Un relato íntimo sobre los retos individuales y conjuntos a los que la vida nos obliga a hacer frente, con gran respeto y sensibilidad tanto hacia sus protagonistas como hacia sus espectadores.
Detrás de cada genio, de cada paso que da la humanidad de la mano de una mente brillante, hay personas individuales, familias si en su proyecto vital van acompañados en una relación basada en su capacidad de amar y ser amados. Ese es el todo de una persona, además de la parte que le da el reconocimiento social, también aquella otra que le da dignidad y crecimiento como ser humano. A ese doble todo es el que intenta darle explicación y forma cinematográfica James Marsh en este biopic sobre el primer matrimonio de Stephen Hawking basado en las memorias de Jane, la que fuera su esposa, y que parece contar con el visto bueno de los dos.
Tres son los hilos argumentales que guían esta historia: un genio que no cesa en el empeño de resolver preguntas hasta dar con las respuestas, una cruel enfermedad cuyos efectos van más allá del cuerpo sobre el que actúa y una mujer comprometida con su concepto del amor. Un correcto guión escrito con gran sensibilidad, mostrando situaciones y comportamientos con el mayor verismo y naturalidad posibles, no hay épica ni dramática abnegación en ninguno de sus tramas. Un ejercicio de absoluto respeto hacia la vida tal cual es frente a la manipulación emocional que en manos de otros podría haber tenido esta historia.
La manera de dar forma a esta recreación de una supuesta realidad es otra de sus virtudes. Los personajes son mostrados desde dentro, desde sus ilusiones, sus propósitos y objetivos de futuro, una intimidad en la que se les conoce, se sintoniza y empatiza con ellos, facilitando así seguirles en el recorrido vital que a lo largo de las dos horas de proyección intenta transmitirnos lo que fueron casi tres décadas de relación.
Un viaje en el que destacan elementos como una profusa colección de primeros y medios planos llenos de sensibilidad y emotiva expresividad gracias al desnudo trabajo de los dos protagonistas, Eddie Redmayne y Felicity Jones, entregados a la causa de transmitir la delicada complejidad de una vida y circunstancias tan particulares y tan contradictorias en ocasiones como las de esta pareja. Un brillante trabajo actoral complementado por una cuidada fotografía con momentos de gran estética a través de la cual no solo crear imágenes bellas per se sino también transmitirnos el paso por los años 60, 70 y 80. A destacar también la preciosista banda sonora del islandés Jóhann Jóhannsson subrayando en cada secuencia las ganas de vida y los retos individuales y conjuntos a los que esta nos obliga a hacer frente.
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