Veinte relatos gamberros. Historias cortas en las que la lógica y el sentido común están tan ausentes como protagonistas. Mundos paralelos en los que la realidad responde a las reglas que deseamos y no a las que conocemos. Momentos, paréntesis y pausas con los que evadirse, jugar y entretenerse como si fueran fantasías soñadas con los ojos abiertos.
En la imaginación de Eduardo Quijano bullen habitantes del interior de EE.UU., seres cuya vida consiste en cumplir con el mandato de vivir y disfrutar de lo que tienen a mano sin buscar mayor complicación que sentir la compañía de quien está cerca, comer y beber lo que encuentran a mano y sentir que tienen bajo control sus coordenadas espacio temporales. Pero no siempre cuanto les ocurre responde a esos parámetros. Entonces Quijano da la vuelta a sus personalidades y conduce su comportamiento por el camino de lo bizarro, lo estrambótico y la fantasía.
Senda que plasma sobre el papel con situaciones imposibles de creer, mas planteadas con un tono jocoso y ligero, invitando a recrearse con el capricho de su exceso. Podrían interpretarse como fábulas o narraciones con una intención indeterminada. Sin embargo, no hay en ellas más que un propósito hedonista, el gozo del carpe diem del aquí y ahora. De tomarse la vida con humor, convertir el drama en comedia ácida y socarrona, reír por la barbarie explicitada y sonreír para sentirse bien.
Así es como en estas historias se le mete mano a la muerte, descubres cómo tu padre te ha robado cuando pretendías quedarte con el contenido de su cartera, las parejas acaban juntas cuando su propósito es estar separadas, las apuestas se ganan empatando a puntos en el capítulo de pérdidas y las debilidades se convierten en virtudes mutables con tal de sentirse único, diferente, alabado y bendecido. Y todo ello con un tono coloquial y de confianza, que construye personajes transparentes y diáfanos, con la única intención de expresarse y comunicarse, nunca pretender o simular.
El frágil orden del universo es un volumen que consumir en pequeñas dosis, cerrando sus páginas tras llegar al punto final de cada relato y experimentar qué pasa dentro de nosotros. Qué nos resuena tras ese corto paso por una irrealidad con apariencia de posibilidad tras un filtro de mala leche que sacude lo que, de otra manera, quizás hubiera caído en un costumbrismo gore, en el terror psicológico o en una suerte de ciencia-ficción con carácter simbólico en estos tiempos de tanto desatino y desvarío.
Por último, siempre queda esa suposición de si El precio de una amistad, Un hombre racional, Múnich o California son fogonazos a los que no se le puede pedir más que cumplir su misión de impresionar y sugerir, o si han de ser tomados como conatos de una prosa que podría dar más de sí si su autor optara por desarrollarla y prolongarla narrativamente. Veremos qué nos depara Eduardo Quijano, profesor de lengua y literatura, en futuras entregas mientras seguimos leyendo sus aportaciones en el blog La piedra de Sísifo.
El frágil orden del universo, Eduardo Quijano Sánchez, 2024, Editorial Cazador.