En español y en inglés. Retratando el tiempo en que fueron escritos, mirando atrás en la historia o alegorizando a partir de ella. Protagonistas que antes fueron secundarios, personas que piden no ser ocultados por sus personajes y ciudadanos anónimos a los que se les da voz. Ficciones que nos ayudan a imaginar y a soñar, y también a ir más allá de lo establecido y teóricamente posible.
“Usted también podrá disfrutar de ella” de Ana Diosdado. Exposición sobre la cara oculta del periodismo, la avaricia y la crueldad con que entroniza y defenestra a las personas de las que se sirve para pautar la actualidad e influir en la opinión pública. Personajes oscuros, entrelazados en una historia sobre las esperanzas personales y los sueños profesionales, que va y viene en el tiempo para indagar en cuanto la condiciona hasta sorprender con su redondo final.
“Recordando con ira” de John Osborne. Terremoto de rabia, desprecio y humillación. Personajes anclados en la eclosión, la incapacidad y la incompetencia emocional. Diálogos ácidos, hirientes y mordaces. Y tras ellos una construcción de caracteres sólida, con profundidad biográfica y conductual; escenas intensas con atmósferas opresivas muy bien sostenidas; y un planteamiento narrativo y retórico que indaga en la razón, el modo y las consecuencias de semejante manera de ser y relacionarse.
“La coartada” de Fernando Fernán Gómez. El esplendor de la Florencia de los Medici y su conflicto con la Roma papal. Un complot organizado por una familia vecina y la institución católica para acabar con la vida de los hermanos Lorenzo y Julián. Un folletín en el que su autor maneja con acierto la deconstrucción temporal, la simbiosis entre la fe y la corrupción y la distancia entre la pasión terrenal y el anhelo de la elevación espiritual.
«Un soñador para un pueblo» de Antonio Buero Vallejo. Sólida recreación histórica que nos traslada al momento político y social en que tuvo lugar el famoso motín de Esquilache. Una dramaturgia perfectamente estructurada que recrea el ambiente y los escenarios madrileños de aquel 23 de marzo de 1766. Diálogos excelentes que reflejan el carácter y las trayectorias personales de sus protagonistas en tramas que aúnan lo terrenal y lo aspiracional.
«Don´t drink the water» de Woody Allen. Antes que director de cine, Allen es un buen escritor y esta obra teatral estrenada en 1966 es una muestra de ello. Parte de una trama principal bien planteada de la que surgen varias secundarias habitadas por unos personajes aparentemente realistas, pero con unos comportamientos y unas respuestas tan absurdas como ingeniosas. Y aunque muchos de sus guiños son referencias muy concretas al momento en que fue escrita, su sentido del humor sigue funcionando.
“El chico de la última fila” de Juan Mayorga. Vuelta de tuerca a la metaliteratura, y al género del realismo, atravesada por la lógica de las matemáticas y la búsqueda continua de respuestas de la filosofía. Planos en los que se entrecruzan la observación del fluir de la vida, la implicación emocional con su devenir y la distancia juiciosa de la racionalidad. Escenas, diálogos y personajes perfectamente definidos, trazados, relacionados y concluidos.
“Peter and Alice” de John Logan. El niño del país de nunca jamás y la niña del de las maravillas. Personajes literarios que se inspiraron en personas reales que vivieron siempre bajo esa impronta y que, ya como un hombre de 30 años y una mujer de casi 80, se conocieron un día de 1932 en la trastienda de una librería de Londres. Un encuentro verdad y una conversación imaginada por John Logan en la que se contraponen los recuerdos como adultos con las ilusiones infantiles.
«Anillos para una dama» de Antonio Gala. Emocionalidad a raudales en un texto que expone el uso que la Historia hace de determinadas personas para apuntalar a sus protagonistas. Un intratexto que critica la ficción de uno de los mitos de la identidad española. Un personaje principal que encarna el anhelo de que en las relaciones humanas primen los sentimientos sobre las exigencias sociales.
“En mitad de tanto fuego” de Alberto Conejero. Monólogo en el que la universalidad de la Ilíada queda unida a los muchos frenos que el hoy pone al amor, a la paz y al deseo. Lirismo dotado de una fuerza que mueve su narrativa desde la acción hasta la revelación de la más profunda intimidad. Palabras escogidas con precisión y significados manejados con certeza, generando emociones que perduran tras su lectura.
“Supernormales” de Esther Carrodeguas. Acertadamente reivindicativa y desvergonzadamente incorrecta. Plantea preguntas sin ofrecer respuestas perfectas en torno a la discapacidad y la sexualidad, dos filtros con que negamos la voz en nuestra insistencia por ocultar con dogmas las necesidades emocionales. Retrato ácido y socarrón, crítico y mordaz, alejado de sentencias y que da en la clave de la respuesta, antes que qué hay que hacer, está el para quién.