Una lectura tan divertida como estimulante. Una ácida y corrosiva narrativa que no deja títere con cabeza en su disección de cada personaje y situación en mil piezas. Una abrumadora construcción de una serie de situaciones y entornos en los que se pone patas arribas múltiples aspectos de la sociedad actual (la familia, el trabajo, la educación,…). Una ironía y una sátira brutales con las que quedan al descubierto todas nuestras imperfecciones, contradicciones y paradojas.
La conjura de los necios comienza aparentando ser un disparate, un chiste que no solo no se apaga, sino que se acrecienta envolviendo y dando seña de identidad a todo cuando sucede en sus páginas. La gracia no está solo en la situaciones que viven en Nueva Orleans este grupo de hombres y mujeres de los que somos testigos, sino en sus actitudes, pensamientos y expresiones verbales que hacen de lo que podría ser algo cotidiano, acontecimientos plagados de excentricidades casi imposibles de imaginar. Sin embargo, lo que el autor nos propone no es tan solo un ejercicio de humor rompiendo los moldes de la corrección política, lo políticamente formal y la educación convencional. Cada descripción y diálogo son una crítica certera y sin paliativos de algunos de los males de los que adolece nuestra sociedad: el racismo, la homofobia, el machismo, la explotación laboral,…
Ignatius, el protagonista, es un hombre sin orden ni concierto que vive al margen del mundo en el que habita. Despreciable, anacrónico, anárquico, irrespetuoso, desvergonzado, sucio, un dechado de virtudes y gracias que se podrían resumir en un único término, ego, y derivados como egoísta y egocéntrico. Un ser nada atractivo, pero que nos causa una paradójica repulsión. A pesar del teórico desagrado que no suscita, nos puede el morbo de sus vivencias, de la simpleza de los argumentos bajo los que sostiene sus injustificables puntos de vista, así como sus disparatados objetivos, a cada cual más estúpido. Una complejidad que no se limita solo a este ser, sino que llega a todos y cada uno de los que le acompañan en el amplio elenco de esta novela.
Un astuto doble juego de John Kennedy Toole. En primer lugar nos pone frente a una serie de despropósitos para que nos planteemos cómo y en qué medida nuestro mundo, e incluso cada uno de nosotros, está servido de ellos. La otra clave es, sin duda alguna, la brillantez en el ritmo y estructura que de principio a fin tiene esta obra. La riqueza imaginativa de su autor resulta inagotable, cada capítulo está lleno de acontecimientos que se suceden de manera continua, sin descanso alguno, cuando no con una múltiple simultaneidad perfectamente plasmada sobre el papel. A su vez, cada una de sus secuencias está llena de instantes, aparentemente irrelevantes, pero que utiliza con gran habilidad para hacer referencias de lo más variopinto, tanto a lo que puede formar parte de la acción (personajes, lugar, historia previa) como a su contexto (social, económico, político,…).
Por todos estos motivos, La conjura de los necios resulta fresca y actual a pesar de llevar publicada más de 35 años y escrita más de 50. Se mire por donde se mire, la única obra que dejó escrita John Kennedy Toole, y cuya no publicación en vida le llevó al suicidio con tan solo 31 años, es magistral. Una alucinante experiencia que ningún amante de la buena lectura y de experimentar la ficción debiera dejar de probar.
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