Archivo de la etiqueta: Sergio Peres-Mencheta

10 montajes teatrales de 2021

Obras nuevas y otras vistas tiempo después de que fueran estrenadas. Denuncia política, retrato social y revisión histórica. Producciones financiadas por instituciones públicas y otras como resultado de la iniciativa privada. Realismo y misticismo, diversión y dramatismo, monólogos y representaciones corales.

«Manning» (Umbral de Primavera). Una década después de que este apellido comenzara a sonar en los medios de comunicación por filtrar documentos que revelaban la cara oculta de la actuación militar de EE.UU. en Irak y Afganistán, podemos conocer su vida a través de este monólogo.

«Cluster» (ex límite). una constelación de constelaciones. Perfecta, pero no como resultado de esa unión, sino porque cada uno de esos microcosmos ya era redondo antes de integrarse en el entramado resultante.

«Estado B. Kitchen / Ruz – Barcenas» (Teatro del Barrio). La sobriedad de la puesta en escena y la rotundidad de las interpretaciones dobles de Pedro Casablanc y Manolo Solo dejan claro que la máxima de la dirección de Alberto San Juan es análoga a la objetividad periodística. 

«Descendimiento» (Teatro de la Abadía). La pintura, la poesía y el movimiento. La imagen estática, la palabra escrita y pronunciada y el cuerpo desplegado sobre el escenario. Tres lenguajes, tres medios que confluyen para crear algo que ya son cada uno de ellos por separado, y que juntos son más, arte.

«Shock 2. La Tormenta y la Guerra» (Centro Dramático Nacional). Un puzle de mil piezas que Boronat y Lima han diseñado tan bien sobre el papel que la materialización en escena dirigida por Andrés está a caballo entre lo continuamente fluido y lo casi perfecto.

«Sucia» (Teatro de la Abadía). Bàrbara Mestanza nos sitúa con valentía y claridad frente a la realidad de los abusos sexuales. Un relato en primera persona sobre aquello a lo que menos atención prestamos, a cómo se sintió la víctima cuando la violentaban, cómo convivió en silencio con aquel dolor y cómo fue el proceso de darlo a conocer.

«Una noche sin luna» (Teatro Español). Un texto redondo, una interpretación espléndida y una dirección extraordinaria de Sergio Peris-Menchetta que materializa con inteligencia y sensibilidad la profundidad, capacidad y múltiple expresividad del doble trabajo de Juan Diego Botto. 

«El bar que se tragó a todos los españoles» (Centro Dramático Nacional). Alfredo Sanzol cuenta que su texto está basado e inspirado en su padre. Hay verdad y ficción en lo que nos expone. Drama, comedia, costumbrismo y delirio hilarante. Del pequeño pueblo navarro de San Martín de Unx a Roma pasando por Texas, San Francisco y Madrid.

«N.E.V.E.R.M.O.R.E.» (Centro Dramático Nacional). Una original y trabajada propuesta escrita y dirigida por Xron, con la que el Grupo Chévere nos retrotrae tanto al inicio de la pandemia del covid como al desastre del Prestige veinte años atrás.

«Los remedios» (Teatro Lara). Acción y texto. Vida y actuación. Da igual si lo que relatan sucedió o no tal y como lo representan. Lo importante es que pudo ocurrir así porque suena a sentido y hecho con el corazón, y montado para ser captado y procesado desde ahí.

«Una noche sin luna», pero llena de luz

Un texto redondo, una interpretación espléndida y una dirección extraordinaria de Sergio Peris-Menchetta que materializa con inteligencia y sensibilidad la profundidad, capacidad y múltiple expresividad del doble trabajo de Juan Diego Botto. Un homenaje a la figura, las palabras y el pensamiento de Federico García Lorca que demuestra la razón de su universalidad y el por qué de su vigencia. 

Para cuando el planteamiento se ha convertido en nudo, Juan Diego Botto tiene a sus espectadores en el bolsillo. Hipnotizados, seducidos, convencidos, entregados a su conversión en el poeta de Fuente Vaqueros para explicarnos cómo fue que, aunque muriera la noche del 18 de agosto de 1936, habían comenzado a matarle mucho tiempo antes y la manera en que siguieron haciéndolo tras abandonar su cadáver en un lugar aún por descubrir. Pero no se alarmen, el tono del texto escrito por Botto no es trágico. No niega el drama, no huye de la seriedad de la reflexión social ni evita la crítica en su análisis político, pero lo que priman en él es el buen talante y la comicidad, la ironía y el sagaz sentido del humor de su protagonista. 

A partir de fragmentos de entrevistas, anécdotas, conferencias, extractos de sus dramaturgias y estrofas de sus poemas, Una noche sin luna se erige como una síntesis genial de la personalidad vibrante, el pensamiento agudo y la biografía interior de Federico. Más allá de los lugares, las personas y los momentos concretos que recuerda, su máximo acierto está en hacerlo evocando lo que pensó y concibió, transmitiéndonos sus fortalezas y debilidades, y acercándonos a su manera de estar y relacionarse con el mundo. Un sentir alejado de la visceralidad, la estrechez de miras y la búsqueda de confrontación de la época que le tocó vivir y que desembocó en el fratricidio que estalló un mes antes de que le fusilaran por rojo y maricón. 

Una abundancia y profundidad de información y impresiones a la que el monólogo y la destrucción de la cuarta pared por parte de Botto le dan una fluidez que embauca al patio de butacas haciéndole olvidarse de estar ante una ficción. El deleite, el gozo y el disfrute es tal que genera la ilusión de estar ante una realidad en la que nos gustaría quedarnos a vivir por siempre, a la par que nos sentimos extrañamente cómodos al descubrir que los parlamentos de algunos de los múltiples secundarios de la España de décadas atrás que escuchamos -yendo del costumbrismo a la caricatura, del epítome al compendio- suenan tan irrespetuosos, tendenciosos y peligrosos como muchos de los que seguimos siendo testigos hoy en día.  

La soberbia dirección de Sergio Peris-Menchetta materializa con exquisito pormenor tanto la poesía que articula el texto, sus distintas escenas y pasajes emocionales, como la potencia exterior de su mirada y la elocuencia sensorial de sus hipótesis y especulaciones. Un logro resultado de la elegancia y minuciosidad de la iluminación de Valentín Álvarez, la galanura y las metáforas del vestuario de Elda Noriega, el eco del espacio sonoro de Pablo Martín Jones y de las canciones de Rozalén, Morente y Lagartija Nick, y las múltiples y potentes alegorías de la escenografía de Curt Allen. Todos ellos juntos, unidos, compenetrados y perfectamente ensamblados consiguen que Una noche sin luna sea un soberbio espectáculo teatral, un sentido homenaje a Federico y un sincero agradecimiento al eterno valor, atemporalidad y generosidad de su legado. 

Una noche sin luna, en el Teatro Español (Madrid).

10 funciones teatrales de 2018

Monólogos y obras corales; textos originales y adaptaciones de novelas; títulos que se ven por primera vez, que continúan o que se estrenan en una nueva versión; autores nacionales y extranjeros; tramas de rabiosa actualidad y temas universales,…

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«Unamuno, venceréis pero no convenceréis». José Luis Gómez se desdobla para demostrarnos porqué Don Miguel sigue presente y vigente. Sus palabras definieron la naturaleza de una nación, la nuestra, que en muchos de sus aspectos son hoy muy similares a como lo eran cuando él vivía. La perspectiva del tiempo nos permite también entender las contradicciones de un hombre que, tras apoyarlo inicialmente, pronunció una de las frases más críticas y definitorias del franquismo.

Unamuno

«Gloria». La persona detrás del personaje adorado por los niños. La mujer que vivía más allá de lo que contaban sus versos. La adulta que mira hacia atrás recordando de dónde vino, qué hizo a lo largo de su vida –escribir y amar- y en quién se convirtió. Un monólogo vibrante que retrata a Gloria con sencillez y homenajea a Fuertes con la misma humildad que ella siempre transmitió.

Gloria

«El tratamiento». Cada día de función es un día de estreno en el que convergen 40 años de biografía y la ilusión de dedicarse al cine. Un arte que para Martín constituye el lenguaje a través del cual expresa sus obsesiones y emociones y se relaciona con el mundo acelerado, salvaje y neurótico en que vivimos. Hora y media de humor y comedia, de drama e intimidad, de fluidez y ritmo, de diálogos ágiles y actores excelentes.

ElTratamiento

«Los días de la nieve». Un monólogo en el que el ausente Miguel Hernández está presente en todo momento sin por ello restarle un ápice de protagonismo a la que fuera su mujer. Una Josefina Manresa escrita por Alberto Conejero, puesta en escena por Chema del Barco e interpretada por Rosario Pardo que atrae por su carácter sencillo, engancha por su transparencia emocional y enamora por la generosidad de su discurso.

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«Tiempo de silencio». La genial novela de Luis Martín Santos convertida en un poderoso texto dramático. Una escueta y lograda ambientación –áspera escenografía y asertiva iluminación- que nos traslada al páramo social y emocional que fue aquella España franquista que se asfixiaba en su autarquía. Una puesta en escena que es teatro en estado puro con una soberbia dirección de actores cuyas interpretaciones resultan perfectas en todos y cada uno de sus registros.

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«Los mariachis». Una perfecta exposición a golpe de carcajada y con un fino sentido del humor de cómo la corrupción y la incultura están interrelacionadas entre sí y de cómo nos lastran a todos. Cuatro intérpretes que con su exultante comicidad dan rienda suelta a todas las posibilidades de un texto excelente. Una obra que cala hondo y toca la conciencia de sus espectadores.

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«La ternura». ¡Bravo! Todo el público en pie al acabar la función, aplaudiendo a rabiar y sonriendo llenos de felicidad, con la sensación de haber visto teatro clásico, pero con la frescura y el dinamismo de los autores más actuales. Una historia cómica que juega con los roles de género y parte de la eterna dicotomía entre hombres y mujeres para exponer con sumo acierto lo que supone el amor, lo que nos entrega y nos exige.

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«Lehman trilogy». Triple salto mortal técnicamente perfecto y artísticamente excelente que nos narra la vida y obra de tres generaciones de la familia Lehman -así como el desarrollo de los EE.UU. y del capitalismo desde la década de 1840- gracias al ritmo frenético que marca la dirección de Sergio Peres-Mencheta y la extraordinaria versatilidad de sus seis actores en una miscelánea de comedia del teatro de varietés, exceso cabaretero, expresividad gestual y corporal de cine mudo aderezada con la energía y fuerza de la música en vivo.

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«El curioso incidente del perro a medianoche». Comienza como una intriga con un tono ligero cercano casi a la comedia y poco a poco va derivando en una historia costumbrista en torno a un joven diferente que nos lleva finalmente al terreno del drama y la acción. Un montaje inteligente en el que el sofisticado despliegue técnico se complementa con absoluta precisión con el movimiento, el ritmo y la versatilidad de un elenco perfectamente compenetrado en el que Alex Villazán brilla de manera muy especial.

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«El castigo sin venganza». Todavía sigo paralizado por la intensidad de esta tragedia, en la que no sé qué llega más hondo, si la crudeza del texto de Lope de Vega, la claridad con la que lo expone Helena Pimienta o la contagiosa emoción con que lo representa todo su elenco. Una historia en la que la comicidad de su costumbrismo y tranquilidad inicial deriva en una opresiva atmósfera en la que se combinan el amor imposible, la amenaza del poder y las jerarquías afectivas y sociales.

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«Lehman Trilogy»

Triple salto mortal técnicamente perfecto y artísticamente excelente que nos narra la vida y obra de tres generaciones de la familia Lehman -así como el desarrollo de los EE.UU. y del capitalismo desde la década de 1840- gracias al ritmo frenético que marca la dirección de Sergio Peres-Mencheta y la extraordinaria versatilidad de sus seis actores en una miscelánea de comedia del teatro de varietés, exceso cabaretero, expresividad gestual y corporal de cine mudo aderezada con la energía y fuerza de la música en vivo.

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En el principio de los tiempos la economía era trueque, se limitaba al intercambio de productos. Siglos después acabó siendo algo invisible con términos como acciones, valor o cotización. Los hermanos Lehman,  judíos de Baviera que emigraron a EE.UU. en 1845, fueron decididos impulsores de este estadio final. Comerciantes de tejidos, intermediarios de algodón, hierro y carbón que acabaron convirtiéndose en banqueros, lo que implicaba invertir y financiar en cuanto se considerara potencialmente rentable (ferrocarriles, armamento, entretenimiento, tecnología,…). Junto a otros nombres mencionados (como Goldman Sachs o Morgan Stanley), ellos fueron grandes responsables de la forma que tiene el capitalismo en el que vivimos, ese en el que no compramos por necesidad sino por impulso y deseo de poseer.

En 2008 la bancarrota de Lehman Brothers se llevó por delante buena parte del sistema financiero dejando un panorama de paro, crisis, pobreza y números rojos a partir del cual Stefano Massini escribió este texto ácido, mordaz y corrosivo que Peres-Mencheta convierte en una representación vibrante y sin descanso, en la que lo que no asombra, encandila. Tres actos muy medidos y trabajados con minuciosidad que dan como resultado una función que resulta casi envolvente por la cantidad de elementos que la conforman e intervienen en ella.

El primer acto nos traslada hasta mediados del siglo XIX,siendo quizás sea el que le dé más peso a lo narrativo, para contarnos quiénes eran esos tres hermanos que un día llegaron en barco a Nueva York y se establecieron en Alabama. La música de acordes yiddish le da color y ambiente a su relato, al tiempo que quedan claras algunas de las bazas con que juega Lehman Trilogy, sobre todo la de su escenario cabaretero, con sus dos puertas de entrada y salida, su plataforma giratoria, sus distintas alturas y dotado de cuantos elementos escenográficos sean necesarios para convertirlo en lo que haga falta (una tienda, un hogar, un coche, una oficina, un hipódromo,…).

Tras el primer descanso volvemos a Manhattan, los hermanos Lehman están dispuestos a ganar dinero con cuanto se lo propongan, y ahí, en este segundo acto es donde el despliegue de sus actores en esta balada para sexteto en tres actos parece que no se acaba nunca. Además de interpretar a los personajes principales que en cada momento les corresponde, los otros muchos a los que tienen que encarnar durante apenas unos segundos dotan a la puesta en escena de una brutal cantidad de matices y tonos de comedia. Sin embargo, nunca son excesivos, no sobra nada, todo tiene sentido, aparece en el momento oportuno y se mantiene en escena lo justo y necesario.

Y como si se tratara de una función circense, el tercer acto se desarrolla bajo la máxima de “y ahora más difícil todavía”, como si estuviera adoptando el dogma del director de marketing que aparece sobre el escenario a modo de púlpito y que dice algo así como Hagamos creer a esta gente que obtienen de nosotros no aquello por lo que han pagado o lo que necesitan, sino aquello que merecen, ¡todo! Las proyecciones nos vinculan con la Historia, la política y los movimientos sociales del siglo XX, con todo aquello en lo que han intervenido las grandes corporaciones empresariales sin más objetivo que su propio beneficio económico. Empresas que ya no conocemos por sus denominaciones, sino como marcas tras las que se ocultan personas con sus luces y sus sombras, alegrías y miserias, riquezas materiales y pobrezas espirituales contadas a las muchas pulsaciones por minuto que generan la adrenalina de los bailes, los cambios de vestuario, el brillante uso de la iluminación, la entrega física de todo el elenco y las canciones de Bob Dylan, entre otros, que se interpretan en directo.

Llegado el final queda claro queda claro que Lehman Trilogy ha sido un espectáculo con mayúsculas, un ESPECTÁCULO fantástico.

Lehman Trilogy, en los Teatros del Canal (Madrid).