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“Lo fingido verdadero” o el teatro atrapado en su propio juego

Lope de Vega construyó un oxímoron perfecto y Lluís Homar ha dirigido una puesta en escena poniendo el foco en lo verdaderamente importante, el texto y la presencia. El ritmo, el conflicto y la intensidad barroca combinados con un acertado casting, la particular solvencia y capacidad de cada uno de sus integrantes y la excelencia creativa del equipo artístico que les acompaña.

Cuatro siglos después no tiene sentido ponernos a debatir el nivel de la literatura de Lope de Vega. El paso del tiempo lo ha dejado bien claro. Esto hace que lo verdaderamente relevante de la adaptación de un texto suyo es si lo que se construye sobre el escenario está a la altura de su escritura, al igual que si llega a sus espectadores teniendo en cuenta la dificultad de procesar un lenguaje con una sintaxis tan diferente de la actual. Esto último sería fácil de resolver con monitores en los laterales del escenario del Teatro de la Comedia en los que se sucedieran los diálogos, a la par que se escenifican, y así pudiéramos apoyar nuestra capacidad auditiva en nuestra comprensión lectora. Tal y como se hace en el cine en versión original, en las óperas en otros idiomas, o incluso en espacios también teatrales como el Hospital de San Juan en el Festival Internacional de Almagro.

Cuestión reivindicativa y secundaria aparte, lo importante es lo que, siguiendo el dictado de Homar, representa un elenco conformado por quince actores al que no se le puede poner ni un solo pero, ni como grupo ni a nivel individual a ninguno de ellos. En un escenario prácticamente desnudo, con una escenografía firmada por José Novoa, fundamentada en la diafanidad de la caja escénica, entran y salen como si fueran ciudadanos de a pie de hoy en día.

Así les ha vestido, con su punto de provocación y sensualidad, Pier Paolo Alvaro para significar la atemporalidad del texto. Lo que allí sucede no solo es propio de 1620, cuando este fue publicado, o del siglo IV antes de Cristo, cuando está ambientado, también podría ocurrir en la actualidad. El mensaje y la trama principal son claros. La vida es un gran teatro, el presente una farsa y nuestro día a día una ficción en la que, quizás, ni siquiera somos conscientes del rol que desempeñamos.   

La experiencia dramatúrgica -no la de la platea, sino la que tiene lugar sobre las tablas- como manera de trascender. Un misticismo en el que el actor principal -un siempre eficaz Israel Elejalde- que pretendía vacilar y reírse del cristianismo ante el mismísimo emperador resulta converso por la llamada de Dios, devoto de sus mandamientos y mártir por su nueva y convencida fe. Un proceso en el que se suceden las individualidades de cada personaje, así como el alboroto que son las combinaciones entre ellos y las idas y venidas entre caracteres únicos y otros más tipificados.

Un enjambre que fluye, sirviéndose muy apropiadamente de la primera fila del patio de butacas, y en el que brillan intervenciones como las de Álvaro de Juan por la viveza de su movimiento y el arrojo de su mirada. O la solemnidad, sin dejar de lado un punto pertinente de humor cuando es necesario, con que se desenvuelve Arturo Querejeta en su papel como emperador, la frescura con que atrae la atención Silvia Acosta cada vez que toma la palabra y la picardía y gracejo con que lo hace Aisa Pérez cuando le corresponde a ella. Todos ellos, al igual que los aquí no nombrados, pero sí recordados, dejan claro cuán verdadero puede llegar a ser lo fingido.   

Lo fingido verdadero, en el Teatro de la Comedia (Madrid).

Nuevo ministro, ¿nuevo rumbo del Ministerio de Cultura?

De José Manuel Rodríguez Uribes a Miquel Iceta. Cambia el nombre, pero los retos siguen siendo los mismos. Gestionar una cartera con competencias altamente transferidas a las comunidades autónomas, sacar adelante legislaciones ancladas en despachos, apoyar a una confluencia de sectores muy afectados por la crisis y conseguir resultados tangibles más allá de protocolarios posados oficiales y correctas declaraciones institucionales.

José Manuel Rodríguez Uribes y Miquel Iceta

La llegada de Rodríguez Uribes en enero de 2020 fue recibida con sorpresa tras el buen sabor de boca que dejó José Guirao[1], aparentemente el Presidente del Gobierno quería para el puesto un perfil “más político y más relacionado con el deporte”[2]. Llegó el covid y ante las críticas que generó el silencio del nuevo ministrio, su primera intervención pública -bien por el desconcierto del momento, bien por su falta de conocimiento de las dinámicas del sector- no pudo ser más desafortunada , “primero va la vida y después el cine[3]. Lo que muchos consideraron una falta de tacto se vio acrecentado con su renuencia a buscar soluciones ad hoc y resolverlo con un  “hemos movilizado fondos generales”.

Actuación frente a la pandemia

Cuando por fin se decidió a hacerlo, comenzó una ronda de reuniones telemáticas con diferentes asociaciones (cine, artes escénicas, plásticas, música, libro…) en las que se comprometió a tomar medidas que ayudaran tanto en lo urgente, el corto plazo, como en lo importante. Las primeras llegaron el 5 de mayo de 2020[4], con un Real decreto-ley, resultando ser una adaptación a las circunstancias -ampliación temporal del alcance de los Acontecimientos de Excepcional Interés Público paralizados por la pandemia-, y la consideración de tales de otros que seguro lo hubieran sido aún no habiendo crisis sanitaria -como el 175 aniversario de la construcción del Teatro del Liceo o la participación de España como país invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt en este 2021-. Así mismo, se amplió en un 5% de la deducción del IRPF de los donativos, donaciones y aportaciones a instituciones culturales. Algo irrisorio si tenemos en cuenta que la tremenda caída del PIB habrá generado un enorme descenso de este método de cofinanciación y que la Agencia Tributaria es incapaz de decir cuánto de lo que destinamos a este fin (estimación de 930 M€ en 2017) va específicamente al sector cultural.

Después llegarían otras que flexibilizaban algunas normativas como ayudas a películas que se estrenen en plataformas, y no solo en pantalla grande, o para la promoción del arte contemporáneo español, cuya lista de destinatarios fue anunciada en el mes de noviembre, pero que meses después aún no las habían recibido[5].

En el fragor de vuelta a la aparente normalidad de hace un año llegó el anuncio del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, por el que nuestro Gobierno le proponía a la Unión Europea como invertiría 140.000 millones de euros para convertirnos en un país moderno bajo las claves de la transición verde, la digitalización y la cohesión social y territorial[6]. Tras su aprobación final, el Ministerio de Cultura y Deporte recibirá, entre 2021 y 2023, 825 millones de euros de los primeros 72.000, 525 si le restamos lo dedicado al deporte, es decir, el 0,07 % (cuando el sector supone el 3,2% del PIB). Cifras desalentadoras que tendrán como fin, algo que se concretó en “la revalorización de las industrias culturales, dinamizar la cultura como elemento de cohesión social y territorial y digitalizar e impulsar los grandes servicios culturales[7]. Veremos en qué queda una vez que todo ello se comience a ejecutar.

Tras lo urgente, lo importante

Eso en lo que respecta al terremoto que paralizó la vida de todos. Pero, al margen de esto, ¿qué ha hecho el Ministerio de Cultura en los últimos 18 meses? Uno de los proyectos que se quedó a medias por el fin de la legislatura anterior, fue la actualización de la Ley del Patrimonio Histórico Español, que data de 1985 y que tiene vacíos propios de las más de tres décadas transcurridas al no considerar realidades como las del universo digital, el videojuego o las posibilidades de internet. Lo que le impide ejercer, además, como norma jerárquicamente superior a las aprobadas por las comunidades autónomas desde entonces, con la consiguiente función armonizadora. Según el actual Plan Anual Normativo del Gobierno, está previsto que se actualice a lo largo de este año[8]. Por el momento se ha aprobado el anteproyecto de ley[9], incluyendo las categorías de patrimonio industrial, cinematográfico, audiovisual, subacuático y paisajístico.

Una de las promesas de Pedro Sánchez en su discurso de investidura el 4 de enero de 2020 fue el desarrollo del Estatuto del Artista[10]. Una ambición transversal que implica a otros ministerios como el de Trabajo, Haciendo o Seguridad Social y que, hoy por hoy, sigue estando en la categoría de compromisos[11] y no de logros[12].

Por el lado positivo, se cerró el acuerdo para que la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza siga estando alojada en el número ocho del madrileño Paseo del Prado, con el titular de que entre las más de cuatrocientas obras estará el Mata Mua de Paul Gauguin (1892)[13], que en un extraño movimiento fue trasladado desde el Palacio de Villanueva hasta Andorra en mayo del año pasado tras haber obtenido el permiso de exportación dos meses atrás[14].  A su vez, el Observatorio de Igualdad de Género -en el que participan distintas asociaciones- ofreció sus primeras recomendaciones.  

Lo pendiente

Muchos asuntos. Además de que todo lo señalado se convierta en resultados tangibles que consolidar con el tiempo, también está el hacer de ellos elementos tractores de nuestra sociedad y economía, y no solo un elemento con el que resolver la obligación de cumplir el artículo 44 de la Constitución (Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho) o con el que articular o complementar la oferta turística de nuestras ciudades o pueblos.

Los museos estatales[15] (más allá del Prado y el Reina Sofía que cuentan con leyes reguladoras propias o el Thyssen-Bornemisza, constituido como una fundación perteneciente al sector público estatal) piden una asignación de recursos superior que ayude a poner en valor sus colecciones.

No se entiende lo poco que giran por el país montajes de instituciones de carácter nacional como la Compañía Nacional de Danza, la Compañía Nacional de Teatro Clásico o los montajes del Centro Dramático Nacional. Afortunado aquel que viva en Madrid que tendrá acceso a todos ellos, pero los de fuera tendrán que conformarse con las migajas que les lleguen, algo que ya señaló Alfredo Sanzol, director del CDN, en la presentación de su próxima temporada[16].

Y ya puestos, Miquel Iceta podría plantear si la tauromaquia debe ser asunto que gestionar desde la cartera de Cultura en lugar de hacerlo, por ejemplo, desde Agricultura, Pesca y Alimentación. Habrá quien diga que los asuntos taurinos están considerados patrimonio cultural inmaterial (por obra y gracia del Gobierno de Mariano Rajoy que así lo aprobó por Ley en 2013[17], punto de vista con el que la Unesco no coincide[18]), pero también lo es la gastronomía y a nadie se le ocurre sugerir que deje de ser responsabilidad de este ministerio. Y otro tanto con Deporte, si lo enfocamos como un tema de promoción de valores, ¿no debiera estar bajo el paraguas de Educación? Así es como está en Portugal, en Francia es ministerio en sí (aunque eso haría que pasáramos de 22 a 23, quizás demasiados), en Italia lo es junto a Juventud (área que aquí está en Derechos Social y Agenda 2030), aunque también es cierto que en la Comisión Europea forma parte de la cartera de Educación, Cultura, Multilingüismo y Juventud.

Sea como sea, mucha suerte al nuevo ministro en su tarea. Sus éxitos no serán solo suyos, sino que redundarán en beneficio de todos nosotros.


[1] Blanes, Pepa. (11/01/2020). El cine recibe con ‘cautela y sorpresa’ el nombramiento de Rodríguez Uribes en Cultura. Cadenaser.com. https://cadenaser.com/ser/2020/01/11/cultura/1578780102_706324.html

[2] Corroto, Paula. (14/01/2020). “¿Vas a contar conmigo?”: así cayó Guirao, el ministro de Cultura que quería seguir. ElConfidencial.com. https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-01-14/guirao-pedro-sanchez-cultura-baloncesto-deportes-733_2410643/

[3] García, Fernando. (07/04/2020). El ministro de Cultura justifica la falta de ayudas concretas citando a Orson Welles: “Primero la vida y luego el cine”. LaVanguardia.com. https://www.lavanguardia.com/cine/20200407/48382830821/ministro-cultura-ayudas-cine-vida-orson-welles.html

[4] Boe.es. (06/07/2020). Real Decreto-ley 17/2020, de 5 de mayo, por el que se aprueban medidas de apoyo al sector cultural y de carácter tributario para hacer frente al impacto económico y social del COVID-2019. https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2020-4832

[5] Marta Pérez Ibáñez (@mperezib). La lista de artistas a quienes se concedieron ayudas para creación de proyectos artísticos se publicó en noviembre de 2020… 8:20 AM · May 4, 2021. https://twitter.com/mperezib/status/1389464983411597315

[6] Gobierno de España. (20/04/2021). Plan de recuperación, transformación y resiliencia. https://www.lamoncloa.gob.es/temas/fondos-recuperacion/Documents/30042021-Plan_Recuperacion_%20Transformacion_%20Resiliencia.pdf

[7] Lamoncloa.gob.es. (14/05/2021). Rodríguez Uribes: «El plan fortalecerá las industrias culturales y deportivas como motor económico y de futuro de nuestro país». https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/cultura/Paginas/2021/150421-plan-recuperacion-cultura.aspx

[8] Portal de la Transparencia. (11/09/2020). Plan anual Normativo 2020. Ministerio de Cultura y Deporte. https://transparencia.gob.es/transparencia/transparencia_Home/index/PublicidadActiva/Normativa/PlanAnualNormativo.html#MCUD

[9] Lamoncloa.gob.es (22/06/2021). El Gobierno toma conocimiento de la modificación de las leyes de Patrimonio Histórico y para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. https://www.culturaydeporte.gob.es/gl/actualidad/2021/06/210622-anteproyecto-leyes-patrimonio.html

[10] Lamoncloa.gob.es (04/01/2020). Discurso de investidura del candidato a la presidencia del Gobierno ante el Congreso de los Diputados. https://www.lamoncloa.gob.es/presidente/intervenciones/Paginas/2020/prsp04012020.aspx

[11] Ministerio de Cultura y Deporte. (21/04/2021). Rodríguez Uribes: “El Estatuto del Artista es un compromiso y una prioridad de este Gobierno”. https://www.culturaydeporte.gob.es/actualidad/2021/04/210421-pleno-congreso.html

[12] Ballesteros, Inmaculada. (05/07/2021). La necesidad imperiosa del Estatuto del Artista. https://elpais.com/economia/2021/07/05/alternativas/1625481396_006415.html

[13] Ministerio de Cultura y Deporte. (29/01/2021). El ministro de Cultura y Deporte cierra un acuerdo por el que la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza permanecerá en España. https://www.culturaydeporte.gob.es/actualidad/2021/01/210129-acuerdo-thyssen.html

[14] Montañés, José Angel. (25/06/2020). El ‘Mata Mua’ de Carmen Cervera se verá en Andorra. https://elpais.com/cultura/2020-06-25/el-mata-mua-de-carmen-thyssen-se-vera-en-andorra.html

[15] Ministerio de Cultura y Deporte. ¿Cuáles son los museos de la Subdirección General de Museos Estatales? https://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/museos/presentacion/preguntas-frecuentes/cuales-museos-sgme.html

[16] García, Rocío. (22/06/2021). El Centro Dramático Nacional invita a superar la pandemia a través del teatro. https://elpais.com/cultura/2021-06-22/el-centro-dramatico-nacional-invita-a-superar-la-pandemia-a-traves-del-teatro.html

[17] Boe.es. (13/11/2013). Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural. https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2013-11837

[18] Elmundo.es. (01/12/2020). La Unesco rechaza considerar la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. https://www.elmundo.es/cultura/toros/2020/12/01/5fc5e0f5fdddffc75e8b45c8.html

10 funciones teatrales de 2018

Monólogos y obras corales; textos originales y adaptaciones de novelas; títulos que se ven por primera vez, que continúan o que se estrenan en una nueva versión; autores nacionales y extranjeros; tramas de rabiosa actualidad y temas universales,…

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«Unamuno, venceréis pero no convenceréis». José Luis Gómez se desdobla para demostrarnos porqué Don Miguel sigue presente y vigente. Sus palabras definieron la naturaleza de una nación, la nuestra, que en muchos de sus aspectos son hoy muy similares a como lo eran cuando él vivía. La perspectiva del tiempo nos permite también entender las contradicciones de un hombre que, tras apoyarlo inicialmente, pronunció una de las frases más críticas y definitorias del franquismo.

Unamuno

«Gloria». La persona detrás del personaje adorado por los niños. La mujer que vivía más allá de lo que contaban sus versos. La adulta que mira hacia atrás recordando de dónde vino, qué hizo a lo largo de su vida –escribir y amar- y en quién se convirtió. Un monólogo vibrante que retrata a Gloria con sencillez y homenajea a Fuertes con la misma humildad que ella siempre transmitió.

Gloria

«El tratamiento». Cada día de función es un día de estreno en el que convergen 40 años de biografía y la ilusión de dedicarse al cine. Un arte que para Martín constituye el lenguaje a través del cual expresa sus obsesiones y emociones y se relaciona con el mundo acelerado, salvaje y neurótico en que vivimos. Hora y media de humor y comedia, de drama e intimidad, de fluidez y ritmo, de diálogos ágiles y actores excelentes.

ElTratamiento

«Los días de la nieve». Un monólogo en el que el ausente Miguel Hernández está presente en todo momento sin por ello restarle un ápice de protagonismo a la que fuera su mujer. Una Josefina Manresa escrita por Alberto Conejero, puesta en escena por Chema del Barco e interpretada por Rosario Pardo que atrae por su carácter sencillo, engancha por su transparencia emocional y enamora por la generosidad de su discurso.

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«Tiempo de silencio». La genial novela de Luis Martín Santos convertida en un poderoso texto dramático. Una escueta y lograda ambientación –áspera escenografía y asertiva iluminación- que nos traslada al páramo social y emocional que fue aquella España franquista que se asfixiaba en su autarquía. Una puesta en escena que es teatro en estado puro con una soberbia dirección de actores cuyas interpretaciones resultan perfectas en todos y cada uno de sus registros.

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«Los mariachis». Una perfecta exposición a golpe de carcajada y con un fino sentido del humor de cómo la corrupción y la incultura están interrelacionadas entre sí y de cómo nos lastran a todos. Cuatro intérpretes que con su exultante comicidad dan rienda suelta a todas las posibilidades de un texto excelente. Una obra que cala hondo y toca la conciencia de sus espectadores.

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«La ternura». ¡Bravo! Todo el público en pie al acabar la función, aplaudiendo a rabiar y sonriendo llenos de felicidad, con la sensación de haber visto teatro clásico, pero con la frescura y el dinamismo de los autores más actuales. Una historia cómica que juega con los roles de género y parte de la eterna dicotomía entre hombres y mujeres para exponer con sumo acierto lo que supone el amor, lo que nos entrega y nos exige.

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«Lehman trilogy». Triple salto mortal técnicamente perfecto y artísticamente excelente que nos narra la vida y obra de tres generaciones de la familia Lehman -así como el desarrollo de los EE.UU. y del capitalismo desde la década de 1840- gracias al ritmo frenético que marca la dirección de Sergio Peres-Mencheta y la extraordinaria versatilidad de sus seis actores en una miscelánea de comedia del teatro de varietés, exceso cabaretero, expresividad gestual y corporal de cine mudo aderezada con la energía y fuerza de la música en vivo.

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«El curioso incidente del perro a medianoche». Comienza como una intriga con un tono ligero cercano casi a la comedia y poco a poco va derivando en una historia costumbrista en torno a un joven diferente que nos lleva finalmente al terreno del drama y la acción. Un montaje inteligente en el que el sofisticado despliegue técnico se complementa con absoluta precisión con el movimiento, el ritmo y la versatilidad de un elenco perfectamente compenetrado en el que Alex Villazán brilla de manera muy especial.

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«El castigo sin venganza». Todavía sigo paralizado por la intensidad de esta tragedia, en la que no sé qué llega más hondo, si la crudeza del texto de Lope de Vega, la claridad con la que lo expone Helena Pimienta o la contagiosa emoción con que lo representa todo su elenco. Una historia en la que la comicidad de su costumbrismo y tranquilidad inicial deriva en una opresiva atmósfera en la que se combinan el amor imposible, la amenaza del poder y las jerarquías afectivas y sociales.

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«El castigo sin venganza», escalofriante tragedia

Todavía sigo paralizado por la intensidad de esta tragedia, en la que no sé qué llega más hondo, si la crudeza del texto de Lope de Vega, la claridad con la que lo expone Helena Pimienta o la contagiosa emoción con que lo representa todo su elenco. Una historia en la que la comicidad de su costumbrismo y tranquilidad inicial deriva en una opresiva atmósfera en la que se combinan el amor imposible, la amenaza del poder y las jerarquías afectivas y sociales.

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No solo Shakespeare viajó hasta Italia, también desde España lo hizo Lope de Vega. Hasta Ferrara trasladó su mente para hacer de aquella ciudad de la Emilia Romagna la localización en la que el honor de su Duque es mancillado por su hijo y su segunda esposa. Una historia que comienza con ritmo pausado para darnos a conocer cuán diferente es la relación del Duque con su hijo, de afecto y confianza sucesoria, que con su esposa, más de cara a la galería. Un triángulo que estos dos completan a espaldas de todos los demás –durante la ausencia del Conde por alianzas bélicas- con una atracción tan carnal y emocional que ignora cualquier exigencia en forma de costumbre social o regla familiar ante las que cabría esperar que se sometiera.

Una historia que exuda en esta puesta en escena una tensión que se tolera mientras se van exponiendo y conociendo cada una de sus pequeñas tramas y personajes asociados. Pero a medida que se acercan e intensifican como resultado de su unión, hacen que el aire se vuelva casi irrespirable en esa residencia ducal en la que los deseos personales se dan de bruces con los deberes filiales y matriarcales bajo la sombra de la posibilidad absolutista del ejercicio del gobierno y la administración de la justicia de aquel al que deben pleitesía.

Helena Pimienta ha trabajado con sumo detalle cada elemento, uniendo lo técnico con lo expresivo, haciendo que lo sobresaliente de cada uno de ellos se convierta en un conjunto excelente. La ecléctica sencillez de una escenografía que lo mismo es un bosque que una estancia palaciega; el claroscuro de la iluminación llenando el escenario de expresividad barroca; y la presencia del color rojo cada vez que se utiliza subrayando inquietantemente el poder, la pasión o la amenaza de ver correr la sangre.

Y la música, que lo mismo nos introduce instrumentalmente en el aire que se respira que nos marca vocalmente el paso con el que caminar o el latir con el que sentir. El vestuario, que nos lleva hasta la exuberancia del Siglo de Oro con ganchos que nos descontextualizan y que bien podrían parecer un guiño a la evasión cabaretera y el horror militar de la Gran Guerra de hace un siglo. Y el movimiento escénico, con esos instantes sublimes en que tiene algo de danza y coreografía.

Un fértil puesta en escena sobre la que sus intérpretes hacen que los casi 400 años de las palabras, los parlamentos, las exposiciones y los diálogos de este texto resulten algo cercano y fresco, con una fuerza y potencia imparable. A pesar de la intensidad de lo que están viviendo, Joaquín Notario, Beatriz Argüello y Rafa Castejón se mueven con total firmeza expresiva y seguridad corporal en el acantilado del equilibrio al que les lleva el camino sin salida de esta genial adaptación de El castigo sin venganza.

El castigo sin venganza, en el Teatro de la Comedia (Madrid).

10 funciones teatrales de 2016

Obras representadas por primera vez y otras que ya han tenido varias temporadas a sus espaldas; textos actuales y clásicos; montajes convencionales e innovadores; autores españoles, ingleses, canadienses, italianos, argentinos,…

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Hamlet. Actores que hacen suya la fuerza de un texto considerado clave en la historia del teatro universal. Una puesta en escena que encadena escenas con una fluidez asombrosa. Un montaje que respeta lo escrito por Shakespeare, pero sabiéndole introducir momentos de modernidad que revelan tanto su atemporalidad como la grandeza de la dirección de Miguel del Arco.

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Home. Parecen inalcanzables cuando están sobre el escenario de un gran teatro, sin embargo, los bailarines de la Compañía Nacional de Danza resultan tan o más grandes, y su trabajo aún más bello, hipnótico y seductor cuando puede ser disfrutado en un reducido espacio como es el de La Pensión de las Pulgas. En su interior no existen distancias ni jerarquías entre intérpretes y espectadores y todos juntos se integran en este hermoso espectáculo.

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Tierra del fuego. Los conflictos –ideológicos, religiosos, nacionales,…- acaban muchas veces por convertirse en absurdos delirios de violencia en un intercambio continuo entre víctimas y verdugos de sus roles hasta llegar a una mortal simbiosis. Ese viaje de ida al odio y de vuelta al difícil intento de la empatía con el opuesto y la reconciliación con el vecino, es el que propone Claudio Tolcachir en un texto tan brutal como cruda su puesta en escena e interpretación.

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Cinco horas con Mario. Miguel Delibes fue un genial escritor, plasmaba la realidad y sus personajes en sus páginas con una naturalidad asombrosa, quedándose él en un segundo y discreto plano como narrador. Lola Herrera es inconmensurable, no hay papel que interprete que no haga que el público se ponga en pie para aplaudirla. La unión de ambos, hace ya 37 años, hizo que una de las mejores novelas de la literatura española se convirtiera en un montaje teatral en el que texto y actriz se entrelazan en una simbiosis que solo se puede definir como perfecta.

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El laberinto mágico. Impactante de principio a fin. Un texto que repasa perfectamente las mil caras que tuvo nuestra guerra civil desde el lado de los violentados y finalmente perdedores. Un compenetrado elenco actoral que da vida a esos compatriotas que se sentían nación y acabaron siendo miles de víctimas anónimas enterradas nadie sabe dónde. Un soberbio uso de un casi vacío espacio escénico que se convierte en todos los lugares en los que desarrolló la contienda, desde el frente y los despachos policiales a los dormitorios, los museos y los teatros.

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Los desvaríos del veraneo. Un texto clásico hecho actual con elementos que le aportan ritmo, gracia y frescura. Una compenetración entre sus nueve intérpretes que consigue que todo cuanto sucede sobre el escenario esté lleno de vida, que sea fluido y espontáneo, como si no tuviera otra manera de ser. ¿Resultado? Un público entregado y dos horas de sonrisas, risas y carcajadas sin parar.

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Incendios. El pasado está ahí, pidiendo ser conocido y clamando convivir con nuestro presente. Mientras no le demos el tiempo y espacio que reclama, el futuro será imposible, no tendrá raíces ni base sobre la que crecer. Enfrentarse a él y bucear en sus entrañas puede llegar a ser un proceso difícil y complicado, lleno de momentos no solo amenazantes, sino de realidades desconocidas de gran crueldad. Un texto brutal y una eficaz puesta en escena con un reparto que se deja la piel sobre el escenario y en el que destaca por su maestría Nuria Espert.

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Reikiavik. Lo que sucedió, lo que vimos y lo que la leyenda posterior ha decidido que quede, auténtico o no, de todo aquello. Con la misma precisión del ajedrez, con la combinación de estrategia, dinamismo y paciencia que exige su juego, como con la pasión con que lo viven sus jugadores y aficionados, así fluye esta obra. Una ficción que condensa de manera ágil y precisa las múltiples facetas de aquella mítica partida, así como de su antes y después, entre Bobby Fischer y Boris Spasski en la capital islandesa en 1972. Así son este texto y su puesta en escena de Juan Mayorga.

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La función por hacer. El teatro dentro del teatro como si se tratara de una imagen reflejada en un sinfín de espejos. La diferencia entre la realidad y la representación, entre lo verdadero y lo verosímil. Personajes que dejan de ser arcilla moldeada por su autor y pasan a ser seres independientes, pero que aún están en busca de un público que les dé carta de identidad. Este es el interesante planteamiento y el estimulante juego de esta propuesta que resulta casi más una ceremonia de inmersión teatral que una función de arte dramático.

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Todo el tiempo del mundo. Un texto que es presente, pasado y futuro, capaz de condensar todo aquello que nos ha dado carta de identidad. Las personas que nos engendraron, las que nos acompañaron a lo largo de los años y las que prorrogarán nuestro legado. Los acontecimientos que nos hicieron ser quienes somos, los que siguen provocándonos una sonrisa y los que nos ponen los ojos vidriosos. Las ilusiones de un futuro que está por venir, que ya sucedió o que estamos viviendo. Haciéndonos reír, llorar y suspirar, Pablo Messiez y sus actores logran emocionarnos  de una manera delicada y cercana, como si estuvieran estrechando su mano con la nuestra, como si nos abrazaran.

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Un «Hamlet» de muy alto nivel

Actores que hacen suya la fuerza de un texto considerado clave en la historia del teatro universal. Una puesta en escena que encadena escenas con una fluidez asombrosa. Un montaje que respeta lo escrito por Shakespeare, pero sabiéndole introducir momentos de modernidad que revelan tanto su atemporalidad como la grandeza de la dirección de Miguel del Arco.

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Ser o no ser es una sentencia que, a pesar de ser tan recurrente y tan recurrida, no ha sido capaz de trascender al hombre que la pronunció por primera vez, Hamlet, el príncipe de Dinamarca. Tan intensos, personales y llenos de emoción resultan los textos que el británico fallecido hace cuatrocientos años escribía para sus personajes, que parece que lo suyo fue más ejercer de intermediario de estas personas de tinta sobre papel que ser el creador de las mismas. Un material tan vivo y lleno de fuerza que cuando cae en las manos adecuadas, pasa del terreno de la imaginación al de la más absoluta realidad, tal y como sucede en esta puesta en escena a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Kamikaze Producciones.

El Hamlet que encarna Israel Elejalde es el verbo hecho carne, la orfandad convertida en presencia, el deseo de justicia que ocupa invisiblemente todo el espacio alimentado por la doble traición sufrida, tanto la de su tío al matar a su padre, como la de su madre al casarse con semejante asesino. Su cuerpo y su voz son el vehículo a través del cual se manifiesta la montaña rusa interior por la que discurre su vida: la devoción al progenitor ausente, la rabia que lleva al deseo ciego de venganza, el odio, la confusión por la intensidad de lo que le está ocurriendo, la incapacidad para gestionar ninguna otra relación, la renuncia al amor, la sospecha, la desconfianza,… Una suma y un discurrir tan veloz e interrelacionado que hace que el resto de los personajes que comparten tiempo, lugar y función con él, la tomen por locura. En su error, el proceso digestivo emocional del heredero al trono les arrastra en un huracán de acción y sensaciones múltiples en el que quedan también envueltos e involucrados sus espectadores.

Un torrente narrativo en el que no hay un segundo de tregua, en el que las escenas están entrelazadas siendo todo final también un principio. Las palabras marcan el ritmo con el que se mueven los intereses cruzados en las sombras de la corte danesa y su fluir da la pauta de las entradas y salidas de sus habitantes y de los cambios de escenografía sobre el escenario. Un flujo que demuestra la imposibilidad de establecer la fórmula de estímulo-causa, castillos de naipes e ilógica sinrazón que construyen y deconstruyen las relaciones humanas y que están también tras la difícil sencillez del deseo y el ejercicio del poder.

Una esencia tan bien conseguida en la que es posible introducir recursos del siglo XXI –una canción, un chiste, un quiebro lingüístico- en el siglo XIII que Shakespeare imaginó a principios del XVI. Una representación que es como la locura de Hamlet, aparentemente ilógica en su formalidad, pero llena de sensatez, deseosa de romper moldes y de recoger un legado sobre el que seguir edificando un reino y un teatro que honre a su pasado y lo proyecte hacia el futuro. Dos horas y cuarenta y cinco minutos de función que tienen tanto de catarsis como de maestría.

«Hamlet», en el Teatro de la Comedia (Madrid).