Archivo de la etiqueta: fascismo

10 novelas de 2022

Títulos póstumos y otros escritos décadas atrás. Autores que no conocía y consagrados a los que vuelvo. Fantasías que coquetean con el periodismo e intrigas que juegan a lo cinematográfico. Atmósferas frías y corazones que claman por ser calefactados. Dramas hondos y penosos, anclados en la realidad, y comedias disparatadas que se recrean en la metaliteratura. También historias cortas en las que se complementan texto e ilustración.

«Léxico familiar» de Natalia Ginzburg. Echar la mirada atrás y comprobar a través de los recuerdos quién hemos sido, qué sucedió y cómo lo vivimos, así como quiénes nos acompañaron en cada momento. Un relato que abarca varias décadas en las que la protagonista pasa de ser una niña a una mujer madura y de una Italia entre guerras que cae en el foso del fascismo para levantarse tras la II Guerra Mundial. Un punto de vista dotado de un auténtico –pero también monótono- aquí y ahora, sin la edición de quien pretende recrear o reconstruir lo vivido.

“La señora March” de Virginia Feito. Un personaje genuino y una narración de lo más perspicaz con un tono en el que confluyen el drama psicológico, la tensión estresante y el horror gótico. Una historia auténtica que avanza desde su primera página con un sostenido fuego lento sorprendiendo e impactando por su capacidad de conseguir una y otra vez nuevas aristas en la personalidad y actuación de su protagonista.

«Obra maestra» de Juan Tallón. Narración caleidoscópica en la que, a partir de lo inconcebible, su autor conforma un fresco sobre la génesis y el sentido del arte, la formación y evolución de los artistas y el propósito y la burocracia de las instituciones que les rodean. Múltiples registros y un ingente trabajo de documentación, combinando ficción y realidad, con los que crea una atmósfera absorbente primero, fascinante después.

«Una habitación con vistas» de E.M. Forster. Florencia es la ciudad del éxtasis, pero no solo por su belleza artística, sino también por los impulsos amorosos que acoge en sus calles. Un lugar habitado por un espíritu de exquisitez y sensibilidad que se materializa en la manera en que el narrador de esta novela cuenta lo que ve, opina sobre ello y nos traslada a través de sus diálogos las correcciones sociales y la psicología individual de cada uno de sus personajes.

“Lo que pasa de noche” de Peter Cameron. Narración, personajes e historia tan fríos como desconcertantes en su actuación, expresión y descripción. Coordenadas de un mundo a caballo entre el realismo y la distopía en el que lo creíble no tiene porqué coincidir con lo verosímil ni lo posible con lo demostrable. Una prosa que inquieta por su aspereza, pero que, una vez dentro, atrapa por su capacidad para generar una vivencia tan espiritual como sensorial.

“Small g: un idilio de verano” de Patricia Highsmith. Damos por hecho que las ciudades suizas son el páramo de la tranquilidad social, la cordialidad vecinal y la práctica de las buenas formas. Una imagen real, pero también un entorno en el que las filias y las fobias, los desafectos y las carencias dan lugar a situaciones complicadas, relaciones difíciles y hasta a hechos delictivos como los de esta hipnótica novela con una atmósfera sin ambigüedades, unos personajes tan anodinos como peculiares y un homicidio como punto de partida.

“El que es digno de ser amado” de Abdelá Taia. Cuatro cartas a lo largo de 25 años escritas en otros tantos momentos vitales, puntos de inflexión en la vida de Ahmed. Un viaje epistolar desde su adolescencia familiar en su Salé natal hasta su residencia en el París más acomodado. Una redacción árida, más cercana a un atestado psicológico que a una expresión y liberación emocional de un dolor tan hondo como difícil de describir.

“Alguien se despierta a medianoche” de Miguel Navia y Óscar Esquivias. Las historias y personajes de la Biblia son tan universales que bien podrían haber tenido lugar en nuestro presente y en las ciudades en las que vivimos. Más que reinterpretaciones de textos sagrados, las narraciones, apuntes e ilustraciones de este “Libro de los Profetas” resultan ser el camino contrario, al llevarnos de lo profano y mundano de nuestra cotidianidad a lo divino que hay, o podría haber, en nosotros.

“Todo va a mejorar” de Almudena Grandes. Novela que nos permite conocer el proceso de creación de su autora al llegarnos una versión inconclusa de la misma. Narración con la que nos ofrece un registro diferente de sí misma, supone el futuro en lugar de reflejar el presente o descubrir el pasado. Argumento con el que expone su visión de los riesgos que corre nuestra sociedad y las consecuencias que esto supondría tanto para nuestros derechos como para nuestro modelo de convivencia.

“Mi dueño y mi señor” de François-Henri Désérable. Literatura que juega a la metaliteratura con sus personajes y tramas en una narración que se mira en el espejo de la historia de las letras francesas. Escritura moderna y hábil, continuadora y consecuencia de la tradición a la par que juega con acierto e ingenio con la libertad formal y la ligereza con que se considera a sí misma. Lectura sugerente con la que descubrir y conocer, y también dejarse atrapar y sorprender.

Cómo hacer frente a un neonazi

Desde hace días se puede ver en Filmin “Todo lo que amas”, serie de producción noruega que cuenta de manera sencilla y sin ambigüedades ni sensacionalismo cómo percatarnos de la pervivencia del virus del supremacismo fascista en nuestra sociedad. Siete capítulos de corta duración con los que tomar nota de cómo prevenir que los más jóvenes encuentren en su manipulación las respuestas que buscan y sepan plantarle cara.

Tras años sin verse, Sara y Jonas coinciden una tarde en el metro de Oslo. Ahora ella es estudiante universitaria y él vigilante de seguridad. Comienzan a quedar y a compartir tiempo, a intimar, a mostrarse no solo físicamente sino también como seres que actúan según sienten y piensan. Un proceso lento, que se inicia con tiento y cierto artificio por no saber cómo funciona el otro y porque la prioridad es agradarle para conquistarle. Mas a pesar del cuidado en guardar determinadas formas, la esencia, intimidad y verdad de quién es cada uno de ellos se va manifestado poco a poco. Y por eso actúan como lo podríamos hacer cualquiera de nosotros, personas que a medida que nos conocemos y ganamos confianza, nos relajamos y expresamos los valores y principios por los que nos regimos de una manera clara y directa.

Ya fuera de la pequeña pantalla, la experiencia nos dice que es entonces cuando surgen comentarios pronunciados de manera espontánea y con un tono aparentemente liviano como “los moros y los negros están acabando con nuestra identidad nacional” o “los maricones son enfermos”. La cuestión es si quienes los escuchan son capaces de liberarse de sus deseos y necesidades a la hora de interpretarlos correctamente y no disculpan la xenofobia, la lgtbifobia, el machismo y demás fobias bajo excusas como es solo un pensamiento, no tiene mayor importancia o seguro que no quiere decir eso, por miedo al conflicto, a la soledad o a ser acusados de paranoicos.

Pero como sucede con los asuntos médicos, y si no hemos conseguido el más vale prevenir que curar, cuanto antes actuemos ante la manifestación del virus del mal, antes podremos evitar que se extienda y que se materialice en consecuencias siempre dolorosas y para las que no existe la opción de volver atrás a enmendar el pasado. Porque por muy minoritarias, desorganizadas y aparentemente incapaces que sean las personas que forman parte de dichos círculos, su proceder no se atiene a las convenciones y reglas meditadas y consensuadas por las que la inmensa mayoría nos guiamos en nuestra convivencia. No queda otra que advertirles de su inhumanidad, distanciarnos de ellos y comunicar su pensamiento a quienes tienen el deber de protegernos. Solo así evitaremos que sus ideas nos ensucien y que traigan consigo polaridad, enfrentamiento, violencia y muerte como la que la propia Noruega vivió el 22 de julio de 2011.

Al tiempo, tenemos que ser inteligentes y no caer en el juego de la confrontación que proponen como excusa tergiversada sobre la que fundamentar su pensamiento y su retorcida visión del presente en el que vivimos. Como bien dice uno de los personajes de Todo lo que amas, castigarles con la humillación que ellos practican no es la solución, esta exige nuestra unión y ser capaces de ejercer de espejo en el que comprueben su absurdo y su error, la barbarie que personifican. Algo que pasa por la actitud individual de no permitir ni una y por la sistémica fundamentada en administraciones públicas que actúan de manera firme, decidida y rápida ante esta amenaza, apoyándose para ello en la justicia y previniendo a través de la educación, la comunicación y la cultura.

No hay sociedad libre del germen de la radicalización. En España hemos visto como esta provocó que una banda asesina se llevara por delante la vida de más de 850 personas. Y aunque no sea comparable, desde hace años tenemos ejemplos de gobernantes por todo el mundo que, en lugar de fomentar y trabajar por la convivencia, solo buscan separarnos y revolvernos a los unos contra los otros. También en nuestro país, desde varias marcas y ocupando puestos de máxima responsabilidad pública, con la paradoja incluso de haber sido elegidos democráticamente para, ahora, actuar de manera irrespetuosa, falta de toda ética y hasta saltándose la ley. No les dejemos.

«Léxico familiar» de Natalia Ginzburg

Echar la mirada atrás y comprobar a través de los recuerdos quién hemos sido, qué sucedió y cómo lo vivimos, así como quiénes nos acompañaron en cada momento. Un relato que abarca varias décadas en las que la protagonista pasa de ser una niña a una mujer madura y de una Italia entre guerras que cae en el foso del fascismo para levantarse tras la II Guerra Mundial. Un punto de vista dotado de un auténtico –pero también monótono- aquí y ahora, sin la edición de quien pretende recrear o reconstruir lo vivido.

LexicoFamiliar.jpg

En muchas ocasiones el género literario de las memorias es solo interesante para aquellos que las escriben. Solo ellos sabes lo que realmente pretenden evocar sus palabras. Los buenos escritores, en cambio, consiguen que su redacción nos traslade hasta ese pasado que quieren acercarnos para que veamos, comprendamos y sintamos cuanto les ocurrió, vieron o escucharon. Con Natalia Ginzburg me he sentido a medio camino de ese proceso.

Sí que me ha hecho viajar hasta la Italia posterior a la I Guerra Mundial, pero no he llegado a verme como parte de su familia o de su entorno social más inmediato. Personajes como su padre me han resultado exasperantes y la linealidad narrativa, que no la cronológica, ha hecho que su lectura me despertara el símil de una persona que habla siempre con el mismo tono, sin pausas cuando pasa de un tema a otro, o dando a todos los asuntos la misma importancia.

Cierto es que esa es una manera natural de hacer memoria, que va en contra de como solemos afrontarla. Editar, priorizar, esconder bajo la forma de olvido y cubrir huecos a modo de inventar recuerdos que ofrezcan una mejor y más amable imagen de nosotros mismos. En este sentido, es encomiable el propósito de Natalia de no caer en ello, de acercarse lo más posible a la verdad, a la realidad de lo que fue y hacernos llegar lo que le marcó, da igual el motivo, y la impresión que esa huella le ha dejado.

Comienza siendo una niña –aunque nacida en Palermo, criada en Turín- que ve con ojos grandes la dinámica familiar en la que vive –sus padres, hermanos, el servicio, las costumbres, la convivencia-, lo que hace que su tono resulte casi naif. A partir de ahí entran y salen personajes y otros evolucionan o perviven tal cual, lo que hace de ellos algo similar a caricaturas, como la figura paterna a la que ya me he referido, y que provocan que Léxico familiar parezca una casa interesante, pero no lo suficiente como para desear volver a ella.

El aire político se cuela en la atmósfera a medida que pasan los años y la realidad social y política se hace patente. Primero como pequeños comentarios que se escuchan a los más mayores –el fascismo como algo incipiente-, después como situaciones que se presencian o son relatadas con total crudeza –los conflictos con la policía política de algunos de sus hermanos, o la cantidad de nombres mencionados que se explican en las notas a pie de página-, para llegar a los episodios que toca protagonizar –esconder su circunstancia judía durante la II Guerra Mundial-.

Y aunque a medida que pasa el tiempo la presencia de Natalia gana protagonismo (su primer matrimonio, sus hijos, su viudedad, su traslado a Roma), su familia y su círculo más íntimo sigue marcando las coordenadas de su relato, lo que hace que para este lector su propuesta resulte un tanto ardua.

Léxico familiar, Natalia Ginzburg, 1963, Lumen.

10 películas de 2021

Cintas vistas a través de plataformas en streaming y otras en salas. Españolas, europeas y norteamericanas. Documentales y ficción al uso. Superhéroes que cierran etapa, mirada directa al fenómeno del terrorismo y personajes únicos en su fragilidad. Y un musical fantástico.

«Fragmentos de una mujer». El memorable trabajo de Vanessa Kirby hace que estemos ante una película que engancha sin saber muy bien qué está ocurriendo. Aunque visualmente peque de simbolismos y silencios demasiado estéticos, la dirección de Kornél Mundruczó resuelve con rigor un asunto tan delicado, íntimo y sensible como debe ser el tránsito de la ilusión de la maternidad al infinito dolor por lo que se truncó apenas se materializó.

«Collective». Doble candidata a los Oscar en las categorías de documental y mejor película en habla no inglesa, esta cinta rumana expone cómo los tentáculos de la podredumbre política inactivan los resortes y anulan los propósitos de un Estado de derecho. Una investigación periodística muy bien hilada y narrada que nos muestra el necesario papel del cuarto poder.

«Maixabel». Silencio absoluto en la sala al final de la película. Todo el público sobrecogido por la verdad, respeto e intimidad de lo que se les ha contado. Por la naturalidad con que su relato se construye desde lo más hondo de sus protagonistas y la delicadeza con que se mantiene en lo humano, sin caer en juicios ni dogmatismos. Un guión excelente, unas interpretaciones sublimes y una dirección inteligente y sobria.

«Sin tiempo para morir». La nueva entrega del agente 007 no defrauda. No ofrece nada nuevo, pero imprime aún más velocidad y ritmo a su nueva misión para mantenernos pegados a la pantalla. Guiños a antiguas aventuras y a la geopolítica actual en un guión que va de giro en giro hasta una recta final en que se relaja y llegan las sorpresas con las que se cierra la etapa del magnético Daniel Craig al frente de la saga.

«Quién lo impide». Documental riguroso en el que sus protagonistas marcan con sus intereses, forma de ser y preguntas los argumentos, ritmos y tonos del muy particular retrato adolescente que conforman. Jóvenes que no solo se exponen ante la cámara, sino que juegan también a ser ellos mismos ante ella haciendo que su relato sea tan auténtico y real, sencillo y complejo, como sus propias vidas.

«Traidores». Un documental que se retrotrae en el tiempo de la mano de sus protagonistas para transmitirnos no solo el recuerdo de su vivencia, sino también el análisis de lo transcurrido desde entonces, así como la explicación de su propia evolución. Reflexiones a cámara salpicadas por la experiencia de su realizador en un ejercicio con el que cerrar su propio círculo biográfico.

«tick, tick… Boom!» Nunca dejes de luchar por tu sueño. Sentencia que el creador de Rent debió escuchar una y mil veces a lo largo de su vida. Pero esta fue cruel con él. Le mató cuando tenía 35 años, el día antes del estreno de la producción que hizo que el mundo se fijara en él. Lin-Manuel Miranda le rinde tributo contándonos quién y cómo era a la par que expone cómo fraguó su anterior musical, obra hasta ahora desconocida para casi todos nosotros.

«La hija». Manuel Martín Cuenca demuestra una vez más que lo suyo es el manejo del tiempo. Recurso que con su sola presencia y extensión moldea atmósferas, personajes y acontecimientos. Elemento rotundo que con acierto y disciplina marca el ritmo del montaje, la progresión del guión y el tono de las interpretaciones. El resultado somos los espectadores pegados a la butaca intrigados, sorprendidos y angustiados por el buen hacer cinematográfico al que asistimos.

«El poder del perro». Jane Campion vuelve a demostrar que lo suyo es la interacción entre personajes de expresión agreste e interior hermético con paisajes que marcan su forma de ser a la par que les reflejan. Una cinta técnicamente perfecta y de una sobriedad narrativa tan árida que su enigma está en encontrar qué hay de invisible en su transparencia. Como centro y colofón de todo ello, las extraordinarias interpretaciones de todos sus actores.

«Fue la mano de Dios». Sorrentino se auto traslada al Nápoles de los años 80 para construir primero una égloga de la familia y una disección de la soledad después. Con un tono prudente, yendo de las atmósferas a los personajes, primando lo sensorial y emocional sobre lo narrativo. Lo cotidiano combinado con lo nuclear, lo que damos por sentado derrumbado por lo inesperado en una película alegre y derrochona, pero también tierna y dramática.

“Traidores” por estar en contra de la violencia

Un documental que se retrotrae en el tiempo de la mano de sus protagonistas para transmitirnos no solo el recuerdo de su vivencia, sino también el análisis de lo transcurrido desde entonces, así como la explicación de su propia evolución. Reflexiones a cámara salpicadas por la experiencia de su realizador en un ejercicio con el que cerrar su propio círculo biográfico.

Han pasado diez años desde que ETA anunciara que renunciaba a matar. Lo hizo durante más de cuatro décadas. A algunos de los que estuvieron en sus inicios les bastó ver qué acciones se proponían, cómo se tomaban las decisiones y las consecuencias que estas tenían para alejarse de aquello tan pronto como tomaron conciencia de su falta de lógica, razón y sentido. La que se presentaba como una organización nacionalista, como un impulso político dispuesto a cuanto fuera necesario para liberar a su pueblo de la opresión del franquismo, resultaba ser la viva encarnación del fascismo contra el que decía luchar.

Traidores combina relato y reflexión. Expone la narrativa de determinados pasajes. Qué pasó, qué provocó qué y qué ocurrió a continuación a través de algunos de los que estuvieron allí, de quienes fueron miembros de ETA durante su juventud. Pero lo interesante y valioso son sus exposiciones. La claridad y habilidad con que hilan vivencias y pensamientos no siempre fáciles de sintetizar. La evolución que experimenta su punto de vista, de estar dentro a tomar distancia y acabar posicionándose y visibilizándose claramente en contra. El peso que supone saber que se ha sido parte de ello y la clarividencia que eso les da para ratificarse en sus postulados posteriores, aun recordando la amenaza que esto les supuso tanto para sus propias vidas como para las de los suyos.

Iñaki Viar, Teo Uriarte, Jon Juaristi, Javier Elorrieta, Mikel Azurmendi y Ander Landaburu nos cuentan cómo fue crecer en un país que ni experimentaba ni comprendía qué implica el concepto de democracia. Caldo de cultivo para que el ánimo y la práctica de aquellos que aspiraban a algo supuestamente positivo tornara en violencia, horror y depravación. Un organización hábilmente creadora de una narrativa que les presentaba como luchadores, pero a la que se le acabaron las coartadas cuando España se inició en la democracia. Una espiral totalitaria que no permitía críticos ni aceptaba disidentes, que no toleraba voces contrarias ni concebía otros puntos de vista. Una imposibilidad para el libre ejercicio de la dignidad de muchos, pero también un medio útil para aquellos que con su silencio cómplice se apropiaron de lo que moral, política y socialmente era de todos.

El acierto de Jon Viar, responsable del guión y su dirección, está en su aproximación. Antropológica y psicológica a partes iguales. Quiere y consigue llegar a la raíz del porqué y para qué, en qué hubo y sigue habiendo tras aquel constructo híbrido entre lo social y lo político. Para ello se utiliza a sí mismo -y se recuerda como un adolescente obsesionado por hacer cine y por la actualidad informativa- como sutil hilo conductor de una manera muy inteligente, acertada y lograda.

La premisa es necesitar comprender por qué su propio padre llegó a estar en prisión varios años, por qué perteneció a ETA. Un ejercicio de diálogo de igual a igual, que a su vez le permite algo muy freudiano y complejo, matarle. Se libera de cualquier atisbo de deber y de exigencia de lealtad conociendo cómo su padre y otros amigos y compañeros de generación rompieron el lazo que les unía con una visión y una práctica de la patria tan vacua como destructiva.

10 películas de 2019

Grandes nombres del cine, películas de distintos rincones del mundo, títulos producidos por plataformas de streaming, personajes e historias con enfoques diferentes,…

Cafarnaúm. La historia que el joven Zain le cuenta al juez ante el que testifica por haber denunciado a sus padres no solo es verosímil, sino que está contada con un realismo tal que a pesar de su crudeza no resulta en ningún momento sensacionalista. Al final de la proyección queda clara la máxima con la que comienza, nacer en una familia cuyo único propósito es sobrevivir en el Líbano actual es una condena que ningún niño merece.


Dolor y gloria. Cumple con todas las señas de identidad de su autor, pero al tiempo las supera para no dejar que nada disturbe la verdad de la historia que quiere contar. La serenidad espiritual y la tranquilidad narrativa que transmiten tanto su guión como su dirección se ven amplificadas por unos personajes tan sólidos y férreos como las interpretaciones de los actores que los encarnan.

Gracias a Dios. Una recreación de hechos reales más cerca del documental que de la ficción. Un guión que se centra en lo tangible, en las personas, los momentos y los actos pederastas cometidos por un cura y deja el campo de las emociones casi fuera de su narración, a merced de unos espectadores empáticos e inteligentes. Una dirección precisa, que no se desvía ni un milímetro de su propósito y unos actores soberbios que humanizan y honran a las personas que encarnan.

Los días que vendrán. Nueve meses de espera sin edulcorantes ni dramatismos, solo realismo por doquier. Teniendo presente al que aún no ha nacido, pero en pantalla los protagonistas son sus padres haciendo frente -por separado y conjuntamente- a las nuevas y próximas circunstancias. Intimidad auténtica, cercanía y diálogos verosímiles. Vida, presente y futura, coescrita y dirigida por Carlos Marques-Marcet con la misma sensibilidad que ya demostró en 10.000 km.

Utoya. 22 de julio. El horror de no saber lo que está pasando, de oír disparos, gritos y gente corriendo contado de manera magistral, tanto cinematográfica como éticamente. Trasladándonos fielmente lo que sucedió, pero sin utilizarlo para hacer alardes audiovisuales. Con un único plano secuencia que nos traslada desde el principio hasta el final el abismo terrorista que vivieron los que estaban en esta isla cercana a Oslo aquella tarde del 22 de julio de 2011.

Hasta siempre, hijo mío. Dos familias, dos matrimonios amigos y dos hijos -sin hermanos, por la política del hijo único del gobierno chino- quedan ligados de por vida en el momento en que uno de los pequeños fallece en presencia del otro. La muerte como hito que marca un antes y un después en todas las personas involucradas, da igual el tiempo que pase o lo mucho que cambie su entorno, aunque sea a la manera en que lo ha hecho el del gigante asiático en las últimas décadas.

Joker. Simbiosis total entre director y actor en una cinta oscura, retorcida y enferma, pero también valiente, sincera y honesta, en la que Joaquin Phoenix se declara heredero del genio de Robert de Niro. Un espectador pegado en la butaca, incapaz de retirar los ojos de la pantalla y alejarse del sufrimiento de una mente desordenada en un mundo cruel, agresivo y violento con todo aquel que esté al otro lado de sus barreras excluyentes.

Parásitos. Cuando crees que han terminado de exponerte las diversas capas de una comedia histriónica, te empujan repentinamente por un tobogán de misterio, thriller, terror y drama. El delirio deja de ser divertido para convertirse en una película tan intrépida e inimaginable como increíble e inteligente. Ya no eres espectador, sino un personaje más arrastrado y aplastado por la fuerza y la intensidad que Joon-ho Bong le imprime a su película.

La trinchera infinita. Tres trabajos perfectamente combinados. Un guión que estructura eficazmente los más de treinta años de su relato, ateniéndose a lo que es importante y esencial en cada instante. Una construcción audiovisual que nos adentra en las muchas atmósferas de su narración a pesar de su restringida escenografía. Unos personajes tan bien concebidos y dialogados como interpretados gestual y verbalmente.

El irlandés. Tres horas y medio de auténtico cine, de ese que es arte y esconde maestría en todos y cada uno de sus componentes técnicos y artísticos, en cada fotograma y secuencia. Solo el retoque digital de la postproducción te hace sentir que estás viendo una película actual, en todo lo demás este es un clásico a lo grande, de los que ver una y otra vez descubriendo en cada pase nuevas lecturas, visiones y ángulos creativos sobresalientes.

10 novelas de 2019

Autores que ya conocía y otros que he descubierto, narraciones actuales y otras con varias décadas a sus espaldas, relatos imaginados y autoficción, miradas al pasado, retratos sociales y críticas al presente.

“Juegos de niños” de Tom Perrotta. La vida es una mierda. Esa es la máxima que comparten los habitantes de una pequeña localidad residencial norteamericana tras la corrección de sus gestos y la cordialidad de sus relaciones sociales, la supuesta estabilidad de sus relaciones de pareja y su ejemplar equilibrio entre la vida profesional y la personal. Un panorama relatado con una acidez absoluta, exponiendo sin concesión alguna todo aquello de lo que nos avergonzamos, pero en base a lo que actuamos. Lo primario y visceral, lo egoísta y lo injusto, así como lo que va más allá de lo legal y lo ético.

“Serotonina” de Michel Houellebecq. Doscientas ochenta y ocho páginas sin ganas de vivir, deseando ponerle fin a una biografía con posibilidades que no se han aprovechado, a un balance burgués sin aspecto positivo alguno, a un legado vacío y sin herederos. Pudor cero, misoginia a raudales, límites inexistentes y una voraz crítica contra el modo de vida y el sistema de valores occidental que representan tanto el estado como la sociedad francesa.

«Los pacientes del Doctor García» de Almudena Grandes. La cuarta entrega de los “Episodios de una guerra interminable” hace aún más real el título de la serie. La Historia no son solo las versiones oficiales, también lo son esas otras visiones aún por conocer en profundidad para llegar a la verdad. Su autora le da voz a algunos de los que nunca se han sentido escuchados en esta apasionante aventura en la que logra lo que solo los grandes son capaces de conseguir. Seguir haciendo crecer el alcance y el pulso de este fantástico conjunto de novelas a mitad de camino entre la realidad y la ficción.

“Golpéate el corazón” de Amélie Nothomb. Una fábula sobre las relaciones materno filiales y las consecuencias que puede tener la negación de la primera de ejercer sus funciones. Una historia contada de manera directa, sin rodeos, adornos ni excesos, solo hechos, datos y acción. 37 años de una biografía recogidas en 150 páginas que nos demuestran que la vida es circular y que nuestro destino está en buena medida marcado por nuestro sistema familiar.

«Sánchez” de Esther García Llovet. La noche del 9 al 10 de agosto hecha novela y Madrid convertida en el escenario y el aire de su ficción. Una atmósfera espesa, anclada al hormigón y el asfalto de su topografía, enfangada por un sopor estival que hace que las palabras sean las justas en una narración precisa que visibiliza esa dimensión social -a caballo entre lo convencional y lo sórdido, lo público y lo ignorado- sobre la que solo reparamos cuando la necesitamos.

“Apegos feroces” de Vivian Gornick. Más que unas memorias, un abrirse en canal. Un relato que va más allá de los acontecimientos para extraer de ellos lo que de verdad importa. Las sensaciones y emociones de cada momento y mostrar a través de ellas como se fue formando la personalidad de Vivian y su manera de relacionarse con el mundo. Una lectura con la que su autora no pretende entretener o agradar, sino desnudar su intimidad y revelarse con total transparencia.

“Las madres no” de Katixa Agirre. La tensión de un thriller -la muerte de dos bebés por su madre- combinada con la reflexión en torno a la experiencia y la vivencia de la maternidad por parte de una mujer que intenta compaginar esta faceta en la que es primeriza con otros planos de su persona -esposa, trabajadora, escritora…-. Una historia en la que el deseo por comprender al otro -aquel que es capaz de matar a sus hijos- es también un medio con el que conocerse y entenderse a uno mismo.

“Dicen” de Susana Sánchez Aríns. El horror del pasado no se apagará mientras los descendientes de aquellos que fueron represaliados, torturados y asesinados no sepan qué les ocurrió realmente a los suyos. Una incertidumbre generada por los breves retazos de información oral, el páramo documental y el silencio administrativo cómplice con que en nuestro país se trata mucho de lo que tiene que ver con lo que ocurrió a partir del 18 de julio de 1936.

“El hombre de hojalata” de Sarah Winmann. Los girasoles de Van Gogh son más que un motivo recurrente en esta novela. Son ese instante, la inspiración y el referente con que se fijan en la memoria esos momentos únicos que definimos bajo el término de felicidad. Instantes aislados, pero que articulan la vida de los personajes de una historia que va y viene en el tiempo para desvelarnos por qué y cómo somos quienes somos.

«El último encuentro» de Sándor Márai. Una síntesis sobre los múltiples elementos, factores y vivencias que conforman el sentido, el valor y los objetivos de la amistad. Una novela con una enriquecedora prosa y un ritmo sosegado que crece y gana profundidad a medida que avanza con determinación y decisión hacia su desenlace final. Un relato sobre las uniones y las distancias entre el hoy y el ayer de hace varias décadas.

«La trinchera infinita»

Tres trabajos perfectamente combinados. Un guión que estructura eficazmente los más de treinta años de su relato, ateniéndose a lo que es importante y esencial en cada instante. Una construcción audiovisual que nos adentra en las muchas atmósferas de su narración a pesar de su restringida escenografía.  Unos personajes tan bien concebidos y dialogados como interpretados gestual y verbalmente.

Desde 1936 hasta 1969, desde la barbarie de un alzamiento que arrasó con todo el que no acatara ni encarnara lo nuevos principios hasta la consolidación de un régimen que se erigió -gracias a su rodillo fascista y nacionalcatólico- en adalid de la justicia y la moral. Más de tres décadas de evolución de España, de la asfixia a la que se vieron sometidos los perdedores que no consiguieron huir, sintetizadas con sumo acierto en una película que hace de cada espectador un testigo tan privilegiado de la especial relación e historia de supervivencia de Higinio y Rosa como, al igual que ellos, un condenado al silencio y el ostracismo.

La trinchera infinita nos lleva desde el desconcierto, la ansiedad y el pánico inicial, al miedo, la angustia y la desesperación posterior para tras la apatía, la pasividad y el desasosiego siguiente desembocar en una interrogante, una incertidumbre y un anhelo que no son solo propios de ese momento, sino también acumulativos de lo visto, escuchado y sentido con anterioridad. Así pasan los años en la pantalla y en las vidas de un concejal republicano declarado prófugo y escondido en su propia casa, y de su mujer, una joven mancillada, vigilada y siempre coaccionada por el caciquismo de una dictadura que primero se valió de la fuerza bruta, después de las ilusiones del materialismo y posteriormente de las posibilidades del capitalismo para asegurarse el control y la servidumbre de sus ciudadanos.

Todo ello materializado en imágenes, sonidos y emociones que los también directores de Loreak y Handia construyen de manera casi artesanal, haciendo que cada elemento sea el preciso, que queden perfectamente combinados y secuenciados provocando un resultado sublime, excelso. Ese que deja huella simultánea tanto en la mente (la narración de la sinrazón) y el corazón (la exposición del sufrimiento), como en el estómago (el relato de la injusticia).

Como soporte un guión que en ningún momento elude sus estrecheces -la cámara y la casa en la que permaneció Higinio encerrado- pero que convierte su dificultad en virtud, manejando con sobriedad los límites físicos de su reducido y subjetivo punto de vista y alternándolo equilibradamente con la vivencia de su psique. Una escritura que integra la evolución conjunta e individual, unas veces complementaria otras distanciada, de la pareja protagonista, y las vías de comunicación, relación e influencia entre la seguridad del lugar de auto encarcelamiento, la protección de la casa-prisión y la potencial amenaza, siempre presente, del exterior.

Una alerta que dentro y fuera de la pantalla se vive con los mil ojos, sensores cutáneos y perceptores mentales con que Antonio de la Torre y Belen Cuesta les encarnan. Dos interpretaciones entregadas, redondas, perfectas en su misión y objetivo, llenar la pantalla de lo que les ocurre y de la naturalidad y la esquizofrenia, a partes iguales, con que lo viven. Pero al tiempo, por su propio saber hacer y por el de sus directores, no abarcan el total de la proyección, sino que dejan espacio para la invisibilidad del horror cotidiano en el que se vieron sumidos todos los arrasados por la máquina de guerra del franquismo entre 1936 y 1975.  

«Los pacientes del doctor García» de Almudena Grandes

La cuarta entrega de los “Episodios de una guerra interminable” hace aún más real el título de la serie. La Historia no son solo las versiones oficiales, también lo son esas otras visiones aún por conocer en profundidad para llegar a la verdad. Almudena Grandes le da voz a algunos de los que nunca se han sentido escuchados en esta apasionante aventura en la que logra lo que solo los grandes son capaces de conseguir. Seguir haciendo crecer el alcance y el pulso de este fantástico conjunto de novelas a mitad de camino entre la realidad y la ficción.

LosPacientesDelDoctorGarcia.jpg

El bando nacional contó con la participación activa de las potencias del Eje para ganar la Guerra Civil. Y aunque nunca se reconoció oficialmente, la Alemania nazi y la Italia fascista se vieron apoyadas por Franco tanto durante la II Guerra Mundial como tras su derrota. Una afirmación que se sostiene en episodios conocidos -la División Azul- y otros muchos aún por divulgarse para que tengamos una imagen más real de aquel tiempo en que España convirtió su territorio, sin necesidad de levantar muros, en una gran cárcel para sus muchos millones de habitantes. Una oscuridad a la que le pone luz Los pacientes del Doctor García y su exposición de cómo Madrid se convirtió en destino y/o ciudad de paso para algunos de los exaltados de la raza aria que huyeron de su país natal tras la victoria de los aliados.

Grandes lo hace combinando la autenticidad de la Historia -los hechos reales sustentados en fechas, lugares y nombres propios- con la de las personas -los objetivos, las emociones y las relaciones-. Ambas dimensiones se funden en el extraordinario caudal de su narración, un fluir en el que su prosa se adentra por cuantos lugares geográficos y temporales sea necesario para integrar de manera plena los contextos que van más allá de los personajes y las vivencias que conforman sus personalidades. De esta manera consigue que su historia no sea algo pasado, sino un hecho presente y profundamente vivencial que va tomando forma a medida que se desarrollan las aventuras y desventuras de los muchos hombres y mujeres que la habitan, llevándola por un camino incierto que se siente aún por escribir y que no saben si es en la dirección correcta.

Sin ocultar lo que es imaginación ni adjetivar calificativamente lo real, Almudena vehicula con su excelente prosa lo que no sabemos cómo sucedió exactamente en unos protagonistas totalmente verosímiles. Y lo son por la riqueza con que son presentados y contextualizados, por la precisión con que se describen sus pensamientos y acciones, y por la coherencia con que se les sigue (en España, Alemania, Rusia, Suiza o Argentina), retrata y explica tanto su rol como su aportación a lo largo de las varias décadas que transcurren en Los pacientes del Doctor García.

Un título que no solo prorroga el relato de los anteriores episodios (Inés y la alegría, El lector de Julio Verne y Las tres bodas de Manolita), sino que enriquece la labor divulgativa que se realiza a través de todos ellos. Un ejercicio de memoria histórica honroso con los que vivieron aquellos tiempos tan difíciles, y una propuesta literaria muy instructiva para los que nacimos en años posteriores y a los que se nos ha contado bien poco de aquellos entonces.

Los pacientes del Doctor García, Almudena Grandes, 2017, Tusquets Editores.

10 novelas de 2018

Títulos publicados tanto a lo largo de los últimos meses como en años anteriores. Autores españoles y residentes en EE.UU. Recuerdos de la infancia, frescos históricos, crónicas sobre el amor y el desamor y denuncias de la injusticia y la desigualdad.

10Novelas2018.jpg

«V y V. Violación y venganza» de Pilar Bellver. Con la estructura y el desarrollo tranquilo y de amplio alcance de los clásicos de la literatura del XIX a los que hace referencia, uniéndole una profunda exposición de sus personajes protagonistas a través de unos diálogos –conversados, redactados a mano o tecleados como e-mail- escritos de manera maestra. La historia de dos hermanas de apellido noble a lo largo de un tiempo –desde la pequeña España de los 80 hasta el mundo global del s. XXI- bajo el eterno freno y la pesada sombra del siempre omnipresente yugo invisible del heteropatriarcado.

vyvportada

«Sol poniente» de Antonio Fontana. Volver la mirada a la Málaga de cuando se era niño para dejar aflorar los recuerdos de aquellos años en que se forjó nuestra identidad. Un ejercicio de intimidad en el que las palabras son el medio para llegar a las sensaciones que se quedaron grabadas en la piel, las verdaderas protagonistas de esta delicada novela. Un relato auténtico, que desprende nostalgia con simpatía y buen humor pero sin añoranzas sentimentales, celebrando que somos el resultado de quienes fuimos y de cuanto nos aconteció.

SolPoniente

«Las tres bodas de Manolita» de Almudena Grandes. Con su habitual saber hacer literario, Grandes desarrolla una serie de tramas en las que los acontecimientos históricos se combinan a la perfección con los dramas personales de sus protagonistas. El tercer episodio de su saga sobre el conflicto interminable que fue la Guerra Civil es una novela que nos permite conocer cómo era la vida de aquellos que intentaron mantener la ilusión a pesar de haber sido derrotados por el fascismo y continuar torturados por el franquismo.

LasTresBodasDeManolita

“El invitado amargo” de Vicente Molina Foix y Luis Cremades. El recuerdo del amor vivido visto con la perspectiva de las tres décadas transcurridas desde entonces. Del ímpetu, el desconocimiento y la experimentación de los que se inician como adultos al reposo, la retirada y el balance de los ya instalados en la madurez. Un intercambio folletinesco con dos voces narradoras, capítulos escritos por separado que enfrentan y complementan dos puntos de vista sobre un enamoramiento difuso y una relación que nunca terminó de cuajar pero que tampoco llegó a disolverse.

ElInvitadoAmargo

“Llámame por tu nombre” de André Aciman. Una lograda expresión del deseo y la pasión a los diecisiete años. Una narración obsesiva que quiere entender lo que está sucediendo, anárquica en su búsqueda de palabras con las que expresarse, desesperada por convertirlas en hechos que hagan que las emociones individuales se conviertan en sensaciones compartidas. Una historia guiada por el latido del corazón y el impulso de la libido de sus protagonistas.

LlamamePorTuNombre

“Un incendio invisible” de Sara Mesa. La bancarrota y hecatombe de Detroit le inspiran a Sara Mesa una historia sobre una ciudad apocalíptica en la que no quedan más que personas abandonadas o sin lugar al que ir. Una urbe en la que todo lo que conforma nuestro modelo de bienestar alcanza tal nivel de degradación que peligra hasta la convivencia y el carácter humano de las personas. Una inteligente y sugerente ficción que juega con logrado acierto a exponer, sin enjuiciar, la deriva moral de lo que está relatando.

UnIncendioInvisible

“Lecciones de abstinencia” de Tom Perrotta. A caballo entre la sátira y un despiadado realismo, esta novela muestra el control que el fundamentalismo religioso pretende tener de todo individuo convirtiendo su vida privada -el sexo, el consumo o los hábitos lúdicos- en un continuo campo de batalla. Un sarcástico retrato de la clase media estadounidense y de la decadencia de su modelo de sociedad, de su falta de cohesión, de sus endebles valores y de su falta de rumbo.

LeccionesDeAbstinencia

“Middlesex” de Jeffrey Eugenides. Varias buenas novelas en una única y genial. Un muy bien guiado recorrido por el mundo global que va de los conflictos entre Turquía y Grecia tras la I Guerra Mundial al Berlín posterior a la reunificación alemana pasando por el EE.UU. acogedor de miles de refugiados en los años 30 hasta la extensión del movimiento hippie en los 70. Dentro de él una saga familiar que aúna a la perfección lo antropológico y lo sociológico con lo vivencial y lo emocional. Y también un relato valiente, pedagógico, sensible y acertado sobre la verdad y la realidad de la intersexualidad.

Middlesex

“Honrarás a tu padre” de Gay Talese. Excelente crónica publicada en 1971, entre la ficción literaria y la objetividad periodística, sobre la evolución de la Mafia en la ciudad de Nueva York –y sus ramificaciones en otras partes de EE.UU.- en la que las influencias y las luchas de poder se combinan con la vida personal y familiar de Bill Bonanno. Un sobresaliente retrato de las raíces, las motivaciones y los fines de aquellos que hacían de la ilegalidad –cuando no, la criminalidad- las coordenadas en las que desarrollaban sus trayectorias vitales.

HonrarasATuPadre

“Haz memoria” de Gema Nieto. La historia de tres generaciones de mujeres que es también la no contada de muchas familias de nuestro país. De un tiempo aun convulso que pide volver a él para calmar los asuntos pendientes, para darle luz a aquellos pasajes vividos a escondidas y después condenados al olvido. Una sentencia de negación que anuló el futuro de los que sobrevivieron y lastró a sus descendientes.

HazMemoria