113 términos cotidianos del país del sol naciente, sin traducción directa al español, explicados de manera sencilla y cercana. Un modo diferente, por la sensibilidad y la claridad expositiva de Alex Pler, de acercarnos a través del lenguaje -y de las imágenes que acompañan muchas de las definiciones- a una cultura tan aparentemente diferente a la nuestra.
Además de un medio con el que crear belleza (literatura) o con el que articular la convivencia (legislación), una lengua es un medio con el que expresarnos y entendernos con aquellos que también la hablan. Pero además del idioma, también compartimos experiencias y sensaciones similares marcadas por circunstancias tan dispares como el entorno geográfico en el que vivimos, las coordenadas culturales en las que hemos sido educados o los principios que han marcado la estructuración y desarrollo de la sociedad de la que formamos parte. Esto tiene su reflejo en el lenguaje, dando pie a vocablos que expresan realidades, vivencias o emociones que son tan únicas -y por tanto, de uso limitado- como el lugar en el que se experimentan o las personas que las viven, ya sea por los valores por los que se rigen como por la peculiaridad de su sensibilidad.
Más allá de argumentaciones antropológicas, filológicas o históricas, lo que Alex Pler ha editado no es un diccionario al uso, sino algo más parecido a un recopilatorio poético. Pero en lugar de haikus (que sería lo esperado de Japón), él ha reunido palabras que no se refieren a cuestiones estrictamente japonesas (como podría ser la gastronomía) sino más universales, relativas al diálogo con el entorno (la naturaleza, la urbanidad) o la convivencia (la familia, el trabajo). Y precisamente esto es lo sorprendente de su propuesta y el valor de Hanakotoba, el hacernos pensar por qué en la cultura nipona han llegado a elaborar conceptos para cuestiones tan concretas como nakama (más que un amigo, alguien cercano a quien consideramos de la familia), etéreas como shibui (el conjunto de los placeres sencillos de la vida adulta) o místicas como kachofugetsu (la belleza única de todos los elementos de la naturaleza y la inspiración artística que nos brindan).
Más allá del orden alfabético, no hay ningún otro hilo conductor de este pequeño diccionario que condicione su lectura. Se puede comenzar por la primera página a la manera tradicional, o por la que se abra sin más dejándose llevar por el espíritu de comunión con lo que nos rodea por el que parece estar inspirado. Una impresión conseguida en buena medida por el cuidado diseño y maquetación de sus páginas, así como por la selección de fotografías que incluyen la mayor parte de ellas. Todas ellas seleccionadas por Alex, algunas incluso realizadas por él durante sus viajes a este país que tanto le inspira y de lo que ya ha dado fe en sus anteriores títulos (La noche nos alumbrará, El mar llegaba hasta aquí e, incluso, en El amor desordenado).
No sé si existe en japonés una palabra que exprese la huella que de manera discreta, pero imperecedera, te deja un libro tras su lectura. Si la hubiera, sería perfectamente aplicable a Hanakotoba.
Hanakotoba, Alex Pler, 2019, Satori Ediciones.