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“La Fundación” de Antonio Buero Vallejo

la fundacion- buero vallejo

Lo que parece un mundo ideal, un sueño, una esperanza de futuro resulta ser un infierno, una realidad negra, una cárcel. Y vivimos en ambos a la par, ¿cómo es eso posible? ¿Cuál de los dos es el real? ¿Ese en el que está nuestro cuerpo o aquel en el que se proyecta nuestra mente? ¿Dónde está el límite de lo que es sano mentalmente, de aspirar a algo diferente para el futuro? ¿Qué nos lleva a querer evadirnos de nuestro presente? ¿Quién lo construye sin contar con nosotros? ¿Qué papel nos dejan? ¿Qué nos permiten? ¿Cómo hacen para que lleguemos a ser tan solo eso que quieren que seamos?

Pero esto no son planteamientos filosóficos. Es la verdad. Es la España de los años 40, la que tras la Guerra Civil quedó escondida por la oscuridad católica y el ordeno y mando militar, muerta de hambre y hundida en la miseria moral. Esa en la que la única vía de escape era el ejercicio intelectual –sin medios ni espacios para ello, solo a través del soliloquio mental y los susurros a escondidas- para imaginarse en un futuro sin coordenadas en el que poder ejercer el derecho al pensamiento libre y a la vida.

Esto que tantos vivieron en aquellos años Buero Vallejo lo convierte en un relato que podría interpretarse tanto en clave personal como generacional. Su expresión individual le pone palabras a muchos que se vieron obligados a no poder hablar, callados por no poder ser siquiera escuchados o por miedo a poner en riesgo no solo su integridad física y mental sino la de todos aquellos a los que amaban.  Él había experimentado todo esto, pasó varios años (1938-46) como preso político en los inicios del dictatorial franquismo. Al salir de la cárcel escribió su famosa “Historias de una escalera”. Poco después llegó “La Fundación”, Premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid en 1949 y estrenada en octubre de ese mismo año en el Teatro Español, escenario en el que fue representada durante tres meses seguidos.

De preso ideológico por su trayectoria republicana a premiado por las instituciones del régimen. ¿Cómo fue posible que se le pasara a la censura la tan obvia crítica –vista desde hoy- de esta obra? Una de las posibles respuestas sea que la superioridad ilustrada y la apertura de miras y de corazón de los que son libres de espíritu es capaz de llegar mucho más lejos que aquellos que se proponen e imponen como promulgadores de unos cánones limitados y limitadores, llegando a quedar atrapados por ellos y no siendo capaz de ver más allá. La segunda está en el esplendor de un texto brillante per se, en su estructuración, creación de personajes, ritmo, evolución e interconexión de historias y planos narrativos con precisas notas al respecto –en la edición de Alianza Editorial que he leído- sobre el importante papel a cumplir por la escenografía.

Por estos motivos “La fundación” es ya un clásico literario a lo que se une su vigencia en momentos como los que vivimos en los que vemos a políticos defender la supremacía de la libertad de expresión y de información a la par que abogan por mordazas bajo eufemismos nominales como el de “ley de seguridad ciudadana”.