico García Lorca. Entre las múltiples lecturas que se pueden aplicar a esta obra me quedo con dos. Disfrutar sin más de la simpatía, el desparpajo y la emotividad de su historia. Y profundizar en su subtexto para poner de relieve la desigual realidad social que hombres y mujeres vivían en la España rural de principios del siglo XX. Eso sí, ambas quedan unidas por la habilidad de su autor para demostrar la profundidad emocional y la belleza que puede llegar a tener y causar la transmisión oral de lo cotidiano.

«La chunga» de Mario Vargas Llosa. La realidad está a mitad de camino entre lo que sucedió y lo que cuentan que pasó, entre la verdad que nadie sabe y la fantasía alimentada por un entorno que no tiene nada que ofrecer a los que lo habitan. Una desidia vital que se manifiesta en diálogos abruptos y secos en los que los hombres se diferencian de los animales por su capacidad de disfrutar ejerciendo la violencia sobre las mujeres. Mientras tanto, estas se debaten entre renunciar a ellos para mantener la dignidad o prestarse a su juego cosificándose hasta las últimas consecuencias.

“American buffalo” de David Mamet. Sin más elementos que un único escenario, dos momentos del día y tres personajes, David Mamet crea una tensión en la que queda perfectamente expuesto a qué puede dar pie nuestro vacío vital cuando la falta de posibilidades, el silencio del entorno y la soledad interior nos hacen sentir que no hay esperanza de progreso ni de futuro.

“The real thing” de Tom Stoppard. Un endiablado juego entre la ficción y la realidad, utilizando la figura de la obra dentro de la obra, y la divergencia del lenguaje como medio de expresión o como recurso estético. Puntos de vista diferentes y proyecciones entre personajes dibujadas con absoluta maestría y diálogos llenos de ironía sobre los derechos y los deberes de una relación de pareja, así como sobre los límites de la libertad individual.

“Tales from Hollywood” de Christopher Hampton. Cuando el nazismo convirtió a Europa en un lugar peligroso para buena parte de su población, grandes figuras literarias como Thomas Mann o Bertold Brecht emigraron a un Hollywood en el que la industria cinematográfica y la sociedad americana no les recibió con los brazos tan abiertos como se nos ha contado. Christopher Hampton nos traslada cómo fueron aquellos años convulsos y complicados a través de unos personajes brillantemente trazados, unas tramas perfectamente diseñadas y unos diálogos maestros.

“Los Gondra” y “Los otros Gondra” de Borja Ortiz de Gondra. Gondra al cubo en un volumen que reúne dos de los montajes teatrales que más me han agitado interiormente en los últimos años. Una excelente escritura que combina con suma delicadeza la construcción de una sólida y compleja estructura dramática con la sensible exposición de dos temas tan sensibles -aquí imbricados entre sí- como son el peso de la herencia, la tradición y el deber familiar con el dolor, el silencio y el vacío generados por el terrorismo.

“This was a man” de Noël Coward. En 1926 esta obra fue prohibida en Reino Unido por la escandalosa transparencia con que hablaba sobre la infidelidad, las parejas abiertas y la libertad sexual de hombres y mujeres. Una trama sencilla cuyo propósito es abrir el debate sobre en qué debe basarse una relación amorosa. Diálogos claros y directos con un toque ácido y crítico con la alta sociedad de su tiempo que recuerdan a autores anteriores como Oscar Wilde o George B. Shaw.

10 funciones teatrales de 2019

Directores jóvenes y consagrados, estrenos que revolucionaron el patio de butacas, representaciones que acabaron con el público en pie aplaudiendo, montajes innovadores, potentes, sugerentes, inolvidables.

“Los otros Gondra (relato vasco)”. Borja vuelve a Algorta para contarnos qué sucedió con su familia tras los acontecimientos que nos relató en “Los Gondra”. Para ahondar en los sentimientos, las frustraciones y la destrucción que la violencia terrorista deja en el interior de todos los implicados. Con extraordinaria sensibilidad y una humanidad exquisita que se vale del juego ficción-realidad del teatro documento, este texto y su puesta en escena van más allá del olvido o el perdón para llegar al verdadero fin, el cese del sufrimiento.

«Hermanas». Dos volcanes que entran en erupción de manera simultánea. Dos ríos de magma argumental en forma de diálogos, soliloquios y monólogos que se suceden, se pisan y se solapan sin descanso. Dos seres que se abren, se muestran, se hieren y se transforman. Una familia que se entrevé y una realidad social que está ahí para darles sentido y justificarlas. Un texto que es visceralidad y retórica inteligente, un monstruo dramático que consume el oxígeno de la sala y paraliza el mundo al dejarlo sin aliento.

«El sueño de la vida». Allí donde Federico dejó inconcluso el manuscrito de “Comedia sin fin”, Alberto Conejero lo continúa con el rigor del mejor de los restauradores logrando que suene a Lorca al tiempo que lo evoca. Una joya con la que Lluis Pascual hace que el anhelo de ambos creadores suene alto y claro, que el teatro ni era ni es solo entretenimiento, sino verdad eterna y universal, la más poderosa de las armas revolucionarias con que cuenta el corazón y la conciencia del hombre.

«El idiota». Gerardo Vera vuelve a Dostoievski y nos deja claro que lo de “Los hermanos Karamazov” en el Teatro Valle Inclán no fue un acierto sin más. Nuevamente sintetiza cientos de páginas de un clásico de la literatura rusa en un texto teatral sin fisuras en torno a valores como la humildad, el afecto y la confianza, y pecados como el materialismo, la manipulación y la desigualdad. Súmese a ello un sobresaliente despliegue técnico y un elenco en el que brillan Fernando Gil y Marta Poveda.

«Jauría». Miguel del Arco y Jordi Casanovas, apoyados en un soberbio elenco, van más allá de lo obvio en esta representación, que no reinterpretación, de la realidad. Acaban con la frialdad de las palabras transmitidas por los medios de comunicación desde el verano de 2016 y hacen que La Manada no sea un caso sin más, sino una verdad en la que tanto sus cinco integrantes como la mujer de la que abusaron resultan mucho más cercanos de lo que quizás estamos dispuestos a soportar.

“Mauthausen. La voz de mi abuelo”. Manuel nos cuenta a través de su nieta su vivencia como prisionero de los nazis en un campo de concentración tras haber huido de la Guerra Civil y ser uno de los cientos de miles de españoles que fueron encerrados por los franceses en la playa de Argelès-sur-Mer. Un monólogo que rezuma ilusión por la vida y asombro ante la capacidad de unión, pero también de odio, de que somos capaces el género humano. Un texto tan fantástico como la interpretación de Inma González y la dirección de Pilar G. Almansa.

«Shock (El cóndor y el puma)». El golpe de estado del Pinochet no es solo la fecha del 11 de septiembre de 1973, es también cómo se fraguaron los intereses de aquellos que lo alentaron y apoyaron, así como el de los que lo sufrieron en sus propias carnes a lo largo de mucho tiempo. Un texto soberbio y una representación aún más excelente que nos sitúan en el centro de la multitud de planos, la simultaneidad de situaciones y las vivencias tan discordantes -desde la arrogancia del poder hasta la crueldad más atroz- que durante mucho tiempo sufrieron los ciudadanos de muchos países de Latinoamérica.

«Las canciones». Comienza como un ejercicio de escucha pasiva para acabar convirtiéndose en una simbiosis entre actores dándolo todo y un público entregado en cuerpo y alma. Una catarsis ideada con inteligencia y ejecutada con sensibilidad en la que la música marca el camino para que soltemos las ataduras que nos retienen y permitamos ser a aquellos que silenciamos y escondemos dentro de nosotros.

«Lo nunca visto». Todos hemos sido testigos o protagonistas en la vida real de escenas parecidas a las de esta función. Momentos cómicos y dramáticos, de esos que llamamos surrealistas por lo que tienen de absurdo y esperpéntico, pero que a la par nos resultan familiares. Un cóctel de costumbrismo en un texto en el que todo es más profundo de lo que parece, tres actrices tan buenas como entregadas y una dirección que juega al meta teatro consiguiendo un resultado sobresaliente.

«Doña Rosita anotada». El personaje y la obra que Lorca estrenara en 1935 traídos hasta hoy en una adaptación y un montaje que es tan buen teatro como metateatro. Un texto y una protagonista deconstruidos y reconstruidos por un director y unos actores que dejan patente tanto la excelencia de su propuesta como lo actual que sigue siendo el de Granada.