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“Las brujas de Salem” se adueñan del Teatro Valle-Inclán

El texto de Arthur Miller es maestro, no solo porque lo digan los académicos de la literatura desde hace ya más de seis décadas, sino por el efecto que tiene desde 1952 en sus lectores y espectadores. El montaje de Andrés Lima y su fantástico reparto están a la altura de todos sus retos: transmitiendo su mensaje universal, generando un dramatismo in crescendo a medida que se suceden los minutos, contagiando el dinamismo de sus momentos más corales,… 

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Siempre ha habido cazas de brujas, las hay y las seguirá habiendo mientras cuenten con el respaldo de la ley”, dice Lluís Homar a los pocos minutos de comenzar la función en uno de sus parlamentos como narrador. Es conocido el símil entre lo sucedido en esta pequeña localidad de Massachusetts –unas niñas acusan a sus vecinos de estar en comunión con Satanás- y el McCarthismo norteamericano de los años 50 del siglo XX –compañeros que tachaban a sus colegas cinematográficos de ser comunistas-, pero la plaga de la calumnia y el estigma siguen ahí, presentes, vigentes, ocurriendo en el mundo moderno y actual en el que vivimos. Hay personas que siguen siendo condenadas penal y socialmente por leer libros, por mostrar su cuerpo, por no considerar sagrado el vínculo del matrimonio o por ponerse del lado de los inocentes. Esta es la idea, la inquietud y la angustia que se llevan consigo en la mente, el corazón y el estómago los espectadores de esta nueva puesta en escena de uno de los textos más importantes del teatro norteamericano.

Este es el gran logro de un montaje que respeta el texto original al tiempo que incluye un narrador –no existente en aquel- que traslada al público algunos de los pasajes que Miller ha escrito en diferentes reediciones sobre su creación, sus intenciones y sus inspiraciones. El elenco funciona como una unidad, todas sus piezas, sus intérpretes, encajan. Cada uno encarna su papel a la perfección, pero cuando se juntan en escena, se crecen compartiendo la tensión y los dilemas de sus diálogos. Multiplicándose si, además, han de moverse sobre las tablas al unísono, como en los momentos de las apariciones del maligno, coreográficamente poseídos.

Dos horas y cuarenta minutos de representación que finalizan con la sensación de apenas haber comenzado, que se iniciaron dándonos acceso privilegiado a acontecimientos lejanos en el tiempo y el espacio, pero a través de una ventana que acaba siendo un espejo que refleja lo que somos y podemos ser.

Verdugos, víctimas, cómplices, acusadores, jueces, legisladores, fiscales, testigos en un juicio en el que las pruebas no son tangibles, en una sociedad que se rige por normas y leyes que la articulan mediante el miedo espiritual y el terror religioso en lugar de fomentar e impulsar la convivencia y la igualdad. Alucinamos ante la idea de que ocurrieran semejantes acontecimientos hace más de tres siglos, nos sorprende que la misma sinrazón volviera a suceder hace apenas unas décadas, pero aún más estremecedor es el escalofrío que nos recorre cuando va tomando forma lo que se representa en el escenario del Valle-Inclán y nos suena tan actual, tan posible.

Las brujas de Salem, en el Teatro Valle-Inclán (Madrid)

24 días en Texas

Como si cada uno de ellos fuera una hora de una jornada cualquiera. Un conjunto de anécdotas, momentos como testigo y de vivencias en primera persona que forma una circunferencia como la de un reloj. La hora 25 bien pudiera ser la jornada de mañana o el siguiente viaje, a sabiendas de que aunque haya instantes similares ya no serán iguales que los anteriores.

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01. El 49% de la población de este estado es latina. Si Texas fuera un estado independiente, un país (ya lo fue como república de 1836 a 1845, tras haber sido territorio mexicano y español) sería la décima potencia económica del mundo. ¡Lo que da de sí el petróleo y el gas!

02. Mirar por la ventana de la habitación en Austin y ver cuatro iglesias, tantas como películas porno ofrece en su primera pantalla el pay-per-view del hotel.

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03. Alojarte en un complejo de 1120 habitaciones en el que coincides con una macro reunión de la Iglesia Baptista Americana y una convención de monitores de fitness. Los primeros llenan los ascensores de biblias, los segundos te amedrentan con su presencia en el gimnasio. Yo me siento como en un capítulo de “Hotel”, pero no veo por ningún lado a Connie Selleca ni a James Brolin.

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04. Ni un aparcamiento subterráneo, todos son edificios mastodónticos de varias plantas, incluso en el centro de las ciudades. La armonía y la estética visual en el cuadriculado trazado urbano ni están ni se las espera.

Edificios

05. En la calle 30 grados cargados de humedad, en el interior de cualquier restaurante o comercio, hasta 18 o 19 grados bien secos. Viva el imperio del aire acondicionado.

06. Hoteles de cuatro estrellas en los que todo el material de restauración que se utiliza es desechable: platos, vasos, cubiertos,… Aquí los conceptos de reciclaje y de cambio climático son como el de calor para un esquimal, no los conocen.

07. Frank, mi vecino de mesa en el desayuno me cuenta que fue militar americano en la base naval de Rota. Habla perfectamente castellano porque nació en Puerto Rico, donde vive su hijo. Él, ahora divorciado, reside en Texas después de haberlo hecho en Massachusetts, Washington y Virginia tras volver de España hace siete años.

08. María, la mujer que limpia hoy la habitación me cuenta que es mexicana, de Guanajato, que lleva ya 30 años en Dallas y que sabe que su abuela llegó de España pero que no recuerda la ciudad.

09. Dallas y Fort Worth, 1,2 y 0,75 millones de habitantes y 50 km de distancia entre ellas, las dos ciudades principales del norte del estado. ¿Transporte público entre ellas? Una combinación que exige tren y autobús que solo se produce cada dos horas y que no existe los domingos (a no ser que no haya conseguido informarme bien).

10. Para ir al The Meadows Museum, el que dicen que es como un pequeño Museo del Prado, esperar 20 minutos a que llegue el tranvía, 20 minutos de trayecto y 20 minutos andando para dejar atrás el centro comercial, la autopista y la zona en obras que has de recorrer antes de llegar a su puerta.

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11. Restaurantes en los que hay camareros cuya única función es rellenarte el vaso de agua, si les pides algo con respecto al menú llaman a un “superior” que es el que te atiende. Este segundo se presenta diciéndote su nombre y añadiendo una coletilla que dice algo así como “me voy a encargar de ofrecerte el mejor servicio, cualquier cosa que necesites estoy a tu disposición”. Todo ello con una gran sonrisa profident y una perfecta dicción. Bueno, esto último no siempre.

12. Entre los comensales una familia donde ves que no solo los adultos ocupan el doble que tú, sino que los dos hijos que probablemente no lleguen a los diez años, seguro superan las 181 libras que pesas tú (82 kg). ¿Perdón? ¿Que yo peso 181 libras? Está bascula está mal, fatal.

13. Twin Peaks ya no es solo la famosa serie de David Lynch sobre la búsqueda del asesino de Laura Palmer. A partir de ahora es también en mi memoria una cadena de bares con grandes pantallas en las que se proyecta deporte de manera continua y eres atendido por camareras que parecen salidas de un anuncio de mini-shorts, mini-camisas y productos para tener una piel y un pelo perfecto. Si quieres la versión low cost, entonces vas a Hooters. Eso sí, paga tu consumición antes del fin de turno, ya que si no, la chica se queda sin el 15% de propina que vas a añadir, que es en lo que consiste la mayor parte de su sueldo.

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14. Dormir con tapones donde quiera que lo hagas, siempre hay una autopista cerca con tráfico constante a todas horas.

15. Según Google las librerías más cercanas que tengo en Dallas están ¡a más de 12 km ¡del centro ciudad! A ver a cuál de las dos elijo ir. Me agobio con tantas opciones.

16. Taxistas que te cuentan que nacieron en Ghana, Etiopía o Costa de Marfil. Que se vinieron hace ya 15, 20 o 30 años porque aquí se vive mucho mejor, aquí se sienten libres, aquí tienen de todo, tanto que hasta han conseguido la nacionalidad americana. ¿Por qué vine aquí? Porque ya tenía amigos en esta ciudad.

17. En la mañana de un viernes me dijeron: “¿No conduces? ¿No disparas? ¡Tú no eres un nombre de verdad!”, a lo que solo se me ocurre responder con una sonrisa.

18. Creo que el único personaje que podría considerarse histórico nacido en Texas que me viene a la cabeza es Beyonce. Supongo que esto complementa al párrafo anterior (vuelvo a sonreír mientras reproduzco a la diva en mi cabeza interpretando en directo “Crazy in love”).

19. “I do for all” o “Pride Nation” son los titulares de portada de The Dallas Morning News y USA Today tras reconocer el Tribunal Supremo de este país el 26 de junio que el matrimonio es un derecho al que pueden acceder aquellos que quieren casarse con otra persona del mismo sexo. Al menos sobre el papel, este país da un paso adelante en derechos humanos, en respeto a la dignidad y a la libertad individual de todas las personas.

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20. Merece mucho la pena visitar el centro de escultura Nasher con obras de Picasso, Giacometti, Gauguin, Rodin, Richard Serra, Jaume Plensa, o la fantástica “Rush hour” (1983) de George Segal.

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21. Enchufar la televisión e ir de canal en canal entre informativos que estiran las noticias hasta el inifinito, talk-shows, reality shows y reposiciones de series hasta llegar a uno en que cada día se dedica a emitir una película varias veces. Hoy “El padrino”, mañana “Regreso al futuro” y el 4 de julio “Independence day” con Will Smith salvando a la patria del ataque alienígena.

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22. “Y tú, ¿cómo celebras el 4 de julio?” Respuesta de Matthew, “básicamente lo que hago es reunirme con amigos y estamos de barbacoa hasta la noche en que vamos a algún sitio a ver los fuegos artificiales”.

23. Broadway pilla lejos, pero aún así conozco un musical del que no había oído hablar hasta ahora, “Cinderella” de Rodgers & Hammerstein. Qué bien suena “Ten minutes ago”, los pelos como escarpias y brillo en la mirada.

24. En un trayecto de diez minutos en coche en un pueblo de 30.000 habitantes me cruzo con varios templos baptistas, metodistas y episcopalianos, además de católicos, la Abundant Assembly of God y la iglesia de Cristo, en cuya puerta un gran cartel dice que este mes estamos todos invitados a ir los domingos a las 09:30 a estudiar juntos cómo fue el siglo I de la historia del Cristianismo.

Lo siento, pero es que vuelvo a España, no podrá ser, quizás la próxima vez, ¡Dios dirá! Por cierto, no he visto ningún cowboy ni asistido a ningún rodeo, ¿excusas para volver?