“Italianeses”, ni de aquí ni de allí

Italiano en Albania y albanés en Italia. Un episodio de la historia reciente desconocido para muchos que demuestra el dolor de las fronteras, el artificio de las identidades nacionales y el poder de los sistemas ideológicos que moldean la geopolítica. De la niñez a la adultez y vuelta recordando los cimientos emocionales, interrogando los vínculos familiares y buscando la manera de convivir en el mundo presente.

Al inicio de la II Guerra Mundial, Mussolini mandó invadir Albania. Años después, tras la derrota, la dictadura comunista encerró en campos de concentración a los soldados y civiles llegados previamente del otro lado del Adriático que no consiguieron huir. Muchos de ellos permanecieron en ellos hasta que cayó el régimen en 1991. Décadas de anhelo, espera e ilusión que se dieron de bruces con el olvido, la ignorancia y el desdén con que su país de origen -que muchos ni siquiera conocían por haber llegado al mundo en ese recinto- y su gente les recibió a su vuelta. Un monólogo que se atiene a fechas, lugares y circunstancias concretas, pero que también trata cuestiones que no conseguimos superar. La libertad como tránsito a la desigualdad. La llamada a la unidad mutada en establecimiento de clases e injusticia moral.

Un repaso a cuarenta años de vida que comienza por la ingenuidad, la sencillez y la transparencia de la infancia, despertando el recelo de que lo que suceda sobre el escenario tenga puntos en común con el néctar cinematográfico de La vida es bella de Benigni. Afortunadamente el temor desaparece pronto, como la posibilidad de que aquello tampoco es una variante de la introspección ensayística de El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl.

La dirección de María Gómez De Castro y Riccardo Rigamoni no pretende encontrar un más allá dentro de sí mismo que le permita situarse, esenciarse y visualizarse. Su discurso solo busca mostrar el trayecto vital que ha recorrido, el que le ha hecho ser quién es a partir de lo que le dieron y le limitaron en el pequeño lugar en el que nació y creció, así como de los contrastes y conflictos que le surgieron esperando conocer lo que había fuera de las alambradas y cuando finalmente lo hizo viajando a la nación de la que, no solo era ciudadano emocional, sino también legal.  

Un texto bien estructurado con diversas líneas narrativas convenientemente combinadas: la familia y sus componentes, las reglas por las que se regía la convivencia tras las concertinas, y entender el funcionamiento de un entorno social diferente a su vuelta a Italia. Se mueve entre ellas, captando y manteniendo la atención de su espectador, mostrándole cómo están relacionadas y unidas en un todo imbricado que conforma la personalidad, la biografía y el carácter de su protagonista.

Profundidad que se concreta sobre el escenario con la delicada y diáfana -a la par que apelativa y detallista- gestualidad, corporeidad y oralidad de Rigamonti. Trabajo interpretativo apoyado en una escenografía desnuda, un ambiente sonoro subrayador y una iluminación minimalista, elementos que ayudan a comprender eficazmente las distintas tramas argumentales y las transiciones entre unas y otras.

Italianeses, en Teatro del Barrio (Madrid).

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