“Elle” es mucho más que sexo

Paul Verhoeven en estado de gracia, utilizando el sexo como medio con el que darnos a conocer a su protagonista en una serie de tramas tan bien compenetradas en su conjunto como finamente desarrolladas de manera individual. Por su parte, Isabelle Huppert lo es todo, madre, esposa, hija, víctima, mantis religiosa, manipuladora, seductora, fría, entregada,… Director y actriz dan forma a un relato que tiene mucho de retorcido y de siniestro, pero que de su mano da como resultado una historia tan hipnótica y delirante como posible y verosímil.

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Una mujer es brutalmente violada y ella se recupera dándose un baño tranquilo. Con este shock comienza Elle. ¿Quién diablos es esta mujer? ¿Qué le hace actuar de esta manera? No es una respuesta sencilla, como no lo es su manera de actuar en todos los ámbitos de su vida: con su hijo, su ex marido, los trabajadores de su empresa, sus mejores amigos,… No hay ámbito en el que su comportamiento no sea una combinación de corrección, atrevimiento y sinceridad sin medias tintas. Una transparencia tal que deja claro que en ella hay algo oculto, pero no porque ella lo esconda, sino porque no somos capaces de verlo. Nos falta la imaginación, la experiencia y la habilidad para ser capaces de detectarlo e identificarlo.

Esa es la clave de esta historia tan bien construida por Paul Verhoeven y de la fascinante personalidad de su protagonista aún mejor encarnada por Isabelle Huppert. Ella no expresa verbalmente qué la motiva ni qué busca, ella actúa y nos hace testigos y cómplices del resultado de sus decisiones. El modus operandi de su mente es algo que se nos escapa, es una caverna oscura que emite una dulce música que nos llama y nos hace entrar, atrapándonos irremediablemente. Nos sorprende y seduce con su descaro, justo cuidado de los convencionalismos sociales y falta de límites a la hora de relacionarse con los demás. El sexo es el lenguaje, el medio, el instrumento, pero la intención, el inicio y el destino de su camino es algo que estaba antes y que está más allá y que poco a poco iremos descubriendo. En las dosis justas y necesarias, ni una más ni una menos, para que seamos capaces de asimilarlo, tolerarlo, integrarlo y comprenderlo.

El director de aquel exitoso fracaso que fue Showgirls hace que nos parezca poco más que atrevido lo que dirigió en el pasado. Lo que muestra no tiene aquel punto de escándalo de la Sharon Stone de Instinto Básico, más de dos décadas después las imágenes que nos ofrece son mucho más completas. Aquí no se insinúa, no se guarda ni se maquilla ni se sobrexpone, se enseña todo, lo visual y lo espiritual, lo racional y lo emocional. Así es como pasaremos de cuadros de perplejidad a otros de absoluto asombro con momentos de hilaridad, socarrona acidez o absoluta dureza psicológica, pero no por lo tremendo que pueda ser aquello de lo que somos testigos, sino por los nulos prejuicios –morales, estéticos o comerciales- con que nos es relatado.

Para colmo, todo destila un profundo esteticismo lleno de naturalidad, armonía y fluidez. Ya sean las localizaciones -la casa burguesa en que vive Michèle Leblanc o las tecnológicas oficinas de la empresa de videojuegos que dirige-, la fotografía –manejando la oscuridad exterior e interior como si fuera terciopelo negro- o la envolvente y sedosa banda sonora de Anne Dudley. Y antes y después de todo esto, la belleza, elegancia y excitante, pero tranquila e impudorosa sexualidad que viven y practican todos los personajes y que tan sosegada, pero contundentemente, transmiten sus intérpretes.

1 comentario en ““Elle” es mucho más que sexo

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