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“Museums and the public sphere” de Jennifer Barrett

¿Qué lugar ocupan los museos en nuestro modelo de sociedad? ¿Qué esperamos de ellos? ¿Cómo ha sido el proceso hasta llegar a este estatus? ¿Hacia dónde evolucionarán o deberían hacerlo?

Solemos situar el principio de los museos en la segunda mitad del s. XVIII, cuando en algunos países las colecciones reales pasan de las residencias palaciegas a edificios en las que pueden ser visitadas y conocidas por los súbditos de sus titulares. Un inicio al que sigue el capítulo de la Revolución Francesa y el ascenso de la burguesía que esta supuso, exigiendo que lo que hasta entonces habían sido privilegios restringidos a las élites pasen a ser derechos universales. Este acontecimiento marca el surgimiento de la esfera pública, unas coordenadas en las que, al margen de los espacios oficiales, la población comenta, discute y propone lo que le inquieta y le interesa.

Según el pensador o historiador al que se recurra, esto ocurría en lugares más o menos definidos, siendo objeto de debate entre ellos el papel que los museos (y por extensión, su propuesta de contenidos) tenían tanto como marco como influenciador de la conversación (unos les niegan dicho papel por el carácter subjetivo de lo que tratan, mientras que otros los destacan por su carácter de foro y de referencia). Cuestión en la que hay que tener en cuenta que la mayoría de los que siguen surgiendo a lo largo del s. XIX son de titularidad estatal, y como tal, instrumentos de los gobiernos a su cargo para hacer llegar a sus ciudadanos el mensaje que tuvieran como objetivo. He ahí el dominio colonialista del British Museum o la grandeur de la France en el Louvre.

Pero a medida que avanzó el siglo XX y en el mundo occidental nos vimos inmersos en la práctica de la democracia, de la crítica social y del análisis político, ha quedado patente que los museos tienen mucho que decir, proponer y escuchar al respecto. Ya no pueden ser lugares en los que los procesos de comunicación sean unidireccionales, en los que sus visitantes sean personas ajenas que van a escuchar, a aprender y a ser aleccionadas. Los roles han cambiado y quienes acuden a ellos son también usuarios que buscan acceder a realidades que les inspiren y les hagan conocer, y con las que, incluso, interactuar aportando sus conocimientos y experiencias. Algo a tener en cuenta, sobre todo, cuando se habla de minorías culturales que hasta muy recientemente han sido ignoradas por la tabula rasa aplicada por los discursos oficiales, afirmación que se puede hacer extensiva tanto a las administraciones públicas como a los medios de comunicación en el ámbito de la gestión cultural.

Las piezas expuestas siguen teniendo un papel fundamental en su discurso y en su propuesta, pero ya no son elementos que adorar o que sacralizar, sino que son la vía por la que conocer coordenadas de pensamiento alejadas (temporal, geográfica o conceptualmente) de las actuales. Sobre todo teniendo en cuenta que -por los avances tecnológicos, económicos y sociales que han desembocado en la globalización- ya no vivimos en unos parámetros estancos, sino en continua relación con otros por los que dejarse influir o de los que distanciarse y diferenciarse. Esto hace que aspectos como la museografía o la capacitación y formación de los profesionales de los museos sean fundamentales, aspectos a los que prestar tanta atención como a la rendición de cuentas económicas y a la imagen de marca para lograr una gestión acorde con el papel que los museos han de tener para ser un agente activo en el desarrollo sostenible de nuestra sociedad.

Museums and the public sphere, Jennifer Barrett, 2011, Wiley-Blackwell.

Aspirante a referente cultural: el Museo Mohammed VI de Arte Contemporáneo de Rabat

El arte es expresión para el que lo realiza y reputación para el que lo financia, también es identidad para los coetáneos a ambos. Un cúmulo de estos tres aspectos resulta ser el que es el primer museo de arte moderno tanto de Marruecos como de África.

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Con el nombre del monarca vigente formando parte de su propia denominación queda claro uno de los objetivos de esta institución inaugurada el pasado 7 de octubre, ensalzar la figura del actual regente de la casa alauí como hombre moderno, preocupado por las inquietudes de su pueblo y promulgador del diálogo libre y crítico. Ese que promueve el arte más actual y no siempre tan correcto y apropiado como pueda ser el del círculo institucional y diplomático en el que Mohammed VI desempeñe su labor como monarca. Su pose occidental descorbatado en la retrato oficial con que preside distintos lugares del museo podría darnos esa impresión.

¿Qué ha llevado a Marruecos a crear este museo? Quizás sea el espíritu de mecenazgo de su rey y su visión de la cultura como motor de progreso y crecimiento de su pueblo, quizás la estrategia que el mismo puso en marcha para evitar que la primavera árabe de 2011 calara en el país (reforma constitucional y elecciones con un sistema más transparente fueran dos de las medidas que recogen las hemerotecas). O a lo mejor se han unido las dos cuestiones para dar forma a este nuevo foco cultural ya que sus obras se extendieron según la agencia EFE a lo largo de toda una década.

Cien años de creación (1914-2014)

Este es el título de la muestra inaugural con la que los visitantes pueden conocer lo que se presenta como lo más representativo del arte del país en el siglo que va desde poco después del inicio del protectorado español y francés (1912) hasta hoy. Un siglo en el que se ven las mismas corrientes que en el arte occidental: realismo, expresionismo, abstracción, naif, simbolismo,…, tratando toda clase de temas: retratos, paisajes, escenas costumbristas e históricas, conceptualizaciones,…, en soportes que van desde el tradicional óleo sobre lienzo a las técnicas mixtas también en pintura, la escultura con múltiples materiales, la video creación y el vídeo como testimonio documental de performances, las instalaciones o la fotografía.

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El recorrido expositivo resulta estéticamente evolutivo con una muy bien resuelta museografía (espacios, iluminación y diseño del recorrido) que comienzan en la planta 1, para seguir en la 0 y acabar de manera rompedora en la -1, en el parking. Ahí es donde se encuentran las obras más actuales, en un espacio que parece más de feria de arte que de museo, no quedando claro si es una elección a propósito para conseguir más impacto –instalaciones a partir de basura, corazones esculpidos con vidrios rotos o wc’s floreros como espacios pop tridimensionales- o por haber sido un discurso elaborado cuando los espacios museísticos ya estaban ocupados.

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En cualquier caso, considerando por méritos propios esta última parte, la selección resulta muy interesante, provocando para el neófito en el arte marroquí –valga como referencia que no incluyo ningún nombre por serme todos desconocidos- continuamente una serie de preguntas: ¿Cuánto hay en los artistas expuestos de inspiración autóctona y cuánto de influencia exterior? ¿Lo expuesto es arte que se pueda adjetivar como nacional, occidental o universal? Y sea cual sea el término elegido, ¿qué hace que sea así? ¿Visto desde aquí –Rabat, Marruecos- dónde está el límite entre lo que es costumbrismo y lo que es exotismo? ¿Bajo qué ojo ve un marroquí a sus antepasados retratados por Delacroix? ¿Qué papel ha jugado el devenir de la historia nacional –influencia ambiental o discursos pautados- en el desarrollo de la expresión artística?

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El edificio

El MMVI (acrónimo de Musée Mohammed VI) recibe a sus visitantes (de 10:00 a 18:00 y gratuitamente) en un edificio de nueva planta y de arquitectura evocadora de la tradición musulmana: decoración de formas geométricas y juegos de luces, invisibilidad del interior desde el exterior y espacios diáfanos en las tres plantas de su interior articulados en torno a un patio central que actúa como centro de recepción y punto informativo. En su planta 1 parte del recinto queda reservado para las oficinas de administración y dirección, y en la 0 en el momento de mi visita –mañana del sábado 27 de diciembre- el auditorio estaba ocupado por una instalación, la cafetería cerrada y la librería parecía más un almacén lleno de cajas por volúmenes esperando a ser dispuestos donde corresponda ya que las estanterías se veían ya ocupadas con aire de biblioteca por títulos de aire más o menos enciclopédico sobre Picasso, Gilbert & George o Gauguin, entre otros muchos.

En el mundo virtual impresión semejante de continente falto de contenido, www.museemohammed6.ma no deja de ser breves textos informativos sin ofrecer imagen o documento descargable alguno. En las redes sociales, el perfil del museo en facebook recoge en su muro tanto actualidad propia como cultural nacional y uno de sus álbumes de fotografías es “fotos subidas con el móvil”, twitter se nutre principalmente de RT’s –en diciembre solo cuenta con tres tuits originales-, y en instagram la mitad de sus 16 imágenes son sobre instalaciones o momentos de trabajo audiovisual.

El futuro

En su time-line de twitter el MMVI daba el 2 de diciembre las gracias a las 44.000 visitas recibidas hasta entonces. El tiempo dirá si esa es una tendencia, un referente anhelado por no haber sido capaz de mantenerlo o el punto de partida sobre el que el primer museo de arte moderno de Marruecos y Africa seguirá creciendo.

Estadísticas aparte, está claro que la cultura es hoy una clave de identidad no solo antropológica y social, sino también política. Más en los tiempos actuales donde las infraestructuras culturales y su programación son también una herramienta turística –y por tanto de actividad económica- y de imagen de las ciudades y países que las acogen. He ahí ejemplos ya consolidados como el fenómeno Guggenheim de Bilbao, el polémico futuro Louvre de Abu Dhabi o las recién inauguradas en Astaná, la capital de Kazajistán. Queda por ver si este museo y otras instalaciones por venir situarán a Raba no solo en el plano internacional, sino también en el nacional –donde de momento solo aparece en el político por ser la capital- como foco cultural frente a la histórica Fez, la económica Casablanca y la turística Marrakech.

(Imágenes de las obras tomadas del perfil de Facebook del MMVI por no estar permitido realizar fotografías en su interior).