“La nueva mujer”, relatos de escritoras estadounidenses del siglo XIX

Diez narraciones bajo el elegante, explicativo y emocionante canon decimonónico, pero con un enriquecedor punto de vista diferente y con personajes que no responden a las pautas con que solemos contemplar a este período de la historia de la literatura. Una decena de cuentos con las que acercarnos a la construcción de la identidad y el imaginario de los EE.UU. desde el sosiego y la sensibilidad de un prisma femenino.  

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Hay dos motivos para leer este recopilatorio de Dos Bigotes sobre literatura norteamericana del siglo XIX. El primero y más evidente, su calidad literaria. El segundo, hacerlo con un grupo de nombres, todos ellos femeninos, que no suelen aparecer en los listados sobre literatura estadounidense de este siglo y que probablemente nunca antes se habían reunido en un mismo volumen editado en lengua castellana.

Las diez autoras de La nueva mujer ofrecen un enriquecedor catálogo de protagonistas con comportamientos, actitudes y maneras de pensar que generalmente no son tratados por sus colegas masculinos o que dan por hecho que solo son propios de los de su mismo sexo. Creadoras que desde la condena y la oportunidad de la sombra del androcentrismo muestran que tienen un punto de vista propio a la hora de plasmar sobre el papel  las maneras de vivir en su joven nación, así como habilidades suficientes para dar forma a su propio estilo dentro de los cánones del momento.

Unas veces son románticas, dando a la naturaleza un poder sobrenatural  (Harriet E. Prescott Spofford situándose entre Edgard Allan Poe y H.P. Lovecraft), otras costumbristas, reflejando con suma precisión la delicadeza de los pequeños detalles que conforman la nimiedad del día a día (Catharine Maria Sedgwick), e incluso naturalistas (Mary Austin y sus paisajistas descripciones), mostrando la comunión e influencia que se retroalimenta entre los ritmos vitales de las personas y el medio en el que habitan.

Autoras que saben jugar con las posibilidades experimentales y lúdicas del relato corto (Kate Chopin), capaces de condensar en unas páginas los valores por los que se rige su entorno (Sui Sin Far y Sarah Orne Jewett, con la misma sencillez y precisión emocional que en La tierra de los abetos puntiagudos) o de transmitir, sin llegar a explicitarlo, décadas de una historia (Susan Glaspell).

La nueva mujer está habitada por féminas que luchan contra los prejuicios sobre los roles de género de los suyos –y no solo de los hombres-, contra sus enemigos o contra el mal que adopta formas bestiales en el escondite de la noche. Mujeres que se solidarizan entre sí porque conocen y entienden lo que conlleva el yugo social bajo el que viven, que deciden no dejarse limitar por él y por las restrictivas reglas que este les supone o que optan por crearse su propio mundo alternativo.

Puntos de vista con los que conocemos los contrastes de una nación que en pocas décadas pasó de ser escenario de enfrentamientos entre tribus indias (Zitkala-Sâ) a pequeñas localidades levantadas por el esfuerzo de sus habitantes (Charlotte Perkins Gilman) hasta dar el imponente salto a la industrialización y la urbanización de las grandes ciudades de su costa este (Willa Cather).

 

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