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“Madrid en el cine de Pedro Almodóvar” de Gloria Camarero Gómez

Recorrido por la villa y corte a través de las películas del que llegó a ella desde Calzada de Calatrava. Evolución del urbanismo e imagen de la ciudad tomando como referente las cintas del ganador de dos Oscar. Ensayo técnico bien documentado y editado, síntesis de la selección y transformación, por parte del manchego, de lugares reales en localizaciones cinematográficas

En el cine de Almodóvar Madrid no es solo el complemento circunstancial de lugar en el que se desarrollan sus ficciones. Es el elemento que las envuelve, unas veces condicionándolas, otras reflejándolas y otras más amplificándolas. Mujeres al borde de un ataque de nervios no sería tal sin las extraordinarias vistas de la terraza de Pepa o sin sus persecuciones por los túneles de Azca. Personalmente suelo evocar la imagen de Carmen Maura regando sus plantas cuando paseo por Alonso Martínez y sus calles aledañas y miro hacia la última planta de sus edificios más señoriales, o me siento en el taxi con tapicería de leopardo de Guillermo Montesinos cuando me adentro en el subsuelo de Nuevos Ministerios.

Eso es lo grande y lo mágico del séptimo arte, cómo imprime su huella, aunque no sepamos a ciencia cierta si lo hace sobre los lugares que retrata o sobre nuestra mirada, afectando así al filtro con que vemos y observamos después. Las calles de La Latina me recuerdan siempre a Tacones lejanos, el Parque de las Avenidas a ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, la fachada del Centro Cultural Conde Duque a Laberinto de pasiones y algunas zonas del Puente de Vallecas a Volver.

Gracias a Gloria Camarero he descubierto que el Restaurante-Asador Emilio de la última no llegó a existir como tal y que fue construido ex profeso, al igual que las vistas nocturnas desde la casa de Kika no se corresponden con la zona de Prosperidad donde esta vivía. Han pasado los años y la zona del rastro ya no es como se la ve en Laberinto de pasiones y no queda ni rastro de la degradación en que estaba sumido el barrio de la Ventilla cuando se rodó en él Carne trémula. Su ensayo no solo desglosa los puntos exactos en los que transcurren las diferentes tramas de cada película, sino que analiza cómo son utilizados, así como la intención de Pedro en cada título y la manera en que ha reflejado la evolución continua desde un punto de vista social, económico, cultural y hasta político experimentada por Madrid.

El excelente trabajo de Gloria no solo denota las múltiples veces que debe haber visto cada película, sino que incluye las referencias que le han ayudado a darle forma. Hemeroteca, bibliografía y documentación de diversos archivos que le dan una solidez y coherencia total a sus hipótesis e interpretaciones sobre el propósito de cada relato de Almodóvar. Más intimista, recogido e interior en sus últimos títulos, Dolor y gloria y Julieta, al contrario del desparpajo y frescura de sus inicios en Entre tinieblas o Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.

El único pero que se le puede poner a este Madrid en el cine de Pedro Almodóvar es que el paso del tiempo ha hecho que haya quedado ligeramente desactualizado al no incluir las referencias de sus dos últimos títulos, La voz humana y Madres paralelas. Ojalá veamos pronto una cuarta edición en la que Gloria, Doctora en Historia del Arte, haya podido analizarlos e incluirlos convenientemente.

Madrid en el cine de Pedro Almodóvar, Gloria Camarero Gómez, 2019, Ediciones Akal.

Ellas

Faltan muchas, pero las que están en este post han protagonizado algunos de los momentos más mágicos y maravillosos que el cine nos ha dado. 

Ellas

Meryl Streep mirándose al espejo en “Los puentes de Madison”. Nicole Kidman desvistiéndose en “Eyes wide shut”. Anna Magnani exhudando supervivencia en “Roma, ciudad abierta”. El absoluto descaro de Rita Hayworth en “Gilda”. La sonrisa infinita de Julia Roberts en “Pretty woman”. La risa de Greta Garbo en “Ninotchka”. Katharine Hepburn, sentimiento a flor de piel “En el estanque dorado”. El quid pro quo de Jodie Foster con Hannibal Lecter en “El silencio de los corderos”. La alocada Barbra Streisand en bici por las calles de San Francisco en “¿Qué me pasa, doctor?”. Diane Keaton diciendo “he tenido tanto amor en mi vida” en “La habitación de Marvin”. Bjork soñando con una realidad paralela musical en “Bailar en la oscuridad”. El sufrimiento sin fin de Jane Wyman en «Obsesión» y el de Lana Turner en «Imitación a la vida».

Ingrid Bergman deseando tanto lo imposible como lo marcado por el destino en “Casablanca”. Vivien Leigh poniendo a Dios por testigo en “Lo que el viento se llevó”. Holly Hunter gritando en silencio en “El piano”. Juliette Binoche leyendo con los dedos la partitura en “Tres colores: azul”. La histriónica Gloria Swanson de “El crepúsculo de los dioses”. La fotogénica, hermosa y bella Emmanuelle Béart de “Nelly y el Sr. Arnaud”. Marisa Paredes y Victoria Abril discutiendo en “Tacones lejanos”. La desequilibrada Isabelle Huppert de “La pianista”. Olivia de Havilland cerrando la puerta en la última secuencia de “La heredera”. La interrogada Sharon Stone de “Instinto básico”. Audrey Hepburn buscando al gato bajo la lluvia en “Desayuno con diamantes”.

Kathleen Turner y Angelica Houston, arrolladoras en “El honor de los Prizzi”. El drama de Ali MacGraw diciendo “amar significa no tener que decir nunca lo siento” en “Love story”. Penélope Cruz sin lógica alguna en “Vicky Cristina Barcelona”. La seducción de Barbara Stanwyck en “Perdición”. La inocencia de Natalie Wood en “West side story”. La absurda ingenuidad de Renée Zellweger vestida de conejita de Playboy o luciendo faja en «El diario de Bridget Jones». Bette Davis y Joan Crawford, locas, muy locas en “¿Qué fue de Baby Jane?”. Jennifer Hudson cantándole a su hombre And I´m telling you en “Dreamgirls”. Marilyn Monroe avanzando por el andén en “Con faldas y a lo loco”. Elizabeth Taylor llena de rabia en “La gata sobre el tejado de zinc”. Las lágrimas de Demi Moore en “Ghost”. La virginidad de Liv Tyler en “Belleza robada”.

La elegancia de Ava Gardner en “55 días en Pekín” sin hacer nada, solo porque sí. La almibarada Olivia Newton John de “Grease”. Madonna, entregada peronista en “Evita”. Jennifer Grey bailando en “Dirty Dancing” y Catherine Zeta-Jones en «Chicago». La candidez de Judy Garland en “El mago de oz”. Las ganas de disfrutar la vida de Liza Minelli en “Cabaret”. El monólogo, vistiendo únicamente una camiseta, de Julianne Moore en “Vidas cruzadas”. Annette Bening como una contrariada esposa en “American Beauty”. La sufrida y valiente Cecilia Roth de «Todo sobre mi madre». Faye Dunaway disparando a diestro y siniestro en «Bonnie & Clyde». Las eternas piernas de Cyd Charisse en «Cantando bajo la lluvia». La enigmática Kim Novak de «Vértigo» y la radiante Grace Kelly de «La ventana indiscreta».

La soledad de Scarlett Johansson en “Lost in translation”. Carmen Maura recitando la receta del gazpacho en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. Julie Andrews en todas las canciones de “Sonrisas y lágrimas”. La magia que desprende Cher en “Hechizo de luna”. La acosada Jessica Lange de “El cabo del miedo”. La fuerza infinita de Sophia Loren en “Madre coraje”. La dualidad de Natalie Portman en “El cisne negro”. Las retadoras miradas de Lauren Bacall en “El sueño eterno”. Susan Sarandon y Geena Davis queriendo dejar su pasado atrás en “Thelma & Louise”. La expresividad de Marlee Matlin en “Hijos de un dios menos”. Glenn Close, desatada en “Atracción fatal”. Ellas y muchas más.

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