Archivo de la etiqueta: El País

10 ensayos de 2022

Arte, periodismo de opinión y de guerra, análisis social desde un punto de vista tecnológico y político. Humanismo, historia y filosofía. Aproximaciones divulgativas y críticas. Visiones novedosas, reportajes apasionados y acercamientos interesantes. Títulos con los que conocer y profundizar, reflexionar y tomar conciencia de realidades y prismas quizás nunca antes contemplados.

“Otra historia del arte” de El Barroquista. Aproximación a la disciplina que combina la claridad de ideas con la explicación didáctica. Ensayo en el que su autor desmonta algunos de sus mitos a la par que da a conocer los principios por los que considera se ha de regir. Una propuesta de diálogo a partir del cambio de impresiones y de la suma de puntos de vista, sin intención alguna de asombrar o imponerse con su acervo académico.

“Arte (in)útil” de Daniel Gasol. Bajo el subtítulo “Sobre cómo el capitalismo desactiva la cultura”, este ensayo expone cómo el funcionamiento del triángulo que conforman instituciones, medios de comunicación y arte es contraproducente para nuestra sociedad. En lugar de estar al servicio de la expresión, la estética y el pensamiento crítico, la creación y la creatividad han sido canibalizadas por el mecanismo de la oferta y la demanda, el espectáculo mediático y la manipulación política.

«La desfachatez intelectual» de Ignacio Sánchez-Cuenca. Hay escritores y ensayistas a los que admiramos por su capacidad para imaginar ficciones e hilar pensamientos originales y diferentes que nos embaucan tanto por su habilidad en el manejo del lenguaje como por la originalidad de sus propuestas. Prestigio que, sin embargo, ensombrecen con sus análisis de la actualidad llenos de subjetividades, sin ánimo de debate y generalidades alejadas de cualquier exhaustividad analítica y validez científica.

“Amor América” de Maruja Torres. Desde Puerto Montt, en el sur de Chile, hasta Laredo en EE.UU., observando cómo queda México al otro lado del Río Grande. Diez semanas de un viaje que nació con intención de ser en tren, pero obligado por múltiples obstáculos a servirse también de métodos alternativos. Una combinación de reportaje periodístico y diario personal con el que su autora demuestra su saber hacer y autenticidad observando, analizando, recordando y relacionando.

“Guerras de ayer y de hoy” de Mikel Ayestaran y Ramón Lobo. Conversación entre dos periodistas dedicados a contar lo que sucede desde allí donde tiene lugar. Guerras, conflictos y entornos profesionales relatados de manera diferente, pero analizados, vividos y recordados de un modo semejante. Crítica, análisis e impresiones sobre los lugares y el tablero geopolítico en el que han trabajado, así como sobre su vocación.

“Privacidad es poder” de Carissa Véliz. Hemos asumido con tanta naturalidad la perpetua interconexión en la que vivimos que no nos damos cuenta de que esta tiene un coste, estar continuamente monitorizados y permitir que haya quien nos conozca de maneras que ni nosotros mismos somos capaces de concebir. Este ensayo nos cuenta la génesis del capitalismo de la vigilancia, el nivel que ha alcanzado y las posibles maneras de ponerle coto regulatorio, empresarial y social.

“Los rotos. Las costuras abiertas de la clase obrera” de Antonio Maestre. Ensayo que explica los frentes en los que se manifiesta actualmente la opresión del capitalismo sobre quienes trabajan bajo sus parámetros. Texto dirigido a quienes ya se sienten parte del proletariado, para que tomen conciencia de su situación, pero también a aquellos que no entienden por qué parte de sus miembros le han dado la espalda a sus circunstancias y abrazado opciones políticas contrarias a sus intereses.

“El infinito en un junco” de Irene Vallejo. Ensayo académico sobre el origen de la escritura y la consolidación de su soporte material, los libros. Confesión y testimonio personal sobre el papel que estos han desempeñado a lo largo de la vida de su autora. Y reflexión sobre cómo hemos conformado nuestra identidad cultural. La importancia y lo azaroso de los nombres, títulos y acontecimientos que están tras ella, y el poder de entendimiento, compresión y unión que generan.

«Historias de mujeres» de Rosa Montero. Dieciséis semblanzas que aúnan datos biográficos y análisis del contexto combinando el reportaje periodístico y el ensayo breve. Vidas, personalidades y acontecimientos narrados de manera literaria, con intención de hacer cercanas y comprensibles a quienes fueron ninguneadas o simplificadas. Una inteligente reivindicación del derecho a la igualdad sin caer en mitificaciones ni dogmas.

“El gobierno de las emociones” de Victoria Camps. Llevar una vida equilibrada exige una correcta combinación de razón y emoción. Formula diferente para cada persona según su nivel de autoconocimiento, el contexto y el propósito de cada momento. Aun así, tiene que haber un marco común que favorezca la comunicación personal y la convivencia social. Un contexto de conciencia y correcto ejercicio emocional que fomentar y mantener desde la educación, la justicia y la política.

“Guerras de ayer y de hoy” de Mikel Ayestaran y Ramón Lobo

Conversación entre dos periodistas dedicados a contar lo que sucede desde allí donde tiene lugar. Guerras, conflictos y entornos profesionales relatados de manera diferente, pero analizados, vividos y recordados de un modo semejante. Crítica, análisis e impresiones sobre los lugares y el tablero geopolítico en el que han trabajado, así como sobre su vocación.

Hace veinte años comenzaba muchas jornadas haciéndome con el periódico del día y no lo dejaba hasta haber hojeado todas y cada una de sus páginas. Hoy lo hago repasando la edición online a la que estoy suscrito y mi timeline de Twitter. El ritual ha perdido romanticismo, pero es cierto que considero haber ganado amplitud de puntos de vista gracias a cuentas como las de Ramón Lobo, Mikel Ayestaran y Revista 5W. Al primero le escucho también los fines de semana en la radio y de este medio, recomiendo especialmente sus podcasts. Muestras de lo que Lobo y Ayestaran describen en el último capítulo de esta publicación, el ecosistema de la información ha cambiado, pero sigue habiendo necesidad de conocer y profesionales muy capaces y deseosos de hacerlo posible.

Previamente ponen en común y contrastan la experiencia de Ramón como enviado especial de El País desde principios de los 90 hasta su salida hace pocos años, y la de Mikel como freelance desde que decidiera dejar la comodidad de la redacción de El Diario Vasco en 2005. Trayectorias amplias, cada uno con su particular bagaje y visión, que les permiten opinar con criterio sobre aquello de lo que han informado y vivido en lugares tan convulsos como Siria, Gaza, Líbano, Bosnia o Sierra Leona.

La lectura de lo que ambos cuentan en Guerras de ayer y hoy exige pausa y atención. Está planteado, muy inteligentemente, como una conversación, pero podría pasar perfectamente como la transcripción de una clase magistral a dos voces en la que se exponen las coordenadas en las que realizan su labor los periodistas que informan desde zonas en conflicto. En primer lugar, el conocimiento sobre el contexto político y social, asunto sobre el que suele haber una gran distancia entre la realidad local y lo que nuestra oficialidad nos cuenta a los que vivimos a miles de kilómetros de allí. De ahí que después veamos cómo fracasa la supuesta democratización de Afganistán o el fin del terror en Irak.

A continuación, la demanda que gobernantes, empresas editoriales y público tenemos de actualidad continua y novedad disruptiva, hasta casi eliminar el espacio y los recursos para el seguimiento y el análisis. Esto lleva a que las coberturas sean cada vez más breves y menos profundas en su tratamiento, convirtiéndolas incluso, en una mera sucesión de imágenes y de frases casi iguales en todos los medios, escasamente basadas en el trabajo sobre el terreno y en la consideración de fuentes de información verdaderamente locales. Acaban por convertirse en un entretenimiento, hábilmente orquestado por las estrategias de comunicación de estados y organismos internacionales, que ocultan el verdadero alcance de muchas barbaries.

Por último, y la parte con la que más he disfrutado, es aquella en la que Lobo y Ayestaran muestran su manera de hacer y ser. De dónde nace su motivación informativa, el modo en que la han ido vehiculando con el paso de los años, la experiencia acumulada y los cambios tecnológicos, las personas en las que confían cuando trabajan en zonas de conflicto, prestando especial atención a la figura del fixer, y cómo digieren la intensidad e intimidad de esa experiencia cuando vuelven a casa.

Guerras de ayer y de hoy, Mikel Ayestaran y Ramón Lobo, 2017, Revista 5W.

«Mujer en guerra» de Maruja Torres

Más masters da la vida. No podría ser más apropiado el subtítulo con el que esta excepcional periodista publicó estas memorias hace veinte años. Un ensayo incisivo, ácido y aparentemente sin concesiones, escrito desde la intimidad de su soledad personal, en el que recoge cómo se inició en su oficio en la Barcelona gris del franquismo y progresó hasta convertirse en una reportera y profesional todo terreno que firmó portadas de El País desde India, Panamá o República Dominicana.

MujerEnGuerra_MarujaTorres.jpg

Maruja se hizo a sí misma como tantas otras personas que, en la España de los 60, querían ejercer la libertad de expresión e información. Un impulso que algunos siguieron tomando el camino del periodismo y en el que ella se inició comenzando a trabajar en la redacción de La Prensa. Además de desempeñar las funciones de secretariado y administración que le asignaron, propias del machismo de la época, poco a poco comenzó a colaborar en labores de edición y redacción. De esta manera, su pasión por la escritura –que tanto le unió a su ya entonces gran amigo, Terenci Moix- encontró un campo con el que no solo ganarse la vida, sino desarrollarse personalmente.

Torres ha acumulado en su largo curriculum cabeceras de revistas (Garbo o Fotogramas), diarios extintos (Por favor o La calle), semanarios (Cambio 16 o Pronto) y periódicos (Diario 16 o El País). Un mundo en el que se inició sin formación académica alguna, sin más orientación que la del instinto y el deseo de conocer no lo que estaba ocurriendo, sino la verdad que se oculta tras la realidad que vemos. Algo que acabó consiguiendo en sus muchos reportajes publicados sobre episodios como la guerra del Líbano, el asesinato de la comunidad jesuita en El Salvador o el Chile que se quería sacudir la dictadura de Pinochet, he ahí las hemerotecas para comprobarlo. Un estilo periodístico que ha combinado con el de columnista, entrevistadora –aunque ella considere que no es su fuerte- o lo que hoy llamamos prensa rosa, sin olvidar su relación con la ficción literaria.

Además de escribir una incisiva crónica social y política de tres décadas, plagándola de multitud de anécdotas en las que comparte las claves con las que entiende se ha de practicar el oficio, la pasión y el compromiso del periodismo –además intentar compatibilizarlo con la vida personal-, Maruja Torres ofrecía también en Mujer en guerra un preciso análisis de la situación del sector y de la profesión a finales del siglo XX y una nada optimista previsión de futuro.

Tras una primera época en que vio cómo los medios habían de lidiar con la censura del régimen para no convertirse en altavoces propagandísticos, posteriormente fue testigo de cómo el panorama mediático español tuvo que aprender a practicar el papel social que la democracia les exigía, no solo como transmisores de lo que estaba ocurriendo, sino también como mediadores encargados de explicar sus claves. Coordenadas a la que muchas cabeceras no supieron adaptarse y en la que surgieron otras que brillaron con luz propia como El País.

Finalmente, la eclosión del neoliberalismo y la incipiente globalización de finales de los 80 introdujo en las coordenadas la viabilidad económica entendida como rentabilidad y productividad. De esta manera los directores de periódicos se convirtieron en empresarios que traficaban con la información, el rigor quedó sustituido por el entretenimiento, el conocimiento adquirido trabajado al pie del terreno por los títulos académicos. Los reportajes (y el periodismo de investigación) se vieron reducidos tanto en número como en extensión, perdiendo así su función de reflejo de los múltiples puntos de vista de un escenario. Factor al que se ha de unir las prácticas nada éticas –manipulación, tergiversación y mentira- a la hora de comunicar por parte de los grandes actores del mapa geopolítico, tal y como sucedió durante la caída del muro de Berlín o la Guerra del Golfo.

Aunque hayan pasado veinte años desde su publicación, Mujer en guerra sigue transmitiendo la fuerza y garra de su autora. Quizás por ello lo único que cabría pedirle sería una nueva edición que incluyera tanto su visión del mundo como su experiencia en estas dos décadas.

Mujer en guerra, Maruja Torres, 1999, Editorial Planeta.

«La herida perpetua» de Almudena Grandes

Selección de 167 columnas de las muchas que en los lunes de los últimos diez años su autora ha publicado en la contraportada de El país. Reflexiones, pensamientos y comentarios de una mujer “republicana, de izquierdas y anticlerical” sobre la actualidad política y social de nuestro país. Textos cortos, con mensajes claros, escritos con un lenguaje sencillo, que suenan casi como monólogos dramáticos, unas veces llenos de esperanza e ilusión, otras de ironía y sarcasmo.

LaHeridaPerpetua.jpg

Aunque Almudena Grandes continua acudiendo a su cita de los lunes con los lectores de El país, La herida perpetua cubre el período que va desde enero de 2008 hasta junio de 2018. Desde aquel entonces en que se hablaba de una crisis financiera que el gobierno de Zapatero decidió ignorar hasta que Pedro Sánchez se convirtió en el primer presidente que llegaba al cargo mediante una moción de censura. Una vez a la semana y sin pelos en la lengua -con la única limitación del espacio asignado- Grandes escribe su columna de opinión sobre aquello que considera.

Muchos han sido los temas, los personajes y las situaciones que ha tratado, pero tal y como advierte en su introducción, un lector avezado -Juan Díaz Delgado, editor de este volumen- le hizo ver que sus textos formaban un conjunto que no solo exponía los males que nos afectan, sino también su visión de las causas endémicas tras ellos. Dejando claros sus principios y sus valores, pero sin caer en el dogma ni en el fanatismo, la autora de los Episodios de una guerra interminable no se queda en el campo de las ideas, las palabras o los discursos, sino que baja al terreno de lo real y lo tangible, lo demostrado y lo demostrable. Su argumentario se basa en el porcentaje de parados, en el índice de precios al consumo, en las inversiones en sanidad o en la ratio de alumnos por profesor.

Por eso critica a aquellos que se excusan en las vacuidades, los eufemismos y las huidas hacia delante para no solo no ofrecer soluciones, sino anclarse soberbiamente en los errores y pretender hacer de ellos la bandera que nos identifique, excluyendo como castigo a los que no se sometan. Se hace eco de lo que nos preocupa y nos hastía -la calidad de los servicios públicos, el bajo nivel del debate parlamentario, el uso partidista de la justicia, los derechos por consolidar, alcanzar o volver a defender- dirigiéndose tanto a uno y otro lado del espectro ideológico -Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Susana Díaz, Alfredo Pérez Rubalcaba o Artur Mas- como apelando a las buenas prácticas que serían deseables por parte de nuestras instituciones -los partidos políticos, las administraciones públicas, la Iglesia, los medios de comunicación- para crear, vivir y crecer en una sociedad abierta, diversa, respetuosa, tolerante, integradora, solidaria y equitativa.

Sueños y pesadillas que no son nuevos, que tal y como demuestran sus citas, referencias y asociaciones vienen de largo, o son cíclicas, o consecuencia de asuntos pasados no resueltos.  De una democracia con pudores, de una izquierda más pendiente de los flecos de sus teorías que de la práctica y de una derecha centrada eficazmente en los logros manteniéndose fiel a unos principios simples. De una transición que se empeñó en mirar únicamente hacia adelante, de cuatro décadas de dictadura cruel, de una guerra fratricida en la que venció el horror, la brutalidad y el salvajismo. De un tiempo anterior en que lo encarnizado primó sobre el diálogo, la imposición sobre lo negociado y la negación del otro sobre el entendimiento.

Pero aun así, la autora de Los besos en el pan -la novela publicada en 2015 que podría interpretarse como una ficción de la realidad de La herida perpetua– considera que hay espacio, tiempo, energía y ánimo para la esperanza, la voluntad y el el optimismo.  De que hay algo que a pesar de todo hace que sigamos funcionando como país y como sociedad. En nuestra mano está preservarlo y elevarlo para no dejar que nadie nos lo secuestre o arrebate nunca más y sacarle el máximo partido a eso que somos y formamos juntos por encima de los intereses políticos y económicos de unos pocos.

La herida perpetua, Almudena Grandes, 2019, Tusquets Editores.

Querida Almudena (a propósito de «Inés y la alegría”)…

Ines

… Después de leer esta novela que publicaste en 2010, solo encuentro motivos para renovar la pasión que me produjo conocerte allá por mediados de los 90, hace casi dos décadas. Cuando comenzaba mi vida en Madrid como universitario asistí a una conferencia sobre las relaciones entre el cine y la literatura en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Allí contaste tu devoción por Benito Pérez-Galdós, y escuchándote recordé lo mucho que un par de veranos antes me había apasionado Fortunata y Jacinta. En aquellas fechas, no recuerdo con exactitud si justo antes o justo después, formé parte del público (cuando se es estudiante se hace de todo para llegar a final de mes) del programa Lo + Plus en un día en que la entrevistada eras tú. Creo recordar que estabas apoyando la promoción de la adaptación cinematográfica de Gerardo Herrero de tu Malena es un nombre de tango, aquel día decidí que el siguiente título a leer sería este tuyo.

Me impresionaste, caí cautivo de tus palabras, devoré el volumen.  Malena me causó el mismo vivir que los grandes de la literatura del s. XIX por cuyas páginas ya había pasado: la Madame Bovary de Gustave Flaubert, la Ana Karenina de Tolstoi, el Rojo y negro de Stendhal o la Marianela del ya referido Galdós.

Modelos de mujer y Atlas de geografía humana fueron mis siguientes vivencias en tu mundo literario. Me dejaste claro que la experiencia anterior no había sido una ocasión única, sino que acercarse a ti era sinónimo de pasión, de la tuya por escribir, y de la mía por leerte.  Devolví Modelos a quien me lo prestó y Atlas lo dejé atrás en una mudanza para no llevarme con él el recuerdo de quien me lo regaló, pero Malena siempre ha estado ahí, protagonista en la estantería de mi pequeña biblioteca, recordándome que tu universo creativo estaba esperándome.

Durante mucho tiempo me conformé con leer tus columnas en El País, hasta que recientemente dos viajes a Berlín y Budapest me llevaron a una pregunta. Si en Alemania han sido capaces de mirar hacia atrás para hablar de los años de la barbarie nazi y en Hungría sobre las atrocidades del comunismo soviético, ¿por qué en España no somos capaces de hacerlo sobre la Guerra Civil o el largo período de la dictadura franquista? ¿Por qué no se nos cuenta qué pasó? Quizás esta sea una interrogante demasiado amplia, pero tengo claro que no es ninguna exigencia, querer saber es algo natural. No sé por qué se nos oculta esa información a los que no conocimos aquellos tiempos, pero que somos hijos de ellos. Siento que se nos niega saber de dónde venimos, se me ocurre pensar que para que aceptemos ir hacia donde nos llevan y que no se nos ocurra considerar otras posibles alternativas hacia las que ir.

Y entre el falso humo que crean los que dicen que querer saber es volver a revivir los tiempos de una España dividida en dos bandos (¿será porque los que dicen esto contemplan nuestro país como un lugar repartido entre los que deciden y disfrutan y los que están sometidos y han de callar?), surgiste tú con tus Episodios de una guerra interminable como alguien que podría ayudarme a poner nombres, fechas y coordenadas a lo que estoy deseando conocer. Y aunque digas que son episodios inconexos, yo he decidido comenzar por el primero de los tres episodios que has publicado hasta la fecha, con Inés y la alegría.

En las más de 700 páginas de tu novela, y al igual que Inés, he luchado y nunca me he rendido; con ella y contigo, con sus vivencias y con tu escritura, he reído y he llorado, a veces casi a la par. Porque Inés, supongo que como tú al escribir su historia, es dos mujeres a la vez: la política, la comprometida con una causa -porque así se lo dicta su cabeza -, con sus principios y valores con todas sus consecuencias; y la humana, esa que alberga un corazón entregado dispuesto a todo por todos, a dar amor, a ofrecer calor y alimento, a tender una mano que ayude a salir adelante al que a ella se aferre. Una mujer verdadera, auténtica a la par que igual que muchas otras y otros que vieron su mundo derrumbarse y ser sustituido por otro que nunca aceptaron porque no lo sentían real y porque ellos no se reconocían en él, porque no eran capaces de fingir. Seres humanos auténticos por estar dispuestos a pagar el precio que fuera necesario, hasta sus propias vidas, para no dejar de ser ellos mismos, para no negarse, para vivir tal y como sus entrañas les dictaminaban. Personas auténticas por plantarle cara a la imposición, a la amenaza que no iba solo contra ellos, sino que iba contra todos, incluso contra los que se sometieron, para que no tuvieran duda alguna de su poder aplastador y negador, tan intenso y tan fuerte que sus ecos parecen llegar hasta hoy. Personajes auténticos porque así los has sabido construir tú.

Y en tu verbo, Almudena, Inés y todos los demás personajes se encarnan en momentos, escenas y secuencias que se hacen reales, carnales, tridimensionales. Con las precisas palabras de tus descripciones, me he sentido testigo de acontecimientos históricos y escenas de intimidad, de viajes cotidianos y de trayectos clandestinos, como si hubiera estado ahí, como si hubiera sido uno más al lado de la misma Inés o de Galán, de Santiago Carrillo, Jesús Monzón o la Pasionaria. Y no, no hablo de haberme identificado en el plano ideológico, con ese no puedo, yo no estuve allí en aquellos tiempos, pero sí lo he hecho con vivir el instante de la gran y las pequeñas historias que narras, con el corazón latiendo tan intenso que se sube a la garganta, el alma en un puño, el estómago encogido ante el desconocimiento de lo que pueda ocurrir en el instante siguiente.

Tras haber llegado al final solo puedo decir que he visto cumplidas mis dos expectativas: saber algo de aquellos tiempos que parecieron no existir (¡vaya que si existieron!) y volver a disfrutar (¡vaya que si lo he hecho!) de tu literatura. Te seguiré siguiendo y te volveré a buscar. Quizás bajo tu influjo me dirigiré a Galdós para leer su Tormento, al igual que tarde o temprano volveré a ti y a tu El lector de Julio Verne, el segundo de tus Episodios de una guerra interminable reclamando nuevamente saber de un tiempo que no viví, pero cuyo recuerdo, consecuencia y herencia está en el mundo en el que vivo, en el que vivimos.

Inés y la alegría, Almudena Grandes, 2012, Tusquets Editores.

“Adolfo Suárez. Entrevistas” en El País (1978-1991)

AdolfoSuarezEntrevistasElPais

Parece que todo está dicho algo más de un mes después de la muerte del que fuera el primer presidente de la democracia española. Análisis y opinión política, necrológicas, testimonios, recuerdos de aquellos que le conocieron y a lo largo de su vida pública y personal… Pero también hay una manera directa de volver a aquellos tiempos, la hemeroteca, la bendita hemeroteca como dice @_anapastor_ 

Disponible desde hace ya dos años en versión electrónica en amazon.es, el diario El País recoge en este recopilatorio algunas entrevistas que a lo largo de los años les concedió Adolfo Suárez, desde su llegada a la Presidencia del Gobierno hasta su abandono de la vida política. Largas conversaciones que desde 1978 hasta 1991 nos dejan frases que revelan una visión de la realidad española del momento y del planteamiento de acción política de este hombre que parecía practicar un discurso de mayor transparencia y claridad que el de los tiempos presentes.

Ahí van algunos subrayados, junto con la fecha en que fueron publicados y el periodista que obró de intermediario entre Adolfo Suárez y la sociedad española en cada momento.

15/10/1978 – Juan Luis Cebrián

“… estoy convencido de que muchas cosas que se presentan hoy como propias de la izquierda no son privativas de esta; son banderas nuestras que nacen de una concepción de la dignidad del hombre y su libertad…”.

“… (España) es un país muy castigado por la historia, con heridas todavía a flor de piel, que lucha por huir de cualquier radicalización…”.

“… Lo importante es que la norma jurídica no debe ni puede ir, en determinadas cuestiones, por delante de la concienciación social. En este país estamos demasiado acostumbrados a tener leyes que nadie cumple…”.

08/08/1982 – Miguel Angel Aguilar

“… Es notorio que existen personas que pretenden sustraernos la condición de ciudadanos libres, que con tanto esfuerzo nos hemos ganado, y devolvernos a la situación de súbditos… En segundo lugar, existen intentos manifiestos de radicalizar el país y enfrentar a los españoles en dos bandos antagónicos…”.

18/11/1985 – Fernando Jáuregui

“… Existen en nuestro país demasiadas desigualdades económicas, sociales y culturales para que solo dos grandes’ formaciones políticas recojan, en la práctica, las aspiraciones ciudadanas y logren una política de diálogo que suponga para todos justicia y libertad en una convivencia pacífica. Las distancias entre los españoles tienden, por desgracia, más a la radicalización y al enfrentamiento que al diálogo y al progreso…”.

“… el cambio político producido en España constituye solo un primer paso que no estará consolidado si no va seguido por los cambios sociales, culturales y económicos necesarios para desarraigar cuantas desigualdades injustas y cuantos privilegios infundados se dan aún entre los españoles…”.

02/06/1991 – Sol Alameda

“… Pienso que los españoles no admiten que su vida política se encierre en un esquema bipartidista. Nuestra realidad política tiene demasiados matices para ser fotografiada en blanco y negro. Lo que pasa es que de común acuerdo, o por casualidad, el objetivo de la derecha y la izquierda es hacer bipartidismo, borrar esa opción de centro…”.

Frases para el recuerdo y el debate sobre el valor de su mensaje en el momento en que fueron publicadas así como por su posible vigencia en el día de hoy.

Respecto a la edición como conjunto de estas entrevistas por El País, algunos detalles que la mejorarían: citar la fecha de las entrevistas tanto al inicio de estas –y no solo al final- como en el índice, o iniciarlas con la portada de El País del día en que fueron publicadas, así como con la imagen de la maquetación de las páginas que ocuparon. Aspectos que mejorarían los volúmenes también publicados de entrevistas a Santiago Carrillo, Felipe González y José María Aznar.

(imagen tomada de amazon.es)

De Ucrania a Delacroix, del fotoperiodismo a la pintura

Ese es el parecido razonable que veo entre la fotografía de Sergei Grits (Associated Press) publicada en su edición de hoy por elpais.es y “La libertad guiando al pueblo”, la obra pintada por Eugene Delacroix en 1830 y que se encuentra hoy en día en el Museo del Louvre. Ayer en París, como hoy en Kiev, el pueblo también salía a la calle para protestar y luchar contra las medidas anti libertad de sus Gobiernos.

Ucrania_Libertad