La Guerra Civil que comenzó hace 80 años es un tremendo agujero negro con muchas piezas aún por conocer y conectar tanto a aquel entonces como a nuestro presente. Una de esas, la de la supuesta salvación de morir fusilado del fundador de la Falange, Rafael Sánchez Mazas, es la que despierta la curiosidad de Javier Cercas. Investigación, periodismo y ficción se combinan, se unen y se separan en esta historia que atrae por lo que cuenta y que destaca por haber tan pocas como ella.
La mente de un periodista es una continua olla en ebullición, por ella pasan todos los días retazos de acontecimientos y frases sueltas que su buen hacer puede convertir en una noticia a toda página, un amplio reportaje o la semilla de algo todavía más profundo que necesite saltar los límites del periodismo para ser dado a conocer si los datos de que dispone así se lo exigen. No todos los profesionales cuentan con la intuición que les haga percibir que lo que ha llegado a su conocimiento tiene este potencial. Hace falta tener una sensibilidad especial, tan innata como entrenada, que impulse a quien dispone de ella a seguir esa pista que a cualquier otro probablemente nos parecería irrelevante y superflua. Gracias a ese don, Javier Cercas dedujo que había algo más tras la anécdota que el poeta Rafael Sánchez Ferlosio le contó sobre cómo su padre se libró de morir fusilado por los republicanos cuando estos abandonaban la provincia de Girona ante el inminente triunfo nacional a finales de enero de 1939.
A partir de ese momento Cercas nos relata cómo comienza a pensar en el tema para posteriormente trabajar sobre ello, haciéndonos cómplices del momento personal en el que estaba al inicio, y cómo compaginó el proceso de documentación, de búsqueda de información y encuentros con distintas fuentes, con un momento de su vida en el que su estado anímico no estaba en su mejor nivel. Un ejercicio de desnudez intrincado en el de la transparencia profesional del proceso de querer saber que hace que Soldados de Salamina resulte una ventana abierta hacia paisajes que no estamos muy acostumbrados a ver y mucho menos a mostrar.
Pero lo que va más allá de este relato es el deseo del autor de querer acceder a la Historia, esa disciplina entre científica y humanística, llena de episodios cuyo conocimiento y divulgación nos aportarían un mayor conocimiento sobre quiénes somos y de dónde venimos. Sucesos a los que la falta de certeza sobre lo realmente acontecido les convierte en leyendas muchas veces magnificadas. Así que para conseguir lo primero y evitar lo segundo, Javier se propone conocer todas las piezas del episodio que está investigando, contrastándolas, confrontándolas y complementándolas para tener un relato lo más objetivo, completo y aproximado de lo que pudo suceder en realidad. Un cometido que cumple de manera escrupulosa, impulsado no solo por el deseo de llegar a la verdad sino por el del respeto a las personas que allí estuvieron y a las experiencias y emociones que vivieron. Huella profunda que Javier Cercas nos transmite y nos hace sentir con la misma intensidad y a flor de piel con que ellos la vivieron décadas atrás.
Estos son los verdaderos protagonistas y homenajeados de Soldados de Salamina, los hombres y mujeres que silenciosa y anónimamente construyeron durante aquellos largos años de nuestra Historia una realidad más humana y justa que la brutal y coercitiva del régimen que pretendía aplicar una tabula rasa sobre todo lo que no cumpliera su dictado. Antepasados nuestros que ya no esperan ser reconocidos pero que duermen o han muerto con la conciencia tranquila de haber hecho lo correcto.
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