“Los lugares pequeños” de Paco Tomás esconden un gran universo

Muchas vidas acaban siendo un gran círculo. Por mucho tiempo que pase hay que volver al inicio para cerrar lo que no quedó curado o para concluir un proyecto de extraño sentido que se hizo grande con el trabajo meticuloso de cada día durante semanas, meses y años, muchos años.

LosLugaresPequeños

Hay quien opina que los cuarenta es el momento de una gran crisis existencial. Uno se plantea quién es y hacia dónde va y a dónde podrá llegar, utilizando la respuesta como medio para detectar qué le faltó y quién no se lo dio, así como el vacío que esto produjo. Toca entonces decidir si aceptar quienes somos fruto del espíritu de supervivencia ante ese inevitable agujero negro o si le dedicamos energía a intentar edificar lo que no tuvimos, con la consiguiente duda de si no será ya demasiado tarde y de si tiene sentido alguno hacer ahora lo que debió ser realizado en el pasado. ¿Dónde se sitúa Fidel Ruesga, el hombre cuya vida está formada de espacios reducidos a los que solo accede él, la persona que protagoniza “Los lugares pequeños”?

Fidel es un ser de 41 años que vigila por la mirilla con suspicacia a sus vecinos al otro lado del rellano de la escalera, que cuida de una madre que le escribe íntimas masivas a amigas como María Teresa Campos o Belén Esteban y que trabaja en una papelería en la que el negocio se regenta con las costumbres y maneras de décadas atrás. Antes que adulto, Fidel fue un niño cuyo padre no le hablaba y con una madre que nunca aparecía sonriente en las fotografías junto a él, torpe como nadie y blanco de las bromas de mal gusto de sus compañeros de clase y vecinos. En el trayecto del joven que no sabe atarse los cordones de los zapatos al adulto que bebe vodka y que viaja a pueblos con nombres como el de Salvapenas, su lenguaje expresivo se forma por la unión de piezas visuales creadas por otros, pero modificadas y unidas bajo su criterio en un gran, gigante, complejo y a la par que deslumbrante, completo y elaborado collage que muestra quién es él y cómo evoluciona a lo largo del tiempo.

Por cuestiones como estas “Los lugares pequeños” resulta un relato muy sensorial. Sin embargo, el collage no es solo un recurso visual para el desarrollo de su historia. Es también un caleidoscopio musical, cinematográfico, literario y televisivo, frívolo y ácido en ocasiones pero descaradamente preciso e inteligente en su selección e hilvanado para formar la pequeña Capilla Sixtina íntima y personal que describe a su protagonista. En primera instancia impresiona, pero después va a más y da el salto que hace que un libro merezca ser leído, engancha despertando el deseo de conocer uno a uno los elementos que lo forman y cómo están tan creativa y compactamente hilados entre el drama, la comedia, el costumbrismo y hasta sus momentos de intriga, thriller y misterio por resolver. Cada referencia tiene un sentido, un significado, es icono de un estado de ánimo, del momento histórico y el público que lo creó. Quizás muchas no resistan el paso del tiempo, pero hoy por hoy son la lectura que tenemos del ayer y el hoy más cotidiano y colectivo de nuestras biografías.

Paco Tomás tiene el verbo fácil y cuenta con una riqueza de vocabulario que ya quisieran para sí los vendedores de humo. Este periodista de oficio, sufrido guionista televisivo y hombre profundamente observador, ejerce el trabajo de escritor y su doble propósito con convicción y honestidad: expresarse y hacerse entender, crear y darnos la posibilidad de introducirnos en un mundo, una mente y unas vivencias que ha construido para nosotros. Sumando a ambas cuestiones, su amplio bagaje intelectual y vivencial hacen de “Los lugares pequeños”, la primera novela publicada de Paco Tomás, una lectura entretenida por su desarrollo, inteligente por su estructura y apasionante por el universo de canciones, fotografías, películas, lugares y personajes reales e irreales que la forman.

2 comentarios en ““Los lugares pequeños” de Paco Tomás esconden un gran universo

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