Emociones universales: “The boys in the band” de Mart Crowley

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Una celebración de cumpleaños, desde el momento de los preparativos hasta el fin de fiesta, esa es la premisa de este texto que hizo temblar muchos cimientos en el momento de su estreno en Nueva York en 1968. Por primera vez sobre el escenario todos los personajes eran abiertamente homosexuales y hablaban sobre su intimidad y sus hábitos de vida utilizando el mismo lenguaje que se puede escuchar fuera de la ficción, en la realidad.

Tres son las claves del texto de Mart Crowley: dos actos que recogen una unidad de acción en tiempo real, diálogos que brillan por su espontaneidad y naturalidad, y personajes que llegan a escena desvelando un pasado perfectamente construido. Entre los chicos de esta banda está el que tiene todo lo material pero le falta lo emocional, el que recuerda un pasado en el que solo ha recibido cariño fracasando previamente y por eso se ve condenado al error continuo, el que quiere vivir el amor pero sin comprometer su cuerpo y el que lo vive sin prejuicios y disfrutando del compromiso, el que disfraza de ocurrencia y humor ácido su insatisfacción por no ser lo que le gustaría ser o no verse aceptado, el narciso que no sabe mirar más allá de su apariencia y de los efectos que esta provoca,…, y está también el que pasa por allí y no se sabe qué le trae ni se tiene quién claro quién es.

Los diálogos frívolos  y ligeros cruzan a unos personajes con otros hasta que se establece una red de conocimiento en la que todos quedan conectados.  ¿Es así como los grupos de amigos se convierten en familias no biológicas? Unidos en la superficie queda hacer frente al vacío del interior para dotarlo de contenido y relacionarse también desde los afectos y las emociones. El lenguaje se va haciendo más profundo e íntimo para mostrar lo que hay en el interior de cada uno de ellos, más allá de las fachadas y apariencias. ¿Qué les ha llevado hasta allí? ¿Qué les mueve en sus vidas? ¿Cómo es su vida cotidiana? ¿Cómo ser persona igual que cualquier otra y no seres etiquetados bajo un concepto -el de homosexual- utilizado por los que no lo son para arrinconarte y señalarte con desprecio? ¿Dónde está el amor? ¿Dónde lo viven?

El conjunto te atrapa, te convierte en un invitado más a la obra a la espera de tener unas líneas –quizás tú mismo como espectador o lector podrías escribírtelas partiendo de tu experiencia- para intervenir y dialogar con cualquiera de los nueve protagonistas sobre las vicisitudes y pensamientos que desnudamente arrojan sobre las tablas.

Con esta obra Mart Crowley se desveló como un autor inteligente y provocadoramente reivindicativo atrapando al espectador de su época –uno año antes de los disturbios de Stonewall de Nueva York, cuando un grupo de hombres gritaron basta ya contra la discriminación- con el gancho de una obra de personajes gays. Sin embargo, una vez que se abre el telón ya no hay hombres homosexuales en el escenario, sino emociones universales que no entienden de sexos ni de géneros ni de tendencias, tan solo de personas.

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