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“Made you look, a true story about fake art”

¿Cómo es posible que una de las galerías de arte más reputadas de Nueva York vendiera durante años piezas firmadas por Rothko, Pollock o Motherwell y resultaran ser falsas? ¿Quién ideó semejante estafa de decenas de millones de dólares? ¿Qué falló? Entretenido documental de Netflix que nos acerca todos los puntos de vista de este caso real.

Uno de los motivos recurrentes por los que el mundo del arte suele ser foco de atención mediática es el de las grandes cifras que alcanzan determinados nombres en las subastas. Actos que se relatan con una mezcla de glamour, vanidad y exuberancia que hacemos extensiva al sector de las galerías y ferias de arte. Pero cuando surge algo como lo que expone Made you look, de repente lo vemos como un mundo opaco y artificial, en lugar de como una actividad que nos inspire y motive.

Barry Avrich no se entretiene en contar lo que ocurrió, ya le dedicaron al asunto muchas páginas y minutos multitud de periódicos, revistas especializadas y televisiones cuando el escándalo saltó a la luz en 2011 y durante el juicio posterior que tuvo lugar en 2013. En lo que su propuesta profundiza es en cómo pudo pasar. En las pruebas a las que Ann Friedman, directora de la galería Knoedler, se agarró para creer que estaba vendiendo piezas originales. En las señales que según expertos en la materia evidenciaban que algo no encajaba. Y en los testimonios de aquellos que constataron en primera persona que les habían o estaban dando gato por liebre.

Lo interesante es que no deja fuera los factores emocionales que intervinieron e influyeron. En cómo la galerista pudo dejarse llevar por el sueño de tener en sus manos grandes piezas nunca antes vistas de los grandes del expresionismo abstracto. O quizás por el ego y la codicia. En el buen criterio de los entendidos del sector -gestores, periodistas, técnicos- que destacan los indicios que no se debían haber pasado por alto bajo ningún concepto. Pero también, qué fácil es tener razón a posteriori. En la excitación rayana al síndrome de Stendhal de los coleccionistas que compraron aquellos óleos sintiéndose tan únicos como especiales. Y cómo convirtieron la rabia, el desprecio y la ira que vivieron después en fundamentos legales en manos de sus abogados.

Y entre todo ello, se exponen los fundamentos de la dimensión pública de la creación artística y los mecanismos para su conversión en objetos de mercado y en instrumentos de creación y consolidación de reputación y marca institucional o personal de quienes los adquieren. Registros documentales que testifiquen el momento de la producción y los cambios de propietarios que pueda haber habido, análisis técnicos que verifiquen la autenticidad de los materiales utilizados y la impresión personal de los especialistas más reconocidos en los autores, estilo y época protagonista de la polémica.

Pero con un añadido tan morboso como interesante, ¿quién tiene la habilidad de crear obras tan similares al estilo de artistas como De Kooning o los ya citados? ¿Quién es capaz de llevar esas creaciones a una galería durante tantos años sabiendo que es falso y ser capaz de transmitir una imagen de seriedad y solvencia? Respuestas judiciales, legales y éticas que Made you look responde a través de entrevistas muy bien dirigidas y un montaje que aúna la intriga y la ambigüedad con lo elitista y lo mundano que rodea en muchas ocasiones a lo más excelso.

1978-1984: y el arte español volvió a la primera línea

Después de la oficialidad conservadora que había imperado en España durante cuatro décadas, el escenario social y cultural de mediados de la década de 1970 estaba sediento por experimentar nuevas propuestas y no limitarse a leerlas en revistas o libros que llegaban desde el extranjero por cauces no oficiales. Los artistas tenían una responsabilidad que ejercer, no podían defraudar las expectativas de la sociedad que les demandaba un liderazgo creativo. El momento del arte y cultural coincidía con el político y el social, ¿qué hacer?

En el contexto artístico de la evolución de la historia del arte, ¿qué camino de libertad creativa quedaba por recorrer después de las vanguardias? ¿Se había acabado ya la modernidad? ¿Dónde se habían quedado el academicismo y la tradición?

Esas interrogantes, junto con la necesidad personal y social de libertad de expresión, debían ser algunas de las que se planteaban nuestros artistas en aquellos momentos tan inciertos, y a la par tan ilusionantes por su potencial creativo, de nuestra historia reciente.

Algunas de las respuestas son las obras que forman la exposición temporal “Idea: Pintura Fuerza. En el gozne de los años 70 y 80” que el Museo Reina Sofía ha organizado en su sede del Palacio de Velázquez en el Parque del Retiro de Madrid (desde el pasado 6 de noviembre y hasta el próximo 18 de mayo de 2014).

Alfonso Albacete, Miguel Angel Campano, Ferrán García Sevilla, Juan Navarro Baldeweg y Manolo Quejido son los autores que condensan la esencia de aquel momento. El paso del tiempo ha demostrado que ellos fueron algunos de los que supieron dar con las claves para seguir haciendo evolucionar el arte en nuestro país. Lo situaron en un presente con origen en un pasado tanto clásico y de aplauso unánime como reciente y desconocido por haberle sido negada hasta entonces su presencia en los espacios públicos de expresión, diálogo y comunicación por el control estatal de los mismos.

¿Qué se planteaban estos cinco artistas? ¿Qué necesitaban transmitir? ¿A qué le dieron voz?

Alfonso Albacete (1950)

La luz lo llena todo, define líneas que crean forman y separan colores, llena de vida la escena. Pero va a más allá de maestros como Velázquez o Poussin, la luz no es el medio para crear una escenografía, sino la muestra de que el presente es único y dinámico, se puede fijar visualmente, pero no perpetuar vivencialmente.

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Miguel Angel Campano (1948)

En sus lienzos, lo conceptual y único se hace visual y conjunto de elementos. Al igual que Jasper Johns y Robert Motherwell, nos permite descifrar las jerarquías y relaciones que se dan entre todos ellos dándonos la oportunidad de introducirnos en una realidad inexpugnable hasta entonces.

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Ferrán García Sevilla (1949)

Da voz formal al informal mundo interior en línea similar a la de De Kooning. Conduce a la visceralidad humana, al debate  y la reflexión interna, hacia la expresividad pictórica. Abre y desnuda al individuo ante la colectividad, surgen los interrogantes que deja en manos del espectador.

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Juan Navarro Baldeweg (1939)

Explosión de color y expresividad en un fluir de energía que tiene algo de espiritual. El diálogo de formas y líneas crea sensaciones rítmicas dinámicas, una atmósfera que atrapa al espectador y le traslada no a historias, sino a sensaciones de equilibrio y enriquecimiento sensorial.

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Manolo Quejido (1946)

Colores vivos, luz cálida y figuras que nos recuerdan a Matisse y a Cezanne reformulando los cánones clásicos. La belleza ya no es sólo una dádiva ajena de aquellos agraciados con el don de la eficiencia técnica, es también un diálogo,  una vivencia que experimentar y por la que dejarse invadir y seducir.

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Site de “Idea: Pintura Fuerza. En el gozne de los años 70 y 80” en la web del Museo Reina Sofía.