Conversación entre dos periodistas dedicados a contar lo que sucede desde allí donde tiene lugar. Guerras, conflictos y entornos profesionales relatados de manera diferente, pero analizados, vividos y recordados de un modo semejante. Crítica, análisis e impresiones sobre los lugares y el tablero geopolítico en el que han trabajado, así como sobre su vocación.

Hace veinte años comenzaba muchas jornadas haciéndome con el periódico del día y no lo dejaba hasta haber hojeado todas y cada una de sus páginas. Hoy lo hago repasando la edición online a la que estoy suscrito y mi timeline de Twitter. El ritual ha perdido romanticismo, pero es cierto que considero haber ganado amplitud de puntos de vista gracias a cuentas como las de Ramón Lobo, Mikel Ayestaran y Revista 5W. Al primero le escucho también los fines de semana en la radio y de este medio, recomiendo especialmente sus podcasts. Muestras de lo que Lobo y Ayestaran describen en el último capítulo de esta publicación, el ecosistema de la información ha cambiado, pero sigue habiendo necesidad de conocer y profesionales muy capaces y deseosos de hacerlo posible.
Previamente ponen en común y contrastan la experiencia de Ramón como enviado especial de El País desde principios de los 90 hasta su salida hace pocos años, y la de Mikel como freelance desde que decidiera dejar la comodidad de la redacción de El Diario Vasco en 2005. Trayectorias amplias, cada uno con su particular bagaje y visión, que les permiten opinar con criterio sobre aquello de lo que han informado y vivido en lugares tan convulsos como Siria, Gaza, Líbano, Bosnia o Sierra Leona.
La lectura de lo que ambos cuentan en Guerras de ayer y hoy exige pausa y atención. Está planteado, muy inteligentemente, como una conversación, pero podría pasar perfectamente como la transcripción de una clase magistral a dos voces en la que se exponen las coordenadas en las que realizan su labor los periodistas que informan desde zonas en conflicto. En primer lugar, el conocimiento sobre el contexto político y social, asunto sobre el que suele haber una gran distancia entre la realidad local y lo que nuestra oficialidad nos cuenta a los que vivimos a miles de kilómetros de allí. De ahí que después veamos cómo fracasa la supuesta democratización de Afganistán o el fin del terror en Irak.
A continuación, la demanda que gobernantes, empresas editoriales y público tenemos de actualidad continua y novedad disruptiva, hasta casi eliminar el espacio y los recursos para el seguimiento y el análisis. Esto lleva a que las coberturas sean cada vez más breves y menos profundas en su tratamiento, convirtiéndolas incluso, en una mera sucesión de imágenes y de frases casi iguales en todos los medios, escasamente basadas en el trabajo sobre el terreno y en la consideración de fuentes de información verdaderamente locales. Acaban por convertirse en un entretenimiento, hábilmente orquestado por las estrategias de comunicación de estados y organismos internacionales, que ocultan el verdadero alcance de muchas barbaries.
Por último, y la parte con la que más he disfrutado, es aquella en la que Lobo y Ayestaran muestran su manera de hacer y ser. De dónde nace su motivación informativa, el modo en que la han ido vehiculando con el paso de los años, la experiencia acumulada y los cambios tecnológicos, las personas en las que confían cuando trabajan en zonas de conflicto, prestando especial atención a la figura del fixer, y cómo digieren la intensidad e intimidad de esa experiencia cuando vuelven a casa.
Guerras de ayer y de hoy, Mikel Ayestaran y Ramón Lobo, 2017, Revista 5W.
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