Archivo de la etiqueta: Literatura

10 novelas de 2022

Títulos póstumos y otros escritos décadas atrás. Autores que no conocía y consagrados a los que vuelvo. Fantasías que coquetean con el periodismo e intrigas que juegan a lo cinematográfico. Atmósferas frías y corazones que claman por ser calefactados. Dramas hondos y penosos, anclados en la realidad, y comedias disparatadas que se recrean en la metaliteratura. También historias cortas en las que se complementan texto e ilustración.

«Léxico familiar» de Natalia Ginzburg. Echar la mirada atrás y comprobar a través de los recuerdos quién hemos sido, qué sucedió y cómo lo vivimos, así como quiénes nos acompañaron en cada momento. Un relato que abarca varias décadas en las que la protagonista pasa de ser una niña a una mujer madura y de una Italia entre guerras que cae en el foso del fascismo para levantarse tras la II Guerra Mundial. Un punto de vista dotado de un auténtico –pero también monótono- aquí y ahora, sin la edición de quien pretende recrear o reconstruir lo vivido.

“La señora March” de Virginia Feito. Un personaje genuino y una narración de lo más perspicaz con un tono en el que confluyen el drama psicológico, la tensión estresante y el horror gótico. Una historia auténtica que avanza desde su primera página con un sostenido fuego lento sorprendiendo e impactando por su capacidad de conseguir una y otra vez nuevas aristas en la personalidad y actuación de su protagonista.

«Obra maestra» de Juan Tallón. Narración caleidoscópica en la que, a partir de lo inconcebible, su autor conforma un fresco sobre la génesis y el sentido del arte, la formación y evolución de los artistas y el propósito y la burocracia de las instituciones que les rodean. Múltiples registros y un ingente trabajo de documentación, combinando ficción y realidad, con los que crea una atmósfera absorbente primero, fascinante después.

«Una habitación con vistas» de E.M. Forster. Florencia es la ciudad del éxtasis, pero no solo por su belleza artística, sino también por los impulsos amorosos que acoge en sus calles. Un lugar habitado por un espíritu de exquisitez y sensibilidad que se materializa en la manera en que el narrador de esta novela cuenta lo que ve, opina sobre ello y nos traslada a través de sus diálogos las correcciones sociales y la psicología individual de cada uno de sus personajes.

“Lo que pasa de noche” de Peter Cameron. Narración, personajes e historia tan fríos como desconcertantes en su actuación, expresión y descripción. Coordenadas de un mundo a caballo entre el realismo y la distopía en el que lo creíble no tiene porqué coincidir con lo verosímil ni lo posible con lo demostrable. Una prosa que inquieta por su aspereza, pero que, una vez dentro, atrapa por su capacidad para generar una vivencia tan espiritual como sensorial.

“Small g: un idilio de verano” de Patricia Highsmith. Damos por hecho que las ciudades suizas son el páramo de la tranquilidad social, la cordialidad vecinal y la práctica de las buenas formas. Una imagen real, pero también un entorno en el que las filias y las fobias, los desafectos y las carencias dan lugar a situaciones complicadas, relaciones difíciles y hasta a hechos delictivos como los de esta hipnótica novela con una atmósfera sin ambigüedades, unos personajes tan anodinos como peculiares y un homicidio como punto de partida.

“El que es digno de ser amado” de Abdelá Taia. Cuatro cartas a lo largo de 25 años escritas en otros tantos momentos vitales, puntos de inflexión en la vida de Ahmed. Un viaje epistolar desde su adolescencia familiar en su Salé natal hasta su residencia en el París más acomodado. Una redacción árida, más cercana a un atestado psicológico que a una expresión y liberación emocional de un dolor tan hondo como difícil de describir.

“Alguien se despierta a medianoche” de Miguel Navia y Óscar Esquivias. Las historias y personajes de la Biblia son tan universales que bien podrían haber tenido lugar en nuestro presente y en las ciudades en las que vivimos. Más que reinterpretaciones de textos sagrados, las narraciones, apuntes e ilustraciones de este “Libro de los Profetas” resultan ser el camino contrario, al llevarnos de lo profano y mundano de nuestra cotidianidad a lo divino que hay, o podría haber, en nosotros.

“Todo va a mejorar” de Almudena Grandes. Novela que nos permite conocer el proceso de creación de su autora al llegarnos una versión inconclusa de la misma. Narración con la que nos ofrece un registro diferente de sí misma, supone el futuro en lugar de reflejar el presente o descubrir el pasado. Argumento con el que expone su visión de los riesgos que corre nuestra sociedad y las consecuencias que esto supondría tanto para nuestros derechos como para nuestro modelo de convivencia.

“Mi dueño y mi señor” de François-Henri Désérable. Literatura que juega a la metaliteratura con sus personajes y tramas en una narración que se mira en el espejo de la historia de las letras francesas. Escritura moderna y hábil, continuadora y consecuencia de la tradición a la par que juega con acierto e ingenio con la libertad formal y la ligereza con que se considera a sí misma. Lectura sugerente con la que descubrir y conocer, y también dejarse atrapar y sorprender.

“Mi dueño y mi señor” de François-Henri Désérable

Literatura que juega a la metaliteratura con sus personajes y tramas en una narración que se mira en el espejo de la historia de las letras francesas. Escritura moderna y hábil, continuadora y consecuencia de la tradición a la par que juega con acierto e ingenio con la libertad formal y la ligereza con que se considera a sí misma. Lectura sugerente con la que descubrir y conocer, y también dejarse atrapar y sorprender.

Hay muchas formas de amor: el maternofilial, el fraternal, el amistoso, el de pareja… Las señales para comprobar su existencia son múltiples, como la comunicación, la complicidad y la comprensión entre los afectados. Pero también es cierto que, cuando no está bien cimentado y vehiculado, cuando no se llega a él de una manera libre, autónoma y equilibrada, el amor perjudica seriamente la salud. Podemos encontrar múltiples ejemplos de ello a nuestro alrededor y a lo largo de la historia, como la relación que mantuvieron Verlaine y Rimbaud, poetas francesas, que devino en tragedia armada el nueve de julio de 1873. Suceso pasional, momento lírico y anécdota humana a partir de la cual Désérable construye un relato que aúna su conocimiento de los nombres y evolución de la literatura francesa y su dominio de las técnicas y métricas de la construcción poética, con su sagaz análisis de la conducta humana y su muy peculiar y ácido sentido del humor.

Mi dueño y mi señor está articulado en torno a dos planos, el temporal y el de la percepción. En el primero complementa el presente, en el que un juez toma declaración a un testigo de un tiroteo, con el pasado que va conociendo a medida que su interrogado le cuenta cómo derivó en semejante suceso la relación de dos de sus mejores amigos, Tina y Vasco. Y en el segundo aúna realidad, imaginación y versos. La versión de quien fuera confesor de ambos conformada por lo que vivió y escuchó de primera mano, lo que le confiaron y lo que supone de los instantes en que ni estuvo ni le contaron. Súmese a ello lo que se deduce de lo manuscrito por Vasco en el cuaderno que la autoridad judicial tiene en su mesa y que le sirve para articular la cronología relacional y emocional, psicológica y psiquiátrica, de su objeto de investigación.

El Gran Premio de la Academia Francesa de 2021 podía haber escrito una novela académica y erudita, revela estar más que de sobra habilitado para ello. Pero ha optado por algo más atrevido y es dar forma a una historia que, sin alejarse de lo supuestamente íntimo y mágico del amor, se toma a guasa su relato y vulgariza su materialización. Se sirve para ello del universo de las letras, amalgamando los interiores del funcionamiento de la Biblioteca Nacional de su país y lo expresado en sus poesías y narraciones por autores como Apollinaire y Stendhal, con hasta donde pueden llevar la obsesión, el misticismo y la identificación con ficciones en las que nunca está claro donde acaba la verdad, sigue la recreación y continúa la ilusión.  

François-Henri es, además, capaz de darle a su drama y comedia una dimensión de thriller con giros argumentales, angustias y excesos físicos y psicológicos, erotismo y existencialismo, pero sin caer nunca en el desborde de la gratuidad y la vacuidad. Y suena fresco y ágil, divertido y recurrente, por sus frases cortas evocadoras de la escritura teatral y la digital, así como los párrafos en que aúna prosa y diálogos de uno o varios personajes. Así, y de la misma manera que su título evoca y sintetiza lo que amalgaman sus páginas, Mi dueño y mi señor significa también lo que esta novela acaba suponiendo para su lector.

Mi dueño y mi señor, François-Henri Désérable, 2021 (2022 en español), Editorial Cabaret Voltaire.

10 ensayos de 2021

Reflexión, análisis y testimonio. Sobre el modo en que vivimos hoy en día, los procesos creativos de algunos autores y la conformación del panorama político y social. Premios Nobel, autores consagrados e historiadores reconocidos por todos. Títulos recientes y clásicos del pensamiento.

“La sociedad de la transparencia” de Byung-Chul Han. ¿Somos conscientes de lo que implica este principio de actuación tanto en la esfera pública como en la privada? ¿Estamos dispuestos a asumirlo? ¿Cuáles son sus beneficios y sus riesgos?  ¿Debe tener unos límites? ¿Hemos alcanzado ya ese estadio y no somos conscientes de ello? Este breve, claro y bien expuesto ensayo disecciona nuestro actual modelo de sociedad intentando dar respuesta a estas y a otras interrogantes que debiéramos plantearnos cada día.

“Cultura, culturas y Constitución” de Jesús Prieto de Pedro. Sea como nombre o como adjetivo, en singular o en plural, este término aparece hasta catorce veces en la redacción de nuestra Carta Magna. ¿Qué significado tiene y qué hay tras cada una de esas menciones? ¿Qué papel ocupa en la Ley Fundamental de nuestro Estado de Derecho? Este bien fundamentado ensayo jurídico ayuda a entenderlo gracias a la claridad expositiva y relacional de su análisis.

“Voces de Chernóbil” de Svetlana Alexévich. El previo, el durante y las terribles consecuencias de lo que sucedió aquella madrugada del 26 de abril de 1986 ha sido analizado desde múltiples puntos de vista. Pero la mayoría de esos informes no han considerado a los millares de personas anónimas que vivían en la zona afectada, a los que trabajaron sin descanso para mitigar los efectos de la explosión. Individuos, familias y vecinos engañados, manipulados y amenazados por un sistema ideológico, político y militar que decidió que no existían.

«De qué hablo cuando hablo de correr» de Haruki Murakami. “Escritor (y corredor)” es lo que le gustaría a Murakami que dijera su epitafio cuando llegue el momento de yacer bajo él. Le definiría muy bien. Su talento para la literatura está más que demostrado en sus muchos títulos, sus logros en la segunda dedicación quedan reflejados en este. Un excelente ejercicio de reflexión en el que expone cómo escritura y deporte marcan tanto su personalidad como su biografía, dándole a ambas sentido y coherencia.

“¿Qué es la política?” de Hannah Arendt. Pregunta de tan amplio enfoque como de difícil respuesta, pero siempre presente. Por eso no está de más volver a las reflexiones y planteamientos de esta famosa pensadora, redactadas a mediados del s. XX tras el horror que había vivido el mundo como resultado de la megalomanía de unos pocos, el totalitarismo del que se valieron para imponer sus ideales y la destrucción generada por las aplicaciones bélicas del desarrollo tecnológico.

“Identidad” de Francis Fukuyama. Polarización, populismo, extremismo y nacionalismo son algunos de los términos habituales que escuchamos desde hace tiempo cuando observamos la actualidad política. Sobre todo si nos adentramos en las coordenadas mediáticas y digitales que parecen haberse convertido en el ágora de lo público en detrimento de los lugares tradicionales. Tras todo ello, la necesidad de reivindicarse ensalzando una identidad más frentista que definitoria con fines dudosamente democráticos.

“El ocaso de la democracia” de Anne Applebaum. La Historia no es una narración lineal como habíamos creído. Es más, puede incluso repetirse como parece que estamos viviendo. ¿Qué ha hecho que después del horror bélico de décadas atrás volvamos a escuchar discursos similares a los que precedieron a aquel desastre? Este ensayo acude a la psicología, a la constatación de la complacencia institucional y a las evidencias de manipulación orquestada para darnos respuesta.

“Guerra y paz en el siglo XXI” de Eric Hobsbawm. Nueve breves ensayos y transcripciones de conferencias datados entre los años 2000 y 2006 en los que este historiador explica cómo la transformación que el mundo inició en 1989 con la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la URSS no estaba dando lugar a los resultados esperados. Una mirada atrás que demuestra -constatando lo sucedido desde entonces- que hay pensadores que son capaces de dilucidar, argumentar y exponer hacia dónde vamos.

“La muerte del artista” de William Deresiewicz. Los escritores, músicos, pintores y cineastas también tienen que llegar a final de mes. Pero las circunstancias actuales no se lo ponen nada fácil. La mayor parte de la sociedad da por hecho el casi todo gratis que han traído internet, las redes sociales y la piratería. Los estudios universitarios adolecen de estar coordinados con la realidad que se encontrarán los que decidan formarse en este sistema. Y qué decir del coste de la vida en las ciudades en que bulle la escena artística.

«Algo va mal» de Tony Judt. Han pasado diez años desde que leyéramos por primera vez este análisis de la realidad social, política y económica del mundo occidental. Un diagnóstico certero de la desigualdad generada por tres décadas de un imperante y arrollador neoliberalismo y una silente y desorientada socialdemocracia. Una redacción inteligente, profunda y argumentada que advirtió sobre lo que estaba ocurriendo y dio en el blanco con sus posibles consecuencias.

“Cultura, culturas y Constitución” de Jesús Prieto de Pedro

Sea como nombre o como adjetivo, en singular o en plural, este término aparece hasta catorce veces en la redacción de nuestra Carta Magna. ¿Qué significado tiene y qué hay tras cada una de esas menciones? ¿Qué papel ocupa en la Ley Fundamental de nuestro Estado de Derecho? Este bien fundamentado ensayo jurídico ayuda a entenderlo gracias a la claridad expositiva y relacional de su análisis.

¿A qué se refiere nuestra Constitución cada vez que hace referencia a la “cultura”? Sobre todo, teniendo en cuenta el uso polisémico con que maneja el término. ¿Qué derechos y deberes implican cada uno de los sentidos y significados agrupados bajo este vocablo considerando los antecedentes y los propósitos con que nuestro país proclamó esta ley de leyes en 1978?

Valga como ejemplo su preámbulo. En él se habla de “los españoles y los pueblos de España”, de “sus culturas” y “el progreso de la cultura”, lo que hace que tengamos que recurrir a la antropología para comprender cada uno de los conceptos referidos. Simplificando mucho, podríamos considerar cultura todo aquello que surge de las capacidades de los hombres, que articula sus relaciones como grupo que convive y que transmite como legado que las siguientes generaciones desarrollarán y harán evolucionar . Colectividades identificables por utilizar una lengua propia, por estar enmarcadas en una geografía que haya ejercido de frontera natural, por haberse orientado hacia unas determinadas influencias… Originarias de un tiempo en que existía más el poder que la administración política y con las que esta ha chocado en multitud de ocasiones desde su génesis.

Especialmente desde que este sistema de gestión derivó en el siglo XIX en la creación y consolidación de la entidad “nación”,  y que rara vez surgió como evolución natural de un pueblo, sino como un ensamblaje, suma o agregado de estos. En muchas ocasiones el resultado no fue una convivencia de estos, sino la asunción de la “cultura” del grupo mayoritario como la propia e identificadora de la nación. Situación de la que se aleja nuestra Constitución reconociendo la existencia en España de distintos pueblos, nacionalidades, culturas y lenguas, que deben cuidarse y fomentarse, pero subrayando al tiempo que existe una lengua y una cultura que nos une a todos los españoles como resultado del diálogo, la convivencia y los intercambios en multitud de aspectos y facetas de la vida.

Ahora bien, ¿se puede concretar qué compone nuestra cultura? Esta está marcada por muchos aspectos (económicos, sociales, políticos), pero se impone delimitar qué se encuentra bajo su paraguas terminológico para así protegerlo e incentivarlo adecuadamente. Aunque en ningún momento esté explicitado de tal manera, si nos atenemos al artículo 20.1.b de la Constitución, la cultura está formada por las manifestaciones literarias, artísticas, científicas y técnicas tanto pasadas (siendo entonces consideradas como patrimonio) como presentes (fomentando su conocimiento, divulgación y estudio) y futuras (a partir de la creación actual).

A su vez, el derecho de acceso a la cultura, recogido en el artículo 44, ha de ser facilitado -pero nunca marcando sus contenidos- por la acción de la administración central y las CC.AA., al ser esta una competencia compartida entre ambos niveles ejecutivos. Una labor imbricada con otros derechos fundamentales con los que proporcionar entidad y autonomía a los individuos y facilitar, a la par, que funcionemos como sociedad. He ahí el derecho a la educación, a la libertad de cátedra o a la libertad de expresión en la creación, pero con límites como el derecho al honor, a la intimidad o la protección de la infancia. Ideas quizás excesivamente simplificadas en esta redacción, pero que indica mucho de lo que se puede entender, aprender y comprender leyendo a De Pedro y teniendo este ensayo como un libro de consulta al que volver una y otra vez.

Cultura, culturas y constitución, Jesús Prieto De Pedro, 1992, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

10 novelas de 2020

Publicadas este año y en décadas anteriores, ganadoras de premios y seguro que candidatas a próximos galardones. Historias de búsquedas y sobre la memoria histórica. Diálogos familiares y continuaciones de sagas. Intimidades epistolares y miradas amables sobre la cotidianidad y el anonimato…

“No entres dócilmente en esa noche quieta” de Rodrigo Menéndez Salmón. Matar al padre y resucitarlo para enterrarlo en paz. Un sincero, profundo y doloroso ejercicio freudiano con el que un hijo pone en negro sobre blanco los muchos grises de la relación con su progenitor. Un logrado y preciso esfuerzo prosaico con el que su autor se explora a sí mismo con detenimiento, observa con detalle el reflejo que le devuelve el espejo y afronta el diálogo que surge entre los dos.

“El diario de Edith” de Patricia Highsmith. Un retrato de la insatisfacción personal, social y política que se escondía tras la sonrisa y la fotogenia de la feliz América de mediados del siglo XX. Mientras Kennedy, Lyndon B. Johnson y Nixon hacían de las suyas en Vietnam y en Sudamérica, sus ciudadanos vivían en la bipolaridad de la imagen de las buenas costumbres y la realidad interior de la desafección personal, familiar y social.

“Mis padres” de Hervé Guibert. Hay escritores a los imaginamos frente a la página en blanco como si estuvieran en el diván de un psicólogo. Algo así es lo que provoca esta sucesión de momentos de la vida de su autor, como si se tratara de una serie fotográfica que recoge acontecimientos, pensamientos y sensaciones teniendo a sus progenitores como hilo conductor, pero también como excusa y medio para mostrarse, interrogarse y dejarse llevar sin convenciones ni límites literarios ni sociales.

“Como la sombra que se va” de Antonio Muñoz Molina. Los diez días que James Earl Gray pasó en Lisboa en junio de 1968 tras asesinar a Martin Luther King nos sirven para seguir una doble ruta. Adentrarnos en la biografía de un hombre que caminó por la vida sin rumbo y conocer la relación entre Muñoz Molina y esta ciudad desde su primera visita en enero de 1987 buscando inspiración literaria. Caminos que enlaza con extraordinaria sensibilidad y emoción con otros como el del movimiento de los derechos civiles en EE.UU. o el de su propia maduración y evolución personal.

“La madre de Frankenstein” de Almudena Grandes. El quinto de los “Episodios de una guerra interminable” quizás sea el menos histórico de todos los publicados hasta ahora, pero no por eso es menos retrato de la España dibujada en sus páginas. Personajes sólidos y muy bien construidos en una narrativa profunda en su recorrido y rica en detalles y matices, en la que todo cuanto incluye y expone su autora constituye pieza fundamental de un universo literario tan excitante como estimulante.

«El otro barrio» de Elvira Lindo. Una pequeña historia que alberga todo un universo sociológico. Un relato preciso que revela cómo lo cotidiano puede esconder realidades, a priori, inimaginables. Una narración sensible, centrada en la brújula emocional y relacional de sus personajes, pero que cuida los detalles que les definen y les circunscriben al tiempo y espacio en que viven.

“pequeñas mujeres rojas” de Marta Sanz. Muchas voces y manos hablando y escribiendo a la par, concatenándose y superponiéndose en una historia que viene y va desde nuestro presente hasta 1936 deconstruyendo la realidad, desvelando la cara oculta de sus personajes y mostrando la corrupción que les une. Una redacción con un estilo único que amalgama referencias y guiños literarios y cinematográficos a través de menciones, paráfrasis y juegos tan inteligentes y ácidos como desconcertantes y manipuladores.

“Un amor” de Sara Mesa. Una redacción sosegada y tranquila con la que reconocer los estados del alma y el cuerpo en el proceso de situarse, conocerse y comunicarse con un entorno que, aparentemente, se muestra tal cual es. Una prosa angustiosa y turbada cuando la imagen percibida no es la sentida y la realidad da la vuelta a cuanto se consideraba establecido. De por medio, la autoestima y la dignidad, así como el reto que supone seguir conociéndonos y aceptándonos cada día.

“84, Charing Cross Road” de Helene Hanff. Intercambio epistolar lleno de autenticidad y honestidad. Veinte años de cartas entre una lectora neoyorquina y sus libreros londinenses que muestran la pasión por los libros de sus remitentes y retratan la evolución de los dos países durante las décadas de los 50 y los 60. Una pequeña obra maestra resultado de la humildad y humanidad que destila desde su primer saludo hasta su última despedida.

“Los chicos de la Nickel” de Colson Whitehead. El racismo tiene muchas manifestaciones. Los actos y las palabras que sufren las personas discriminadas. Las coordenadas de vida en que estos les enmarcan. Las secuelas físicas y psíquicas que les causan. La ganadora del Premio Pulitzer de 2020 es una novela austera, dura y coherente. Motivada por la exigencia de justicia, libertad y paz y la necesidad de practicar y apostar por la memoria histórica como medio para ser una sociedad verdaderamente democrática.

“84, Charing Cross Road” de Helene Hanff

Intercambio epistolar lleno de autenticidad y honestidad. Veinte años de cartas entre una lectora neoyorquina y sus libreros londinenses que muestran la pasión por los libros de sus remitentes y retratan la evolución de los dos países durante las décadas de los 50 y los 60. Una pequeña obra maestra resultado de la humildad y humanidad que destila desde su primer saludo hasta su última despedida.

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En la actualidad, internet es la alternativa –cuando no la primera opción- a la hora de comprar si queremos evitar desplazarnos hasta el lugar en el que adquirir aquello que nos interesa. Tiempo atrás esto se hacía por catálogo o por carta, incluso. Hasta este último escenario, sin teclados electrónicos de por medio, y sin más instrumento que papel y pluma o máquina de escribir, nos trasladan las poco más de cien páginas de 84, Charing Cross Road. Hasta 1949, año en que Nueva York era ya la capital del mundo y Londres una urbe aún herida por las bombas de la II Guerra Mundial y la escasez y el racionamiento alimenticio que durante años conllevó su recuperación.

Aspectos que enmarcan correctamente su relato, pero que en ningún momento se convierten en el contenido principal de las misivas que Helen intercambia con el personal de la librería Marks & Co., especializada en ejemplares de segunda mano. Principalmente con Frank, aunque con el tiempo lo haga también con algunas de sus compañeras de trabajo, así como con su mujer, Nora. Redacciones siempre formales, pero directas, en las que sus remitentes muestran tanto lo que les motiva, el placer espiritual de la lectura y la experiencia material de los libros, como aquello que les preocupa y condiciona, el contenido de su nevera, los hijos, la estabilidad laboral…

Lo que hace que este título enganche y apasione es que establece con sus lectores el mismo vínculo que entre sus protagonistas, el placer de haber conectado con alguien que, aunque a su manera, está en coordenadas similares a las tuyas. La alegría de saberte comprendido y la paz que te permite mostrarte sin filtros. Así es como Helen comparte que es una mujer que vive sola de alquiler en la gran manzana y se gana la vida escribiendo –guiones, relatos, novelas,…- mientras que desde el otro lado del Atlántico le cuentan con gran modestia que venden libros que han clasificado y valorado tras buscarlos donde quiera que hiciera falta para dar con los mejores ejemplares.

Entre referencias a títulos y autores clave tanto de la literatura clásica como de la británica, la lectora estadounidense cuenta con naturalidad cómo evoluciona su situación dentro del sector editorial mientras que sus interlocutores postales le exponen cómo progresan en el marco del desarrollo económico y social que el Reino Unido experimentó durante la segunda mitad del siglo XX. En total, 80 mensajes de los muchos que debieron compartir a lo largo de 20 años que comienzan como un contacto correcto entre desconocidos, convirtiéndose poco a poco en una conversación entre personas que se sienten cercanas y derivar en un afectuoso y sincero diálogo entre amigos.

84, Charing Cross Road, Helene Hanff, 1970, Editorial Anagrama.

“Luces de bohemia” de Ramón del Valle-Inclán

Texto maestro. Por el derroche de personajes que transitan por sus páginas, por la profundidad psicológica de sus protagonistas, por el agudo retrato que realiza de la situación política, cultural y social de la España de hace un siglo y por la ironía e inteligencia con que menciona e incluye en su trama a muchos de los nombres de entonces.

Esperpento. Vocablo genial. Recurso muy bien presentado y utilizado por Valle-Inclán en esta obra y que desde su primera publicación (por entregas en 1920, la definitiva y ampliada llegaría en 1924) forma parte del vocabulario recurrente con el que podemos definir las andanzas, desventuras, incoherencias y absurdos de la realidad que hemos vivido desde entonces (al menos en mi caso desde que leí Luces de bohemia por primera vez hace, por lo menos, 25 años).

Lo hábil de Don Ramón es que no fuerza las situaciones o las presenta desde esa óptica, sino que deja que se expongan tal cual son, demostrando que el equilibrio de nuestra sociedad tiene muchas veces poco de lógica y de razón, y sí mucho de visceralidad y bajas pasiones.

Unos buscan resolver lo rápido, lo urgente, el aquí y ahora, el ya, el picor de la entrepierna, el rugido del estómago, la sequedad de la garganta, el frío o el calor de su piel. Otros quieren satisfacer su vanidad en materializaciones efímeras como laudatorias verbales o con presunción de perpetuidad, viendo sus escritos (poesías y crónicas) fijados con tinta en las páginas de la prensa diaria o, incluso, editadas como un libro, manifestación del sumun literario. Motivaciones varias que lo mismo dan pie a crear camarillas entre compañeros de excesos y vicios, que a valerse los unos de los otros para satisfacer sus necesidades o, incluso, a servirse los unos de los otros cuando la falta de moral se encuentra con la debilidad de carácter.

Pero entre tanto personaje y personajismo, también hay personas que solo quieren disfrutar y ganarse la vida compartiendo aquello que saben hacer, como Max Estrella y su don para la escritura y la poesía. Virtud inutilizada por una vista perdida y una demanda de textos que no le llega y que le condena, junto a su mujer y a su hija, a la tristeza, al amargor y a la desesperanza de la penuria. La escasez le lleva al empeño y así comienza un paseo que le conduce a una taberna, de ahí a comisaria por mediación de una revuelta popular y de esta a un despacho ministerial para acabar, previa parada en un café, transitando por la nocturnidad de un Madrid canalla y proxeneta que acabará trágicamente en funeral y enterramiento.

Un universo humano no solo bien concebido, sino excepcionalmente expuesto, desarrollado y concluido. En Luces de bohemia Valle-Inclán pone a cada uno en su sitio mediante anotaciones escénicas tan o más calificativas que descriptivas. En sus diálogos lo ingenioso y lo recurrente se combina con lo inteligente y lo humanista (referencias al mundo clásico) y la denuncia de las injusticias y la corrupción con menciones, alusiones e interacciones incisivas, mordaces, con el mundo de la política (Antonio Maura, el conde de Romanones, el ministro de la Gobernación…) y la literatura (Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, Rubén Darío…).

Luces de bohemia, Ramón del Valle-Inclán, 1924, Alianza Editorial.

“La mujer singular y la ciudad”, Vivian Gornick frente a sí misma

El ritmo, los sonidos y las luces de Nueva York como escenario de fondo. Las personas que van y vienen, las que nos abandonan y a las que dejamos a un lado a lo largo de nuestra biografía. Una prosa tranquila que refleja el balance, la toma de conciencia y la aceptación de lo vivido a través de una completa síntesis de anécdotas, experiencias y aprendizajes.

Tras repasar en Apegos feroces (1987 en EE.UU., 2017 en España) su historia personal tomando como hilo conductor la relación con su madre, Vivian Gornick se situó más de dos décadas después frente al espejo de la conciencia y la escritura para valorar en quién se había convertido tras casi 80 años de vida. Las etapas por las que había pasado, en qué había cambiado y en qué seguía siendo igual. También en qué medida eso había afectado al concepto que tenía de sí misma, a su manera de relacionarse y a lo que pretendía de los demás, tanto de los que formaban parte de su círculo más personal, como de esa abstracción que es la sociedad a la que estamos adscritos por coyunturas culturales, económicas, políticas…

Un ejercicio de sinceridad y de auto conocimiento a partir de la imagen que le devuelven de sí misma los más cercanos (especialmente su amigo Leonard), del ejercicio de verse en tercera persona actuando socialmente y observando a los demás cuando es invitada a encuentros formales de distinta clase y condición. Pero, sobre todo, dándose cuenta de cómo ha cambiado su postura y su punto de vista ante cuestiones que antes sentía e interpretaba de manera muy diferente.

Indagando en qué se sustentaba su búsqueda en la sombra, y qué pretendía con su argumentación en público, sobre el amor romántico, y los objetivos más allá de lo político que pretendió alcanzar con su militancia feminista. Pero, sobre todo, su difícil relación primero, apática después y satisfactoria finalmente, con la soledad. Asuntos de gran calado existencial que, sin embargo, no constituyen un hilo narrativo convencional, sino que están transversal y continuamente presentes en los diálogos y atmósferas de los episodios biográficos recordados, así como en el contenido de las reseñas que realiza de distintos escritores (Edith Wharton, Henry James, Edmund Gosse, Mary B. Miller…).   

Gornick maneja el lenguaje con gran eficacia, no dejando duda alguna ni sobre lo que muestra ni sobre lo que pretende. No se esconde tras un uso estético de las palabras o una retórica elaborada, se sirve de ellas como herramientas que la sitúen donde quiere estar, en un punto de comunicación fluida entre su transparencia interior y su contacto sin barreras ni prejuicios con el exterior.

Lo erudito en ella es su capacidad para dar respuesta a quiénes y cómo somos encontrando las conexiones entre los momentos aparentemente intrascendentes y las situaciones que quedan grabadas a fuego. La lucidez con que acepta que lo pasado respondía a unos criterios que ya no siente como propios o practica de la misma manera, así como la asunción de que la versatilidad y flexibilidad alcanzada con la madurez no es un privilegio, sino algo conseguido a base de esfuerzo y lucha en demasiadas ocasiones contra la propia incomprensión.

La mujer singular y la ciudad, Vivian Gornick, 2015 (2018 en España), Sexto Piso Editorial.

10 textos teatrales de 2019

Títulos clásicos y actuales, títulos que ya forman parte de la historia de la literatura y primeras ediciones, originales en inglés, español, noruego y ruso, libretos que he visto representadas y otros que espero llegar a ver interpretados sobre un escenario.

«¿Quién teme a Virginia Woolf?» de Edward Albee. Amor, alcohol, inteligencia, egoísmo y un cinismo sin fin en una obra que disecciona tanto lo que une a los matrimonios aparentemente consolidados como a los aún jóvenes. Una crueldad animal y sin límites que elimina pudores y valores racionales en las relaciones cruzadas que se establecen entre sus cuatro personajes. Un texto que cuenta como pocas veces hemos leído cómo puede ser ese terreno que escondemos bajo las etiquetas de privacidad e intimidad.

«Un enemigo del pueblo» de Henrik Ibsen. “El hombre más fuerte es el que está más solo”, ¿cierto o no? Lo que en el siglo XIX escandinavo se redactaba como sentencia, hoy daría pie a un encendido debate. Leída en las coordenadas de democracia representativa y de libertad de prensa y expresión en las que habitamos desde hace décadas, la obra escrita por Ibsen sobre el enfrentamiento de un hombre con la sociedad en la que vive tiene muchos matices que siguen siendo actuales. Una vigencia que junto a su extraordinaria estructura, ritmo, personajes y diálogos hace de este texto una obra maestra que releer una y otra vez.

“La gaviota” de Antón Chéjov. El inconformismo vital, amoroso, creativo y artístico personificado en una serie de personajes con relaciones destinadas –por imperativo biológico, laboral o afectivo- a ser duraderas, pero que nunca les satisfacen plenamente. Cuatro actos en los que la perfecta exposición y desarrollo de este drama existencial se articulan con una fina y suave ironía que tiene mucho de crítica social y de reflexión sobre la superficialidad de la burguesía de su tiempo.

«La zapatera prodigiosa» de Federico García Lorca. Entre las múltiples lecturas que se pueden aplicar a esta obra me quedo con dos. Disfrutar sin más de la simpatía, el desparpajo y la emotividad de su historia. Y profundizar en su subtexto para poner de relieve la desigual realidad social que hombres y mujeres vivían en la España rural de principios del siglo XX. Eso sí, ambas quedan unidas por la habilidad de su autor para demostrar la profundidad emocional y la belleza que puede llegar a tener y causar la transmisión oral de lo cotidiano.

«La chunga» de Mario Vargas Llosa. La realidad está a mitad de camino entre lo que sucedió y lo que cuentan que pasó, entre la verdad que nadie sabe y la fantasía alimentada por un entorno que no tiene nada que ofrecer a los que lo habitan. Una desidia vital que se manifiesta en diálogos abruptos y secos en los que los hombres se diferencian de los animales por su capacidad de disfrutar ejerciendo la violencia sobre las mujeres. Mientras tanto, estas se debaten entre renunciar a ellos para mantener la dignidad o prestarse a su juego cosificándose hasta las últimas consecuencias.

“American buffalo” de David Mamet. Sin más elementos que un único escenario, dos momentos del día y tres personajes, David Mamet crea una tensión en la que queda perfectamente expuesto a qué puede dar pie nuestro vacío vital cuando la falta de posibilidades, el silencio del entorno y la soledad interior nos hacen sentir que no hay esperanza de progreso ni de futuro.

“The real thing” de Tom Stoppard. Un endiablado juego entre la ficción y la realidad, utilizando la figura de la obra dentro de la obra, y la divergencia del lenguaje como medio de expresión o como recurso estético. Puntos de vista diferentes y proyecciones entre personajes dibujadas con absoluta maestría y diálogos llenos de ironía sobre los derechos y los deberes de una relación de pareja, así como sobre los límites de la libertad individual.

“Tales from Hollywood” de Christopher Hampton. Cuando el nazismo convirtió a Europa en un lugar peligroso para buena parte de su población, grandes figuras literarias como Thomas Mann o Bertold Brecht emigraron a un Hollywood en el que la industria cinematográfica y la sociedad americana no les recibió con los brazos tan abiertos como se nos ha contado. Christopher Hampton nos traslada cómo fueron aquellos años convulsos y complicados a través de unos personajes brillantemente trazados, unas tramas perfectamente diseñadas y unos diálogos maestros.

“Los Gondra” y “Los otros Gondra” de Borja Ortiz de Gondra. Gondra al cubo en un volumen que reúne dos de los montajes teatrales que más me han agitado interiormente en los últimos años. Una excelente escritura que combina con suma delicadeza la construcción de una sólida y compleja estructura dramática con la sensible exposición de dos temas tan sensibles -aquí imbricados entre sí- como son el peso de la herencia, la tradición y el deber familiar con el dolor, el silencio y el vacío generados por el terrorismo.

“This was a man” de Noël Coward. En 1926 esta obra fue prohibida en Reino Unido por la escandalosa transparencia con que hablaba sobre la infidelidad, las parejas abiertas y la libertad sexual de hombres y mujeres. Una trama sencilla cuyo propósito es abrir el debate sobre en qué debe basarse una relación amorosa. Diálogos claros y directos con un toque ácido y crítico con la alta sociedad de su tiempo que recuerdan a autores anteriores como Oscar Wilde o George B. Shaw.

10 funciones teatrales de 2019

Directores jóvenes y consagrados, estrenos que revolucionaron el patio de butacas, representaciones que acabaron con el público en pie aplaudiendo, montajes innovadores, potentes, sugerentes, inolvidables.

“Los otros Gondra (relato vasco)”. Borja vuelve a Algorta para contarnos qué sucedió con su familia tras los acontecimientos que nos relató en “Los Gondra”. Para ahondar en los sentimientos, las frustraciones y la destrucción que la violencia terrorista deja en el interior de todos los implicados. Con extraordinaria sensibilidad y una humanidad exquisita que se vale del juego ficción-realidad del teatro documento, este texto y su puesta en escena van más allá del olvido o el perdón para llegar al verdadero fin, el cese del sufrimiento.

«Hermanas». Dos volcanes que entran en erupción de manera simultánea. Dos ríos de magma argumental en forma de diálogos, soliloquios y monólogos que se suceden, se pisan y se solapan sin descanso. Dos seres que se abren, se muestran, se hieren y se transforman. Una familia que se entrevé y una realidad social que está ahí para darles sentido y justificarlas. Un texto que es visceralidad y retórica inteligente, un monstruo dramático que consume el oxígeno de la sala y paraliza el mundo al dejarlo sin aliento.

«El sueño de la vida». Allí donde Federico dejó inconcluso el manuscrito de “Comedia sin fin”, Alberto Conejero lo continúa con el rigor del mejor de los restauradores logrando que suene a Lorca al tiempo que lo evoca. Una joya con la que Lluis Pascual hace que el anhelo de ambos creadores suene alto y claro, que el teatro ni era ni es solo entretenimiento, sino verdad eterna y universal, la más poderosa de las armas revolucionarias con que cuenta el corazón y la conciencia del hombre.

«El idiota». Gerardo Vera vuelve a Dostoievski y nos deja claro que lo de “Los hermanos Karamazov” en el Teatro Valle Inclán no fue un acierto sin más. Nuevamente sintetiza cientos de páginas de un clásico de la literatura rusa en un texto teatral sin fisuras en torno a valores como la humildad, el afecto y la confianza, y pecados como el materialismo, la manipulación y la desigualdad. Súmese a ello un sobresaliente despliegue técnico y un elenco en el que brillan Fernando Gil y Marta Poveda.

«Jauría». Miguel del Arco y Jordi Casanovas, apoyados en un soberbio elenco, van más allá de lo obvio en esta representación, que no reinterpretación, de la realidad. Acaban con la frialdad de las palabras transmitidas por los medios de comunicación desde el verano de 2016 y hacen que La Manada no sea un caso sin más, sino una verdad en la que tanto sus cinco integrantes como la mujer de la que abusaron resultan mucho más cercanos de lo que quizás estamos dispuestos a soportar.

“Mauthausen. La voz de mi abuelo”. Manuel nos cuenta a través de su nieta su vivencia como prisionero de los nazis en un campo de concentración tras haber huido de la Guerra Civil y ser uno de los cientos de miles de españoles que fueron encerrados por los franceses en la playa de Argelès-sur-Mer. Un monólogo que rezuma ilusión por la vida y asombro ante la capacidad de unión, pero también de odio, de que somos capaces el género humano. Un texto tan fantástico como la interpretación de Inma González y la dirección de Pilar G. Almansa.

«Shock (El cóndor y el puma)». El golpe de estado del Pinochet no es solo la fecha del 11 de septiembre de 1973, es también cómo se fraguaron los intereses de aquellos que lo alentaron y apoyaron, así como el de los que lo sufrieron en sus propias carnes a lo largo de mucho tiempo. Un texto soberbio y una representación aún más excelente que nos sitúan en el centro de la multitud de planos, la simultaneidad de situaciones y las vivencias tan discordantes -desde la arrogancia del poder hasta la crueldad más atroz- que durante mucho tiempo sufrieron los ciudadanos de muchos países de Latinoamérica.

«Las canciones». Comienza como un ejercicio de escucha pasiva para acabar convirtiéndose en una simbiosis entre actores dándolo todo y un público entregado en cuerpo y alma. Una catarsis ideada con inteligencia y ejecutada con sensibilidad en la que la música marca el camino para que soltemos las ataduras que nos retienen y permitamos ser a aquellos que silenciamos y escondemos dentro de nosotros.

«Lo nunca visto». Todos hemos sido testigos o protagonistas en la vida real de escenas parecidas a las de esta función. Momentos cómicos y dramáticos, de esos que llamamos surrealistas por lo que tienen de absurdo y esperpéntico, pero que a la par nos resultan familiares. Un cóctel de costumbrismo en un texto en el que todo es más profundo de lo que parece, tres actrices tan buenas como entregadas y una dirección que juega al meta teatro consiguiendo un resultado sobresaliente.

«Doña Rosita anotada». El personaje y la obra que Lorca estrenara en 1935 traídos hasta hoy en una adaptación y un montaje que es tan buen teatro como metateatro. Un texto y una protagonista deconstruidos y reconstruidos por un director y unos actores que dejan patente tanto la excelencia de su propuesta como lo actual que sigue siendo el de Granada.