Una personalidad ensimismada y un tiempo en el que la contención, la doblez y el escaparate eran la norma. Esos son los dos filtros que condicionan y marcan la propuesta narrativa y la interpretación, por parte de su lector, de este relato. Realismo y costumbrismo, simbolismo y búsqueda de conexión entre la falta de respuestas del presente y los silencios del pasado.

Niña, mujer y anciana. De la España sin asfaltar a la de las grandes urbes. De la radio controlada por el régimen a la capacidad de encontrar información y documentación allí donde se demande. Entre esos extremos se sucede la vida de Severina y la prosa con que Imma Monsó la acompaña. Una novela que hace suyo el carácter de su protagonista, optando por una aparente sencillez y transparencia, por un tono naif y presuntamente objetivo tras el que se esconde una protagonista que no es más que el resultado del tiempo que vivió y de las coordenadas en que la concibieron, criaron y arrojaron al mundo sus mayores.
Una claridad que se adquiere cuando se llega al punto final y se toma conciencia de la imagen conformada y del sentido de las idas y venidas en el tiempo de la narración, desde 1942 hasta el presente pandémico. Un cierre que decepciona por la ruptura tonal con que se distancia del acierto con que nos había hecho ver la Cataluña que le dio identidad y biografía a través de la muy peculiar sensibilidad de su personaje principal. Una mujer cuyo interior era tan rico e interesante como las experiencias que le ofrecían los lugares en que residió -un punto aislado de una carretera con un único vecino y un pueblo en el recóndito rural montañés- y visitó -una Barcelona más próxima al Madrid de los Episodios de una guerra interminable que a la ciudad de La plaza del diamante-.
La obviedad del mensaje reivindicativo en pro de la memoria, el reconocimiento y la dignidad no quita que se reconozca la originalidad en el planteamiento y la singularidad con que, en su desarrollo, La maestra y la Bestia crea una doble realidad. Convivencia en la que sus dos dimensiones están separadas, distantes y paralelas, a la par que tan imbricadas que no se sabe dónde acaba una y comienza otra. Habrá lectores avezados que sean capaces de detectar los juegos de imagen y espejo, las pistas históricas con las que Monsó no solo estructura un buen artefacto literario, sino que construye una perfecta alegoría de aquellos tiempos en que no se podía hablar, casi ni pensar, cuanto se saliera de la estrechez de la oficialidad.
Otros, entre los que me incluyo, disfrutarán de esa nebulosa en la que la solemnidad, la quietud y la paz y el desasosiego del instante lo llenan todo. Hay algo mágico en ello, en el horizonte frente a la casa familiar y en la comunidad que acoge a la joven maestra, ya independiente, en su primer destino docente. En el modo en que lo que tenía tintes de metaliteratura, con referencias explícitas y otras que supongo solo al alcance de los más eruditos, torna en etnografía contaminada y sociología corrompida por el absolutismo del nacionalcatolicismo.
La maestra y la Bestia, Imma Monsó, 2023, Editorial Anagrama.