“El milagro” de Ariel Kenig

Una fábula sobre el papel que las redes sociales, los medios de comunicación y el poder de las imágenes tienen hoy en día. Una muestra de lo unidas, mezcladas y revueltas que están política, sociedad y tecnología en nuestro modelo de sociedad, tanto que no sabemos cuánto hay de fachada y cuánto de verdadera experiencia en lo que vivimos. Una narrativa fácil, recurrente por momentos, más cercana a la escritura automática que a la expresión literaria como medio de reflexión y exposición.

ElMilagro

Una catástrofe natural en una isla brasileña, una noticia que dice que una de las personas que se libró de milagro de la catástrofe fue el hijo del presidente Sarkozy y unas fotos que hasta ahora nadie ha visto y que demuestran que él no estaba allí. En torno a estos tres elementos pivotan una serie de acontecimientos a través de los cuales Ariel reflexiona sobre tres cuestiones. La primera es el uso personal que hacemos de facebook (o de cualquier otra red social). La segunda dónde se ha quedado el ejercicio de la objetividad y de la edición en la profesión periodística ante la inmediatez que exigen sus formatos online. Y por último, dónde está el punto en el que dejamos de ser como éramos –sin móviles, sin geolocalización- para comenzar a ser quienes somos  hoy –con cientos de amigos, encuentros virtuales  y comentaristas y opinadores de todo-.

Un relato en primera persona sobre la consecución –y puesta a disposición de los medios- de un material cuyo supuesto interés mediático se debe más a su morbo que a su contenido informativo.  Un claro ejemplo de la vacuidad que nos mueve, pero de la que somos también responsables por alimentarla en un sinfín del que parece que no hay manera de escapar. Como las noticias que se nos ofrecen carecen de interés real, no les dedicamos más que unos segundos de atención; pero sucede que como no somos capaces de fijar nuestra atención en un tema más que unos segundos, da igual lo que nos propongan, lo ingerimos todo de manera bulímica.

Así es como vamos pasando de una pantalla (teléfono, tableta, ordenador) a otra, de unas personas a otras, sin tener claro por qué o para qué lo hacemos, si estamos construyendo algo con ellas o si nos utilizamos mutuamente para evitar el silencio, ese monstruo que casi todos llevamos dentro, la soledad, el gran vacío interior.

Podría parecer que El milagro pretende ser una ficción con notas de análisis sociológico o crítica de nuestro presente, pero la gran paradoja es que ese tono de ligereza y superficialidad que expone, es también el de su narración. Kenig pasa de unas situaciones a otras sin un claro hilo conductor, como si fuese una cuestión de azar, de dejarse llevar, sin responder a un criterio u objetivo concreto. Su propuesta resulta ser el más claro ejemplo de lo que se relata en sus páginas, quizás espera que sus lectores sean como los parisinos con que se cruza en sus páginas, hedonistas, conformistas y acríticos. Una fachada tras la que no hay más que un gran vacío sin estímulo literario alguno.

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