«Cuando deje de llover» de Andrew Bovell

Cuatro generaciones de una familia unidas por algo más que lo biológico, por acontecimientos que están fuera de su conocimiento y control. Una historia estructurada a golpe de espejos y versiones de sí misma en la que las casualidades son causalidades y nos plantan ante el abismo de quiénes somos y las herencias de los asuntos pendientes. Personajes con hondura y solidez y situaciones que intrigan, atrapan y choquean a su lector/espectador.

No se llega a todo y Cuando deje de llover pasó por la cartelera del Teatro Español en 2014 y 2015 no encontré el momento de verla. Pero conservaba en mi memoria algunos entrecomillados de prensa y el boca a boca de entonces, hasta que el azar ha hecho que llegara a mis manos el texto de Andrew Bovell. Lo inicié con el prejuicio de dar por sentado que me iba a gustar. Si días atrás había salido encantado de Tribus, el último montaje de Julián Fuentes Reta, no me iba a pasar menos con el libreto de este título que también dirigió él. Lo que no me esperaba era verme envuelto en una atmósfera tan sensible y dolorosa como llena de amor y deseo de amor en su contenido, así como sugerente y poética en su propuesta escenográfica.

Desde 1958 en Londres hasta 2039 en Alice Springs, el título deja bien claro lo que sucede durante casi todas las escenas, cargándolas de una plasticidad que Bovell propone no solo para dotarlas de simbolismo, sino para darle base e hilo conductor a su acción. Ejerce, junto con otros recursos -como el comer sopa de pescado o determinadas sentencias- de déjà vu, estructurando su relato y sintetizando cómo el destino hace de las suyas uniéndonos más por los silencios, las ausencias y los vacíos que por lo explicitado con palabras, lo pactado de mutuo acuerdo y lo asumido conscientemente.

Los vínculos entre matrimonios (y su incomunicación), hijos (y su sensación de abandono), hermanos (que no se recuerdan) y parejas (que no tienen claro qué les une) quedan establecidos antes de ser explicitados, tanto en el mismo nivel temporal como entre generaciones, estableciendo una línea que no solo vincula, sino que liga en una misma actitud y proceder ante la vida a un matrimonio londinense con su bisnieto en el centro de Australia. Una conexión que se da en lo nuclear, su identidad, y en lo circunstancial, aquello en lo que fijan su atención y que sirve como alegoría de sus valores, motivaciones e interrogantes. He ahí Diderot y su pensamiento de que el hombre es responsable de su destino, las nevadas del verano de 1816, la entrada de los tanques soviéticos en Praga en 1968 o un futuro en el que el aumento del nivel del mar habrá hecho de las suyas.

Diálogos de frases cortas y situaciones en las que la tensión parece condensarse hasta materializarse. Escenas y monólogos cargados con gran fuerza emocional, tanto explícitamente como entre líneas. Una constelación familiar y un trama argumental con giros que demuestran que lo imposible es posible. Acontecimientos de los que sus protagonistas queda tan rehén como sus lectores/espectadores, los primeros por desconocer qué ocurre y los segundos por tener la imagen completa de la historia de la que forman parte. Como tantas otras propuestas (pienso en autores también de lengua inglesa como Tennessee Williams, Arthur Miller, Tracy Letts o Edward Albee), teatro catártico, duro, difícil e incómodo, pero humanamente necesario y sanador.

Cuando deje de llover, Andrew Bovell, 2008, Teatro Español.

2 comentarios en “«Cuando deje de llover» de Andrew Bovell

  1. Pingback: 10 textos teatrales de 2020 | lucasfh1976

  2. Pingback: 23 de abril, un año de lecturas | lucasfh1976

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s