John Castro Ospina: entre lo analógico y lo digital, lo físico y lo virtual

«Feo, ceporro con gafas y con gorro» es el título de la exposición con que este joven artista presenta sus esculturas y dibujos, sus textiles, resinas y composiciones digitales en el espacio Corner Gallery & Studio. Y este es el texto de sala, que he tenido el honor de escribir, de elaborar, que acompaña a la muestra.

El 28 de abril se celebra en Colombia el día del niño. Ese día tan señalado, en 1992, fue el elegido por John, vía Cali, para llegar al mundo, y también el espíritu deseoso de conocer e ir a más que impregna su obra, tal y como atestiguan las dos series de Slumber Party que agrupa en Feo, ceporro con gafas y con gorro y los proyectos que tiene en mente. Un hilo conductor imbricado con el de la inquietud tecnológica y la curiosidad por comprender los fundamentos que hacen que un equipamiento técnico, ya sea mecánico o ingenieril, funcione. De hecho, antes que Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, John fue alumno de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Informáticos de la Universidad Politécnica de la villa y corte. Pudo la libertad de la expresividad artística, pero integró en su manera de ser y hacer, de pensar y de imaginar, la necesidad de establecer procesos y pautas que le ayuden a fijar su visión.

Antes que creador fue observador, y su fijación la de la animación. Un lenguaje con analogías con lo escultórico. He ahí sus juegos con la tridimensionalidad de los volúmenes, la perspectiva, la iluminación y los colores. Practica el dibujo también, ámbito en el que se desenvuelve dirigido por su lado racional y técnico. El emocional e intuitivo, en cambio, vira en él hacia lo escultórico. Práctica que vive con una pasión que, a su juicio, ralla con la obsesión que demuestran sus muy particulares pautas procedimentales. No siempre entre su imaginación y la materia que formatea mentalmente, a la par que moldea físicamente, hay un dibujo intermedio. Al igual que no va pieza a pieza, sino que lo hace fase a fase del conjunto total corrigiendo y adaptando cuanto considera hasta llegar al resultado que finalmente muestra.

En su producción llama la atención su combinación de materiales. Tras unos coqueteos iniciales con la organicidad de la madera, encontró su sitio en la conjunción del textil con las resinas de poliuretano, acrystal o fibras. El textil está también en la bidimensionalidad de algunos de sus dibujos digitales, impresos con la técnica de la risografía, e intervenidos con pequeños bordados que realiza tal y como aprendió de sus abuelas a uno y otro lado del Atlántico. El resultado es una muy peculiar imbricación de minuciosidad artesana, expresión e investigación estética en la que, unas veces el material justifica el concepto, y otras es el concepto el que determina el material tal y como ha dejado ver en lugares como la Neomudéjar, Casa de América o el Centro de Arte Convento de Santo Domingo de Teguise, o en citas como Art Batallion, Arte Aparte, la Bienal de Valencia o el Festival de Esculturas en Arena de Rab (Croacia).

Una manera de ser y estar, de decidir y transitar, en la que John prima el impulso por ahondar en la definición de su estilo, comprobar y experimentar por dónde y hacia dónde le lleva, más que el hacerse un hueco en el panorama comercial y caer en el riesgo acomodaticio y frívolo de sus derivas decorativas. Tras esa materialización y mirada, en la cabeza de Castro bullen referentes intelectuales como Walter Benjamin y Junichiro Tanizaki, el legado del arte pop y el haber tomado conciencia de sí mismo y de las posibilidades de la animación al albor del manga y del universo Nickelodeon.

Manos analógicas y visión futurista que confluyen en los cuatro estadios que tiene como objetivo recorrer con el análisis psicológico y la muy personal narración de Slumber Party. Una fiesta de pijama que establece un símil y una conexión entre el proceso de maduración y la toma de conciencia de la alteridad por parte de los más pequeños y la supuesta virtualidad del futuro hacia el que vamos.

Los dos primeros conforman los ocho dibujos, tres esculturas, cuatro composiciones y la pieza digital que vemos en esta exposición. Slumber Party I versa sobre los amigos imaginarios, aquellos que ayudan a los niños a procesar lo que les ocurre. Slumber Party II son los acompañantes imaginarios, los objetos a los que dotamos de personalidad cuando aún nos estábamos formando una idea de cómo funciona el mundo en el que vivimos.

En un futuro próximo -que ya comenzó a transitar con un proyecto en torno a la integración de la realidad aumentada en el desarrollo de la obra plástica- llegarán las realidades mixtas de Slumber Party III, las ficciones en las que los aún infantes se introducen convencidos de su veracidad. Por último, Slumber Party IV tratará sobre las realidades imaginarias, mundos al margen de esté en el que estamos y que pueden suponer entrar en el terreno de la psicología o, incluso, en el de la psiquiatría. ¿Nos llevarán ahí los filtros de las redes sociales, la cripticidad de los NFT, la conjunción de individualidad e interacción del metaverso? ¿Cómo encajarán, evolucionarán y dialogarán ahí -y nosotros a través de ellos- los rostros, sonrisas y miradas, la quietud y el aparente sosiego, la introspección que vemos, sentimos y compartimos en Feo, ceporro con gafas y con gorro?

Feo, ceporro con gafas y con gorro, John Castro Ospina, en Corner Gallery & Studio (Madrid) hasta el 13 de abril.

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